Edición 669 - Desde el 22 de agosto al 4 de septiembre de 2008
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Nora Castañeda, presidenta del
Banco de Desarrollo de la Mujer

Soberanía de la mujer venezolana


La economía venezolana ha crecido un 12,6 por ciento en los últimos tres años. Este ciclo positivo ha permitido una serie de logros, entre los cuales destacan el pago de la deuda externa, reducción de la pobreza, creación de empleo, diversificación del comercio exterior, además de importantes beneficios en educación y salud para la población.
Incluso en Estados Unidos el Centro de Investigaciones Científicas y Económicas (CEPR) confirmó el buen momento de la economía venezolana, destacando su crecimiento, descenso de la deuda pública, superávit en la cuenta corriente y la acumulación de reservas, que permitirían enfrentar una eventual caída en los precios del petróleo. El único aspecto negativo identificado por el organismo estadounidense como un problema a resolver, es la inflación, que alcanza al 19,4 por ciento. No obstante, según el informe, la fortaleza financiera y buena administración económica hacen improbable la crisis que vaticinan los opositores al gobierno del presidente Hugo Chávez.
Pero la revolución bolivariana, cuyo carácter socialista proclamó el presidente Chávez en 2005, no sólo contempla una transformación política, económica y social, sino también un cambio cultural, que tiene centro en la mujer. Ello no deja de ser relevante, en un país y un continente donde el machismo se resiste a perder los privilegios que le otorga la sociedad capitalista, que tampoco fueron superados en los llamados socialismos reales. La deuda existe, y las mujeres venezolanas están decididas no sólo a reivindicar los derechos e intereses de todo el pueblo, sino también los propios.
El desafío es complejo para Venezuela, una sociedad en la cual ha predominado por siglos una cultura patriarcal. “Por eso no basta con cambiar la estructura económica”, señaló a Punto Final, Nora Castañeda, profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, miembro fundadora del Centro de Estudios de la Mujer, de la misma casa de estudios, e integrante del consejo directivo del Instituto Nacional de la Mujer. Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez integró la Comisión Nacional de Mujeres del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que junto al Partido Comunista de Venezuela impulsó la lucha guerrillera. Esta destacada economista es también fundadora y presidenta del Banco de Desarrollo de la Mujer (Banmujer), entidad que otorga financiamiento y programas de formación a las mujeres. Piensa que el microcrédito es una oportunidad para que las mujeres sean protagonistas en la construcción de su propio destino. “Nuestro objetivo es superar la pobreza y no administrarla”, sentenció en su reciente visita a Chile donde participó en el seminario “Fortalecimiento de los mecanismos de la mujer en Latinoamérica a través de la transversalidad de género en el Estado”, organizado por el Servicio Nacional de la Mujer (Sernam).

OLIVERIO COMTE

En el mundo sigue predominando el machismo y en América Latina es aún más profundo. En Cuba las mujeres han alcanzado importantes logros, ¿cómo ha sido este proceso en Venezuela, tomando en cuenta que al parecer no basta con el socialismo para vencer el denominado “machismo-leninismo”?
“En nuestro país las mujeres participaron activamente en la lucha de liberación colonial y neo-colonial. Tuvieron que disfrazarse de hombres para formar parte de la vanguardia en los procesos de liberación. En la batalla de Carabobo, crucial para la liberación de Venezuela, Colombia y Ecuador, murieron muchas mujeres. También jugaron un rol decisivo en la lucha contra las dictaduras de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, en pleno siglo XX. Gómez las llamó ‘las malditas’, porque en vez de estar en sus casas cocinando, se alzaron contra la dictadura.
Durante el período de Pérez Jiménez, entre 1948 y 1958, las mujeres venezolanas se habían incorporado a la educación secundaria y superior, lo que naturalmente potenció su rol. En la década del 60, en tiempos de la guerrilla, se incorporaron principalmente al combate urbano, pero también hubo presencia en la montaña. En esa época los niveles de conciencia eran superiores, porque se luchaba no sólo contra el imperialismo y el capitalismo, sino por construir el socialismo. María León, actual ministra de Estado para los Asuntos de la Mujer, participó en la guerrilla urbana”.
¿En ese contexto, se plantearon reivindicar los derechos de la mujer?
“No luchábamos por reivindicar nuestros derechos, sino los derechos e intereses de todo el pueblo. Lo primero hubiese significado divisionismo ideológico, que en aquellos años era casi una traición a la patria. En ese sentido, claramente no basta con una revolución socialista. Lo prueba la experiencia de la Unión Soviética, donde los derechos humanos particulares de la mujer no fueron contemplados”.
¿En qué momento se produce un cambio en Venezuela?
“En 1974 la Federación Democrática Internacional de Mujeres pidió a la Organización de Naciones Unidas (ONU) realizar una serie de encuentros a nivel mundial dedicados exclusivamente al tema de la mujer. En 1975, se efectuó una de estas conferencias en México, bajo el lema ‘Igualdad, desarrollo y paz’. Allí se logró que la ONU invitara a participar no sólo a los gobiernos, sino también a mujeres de organizaciones no gubernamentales. Fue el comienzo de la incorporación de la mujer venezolana a la reivindicación de sus derechos como ser humano. Eso nos impulsó a participar en la IV y V Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Kenia y Beijing, en 1995. Esta última reunión tuvo una particularidad muy importante: en el evento oficial participaron diez mil mujeres, mientras el foro de las ONG convocó a más de treinta mil, entre ellas muchas de América Latina y El Caribe”.
¿Cómo logró una delegación tan numerosa de mujeres latinoamericanas, del ámbito no gubernamental, concretar su participación en Beijing? ¿Recibieron algún apoyo?
“Vilma Espín, quien presidía la Federación de Mujeres Cubanas, planteó a Fidel Castro la importancia que las mujeres latinoamericanas participaran en estos encuentros. El estuvo de acuerdo y puso a disposición un avión para trasladarnos. Fue la culminación de un trabajo arduo de preparación para ir a Beijing. Logramos convocar a un espectro muy amplio de mujeres afrodescendientes, indígenas, campesinas, obreras, profesionales, feministas y cristianas. Con ellas, organizamos una serie de conferencias previas en Bogotá, Quito y Mar del Plata”.
¿En qué aspectos se centró el debate en Beijing?
“Se planteó que los derechos de las mujeres deben ser integrales. Por lo tanto, se incorporaron a los derechos sociales y políticos los económicos, culturales y ambientales. También se estableció que cuando falta alguno de estos derechos, llamados de cuarta generación, se debe considerar que los derechos humanos han sido conculcados”.

Mujer y violencia

En Chile, la situación de la mujer sigue siendo de desmedro: es víctima de altos índices de violencia intrafamiliar y sus posibilidades de acceso a salarios y a cargos son muy inferiores respecto de los hombres. ¿Cómo es la realidad de la mujer venezolana y qué aportes ha significado el proceso revolucionario?
“Nuestra revolución es muy reciente y producir un cambio en el tema de género es muy complejo. Son siglos de predominio absoluto de una cultura e ideología patriarcal, que determina una forma de entender la realidad y las relaciones entre hombres y mujeres. Se puede cambiar la estructura económica, pero la ideología dominante puede permanecer inalterable por años. Ello explica que en Venezuela aún exista mucha violencia contra la mujer. De hecho, se aprobó recientemente una ley por el derecho de la mujer a una vida sin violencia, donde se establecen 17 formas de violencia, además de la intrafamiliar. Otra medida importante es la creación de tribunales especiales para los casos de agresión, lo que permitirá ser más eficientes en combatir este flagelo”.
¿Cuál es el origen de esa violencia?
“En la mayoría de los casos la mujer es discriminada por ser mujer y por ser pobre. Esta situación no es posible resolverla en el capitalismo, porque es producto del sistema. En el pasado el socialismo tampoco lo hizo, pero nosotros estamos construyendo el Socialismo del Siglo XXI, que necesariamente debe asumir los desafíos de este tiempo, entre ellos el de género”.
Usted fundó y es presidenta del Banco de Desarrollo de la Mujer. ¿Cómo surgió la idea de crear esta entidad?
“En Beijing, abordamos los derechos económicos de las mujeres y se discutió sobre una estrategia para lograr incorporarnos en forma plena al desarrollo y sus beneficios. Hay que considerar que accedemos apenas al uno por ciento de la propiedad de la tierra a nivel mundial y que en ese tiempo, no teníamos acceso al crédito si no contábamos con un representante, que podía ser el marido cuando disponía de recursos. La situación era peor para las afrodescendientes, indígenas o campesinas. Nuestro trabajo no aparecía reflejado en las llamadas cuentas nacionales: producto interno bruto, ingreso nacional, creación de valor agregado. La creación de valor de uso en el hogar, relacionado con la reproducción y el cuidado de la especie humana, no era considerado trabajo. En las estadísticas éramos catalogadas como población económicamente inactiva. La conclusión era clara: era necesario visibilizar el trabajo de la mujer y concretar su acceso a financiamiento para lograr su autonomía económica”.
¿Cuándo se concretó la idea del banco y cuál ha sido su aporte, en términos de género?
“El 8 de marzo de 2001, el presidente Chávez anunció la creación de Banmujer y me nombró presidenta. El estableció que los microcréditos fueran dirigidos esencialmente a las mujeres pobres. Venezuela se había comprometido en la Reunión del Milenio, convocada por Naciones Unidas, a disminuir la pobreza extrema en un 50 por ciento para el año 2015. En ese contexto, el Banco del Pueblo Soberano, el Fondo de Desarrollo Micro-Financiero y el Banco de Desarrollo de la Mujer han jugado un papel central.
En la actualidad, tenemos presencia en todos los municipios del país impulsando programas de formación orientados a mujeres indígenas, campesinas, afrodescendientes y discapacitadas. Nuestro trabajo se ha enfocado a disminuir la feminización de la pobreza. A nivel mundial el 70 por ciento de los pobres son mujeres y ese indicador tiende a reproducirse en los distintos países. Para lograr nuestro objetivo, hemos generado empleos de mejor calidad, a través de los cuales la mujer ha ido logrando su propia independencia y soberanía. La Constitución bolivariana establece que la soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce y no la delega. Este principio es válido para las mujeres, que constituimos el 50 por ciento del pueblo”.

Soberanía alimentaria

La economía venezolana ha crecido de manera sostenida en los últimos años. Los críticos del proceso atribuyen esta bonanza al precio del petróleo. En su opinión, ¿qué aspectos del manejo económico del gobierno explican el fortalecimiento de la economía venezolana?
“La bonanza económica tiene mucha relación con el precio del petróleo a nivel internacional. Sin embargo, somos una nación petrolera hace más de cien años, y nunca el pueblo se había beneficiado de este recurso como ahora. Venezuela era un país rico con un pueblo pobre, producto de una distribución del ingreso que beneficiaba sólo a la oligarquía local y al imperialismo norteamericano. Con los excedentes del petróleo estamos creando nuestra propia infraestructura para explotar el recurso. Hemos suscrito acuerdos de cooperación y transferencia tecnológica con Irán y Bielorrusia, lo que nos permitirá fortalecer nuestra autonomía económica. Hay un esfuerzo serio para lograr que las industrias básicas funcionen de manera eficiente, sin sacrificar a los trabajadores. Buscamos mejorar su calidad de vida, a través de formas organizativas que han posibilitado un auge económico. En este proceso, la construcción de poder popular ha sido central y el presidente Hugo Chávez ha estado siempre en primera línea impulsando el fortalecimiento de la organización del pueblo. Esto ha creado las condiciones para que en Venezuela se produzca una gran transformación material, pero también en lo subjetivo, a través del debate de ideas”.
El Centro de Investigaciones Científicas y Económicas de Estados Unidos confirmó el buen momento de la economía de su país. No obstante, identifica la inflación, de un 19,4 por ciento, como un problema importante a solucionar…
“El Banco Central y el Instituto Nacional de Estadísticas han reconocido que la tasa de inflación acumulada es alta. Entre las causas del fenómeno está el aumento de la demanda de nuestro pueblo, producto de los programas sociales impulsados por el gobierno. En contraposición, no se ha incrementado lo suficiente la capacidad de oferta, aspecto que requiere de un esfuerzo conjunto del Estado con el sector privado, que ha desarrollado una política de ‘guerra económica’ contra el país. A pesar de ello, el presidente Chávez se reunió con los empresarios y les planteó la disposición del gobierno para tomar medidas tendientes a incrementar la oferta y superar la inflación. Lamentablemente, los privados no están dispuestos a realizar el esfuerzo, porque prevalece su interés por el lucro.
Otro aspecto que influye en la inflación es la falta de soberanía y seguridad alimentaria. Tenemos que importar, en un contexto de crisis inflacionaria mundial en el rubro de los alimentos. Esta situación no es provocada exclusivamente por el precio del petróleo sino también por la política fiscal de los países ricos. Se grava el petróleo con impuestos muy altos y la gente paga cada vez más por la gasolina. Ello permite que los Estados se apropien de una parte del excedente, que no proviene de la producción petrolera y de los países exportadores sino de la recaudación fiscal. Con el alza del combustible, aumentan los costos de producción de los alimentos y al importar estos productos, importamos inflación. El fenómeno ocurre a todos los países pobres que no producen trigo, maíz, soya y otros alimentos”.

 

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 669, 22 de agosto, 2008)

 

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