Carmen Corena, 73 años
La reina
de la bohemia porteña
Autor: KAREN HERMOSILLA TOBAR
En Valparaíso
Carmen Corena
Hace cuatro meses que no la veíamos por las calles ni en las noches del Cinzano. Una afección cardíaca la mantenía fuera de la vorágine nocturna de Valparaíso. La muerte repentina de Rafael Palacios, vocalista de los Blue Splendor, había dejado a todos algo saltones. Sin embargo, Carmen Corena volvió “de milagro” a los escenarios. Con sus 73 años no piensa dejar de cantar pues, como dice, “es su contacto con el mundo”.
“Soy Carmen Corena. Llevo 46 años cantando y he recorrido todo el repertorio, desde las cuecas hasta el jazz… De todo un poco. Me gusta dejar a la gente contenta. Piden una canción y yo la canto”. Carmen canta y canta, lo lleva en el cuerpo. “Este es mi contacto con el mundo, esta es mi vida social, porque soy bien ermitaña, en mi barrio saludo sólo a cuatro o cinco personas, siempre estoy en mi casa”, dice.
¿Cómo comenzó su carrera?
“Soy coquimbana; luego de terminar estudios de secretariado en un instituto comercial me fui a casa de mi abuela, en Calama. Una ciudad inhóspita, con un clima terrible. Pero luego fui a trabajar a Arica, en una lavandería que no tenía ni letrero. Un joven lavaba y yo planchaba. Arica era un ciudad con mucha población flotante y vida nocturna. Mi casa colindaba con una boite, yo escuchaba a la cantante y me sabía todo su repertorio”.
¿Usted todavía no cantaba?
“No, para nada. Una noche fuimos de juerga a esa boite y de repente, no sé de dónde, saqué tanta patudez que me subí al escenario y canté una canción en inglés, Blue Moon, y un bolero que estaba de moda y chao. Como a la semana llegaron a golpear mi puerta: ‘A usted la necesitamos’ y yo me sabía el repertorio. Cantaba en italiano, en inglés, en portugués... Estuve seis años en Arica. Tuve un niño, porque lo que más ansiaba era un hijo. Lo tuve con un baterista del conjunto. Después me fui a Santiago”.
¿Sin el baterista?
“Claro, sin el baterista”.
¿Cuándo le surgió la idea de vivir en Valparaíso?
“El mismo año en que llegué a Santiago, el 62. Luego de una gira al sur, que hicimos junto a Pat Henry, Larry Wilson y algunos cómicos, el representante me ofreció actuaciones en Valparaíso, en el Café Cherry, un lugar de prestigio pues ahí llegaban artistas extranjeros de renombre”.
“ME DICEN SANTA CECILIA”
¿Y cómo hizo con un niño a cargo?
“Para trabajar tuve que poner a mi niño en una guardería”.
Pero luego vino otro hijo...
“Sí, nueve años después. También de un músico. Por eso me dicen Santa Cecilia”.
¿Es muy difícil para una mujer sola con dos hijos permanecer en el mundo de la música?
“Muy difícil; porque cuando era joven, modestia aparte, tenía lindo cuerpo, entonces mucho acoso y eso, me incomodaba, no sabía cómo manejarlo. Además, tenía que hacer todas las cosas de la casa y en la noche trabajar”.
¿Algún mensaje a las mujeres que siguen un camino poco tradicional en una sociedad que aún mantiene códigos machistas?
“Imponerse no más. No dejarse pisotear”.
¿DONDE PUEDEN
TRABAJAR LOS MUSICOS?
A Carmen Corena se le atraviesan los recuerdos entre sorbo y sorbo de café. Bajo dictadura, cuenta, hicieron de la noche día y se las ingeniaron para continuar bajo la única ley que conoce: la bohemia. “En Lo de Pancho recuerdo a jóvenes que, como pollitos, gritaban una consigna antidictatorial, tímidamente, porque los carabineros andaban al agüaite. Eramos como la gallina y ellos se cobijaban en nosotros. Cantábamos toda la noche de toque a toque”.
¿Cómo ve la situación del artista en Chile?
“Hay distintos movimientos: teatro, baile, música… pero mal pagados. Antes había una ley según la cual los artistas extranjeros tenían que pagar 5% al sindicato de artistas chilenos. Pero se derogó durante Pinochet. En el sindicato designaron a (…)
(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 654 de “Punto Final”, 21 de diciembre, 2007. ¡¡Suscríbase a PF¡¡)
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