Edición 713 - desde el 9 al 22 de julio de 2010
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Regalo

Todos somos Bielsa.
O por lo menos,
los que se la puedan

Autor: Ricardo Candia Cares

 

         “Queda prohibido no ser tú ante la gente,
         fingir ante las personas que no te importan,
         hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
         olvidar a toda la gente que te quiere”.
                                                         Pablo Neruda

Traicionados por el inveterado respeto al poder, mareados por el aroma que desprende cuando se mueve, alzando la bandera de las buenas costumbres y las debidas inclinaciones al mandamás por el sólo hecho de serlo, muchos quisieran que Bielsa no fuera lo que es. De esa manera podrían darse el festín de fusilarlo sin que los ecos de los tiros malditos rebotaran más allá de la cercanía humeante.
Cierto sentido común que mantiene incorporada la pátina de la sumisión, considera que lo de Bielsa y su frialdad con Piñera tiene que ver con el respeto. En verdad tiene que ver con no dejarse mostrar para una foto que buscará réditos allí donde el fútbol deja de ser pasión de millones y se lo trata de hacer sólo una buena fotografía para recaudar dinero o votos. ¿Cuánto vale una imagen con Bielsa? ¿Cuánto han ganado con imitaciones absurdas los cómicos del reino? ¿Cuánto han subido las cuentas de negocios y negociantes?
¿Es que Bielsa debería dejarse arrendar para demostrar su educación? Hace bien el entrenador al no dejarse manipular por la inercia de un sentido común que considera a los poderosos como enviados del cielo: intocables, inmarcesibles, divinos, terribles. Puesto en la balanza en que se ponen todas las cosas en nuestro país, haríamos bien en preguntarnos en términos de costos-beneficios si la parafernalia dispuesta en la Plaza de la Constitución era para mostrar a los muchachos de la Roja o a Piñera.
Un homenaje de verdad no precisa ventilar los regalos y los palmoteos. El homenaje de la gente siempre ha sido otra cosa. Es lo que se vio en el camino desde el aeropuerto: la gente sencilla agradeciendo no los goles ni los puntos, sino el ejemplo de un esfuerzo bien dirigido. Quien crea en la buena intención de Piñera recibiendo a los muchachos para representarles su agradecimiento, no olvide que el empresario-presidente ha hecho su carrera sin importarle el cómo. No se olvide que en plena campaña dijo que él sería para el país lo que Bielsa para la selección. Sin arrugarse. La respuesta de Bielsa no se hizo esperar. Comparó a sus muchachos con Bachelet.
Bielsa será fusilado, castigado y reprendido, pero en silencio. Si quien hiciera un desaire similar a la autoridad fuera fulanito de tal, ya estaría preso, aplicada sobre él o ella la ley de seguridad interior del Estado. Hecho desaparecer. Pero él es un héroe nacional, una especie de Arturo Prat contemporáneo y con la falta de triunfos y héroes de la que adolece nuestro país, se transforma en un intocable.
Pero que se cuide Bielsa. La derecha no olvida y sabe de venganzas y odios. Y sabe esperar. Tarde o temprano, al amparo de la traición oscura, al director técnico le pasarán la cuenta. Millonario por vocación y mandamás por consecuencia, Piñera estará rumiando su rabia. La ausencia de una fotografía con San Bielsa y la profusión de imágenes que destilan desprecio, no será algo que olvide pronto. Se preguntará por qué. Tratará de concluir las razones que ha tenido un tipo tímido, desordenado y medio mal del mate como Marcelo Bielsa para arriesgarse a despreciar al representante sumo de todos los poderes, que es como decir de todos los miedos.
Bielsa ha hecho escuela en el fútbol. Ha dejado establecida una filosofía nueva que puede impulsar nuevos triunfos y protagonismos. Los que vengan, entrenadores y jugadores, ya no podrán desprenderse de esa manera de jugar, de ver. Ni de esa manera de hablar, con palabras que en el fútbol son escasas.
Pero hay quienes deberían aprender de este futbolista sin remedio, para asimilar algo de su irreverencia fecunda. Muchos empingorotados políticos, revolucionarios, rebeldes de discurso encendido, han debido ser los Bielsas de la política. Unos a rastras y otros de rodillas; muchos otrora guapos, se han humillado a conciencia ante la representación suma del poder, encarnado en Piñera. Encandilados y temerosos, no han sido capaces de lo que ha hecho un argentino que sabe de fútbol, pero que también enseña decoro: haber dicho a tiempo y sonrientes lo que habla con sus silencios y su mala educación un tipo que curiosamente nació en la misma ciudad en que lo hizo otro irreverente de mala educación, el Che Guevara.

(Publicado en “Punto Final”, edición 713,  9 de julio, 2010)
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