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Los Oesterheld
La masacre de una familia
Durante cinco años Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami se reunieron con la viuda de Héctor Oesterheld, el legendario guionista de El Eternauta, asesinado por la última dictadura argentina al igual que sus cuatro hijas, tres yernos y dos nietos. Elsa Sánchez, la sobreviviente de esa masacre, nunca se dio por vencida en la búsqueda de verdad y justicia, hasta su muerte el año pasado. El testimonio y los materiales que ofreció en la biografía de su familia es la muestra de ello.
Los Oesterheld trata de dar cuenta de cómo un guionista de historietas, sin militancia política, se convirtió en correo de Montoneros. Las respuestas a esta interrogante se encuentran en el seno familiar, porque las verdaderas interesadas en política fueron sus hijas: Beatriz, Marina, Diana y Estela. En momentos donde Montoneros había dado la orden de romper todo contacto con la familia, las hijas continuaron comunicándose con su madre. En una carta dirigida a Diana la madre escribe: “No puedo decirte lo que esto ha sido para mí, tratá de imaginar la necesidad ya delirante que tengo con estar con alguna de ustedes, de poder hablar, de consolarnos, y de querernos más que nunca, de unirnos, de protegernos. Esta es la única comunicación que tengo con una de mis hijas desde hace ya cerca de un mes”.
En cuanto a la vida de Héctor Oesterheld, se cuentan algunos aspectos desconocidos, como que era un padre muy presente, que jugaba bien al tenis, que pese a haber estudiado geología siempre le interesó el cine y la literatura, que le gustaba viajar para dar un mejor pasar a su familia y lograr así independencia económica (incluso estuvo en Chile en 1968). Pero además tenía una compulsión por hacer regalos costosos a su mujer y por darles a sus hijas la mejor educación posible, aún si esto estaba fuera de su alcance. Todo eso fue lentamente cambiando. Sin embargo, nadie mejor que las autoras de esta biografía para responder algunas preguntas que surgen de la lectura de este libro.
UNA SOBREVIVIENTE
Es muy fuerte el testimonio de Elsa Sánchez, la viuda de Oesterheld, cuando se presenta como la sobreviviente de diez desaparecidos de su familia, entre los que se cuentan su marido, sus cuatro hijas, tres yernos y dos nietos. ¿Cómo abordaron este testimonio?
Alicia: “Con Elsa nos encontramos muchas veces durante la investigación, incluso hasta un tiempo antes de su muerte, en junio de 2015. Sabíamos que era una protagonista fundamental de la historia, la única sobreviviente de la familia, la única que podía reinterpretar o hacer nuevas lecturas de su propia historia. Cada encuentro fue muy enriquecedor: no sólo nos íbamos con la certeza de que estábamos ante una mujer con una templanza fuera de serie, sino también con el convencimiento de que aportaba lucidez y una mirada superadora sobre muchos temas. Por eso pusimos su testimonio en primera persona y con este recurso encontramos la clave para dar cuenta de su versión y completarla con las demás versiones que recabamos a través de testimonios y cartas. De este modo su voz dialoga con el desarrollo de la historia y en cierto sentido estructura el libro”.
Lo otro fuerte del libro es que la primera parte está muy vinculada a un relato familiar: cartas de las hijas, testimonios de Elsa, pero también al mundo en donde se desarrollaba la vida familiar, un mundo íntimo en Beccar, cerca de la casa de Victoria Ocampo. Pero además esta vida familiar da cuenta de un momento político, ¿sucedió esto sólo con los Oesterheld o fue así con muchas familias argentinas?
Fernanda: “Desde un primer momento nos propusimos como objetivo dejar de lado el gran relato histórico impersonal y centrarnos en lo íntimo y familiar, porque sabemos que en esas esferas también se configura lo social y político. Y si bien en sus testimonios Elsa dice que cuando sus hijas eran chicas, en su casa de Beccar no se hablaba de política, lo cierto es que siempre había dibujantes, guionistas, escritores y periodistas dando vueltas por ahí. La cultura era un valor de esa familia y las historietas de Héctor, que en 1958 ya había escrito El Eternauta, y su biblioteca, sus lecturas prefiguraban un interés humanístico en general. Había una mirada sobre la injusticia social. Eso se intensificó cuando las hijas entraron en la Facultad, en grupos de estudio de la parroquia, y cuando empiezan a ir por su cuenta a las ‘villas’ (poblaciones) todavía sin ningún tipo de organización política. Todos esos detalles íntimos y anécdotas familiares dan cuenta de que su modo de pensar y actuar después no fue intempestivo o por generación espontánea: eran jóvenes de su tiempo que absorbían del contexto exterior con una base para que eso sucediera”.
ROL DEL PERONISMO
La biografía empieza muy ligada al peronismo, el recuerdo de la esposa de Héctor de la asunción de Perón en 1945 y también cuando en una conversación se comenta que para las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el peronismo era la única salida. Más adelante está el surgimiento de la Juventud Peronista en la universidad y desde luego Montoneros. ¿Qué tan relevante es el peronismo en esta historia?
Fernanda: “El resurgimiento del peronismo en la arena pública a principios de los 70 y el regreso de Perón en el 73 fue un punto de quiebre en los Oesterheld, pero también entre muchos jóvenes de esa generación que habían nacido y crecido entre dictaduras, democracias limitadas y golpes de Estado, con el peronismo proscrito al punto de que no se podía decir la palabra Perón. Cuando estos jóvenes se empiezan a preguntar qué forma iban a tomar las luchas de liberación en Argentina, con quién estaban los trabajadores y el pueblo en general, la respuesta era el peronismo -el único movimiento que representaba a ese sector social-, ya cruzado por Mao, el Che, la Revolución Cubana, Argelia. Todos hechos y referentes que el propio Perón, desde su exilio, empezaba a incorporar a su discurso, atento a las nuevas corrientes juveniles. Por otro lado, para Héctor Oesterheld, el peronismo se había convertido en una deuda pendiente de juventud: se preguntaba por qué cuando surgió a mediados de la década del 40 ese fenómeno popular le había pasado por el costado y no había sido capaz de verlo”.
Hay aspectos de su vida que no dejan de asombrar, como que hasta 1951 no había leído ninguna historieta, su compulsión por hacer obsequios caros a su mujer… que le gustara jugar al tenis. Oesterheld parece ser un personaje muy complejo de abordar. ¿Cuáles de estos aspectos más llamaron su atención?
Alicia: “Reconstruir el perfil de Héctor fue muy interesante, principalmente porque además de ser un escritor fenomenal fue alguien que se permitió vivir varias vidas en una. Tal vez el aspecto más destacable era que rompía con el molde de lo que se estipulaba para los hombres de entonces y que vivió a fondo según sus convicciones, aun si eso implicara lidiar con complicaciones desmesuradas. Eso fue lo que sucedió cuando abandonó la geología y se abocó a escribir historietas -considerada un género menor incluso en su época dorada-, soportando penurias económicas; cuando criaba a sus hijas de un modo atípico para la época (con presencia y cercanía permanente) y bajo la mirada estigmatizante de los vecinos, o cuando se incorporó a Montoneros”.
Cuando decide desprenderse de la editorial Frontera, su emprendimiento del cual pudo haber vivido mejor, estaba en la feria de Frankfurt y a su regreso la situación era tan mala que tiene que cambiar a sus hijas de colegio. ¿En qué medida las crisis económicas y las decisiones que tomaba Héctor fueron determinando el futuro trágico de sus hijas?
Fernanda: “No creemos que lo trágico del futuro haya estado configurado por estas crisis económicas de Héctor. Sería demasiado lineal. Pero sí que el hecho de que dos de las chicas, en plena adolescencia, hayan pasado a escuelas públicas -las más chicas siguieron en privadas, pero más accesibles y menos elitistas- las puso a todas ellas en contacto con una realidad mucho más amplia. Las sacó de cierto microclima de elite. De todos modos, hubo muchísimos jóvenes de familias de clase alta y de colegios elitistas de Zona Norte -donde vivían los Oesterheld- que dejaron los privilegios familias y se unieron a la militancia y a la lucha armada. Fue un fenómeno muy extendido en la llamada Columna Norte de Montoneros: los chicos de clase alta que dejaron todo y se fueron a militar a las ‘villas’, con plena convicción y rechazo a las estructuras que habían heredado de sus padres”.
EL CHE GUEVARA
Si no me equivoco, Oesterheld supo del Che Guevara por sus hijas y, como se consigna en la biografía, “les interesaba más la faceta trágica del guerrillero”, por lo que entiendo que no estaba tan de acuerdo con sus ideas; pese a ello hizo una historieta del Che, cosa que le valió llamadas de los servicios de inteligencia (Side) y una mala reacción tanto de La Nación como de sus vecinos. ¿Puede ser que esa historieta pudiera ser un antecedente de lo que se vino en términos de persecución política?
Alicia: “Vida del Che (publicada en enero de 1969) fue la primera historieta con la que Héctor hizo una declaración explícitamente política, concretamente a favor de la lucha por la liberación de los pueblos del Tercer Mundo. No es verdad que conoció al Che a través de sus hijas y que no coincidía con sus ideas políticas, no sólo estaba de acuerdo con él, sino que además lo consideraba uno de sus intelectuales de cabecera. Incluso con el riesgo que significaba afrontar una publicación de este tipo durante el gobierno de Onganía, rechazó el ofrecimiento del editor de mantenerlo en el anonimato y defendió la idea de que su nombre apareciera en la tapa junto al de los dibujantes Alberto y Enrique Breccia. Por eso recibió las llamadas de la Side y estuvo en la mira de la editorial de La Nación. En ese sentido, se puede decir que Vida del Che fue un antecedente de la persecución política que vivió durante los años 70, aunque de características muy diferentes: la última fue por militar en Montoneros y le valió su vida y la de sus hijas”.
Hay dos cercanías del autor de “El Eternauta” que llaman la atención. Primero está la cercanía a Borges, que incluso quiso trabajar con Oesterheld, y la otra es la figura de Frondizi, que es el modelo desarrollista que está siguiendo Macri. ¿Cómo ven estas cercanías?
Fernanda: “Héctor Oesterheld era un lector voraz, amplio y, sobre todo, amante de la buena literatura y, por consiguiente de Borges, que ya en ese entonces, cuando se reunían en la Biblioteca Nacional, era un autor consagrado. No es raro, entonces, que disfrutara de esos encuentros: la afinidad literaria, ambos fanáticos de la literatura fantástica, era evidente. Y si bien Borges era un furibundo antiperonista, en ese entonces Héctor no tenía ninguna pertenencia partidaria ni política explícita -sin dudas tenía más afinidad con la Izquierda, pero desde un lugar más epidérmico y humanístico, sin ningún tipo de militancia, y la Izquierda, además, también era antiperonista en los 60-.
Y en cuanto a Frondizi, al contrario: en ese entonces, fines de los 50, era el candidato que representaba el progresismo por fuera del peronismo, que levantaba banderas como la estatización del petróleo y se centraba en buscar soluciones para los problemas estrictamente nacionales con referencias a autores radicales que luego conformaron Forja y fueron retomados por el peronismo, como Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche. Que Frondizi, después de asumir, no haya cumplido con ese programa y tomado medidas contrarias, es otro tema. Que hoy Macri invoque el desarrollismo suena a un intento de crear una mística y un linaje que el PRO no tiene, excepto por un nombre: Rogelio Frigerio, uno de los que diseñó el desarrollismo teórico con Frondizi; hoy ese nombre heredado se repite en el gabinete de Macri. Pero cualquier historiador puede dar fe que no hay otros puntos de contacto teóricos”.
ROMPIENDO LA CLANDESTINIDAD
La historia de “Los Oesterheld” parece ser una historia de separación y pérdida. Si la familia permanecía unida era una cosa; si estaba separada, sobrevenía la tragedia. Por otro lado, y como alguien observó, “El Eternauta” es la única historieta de Oesterheld donde aparece una familia. ¿Es la madre el bastión familiar?
Fernanda: “Casualmente, nosotras tratamos de mostrar lo contrario: la militancia de Héctor y de sus hijas tuvo una particularidad dada por esos lazos familiares tan fuertes que no se destruyeron ni siquiera frente a la maquinaria mortal del Estado. Por un lado, una de las reglas de la militancia, cuando Montoneros pasó a la clandestinidad era no tener contacto con familiares, excepto que militaran en el mismo ámbito. Pero ni Héctor ni sus hijas se sometieron a esta regla: siempre estaban en contacto, incluso con Elsa. Se llamaban por teléfono, se mandaban cartas, se encontraban, se visitaban, Héctor iba al cine o a comer con alguna de sus hijas en plena clandestinidad. Como si la ‘orga’ familiar estuviera por encima de la ‘orga’ militante. El libro da cuenta de esas conexiones incluso hasta el último día: cuando cae Beatriz, secuestrada por una patota de Campo de Mayo. Venía de encontrarse con su madre. Y el día que secuestran a Estela, ella venía de dejarle una carta a Elsa con una amiga: en ella le contaba la caída de Marina, la menor de los Oesterheld”.
GONZALO LEON
En Buenos Aires
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 865, 25 de noviembre 2016).
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