Edición 671 - Desde el 25 de septiembre al 9 de octubre de 2008
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Los días de
Boff en Chile


Autor:ALVARO RAMIS

LEONARDO Boff: uno de los teólogos más famosos del mundo.

Sólo cinco días permaneció en Chile el teólogo y ecologista Leonardo Boff. Su presencia logró desatar la ira de los sectores conservadores, y el entusiasmo de quienes lo acompañaron. Invitado por el obispo de Aysén, Luis Infanti (ver págs. 16 y 17), Boff comentó su carta pastoral Danos hoy el agua de cada día, que se dio a conocer ante quinientas personas que abarrotaron el cine de Coyhaique. En Santiago se reunió con la ciudadanía en la Universidad Arcis, lugar al que llegaron más de mil personas, incluyendo gran número de religiosas, sacerdotes y seminaristas, según crónica publicada por El Mercurio.
Esta conferencia, programada originalmente en la Conferencia de Religiosos/as de Chile (Conferre), tuvo que trasladarse a última hora debido a que el presidente de la Conferencia Episcopal, obispo Alejandro Goic, hizo saber a Conferre “la inconveniencia de que esta actividad se lleve a cabo en el recinto de la institución”. Cuando Boff llegó a Santiago y le informamos del cambio involuntario de local se limitó a decir: “Yo sabía que eso iba a pasar”. Efectivamente, para Boff no ha sido fácil escapar de la larga mano de Roma, que no le perdona su crítica profética ni su libertad de conciencia. Hoy es mucho más fácil encontrarlo en espacios laicos, como el Foro Social Mundial o en conferencias de la ONU, que en recintos eclesiales. Lo que no deja de ser duro para un hombre que ha dado su vida a la causa de Jesucristo, y que añora los días en que los obispos le invitaban a “hacer teología” en la periferia de las ciudades o en comunidades campesinas. Leonardo habla de este tema con pena, pero sin rabia. Lo que más llama la atención en él es su enorme cuidado por no dañar a nadie. Boff parece compadecerse de una Iglesia que ama, pero que “está perdiendo el paso de la historia”, debido a que “no encontró su lugar dentro de la globalización”.

Un continente que cambia

El viaje de Leonardo Boff comenzó varios días antes. El 15 de agosto fue uno de los invitados de honor que en Asunción presenciaron cómo el ex obispo Fernando Lugo asumía el gobierno poniendo término a más de sesenta años de dominio del derechista Partido Colorado. Una posibilidad que la mayoría de los paraguayos, nacidos bajo la larga dictadura de Stroessner, pensaban nunca llegaría.
En medio de su discurso inaugural, Lugo se detuvo un momento para recordar las fuentes en que se nutre su compromiso social y político: “Cuando encontré la palabra de Boff y de Gutiérrez, entre otros, percibí claramente que era ésa la Iglesia destinada a nutrir de esperanza activa a seres humanos sumidos en el discurso opresor de tantas dictaduras que marcaron la historia de nuestra patria americana”. Se trató de un justo reconocimiento a los “padres fundadores” de la teología latinoamericana. Como el mismo Lugo afirmó: “La vida de este humilde paraguayo de un bello rincón del Sur, tiene en la fe una contribución muy importante”. No se trata de una fe escapista, en un Dios tapa-agujeros, sino una religiosidad muy diferente, que se traduce en un compromiso inclaudicable: “Al mismo tiempo de optar por el ejercicio pastoral opté preferentemente por aquellos que la historia había arrojado en los marginales escenarios de la exclusión y la miseria”.
En Santiago, la prensa consultó a Boff si la llegada al gobierno de Fernando Lugo, junto a presidentes como Correa, Lula o Chávez, que reclaman inspiración en el cristianismo popular, significa que la Teología de la Liberación ha llegado al poder en América Latina: “No es la Teología de la Liberación la que está en el poder -respondió- porque no le cabe estar allí, pero es fuente de inspiración, porque ella tiene como marca registrada la opción por los pobres”. Para Boff, la Teología de la Liberación ayuda a los gobiernos a implementar políticas públicas cuyos destinatarios son los más excluidos. “Yo creo -ejemplificó- que fue paradigmática en Brasil la primera medida de Lula: Hambre Cero. Todos pueden comer por lo menos tres veces al día. Y ha cumplido: 50 millones que no comían, fueron integrados. Lugo al asumir, inmediatamente dijo que hay que combatir el hambre, hacer la reforma agraria y atacar el problema de la salud… Yo lo veo por todas partes. Rafael Correa está siguiendo la misma línea, ahora Lugo en Paraguay. Bolivia, con todas las dificultades, está cambiando la estructura latifundista de la tierra, propiciando más participación de los indígenas. Hay una ola de democracias que son todavía representativas, pero que también avanzan hacia democracias más participativas”. Para Boff el papel de la teología latinoamericana radica en la construcción de paradigmas de posibilidad allí donde el pensamiento único ha cerrado la puerta a las alternativas: “Yo diría que la Teología de la Liberación ayudó a crear una alternativa ante otra ideología como el neoliberalismo -que es también una especie de teología- que impone a la fuerza al individuo grandes proyectos faraónicos, propicia grandes empresas, la acumulación”.

“Quedé escandalizado”

Luego de Asunción, Boff siguió rumbo a Neuquén, donde compartió con los obreros de la fábrica de baldosas Zanon (que desde comienzos de 2002 se encuentra bajo el control de sus trabajadores) y mantuvo un interesante diálogo con representantes de comunidades mapuches. En ese encuentro Boff resaltó la profundidad de la espiritualidad de los pueblos originarios: “Ellos se sienten hijos de la tierra, de las estrellas, del sol. Se sienten inmersos dentro de energías poderosas que pueden manejar, interiorizar. Hay que revisitar esas culturas; tienen secretos, resolución de cosas en su sabiduría ancestral que nosotros no tenemos. Nosotros tenemos mucha ciencia pero muy poca sabiduría y casi ninguna espiritualidad”.
Finalmente, Boff llegó hasta Coyhaique, donde lo esperaba el obispo Luis Infanti. A pesar de ser uno de los teólogos más famosos del mundo, una invitación oficial por parte de un obispo católico ya no es habitual para Boff. En 1985 la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el cardenal Joseph Ratzinger (hoy Benedicto XVI) lo silenció por un año por publicar Iglesia, carisma y poder, donde llamó a la Iglesia a la conversión, a apartarse del camino del poder como dominación y retomar el proyecto del Reino de Dios. Estuvo a punto de ser silenciado de nuevo en 1992, para evitar que participara en la Cumbre de la Tierra de Naciones Unidas, lo que finalmente le movió a dejar la orden franciscana y el ministerio presbiteral. Desde ese momento, el Vaticano ha movido todo su poder para aislar a Leonardo Boff de los espacios eclesiales. Por ese motivo, el gesto del obispo Infanti debe ser doblemente valorado. Por un lado, el obispo de Aysén lanzó un documento de más de noventa páginas en que cuestiona radicalmente las políticas energéticas del gobierno, las prácticas de las transnacionales eléctricas y propone cambiar la Constitución de 1980 y nacionalizar el agua. Y por otra parte, este llamado lo hizo acompañado de una de las “bestias negras” del Vaticano, el teólogo que más claramente se ha atrevido a cuestionar la orientación conservadora que ha asumido la Iglesia Católica desde los años ochenta.
La carta pastoral de Infanti merecía el comentario de un eco-teólogo como Leonardo Boff. Se trata de un texto que rechaza la venta de los recursos naturales y compara la depredación de la naturaleza con las violaciones a los derechos humanos cometidas en la dictadura: “El 40% de la humanidad, de aquí a un par de años, tendrá serias dificultades para tener agua y Aysén es la segunda reserva del planeta. Creemos que es un lugar que con mayor razón no puede ser violado”, afirmó el obispo durante la presentación de la carta. Para Infanti la Constitución que hoy rige a Chile abrió las puertas a la “venta” del país y a que con dinero se “compre lo que se quiera, incluyendo la conciencia de las personas”. Este proceso ha abierto la puerta a un silencioso y progresivo traspaso de los recursos nacionales a grupos empresariales extranjeros.
Comentando la carta pastoral Boff señaló: “Cuando leí sobre la (…)

(Este artículo se publicó completo en la edición impresa de “Punto Final” Nº 671, 26 de septiembre, 2008. Suscríbase a PF)

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