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La Anef pregunta:
¿La reactivación es
sólo para empresarios?
Raúl de la Puente, presidente de la Anef
Tal como hicieron el 30 de abril y el 13 de mayo pasado,
cuando protestaron contra la Ley de Nuevo Trato Laboral con dos paros
que concitaron el apoyo del 97 por ciento de sus asociados, la Agrupación
Nacional de Empleados Fiscales (Anef), que congrega a 65 mil funcionarios
públicos, realizó un nuevo paro el martes 18 de noviembre.
La movilización, aprobada por amplia mayoría, fue la respuesta
de la Anef al magro reajuste de 2,2 por ciento (1,0 por ciento real),
anunciado por el gobierno para ese sector.
El presidente de la Anef, Raúl de la Puente, que también
es dirigente de la Fuerza Social y Democrática, se mostró
optimista. “Nos sorprendió el grado de apoyo mostrado por
nuestras bases en la consulta nacional y en la movilización”,
indicó a Punto Final. Fueron al paro entidades importantes como
el Servicio de Impuestos Internos, Registro Civil, Instituto de Normalización
Previsional, Tesorería General de la República, Dirección
del Trabajo, Servicio Médico Legal, Fonasa, entre otros.
LAS RAZONES VERDADERAS
¿En qué contexto se dio la movilización
del 18 de noviembre y cuáles fueron las razones de ella?
“Enfrentamos la negociación anual no sólo de la Anef,
sino de todo el sector público. Comprende trece organizaciones,
tanto de los ministerios, municipalidades, universidades, servicios, docentes
y consultores. Hemos planteado cuatro puntos: reajuste de 7 por ciento
para nuestras remuneraciones. (El gobierno ha hecho una contraoferta de
2,2 por ciento, que para miles de funcionarios representa un aumento de
sólo 100 pesos diarios).
También exigimos solución al daño previsional que
afecta a miles de funcionarios que no pueden jubilar. Estas personas en
los años 80 se vieron obligadas a cambiar de un sistema de previsión
público a uno privado, en base a capitalización individual.
Hay un daño previsional, porque se les hizo cotización sobre
un tercio de sus ingresos y no sobre el total. Estos funcionarios tienen
un bono de reconocimiento muy pequeño y por lo tanto, una pensión
reducida: la mitad, o incluso menos, del ingreso mensual. El gobierno
no ha dado solución a este problema. Sólo ofrece comisiones
de trabajo, lo que no da una salida definitiva.
Otra exigencia importante es estabilidad laboral para los funcionarios
públicos. Un 45 por ciento de los trabajadores del sector tiene
empleos temporales (a contrata), o precarios (a honorarios). Los ministros
de Hacienda y del Trabajo se comprometieron en la Ley del Nuevo Trato
a regularizar esta situación.
El cuarto punto es estratégico, desde el punto de vista político
y sindical. Como los funcionarios públicos no tenemos negociación
colectiva, hemos propuesto un sistema articulado, en el cual ciertos temas
generales a todas las organizaciones del sector público, tanto
centralizadas como descentralizadas, sean enfrentados en tres niveles
de negociación: nacional, sectorial y específico. En lo
sectorial estarían los temas de salud, que tienen su propia dinámica;
el estatuto docente; o en el caso nuestro, lo relativo a la reforma del
Estado. En lo específico, se abordarían las demandas concretas
de cada sector, por ejemplo, el aislamiento de las regiones extremas del
país o el riesgo que enfrentan algunos servicios como Gendarmería.
Contrariamente, el gobierno quiere descentralizar todas nuestras negociaciones
para atomizar al movimiento gremial. El objetivo es claro: restarnos fuerza
para luchar por nuestras reivindicaciones.
Estas son las cuatro demandas que explican nuestra movilización”.
ZAR DEL NEOLIBERALISMO
Llama la atención que el Ejecutivo les ofrezca
un reajuste tan bajo, en circunstancias que ha anunciado la reactivación
de la economía. ¿Qué opina?
“Nos parece muy equivocada la política económica impulsada
por el ministro Nicolás Eyzaguirre. Lo vemos como el zar del neoliberalismo:
‘Nicolás el Ultimo’ lo hemos denominado, porque el
reajuste que da a los trabajadores es miserable. El incremento de 2,2
por ciento contradice la reactivación anunciada por el ministro,
y que se expresa en el precio del cobre que está en 96 centavos
la libra; ha subido el valor de las acciones; las ventas del comercio
han aumentado; las utilidades de las empresas han subido; el Imacec de
noviembre sobrepasará el 4 por ciento; y la proyección de
crecimiento económico para el 2004, fluctúa entre un 4 y
el 5 por ciento. No es todo. Porque si hablamos en términos globales,
se ha anunciado que la economía norteamericana crecerá alrededor
de 6 por ciento y que la de Japón ya está consolidada. Entonces,
no entendemos por qué la reactivación no llega a los trabajadores.
Se plantea que la bonanza debe orientarse a generar más empleo,
lo que nos parece bien. Sin embargo, lo que no aceptamos es que se financie
con cargo a los salarios y no se toque las utilidades de las empresas.
Ocurre lo mismo que con el IVA, incrementado para compensar bajas de aranceles.
Esta política económica neoliberal la rechazamos mediante
movilizaciones como la del 18 de noviembre”.
A comienzos de año, usted planteó que en Chile existe un
cogobierno de la Concertación y la derecha. ¿Cómo
ha evolucionado esa situación?
“Hay mucha sintonía entre el gobierno y la oposición.
Estoy seguro que este reajuste ratón -el menor que hemos recibido,
desde 1990- será aprobado por la derecha en el Congreso, en los
términos propuestos por el Ejecutivo. El ministro de Hacienda,
incluso, no ha contemplado en su propuesta los aguinaldos y el bono escolar,
beneficios que nuestro sector ha tenido por muchos años. En materia
salarial, es claro que el gobierno está privilegiando la Agenda
Pro-Crecimiento, impulsada con la derecha política y empresarial.
Definitivamente, olvidó el tema de la equidad. Queremos ser muy
claros con la clase política: recordarle que el próximo
año consideraremos todo esto en las elecciones municipales. Lo
mismo en las parlamentarias y presidencial”.
¿Qué alternativa política visualiza para el futuro?
“El futuro de nuestro país pasa porque potenciemos las organizaciones
sociales y la organización sindical. Tenemos que articular lo social
con lo sindical, para constituir una fuerza que tenga poder. Necesitamos
construir una fuerza que equilibre los poderes fácticos de la clase
política y del empresariado. Este es un proceso que puede ser lento.
Sin embargo, cada día crece la necesidad que las organizaciones
sociales participemos en la vida política con decisiones propias”
MANUEL HOLZAPFEL GOTTSCHALK
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