Edición 675 - Desde el 21 de noviembre al 4 de diciembre de 2008
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Lugo hace
camino

Estamos a tres meses de gobierno del presidente Fernando Lugo, en Paraguay. Por donde se lo mire, un hecho histórico en América Latina. Lugo es el primer presidente que abandona la vida episcopal para volcarse a la actividad política. Por algo se lo llama “El obispo presidente”. Su victoria, el 20 de abril pasado, rompió con 61 años de gobierno monopartidista, y 138 años de gobiernos oligárquicos, predominantes desde la hecatombe de 1870; y es el primer gobierno pluripartidista, integrado por partidos y movimientos políticos y sociales de ideologías incluso contrapuestas entre sí.
El presidente Lugo recibió, el 15 de agosto pasado, un país desquiciado y una administración pública literalmente saqueada y vaciada. Los ministerios y organismos estatales se hallaron con las cajas por donde parecía haber pasado un vendaval de ávidas manos. La mayoría de los nuevos funcionarios de alto y mediano rango están esperando la aprobación del nuevo presupuesto nacional y nuevas recaudaciones fiscales y aduaneras para empezar a percibir sus respectivos salarios. La burocracia estatal ha sido abultada al máximo, y absorbe más del 90 por ciento del presupuesto.
La desocupación y subocupación alcanzan cerca del 30 por ciento de la población de poco más de 6 millones de habitantes. La pobreza y pobreza extrema llega a niveles alarmantes, a cerca del 50 por ciento de la población. En consecuencia, la marginalidad es grande y, concomitantemente, la inseguridad ciudadana. Siete de cada diez niños no terminan las etapas primaria y secundaria de la educación, con índices de deserción muy altos. Obviamente, la universidad es reducto de una minoría, y está lejos de atender las necesidades de un país que pretende encarar un desarrollo y crecimiento acorde con sus imperativos actuales y los tiempos que corren en el mundo.

El camino es nuevo, lento y difícil

Con este cuadro de fondo, con un Poder Legislativo muchas veces resistente a los cambios, y un Poder Judicial heredado, viciado por la corrupción y la inoperancia, el proceso de cambio iniciado e impulsado por el gobierno de Lugo se hace lento y está preñado de obstáculos. La propia Alianza Patriótica para el Cambio (APC) que derrotó al Partido Colorado e instaló a Fernando Lugo en el Palacio de López, sufre hoy una suerte de dispersión y de confusión acerca del rol que debe jugar en la nueva etapa. Frente a la ausencia de una mesa política aliancista firme y organizada, Lugo ha debido recurrir a un “consejo político” de emergencia para consensuar medidas y políticas gubernamentales.
Sin embargo, aun en medio de un escenario tan adverso, el gobierno ha logrado importantes avances. Hay un incontenible proceso de saneamiento de la administración pública, que ya ha permitido recaudaciones fiscales y aduaneras inéditas en los últimos años. Las propias entidades binacionales de energía eléctrica, Itaipú y Yacyretá, compartidas con Brasil y Argentina, respectivamente, han mejorado sustancialmente su administración del lado paraguayo, y ponen a disposición del gobierno central importantes fondos para financiar impostergables medidas sociales, como la reforma agraria integral y el plan de emergencia nacional, dos grandes prioridades del programa mínimo de acción acordado por la APC durante la campaña electoral.
La demora en la implementación de estas dos promesas electorales ha motivado una avalancha de movilizaciones sociales, que han terminado en algunos casos en serios enfrentamientos. El presidente Lugo y sus más cercanos colaboradores no han ocultado su preocupación y hasta su amargura frente a estos lamentables hechos. A las pocas horas, el jefe de Estado convocó al gabinete en pleno a una mesa de diálogo con los dirigentes de las organizaciones movilizadas, para analizar fórmulas de solución alejadas de la violencia y los enfrentamientos. De esa reunión surgió un Consejo Nacional de Reforma Agraria, cuyo objetivo es dar los últimos retoques al programa de reforma agraria elaborado previamente por el equipo gubernamental. De esa forma, la grave tensión social, sobre todo con el sector campesino, disminuyó sensiblemente y se empiezan a conocer medidas concretas de solución del serio problema agrario.

Nueva imagen internacional

Las peculiaridades del proceso paraguayo ya señaladas, la integración pluripartidaria de su gabinete, las medidas anticorrupción adoptadas en poco tiempo, y las políticas de solución a los problemas más urgentes del país, además de una coherente postura a nivel de las relaciones con la región, el continente y el mundo, permiten hoy a Paraguay lucir una imagen internacional nueva. La seriedad de este cambio se ha notado particularmente durante la reciente gira realizada por el presidente Lugo por Estados Unidos, la Cumbre Iberoamericana de El Salvador y la visita oficial a México. De acuerdo a informes de prensa y análisis de columnistas internacionales, hay una mirada distinta hacia Paraguay.
En menos de dos semanas de gira e intercambio con jefes de Estado y altos directivos de organismos internacionales, Lugo ha logrado, entre otras cosas, ofrecer una faceta de Paraguay que nunca debió ser otra: la de un país con un pueblo humilde, sacrificado, luchador y digno de mejor destino. Como consecuencia de esta nueva imagen, Lugo logró concretar compromisos de apoyo financiero y tecnológico en condiciones beneficiosas para el país. Y, en la misma medida en que mejoró sustancialmente la imagen de Paraguay en el exterior, el prestigio del presidente a nivel nacional ha crecido. Un reciente sondeo de popularidad, realizado por una empresa especializada local, indica aproximadamente un 80 por ciento de simpatía y apoyo popular.

Contradicciones inevitables

Desde siempre era sabido que en una alianza tan atípica, con fuerzas de inspiración liberal hasta otras de concepción socialista pasando por un amplio abanico ideológico, nada iba a transcurrir sin confrontaciones. El presidente Fernando Lugo, identificado como expresión nacional de la nueva corriente progresista del continente, ha logrado catalizar dichas fuerzas para llevarlas a la victoria, primero, y a gobernar después.
Sin embargo, los problemas surgen aquí y allá. Su vicepresidente, Federico Franco, presidente con permiso del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), ha expresado más de una vez alguna disconformidad con su rol dentro del equipo gubernamental. Y una y otra vez, en una conversación personal con el presidente, se han podido disipar dudas y calmar crispaciones. El PLRA es el partido mayoritario dentro de la APC, lo que al parecer hace que sus integrantes tiendan a reivindicar su derecho a orientar el rumbo del proceso. Afectados a su vez por divisiones internas, las desinteligencias entre el presidente de la República y su vice han sido utilizadas como armas para dirimir supremacías en el seno partidario.
En los últimos días, un integrante del PLRA y gobernador de un Departamento del interior del país lanzó un “comentario” acerca de una supuesta reunión conspirativa contra el gobierno, en la que habría participado el vicepresidente Franco junto con altos dirigentes del coloradismo y partidarios de Lino César Oviedo, líder de la Unace (Unión Nacional de Ciudadanos Eticos). Franco lo negó rotundamente y calificó de infamia el “comentario”. El tema está ahora a nivel de Fiscalía para su investigación. El presidente Lugo restó importancia a la versión que circuló en forma de chisme más que de información política. En principio, la percepción ciudadana es de incredulidad e indiferencia, y atribuye el caso a un recalentamiento creciente de la disputa liberal interna.
Estos temas y problemas perdurarán seguramente durante algún tiempo, salvo un intenso trabajo político de consolidación y fortalecimiento organizativo de la Alianza. Nadie puede predecir el tiempo de duración. Lo predecible es que nada ni nadie podrá revertir un proceso tomado ya como suyo por la ciudadanía, y que está llamado a modificar considerablemente la calidad de vida de los paraguayos

AUSBERTO RODRIGUEZ JARA (*)
En Asunción

(*) Periodista, escritor y asesor presidencial paraguayo.
(Publicado en “Punto Final” Nº 675, 21 de noviembre 2008)