DE
REGRESO A LAS CANTERAS
Autor: PAUL WALDER
Agosto marcó el mayor crecimiento económico
mensual desde marzo de 1998, guarismo que señala, como
hito o confirmación, el inicio de la reactivación
económica. Agosto marcó también un crecimiento
promedio anual del Imacec de 5,2 por ciento, tampoco observado
en los últimos cuatro años y que empuja el PIB
nacional hacia la meta o proyección de un 5,5 anual,
establecida hace un par de meses por el Banco Central.
Agosto fue, sin embargo, un mes muy frío en otros indicadores.
El desempleo anotó un 9,9 por ciento, cifra superior
en 0,5 puntos a agosto del 2003 y también mayor en
0,2 puntos a la marca de julio. El desempleo, pese al ímpetu
que muestra la economía, se mantiene en alza. Un fenómeno
que tiene sus raíces en las grandes transformaciones
económicas derivadas, entre otros aspectos, de cambios
tecnológicos, de procedimientos de gestión,
de estrategias comerciales y de la concentración de
mercados -y, por cierto, también del debilitamiento
del movimiento sindical- que generan una brecha entre el auge
económico de las corporaciones y el empleo, tanto en
su calidad como en su cantidad. Podría llegar a afirmarse
que una buena parte del éxito corporativo se apoya
en el débil statu quo de sus trabajadores.
Un informe sobre nuestras condiciones laborales, preparado
para la Cepal por la economista Alicia Gariazzo y titulado
Higiene y seguridad industrial en Chile (agosto de 2004),
señala que aun cuando los empresarios mantienen públicamente
un discurso de calidad total y responsabilidad social corporativa,
ellos “no están dispuestos a otorgar voluntariamente
buenas condiciones laborales a su personal”. La autora
observa aquella gran brecha entre la acumulación de
riqueza corporativa y el deterioro de las condiciones laborales,
la que también se extiende hacia otros muchos aspectos
de la vida social. “Pese a que el crecimiento y desarrollo
de los grandes poderes monopólicos ha sido superior
a toda experiencia previa, y el desarrollo de la ciencia y
tecnología magníficos, en el mundo se está
viviendo una acelerada desintegración social, expresada
en el aumento de la pobreza, la desigualdad, el desempleo,
la violencia, la delincuencia, la desintegración familiar
y la degradación ambiental”.
Este informe para la Cepal establece con claridad una relación
perversa entre el éxito empresarial y el mundo laboral
y social. “Mientras más aumentan las rentabilidades
de las grandes compañías y el país se
destaca por su bajo riesgo-país y su estabilidad social
y económica, el desempleo, la violencia, la delincuencia
y la desintegración social aumentan”.
(...)
(Lea este artículo completo en la edición impresa
de “Punto Final”)
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