Edición 557 - Desde el 21 de Noviembre al 4 de Diciembre de 2003
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Firmas y balas intentan
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Los medios y el caso Spiniak
Lo que oculta
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Lagos en guerra
con los mapuche
Las FF.AA. marchan por su cuenta
¿INTEGRACION
O ESPIONAJE?
Raúl Pellegrin
El comandante
fue traicionado
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Las FF.AA. marchan por su cuenta

¿INTEGRACION
O ESPIONAJE?

No pasa inadvertida la significación del episodio de espionaje protagonizado por efectivos de inteligencia militar en el Consulado argentino, en Punta Arenas. La torpeza de los agentes que cubrieron de ridículo al ejército, es el hecho anecdótico. La baja inmediata del jefe de Inteligencia Regional y la renuncia del general Waldo Zauritz, comandante de la Región Militar Austral, mostraron la voluntad del presidente Ricardo Lagos de actuar con rapidez y energía para evitar consecuencias negativas para las relaciones con Argentina.
Poco a poco ha ido apareciendo otra versión. Favorable para la inteligencia chilena. Se trataría de una acción de contraespionaje tras una red de agentes dirigida por el vicecónsul argentino. Obviamente, en el vecino país hay otras versiones. Todo eso tiene poca importancia. Tanto los militares chilenos -como se podía esperar- como los argentinos tratan de justificar sus acciones.
Sin embargo, no se habla de las razones, que no serán aclaradas por las investigaciones de la Justicia Militar. El problema de fondo reside en la autonomía de las FF.AA., que disponen por sí mismas sin sujeción rigurosa a las orientaciones del gobierno democrático. La percepción ciudadana es clara: a pesar de las apariencias, los militares se mandan solos. Hay en juego orientaciones diferentes que mantienen entre sí considerable distancia. La enfática declaración del presidente de la República, “aquí hay un solo mando”, es más una expresión de deseos que una realidad.
Los gobiernos de la Concertación han logrado importantes avances en el estrechamiento de relaciones con los países vecinos, especialmente con Argentina. Con ésta casi no quedan problemas limítrofes, cada vez son mayores y más fluidos los intercambios comerciales, económicos y culturales, se profundizan formas de integración de infraestructura, energía y comunicaciones. El conocimiento mutuo ha aumentado mucho, cientos de miles de argentinos y chilenos atraviesan todos los años la frontera por razones turísticas y comerciales.
Sin embargo, las FF.AA. mantienen hipótesis de conflicto que consideran a los países vecinos como potenciales enemigos. Lo que también -hay que decirlo- hacen los militares argentinos, peruanos y bolivianos.
Hace años, el almirante Jorge Arancibia, actual senador de la UDI, entonces comandante en jefe de la Armada, instaló una caseta de vigilancia operada por personal naval a corta distancia de la frontera con Perú. La medida fue una abierta provocación. Provocó ásperas reacciones, manifestaciones antichilenas y oleadas chovinistas que deterioraron las complejas relaciones chileno-peruanas.
La autonomía castrense es herencia de la dictadura y cuenta con el indisimulado apoyo del gobierno de Estados Unidos, siempre dispuesto a fomentar divisiones y roces entre los países latinoamericanos.
La presión de las FF.AA. ha obligado a los gobiernos de la Concertación a dar luz verde a una política de gasto militar desmesurado, que ha provocado reacciones armamentistas en los vecinos. La renovación de la flota de guerra, con el proyecto de construcción de fragatas y los nuevos submarinos, ha servido de pretexto al alto mando naval peruano para exigir la compra de fragatas y otros barcos. Los F-16 de la Fach, han sido respondidos con la repotenciación de los cazabombarderos rusos y nuevas compras de aviones decididas por la aviación peruana. Esto, a su vez, ha generado reacciones en Ecuador y etc., etc.
Los militares -en casi todas partes- actúan como un poder que se plantea en permanente crecimiento y modernización, que se opone a toda política de desarme.
No les interesa recordar, por ejemplo, que el presidente Alejandro Toledo, de Perú, hizo proposiciones concretas de disminución sumultánea y concordada del gasto militar, y que su gobierno incluso ofreció desprenderse de ultramodernos cohetes aire-aire si Chile desistía de comprar los F-16. No comentan la propuesta de alcance continental que formuló el presidente venezolano Hugo Chávez, para disminuir en todos los países el gasto militar que absorbe enormes recursos que deberían destinarse a combatir el hambre, la miseria y el atraso que agobian a cientos de millones de latinoamericanos.
¿Hasta cuándo las FF.AA. -no solamente las chilenas- seguirán apegadas a las ideas de conflicto, preparándose para guerras imaginarias y exacerbando el patrioterismo? ¿Hasta cuándo seguirán jugando al espionaje, que les sirve para conseguir más recursos y comprar más armas? ¿Hasta cuándo?

PF

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