|
Disculpe, yo soy hétero
Disculpe,
pero parece que yo nací así. Habrá sido una fatalidad,
pero no puedo asumir la culpa de algo que me fue dado y que yo no pedí.
Reconozco que a los seis años quise mirar a una primita cuando
entraba al excusado, a los nueve busqué la palabra “teta”
en un diccionario, a los doce me gustaban los muslos de la señorita
que nos daba clases de historia patria, y que se sentaba de un modo muy
particular, como declarando guerra.
No voy a seguir contando situaciones extrañas, ni hablaré
de las cartas que le escribí a Adriana, ni las tareas de espionaje
para ver con poca ropa a la vecinita, ésa que tenía dos
años más que yo y lucía un colorcito de trigo madurado
a puro sol. No hablaré más de mis recuerdos ni mis realidades,
porque no quiero parecer un desquiciado.
Pero lo cierto es que estoy muy confundido y pido las disculpas del caso:
me considero hétero. Todos los días aparecen en la prensa
-diarios, TV, revistas, afiches, volantes- las señales del cambio
que coloca al homosexualismo como monarca en una sociedad de imbéciles.
Senadores de la república, obispos de la iglesia, estrellas de
la televisión, campeones del deporte, políticos de derecha,
maestros de escuela, sargentos de policía, pastores evangélicos,
periodistas del espectáculo, jueces de tribunales, militares, aviadores
y marinos, líderes de opinión… todos nos hacen entrar
en un baile loco que primeramente es festinado y celebrado, después
juzgado y condenado y finalmente, denostado por los mismos cínicos
que viven de la escandalera pública.
Yo no tengo prejuicios en el tema del homosexualismo. Ya pasé por
la creencia infantil que se trataba de una perversidad y también
por la ignorancia ilustrada que afirmaba ser una enfermedad. Ya estoy
en la etapa de reconocer que se trata de una condición originaria,
que viene con la vida y que hay que asumir con responsabilidad.
Pero no me gusta el espectáculo burlón que los chistes de
la farándula, los comentarios mal intencionados, los titulares
llamativos y escandalosos, realizan cada día a costa de una realidad
que nuestra cínica y cristiana sociedad celebra como chiste y lanza
después al basurero.
Los que hacen discursos libertarios sobre los derechos del homosexualismo,
hacen un nudo en el pañuelo, como amuleto, esperando no tener jamás
un hijo “fleto” o una hija lesbiana. Sin embargo, el tercer
sexo es noticia de primera y de segunda plana. ¿Por cuánto
tiempo más? No creo que perdure demasiado en los titulares: ya
la prensa chatarra que manejan las grandes empresas serias, que ni siquiera
se ponen coloradas al manejar su doble discurso, empieza a buscar algo
más caliente: lanzará pronto al comistrajo social el tema
del incesto. Después será el bestialismo y la necrofilia.
Mientras tanto, los que nos consideramos héteros, seguiremos pidiendo
disculpas por vivir en este mundo. Qué le vamos a hacer. Nosotros
nacimos así; disculpe usted
AGUSTIN CABRE RUFATT
agustin@claretianos.cl
Volver | Imprimir
| Enviar
por email
|