Edición 691 - Desde el 7 al 20 de agosto de 2009
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Autor: ARNALDO PEREZ GUERRA

Andrei Tchernitchin, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

A pesar de las investigaciones científicas que confirman el daño que provoca inhalar los gases de las bombas lacrimógenas, Carabineros continúa usándolas cada vez que hay una protesta en las calles. El daño que provoca el gas a la salud, sobre todo a sectores en riesgo como niños y mujeres embarazadas, es grande. Muchos de los componentes del gas lacrimógeno han sido reemplazados en Estados Unidos e Israel, países que las fabrican. Las bombas que usa Carabineros son fabricadas sólo para Chile y en otros países están prohibidas. Contienen sustancias químicas tóxicas e irritantes de las mucosas y se ha descubierto que producen abortos. Su uso afecta no sólo a los manifestantes sino también a transeúntes y residentes de zonas aledañas, pues las corrientes de aire transportan los gases con sus efectos nocivos atenuados, pero que no desaparecen.
El doctor Andrei Tchernitchin, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile -además secretario del Departamento de Seguridad Pública y Medioambiente del Regional Santiago del Colegio Médico y director científico del Consejo de Desarrollo Sustentable de Chile, una comisión asesora de la Presidencia de la República-, en su calidad de experto en toxicología ambiental señala: “Hay antecedentes documentados de que los agentes químicos con que se fabrican las bombas lacrimógenas son abortivos. Además de producir graves daños a la salud, inciden negativamente en los aparatos reproductivos masculino y femenino. Es un peligro que se sigan utilizando contra la población.
Mi interés comenzó hace tiempo, durante la dictadura militar, cuando en los alrededores de la Facultad de Medicina la policía lanzaba bombas lacrimógenas. Los estudiantes llegaban muy afectados. Por eso decidí hacer un estudio científico. Pedimos a los alumnos que donaran sangre para estudiar algunos parámetros hormonales, como el número de leucocitos eosinófilos y, curiosamente, esos leucocitos estaban desgranulándose con mucha velocidad, lo cual podía significar alteraciones de diverso tipo. Estas células tienen que ver con la respuesta inmune de nuestro organismo, o sea, con la regulación de los corticoides, que son las hormonas de la respuesta inmune.
Le pedí a un grupo de alumnas que no participara en manifestaciones para no verse expuesta a los gases, y así tener un control para comparar. Además, acopiamos algunos envases de gases lacrimógenos que no explotaron, para hacer experimentos con ratones de laboratorio… Curiosamente, cuando se supo que estábamos haciendo este experimento, la policía dejó de lanzar bombas lacrimógenas cerca de la Facultad de Medicina”.

Agentes químicos

Según el doctor Tchernitchin, en la investigación se observaron importantes diferencias entre las muestras de sangre. “Las células se desgranulaban rápidamente. Todas las acciones de estas células están involucradas con la inmunidad, los procesos alérgicos y de hipersensibilidad… y en las funciones reproductivas masculina y femenina. Obviamente, todas estas importantes funciones podrían verse afectadas”, dice. “Hay probabilidad de que las sustancias químicas de las bombas lacrimógenas afecten las funciones reproductivas, dañen al feto en el último trimestre del embarazo, y a los niños en los primeros años de vida, provocando efectos en la salud que pueden resultar irreversibles. Es probable que los fabricantes de estos químicos y tóxicos tengan estudios científicos, pero no dan a conocer los detalles… No es mortal, ni provoca enfermedades inmediatas, a menos que la persona inhale el gas bajo ciertas condiciones, en un sitio cerrado, etc. Lamentablemente no se han hecho investigaciones sobre las secuelas en quienes están expuestos o sufren la acción de estos químicos”, dice. Según el doctor Tchernitchin las sustancias que estudiaron durante la investigación en los años 80 no eran neurotóxicas, “pero en las que existen actualmente no lo podemos asegurar, pues no hay información pública”.
¿Qué autoridad sanitaria autoriza el uso de estos químicos y basada en qué estudios? Nadie sabe nada.
En 2008 Carabineros declaró al periódico electrónico El Mostrador que el disuasivo químico que utiliza irrita las zonas húmedas del cuerpo, sería de fácil dispersión y corta duración, y no produciría daño a la salud. Según Carabineros los químicos están sometidos a la ley Nº 17.798, sobre control de armas y explosivos. Reconocen que las partidas se adquieren en Estados Unidos, aunque nunca se ha especificado a qué proveedores. Señalan, además, que no serían necesarias las autorizaciones sanitarias, pues el listado de químicos no pasa por el Ministerio de Salud sino que ingresa directamente al Ministerio de Defensa. Tampoco el Instituto de Salud Pública tiene competencia, pues la institución sólo realiza registros sanitarios de medicamentos, pesticidas y alimentos. Según la periodista Claudia Urquieta, el control de estas sustancias se haría desde el Banco de Pruebas de Chile, dependiente del Instituto de Investigaciones y Control del Ejército, brazo técnico que “controla, modifica y prueba elementos, como armas y los disuasivos en cuestión”. Para el doctor Tchernitchin es ilógico que “nadie responda qué sustancias químicas se utilizan en los carros lanza agua y lanza gases y quién regula su concentración. Desde el punto de vista de la salud pública, es una vulneración de las leyes que protegen a los ciudadanos; además, nadie garantiza los niveles de neurotoxicidad de estos químicos”, agrega.

Abortos y cáncer

“Existen gases como el ortoclorobenzilidenmalononitrilo, conocido como CS, que pueden liberar ácido cianhídrico, que es muy venenoso. Son los gases más fuertes; producen dolores de cabeza, náuseas, sangramiento de narices, diarreas, y puede provocar edema pulmonar; también se ha documentado que provocan una reacción emocional muy intensa… y se ha descrito que son abortivos. ¿Por qué algunos  (…)

(Este artículo se publicó completo en Punto Final, edición Nº 691, 7 de agosto, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl)