Sismo
social en Perú
Autor: CECILIA REMON
En Lima
JAVIER Diez Canseco, presidente del Partido Socialista del Perú.
El 28 de julio, Alan García cumplió un año en la Presidencia de Perú. En las semanas anteriores, se produjeron violentas protestas sociales en demanda de mayor atención de las autoridades. Luego, el 15 de agosto, el Perú fue sacudido por un terremoto que causó centenares de muertos, miles de heridos y enorme destrucción material.
Días antes del sismo, PF conversó con Javier Diez Canseco (49 años), legislador entre 1979 y 2006, actual presidente del Partido Socialista y uno de los más respetados dirigentes de la Izquierda peruana. Diez Canseco analizó el trasfondo de las protestas y la situación del movimiento popular en Perú.
El gobierno de Alan García cumplió un año con el país sacudido por movilizaciones. ¿Qué están expresando esas protestas?
“Lo que están expresando es una enorme frustración y cansancio. Son el rebrote del escenario que teníamos en las elecciones de 2006, que Alan García ganó con votos prestados del fujimorismo y de la derecha.
Es un momento de expansión económica. Este año podríamos bordear el 7,5 por ciento de crecimiento. Desde 2000 hemos tenido un promedio de crecimiento de 5,5 por ciento anual; sin embargo, no hay redistribución de la riqueza. Hay concentración en pocas manos, fundamentalmente de las transnacionales que tienen el control de la minería, del petróleo y del gas, que tienen una altísima rentabilidad. Sin embargo, no están pagando ninguna participación adicional a Perú por sus sobreganancias. Este era un compromiso del presidente García cuando fue candidato: un impuesto a las sobreganancias.
Lo que hay en Perú es un grito de indignación y rechazo a la inequidad, al abuso de poder de los grandes grupos económicos y de las transnacionales, que se llenan los bolsillos con los altos precios que genera la industria extractiva en el país. No se redistribuye la riqueza porque hay un régimen tributario beneficioso para ellas y porque, en general, manejan las cosas a su antojo, con apoyo del gobierno”.
¿El crecimiento, entonces, no está llegando a los más pobres?
“El crecimiento económico tiene como uno de sus ejes fundamentales a las industrias extractivas, pero también a la agroexportación y la industria de confecciones. Pero es un crecimiento que genera poco empleo, y el que genera es de mala calidad. La mayoría de los trabajadores mineros, por ejemplo, trabajan en sistemas de tercerización de la mano de obra. Carecen de derechos básicos, trabajan doce horas diarias, no acumulan tiempo de servicios, no tienen derecho a vacaciones.
Algo parecido pasa con los trabajadores de la agroexportación. Los recogen en la madrugada en camiones, los llevan a trabajar, los retornan al punto del que los recogieron y les pagan el día, normalmente menos de cinco dólares diarios. No tienen vacaciones, seguros contra accidentes, nada.
Entonces, la reacción que hay en el país es una reacción frente a la inequidad y a la concentración del poder económico y a la marginación de amplios sectores”.
LA CORRUPCION
¿Qué otro factor impulsa las protestas?
“Otro fenómeno es la corrupción al interior del Estado. Si algo tenía cansada a la gente del gobierno de Fujimori, y después del gobierno de Toledo, era el aprovechamiento del poder para fines personales, familiares o de grupo. Esto hoy está desgastando al régimen de Alan García.
Parlamentarios que tienen empleados fantasmas, que ponen a sus parientes, a sus empleadas del hogar, a sus queridas como funcionarios del Congreso, provocan una profunda indignación. Como los escándalos que ha habido ante el ‘shock de inversiones’ que anunció el presidente García. Como había recursos, dijo que iba a haber inversiones para generar empleo y atender los problemas. Pero estas inversiones han terminado paralizadas por la corrupción, por la evidencia de que había sobrepagos, pagos ficticios, aprovechamiento de las adquisiciones para enriquecimiento personal o de grupos.
Un régimen político sin controles, donde la autoridad no rinde cuenta, en el que no hay mecanismos de democracia participativa, ha cansado a la población que ha entendido que no tiene otro camino que alzar su voz con energía, para obligar al gobierno a producir cambios.
Lo que está ocurriendo en Perú es una lucha por un cambio de rumbo económico y político. Pero ese cambio de rumbo es todavía intuitivo. La gente quiere que las cosas cambien, pero todavía no tiene claro en qué sentido. Quiere más equidad, más derechos, más participación, mejores salarios, mejores servicios públicos.
Ese es el centro del drama que está viviendo Perú, a lo que se suma un hecho notorio: que el presidente es maníaco depresivo, tiene aires de grandeza casi imperiales. Cree que como jefe de Estado puede dirigirse a los maestros en huelga diciéndoles que son ociosos, ‘comechados’ (corruptos) y que se asustan cuando les ponen un libro al frente.
García ha dispuesto que salga la Fuerza Armada a enfrentar a los movimientos sociales y está abriendo juicios a diestra y siniestra, deteniendo a dirigentes. Esto está provocando una ola social violenta en muchos lugares. La indignación y el desborde es creciente. En algunos sectores hay participación de lumpen vinculado a sectores de extrema pobreza, que opera como las barras bravas del fútbol. No es el movimiento social el que está en eso, pero hay sectores que entran en acciones de este tipo”.
MOVIMIENTO SOCIAL
Ante las movilizaciones, ¿cree que el movimiento popular está en proceso de recuperación? ¿Está articulado o cada uno tiene agenda propia?
“Hay las dos cosas: una recomposición del movimiento, notoria en el caso de los mineros. Hay una rearticulación del movimiento sindical y laboral producto de la expansión productiva y de servicios que acompaña el crecimiento de la economía. En segundo lugar, hay un fenómeno de recomposición del (…)
(Este artículo se publicó completo en la edición impresa de Punto Final” Nº 646, 24 de agosto, 2007)
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