Maya Fernández
Nieta de Allende
entra a la política
MAYA Fernández Allende
Maya Fernández Allende, nieta del presidente Salvador Allende, decidió participar en la actividad política como candidata a concejal por la comuna de Ñuñoa. Enfatiza que lo hizo por la herencia de vocación de servicio público de su familia. Hija de Beatriz (Tati) Allende Bussi y del diplomático cubano Luis Fernández Oña, esta veterinaria y bióloga, criada en Cuba, madre de un hijo de 8 años, es candidata del Partido Socialista.
Risueña y de hablar franco, sostiene que llegó la hora del cambio generacional en la política chilena
GONZALO MAGUEDA
¿Por qué dio este salto a la política?
“Me gusta la política. Una a veces hace críticas, y eso es más fácil que hacer cosas. Decidí que una forma de aportar era comenzar por la política comunal, del lugar donde se vive y donde se puede intentar un cambio. Creo que es hora de que nuevas generaciones participen más en política”.
¿Se inicia una carrera política?
“No lo sé. Mucha gente dice que mi candidatura es el lanzamiento hacia una carrera política, pero no es mi objetivo. Lo mío es hacer un aporte a la comuna de Ñuñoa. El resto se verá después”.
¿Si no sale elegida, se podría esperar que sea candidata a diputada el 2009?
“No, el próximo año espero ser concejal”.
¿Cómo llega a ser candidata? ¿La eligieron “a dedo”?
“No. Hace mucho tiempo que venían hablando conmigo y yo tenía dudas, hasta que decidí que había que jugársela. Mi nombre salió de la Vicepresidencia de la Mujer, del PS, cuando vieron el tema de las candidatas. Me avisaron y dije que aceptaba, siempre y cuando el comunal del PS en Ñuñoa lo aceptara, porque las cosas tienen que ser derechas”.
¿Qué ha significado estar en campaña?
“Para mí el balance es súper positivo. Me encontré con gente receptiva y la que no está de acuerdo conmigo, no ha sido agresiva. Una empieza a conocer mejor su comuna. La campaña obliga a meterse más, a conocer, llegar a zonas de la comuna que no se ‘ven’. Aparecen las otras caras de Ñuñoa: la pobreza, los problemas, se descubre que hay mucho por hacer. Por ejemplo, en el sector sur de Ñuñoa está la pobreza, no es la cara linda del sector norte. Hay que hacer mucho también por la clase media, y en Ñuñoa hay mucha clase media”.
¿Es un plus ser nieta del presidente Salvador Allende?
“Bueno, soy nieta de Salvador Allende y eso es un orgullo. Siento un orgullo infinito por mi abuelo y por toda mi familia. Son mi historia. Pero me mueve ser ñuñoína: vivo en la comuna, mi hijo estudia en la comuna, quiero a esta comuna. Eso es lo que me hace estar en campaña. Hablando con la gente surge lo de ser nieta de Allende, hija de Beatriz, y la gente se emociona. Eso es cierto, sobre todo la gente de mayor edad. Tienen muchos recuerdos, me dicen que conocieron a Salvador Allende, que lo vieron en un acto, en una proclamación. El otro día un señor me dijo: ‘Es el único presidente que yo he tenido’. Eso es muy fuerte”.
¿Es duro cuando dicen que ser nieta del presidente Allende puede dar votos?
“No, porque yo confío en mí, en mis ideales, en lo que soy como persona, en mis capacidades.
Los jóvenes masivamente no están ins-critos, no votan y menos participan en política. Los jóvenes somos súper críticos de cómo se hacen las cosas y nos gustaría que se hicieran de otra forma. Pero si uno se queda en la crítica y no aporta, es fácil. Creo que en política tiene que haber un cambio generacional. De a poco, porque existen ciertos baluartes que tampoco hay que mandarlos para la casa. Tiene que haber una mezcla de gente con experiencia con gente nueva. En la campaña veo muchos jóvenes candidatos a concejales en Ñuñoa. Eso trae nuevos aires a la política, creo que le hace bien. Mi miedo es caer en la inercia, en no participar y ahí, los jóvenes de Izquierda le podemos dejar mucho espacio a la derecha”.
¿Se considera parte de la generación de recambio en el PS o en la Concertación?
“Hay muchos jóvenes militantes del Partido Socialista que llevan tiempo jugándosela y creo que es el momento de que empiece a operar el cambio. Somos muchos los que queremos que se produzca, y que termine esa estigmatización de que los jóvenes no estamos ni ahí”.
¿Está en alguna de las corrientes internas del PS?
“No, no creo en eso de los grupos. Me concentro en hacer cosas, apoyar ideas. Sólo quiero ser socialista. Las peleas entre grupos es de las cosas que hay que terminar”.
Su madre fue una militante política en el sentido más justo de la palabra.
“Mi madre es un gran ejemplo. La Tati fue una mujer muy jugada. Yo todavía estoy lejos de lo que fue la Tati. No sólo la Tati, mucha gente que estuvo conmigo, la Mitzi. (Mitzi Contreras, hermana de la Payita, que crió a Maya y su hermano, Alejandro. N. de PF). Tuvieron mucha práctica política. Espero algún día llegar a eso, no desviarme del camino y siempre ser fiel a lo que una piensa, a sus ideales. Eso es muy importante. Mi abuelo, mi madre, siempre van a ser un referente de cómo se deben hacer las cosas”.
¿Qué balance hace de la historia política de su madre?
“Siento que tengo una deuda con la Tati, una deuda de información. Siento que me falta buscar mucho más para saber quién era la Tati Allende. Veo que la gente la recuerda con mucho cariño y también está su entrega, su energía, su lealtad. Todo lo contrario de esa suerte de inercia y desencanto que se vive hoy. Cuando me describen a Tati, pienso que si no hubiese sido mi madre, igual estaría alucinada con una mujer como ella. Hace falta gente así, mujeres de sus características siempre vamos a necesitar”.
La política está desacreditada, se habla de falta de ética política. Su abuelo y su madre fueron un ejemplo de ética en política. ¿Eso la motiva?
“Hay gente que me dice: ‘Todos los políticos roban’ y yo les digo: ‘Mire, yo vengo de una familia de servicio público a la que nunca han acusado de robo. Jamás, ni a mi abuelo, ni a mi madre, ni a mi tía Isabel’. Y la gente me contesta ‘Sí, es cierto, a Allende nunca se le ha podido decir que robó’. Eso quiero hacer. Ese tipo de política y de servicio público.
Esa atracción por la política que siento cuando escucho a los más viejos, esa magia se ha perdido. La política se ha mercantilizado y eso se ve en la campaña. Por ejemplo, el voluntariado se ha perdido, cuesta (…)
(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 673 de Punto Final, 24 de octubre, 2008. Suscríbase a la edición impresa de PF)
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