Teatro en la casa
Autor: LEOPOLDO PULGAR IBARRA
En el living y el comedor se desarrolla “La gotera”, que dirige Nelson Rojas.
Trabajan casi sin ruido, pero con constancia y efectividad. Los mueve una mística extraña y escasa. Quieren que el espectador sea un miembro activo de la obra y que esta expresión artística ayude al desarrollo humano.
Toda una declaración de principios de la compañía Acción y Arte, que dirige Nelson Rojas, en función de lo que denomina “teatro de casa”, una modalidad que convierte el hogar de una familia en un escenario. Nuestro destierro y La gotera son las puntas de lanza de este teatro subterráneo, social y comunitario. Las obras van de casa en casa poblacional y se contempla un foro para el final, con la veintena de invitados que asisten por función. Allí los vecinos comparten o contrastan sus opiniones. Pero, sobre todo, dice el director Nelson Rojas, “viven una experiencia artística y desarrollan un pensamiento crítico que ayuda a hacerse cargo de las cosas que se hacen y dicen”.
Hace siete años que Nelson Rojas impulsa el teatro social, tanto en la cárcel de Buin como en los colegios. Ahora está presentando La gotera.
¿Teatro muy vinculado a lo cotidiano?
“Lo que hacemos se basa en el aquí y ahora, lo que implica contacto con el medio y hacerse cargo de la realidad. Esta experiencia la hemos hecho en cuatro ocasiones, con La gotera y con Nuestro destierro. Este montaje habla de las diferencias entre las personas. En la obra graficamos la diferencia con una raya roja en la cara a los actores. Cuando la mostramos ante Alcohólicos Anónimos, ellos identificaron la raya roja con su problema. Cada grupo reconoce la diferencia que tiene con los demás”.
¿Qué subraya la anécdota?
“El tema de fondo es la incomunicación, el miedo a comunicarse y por qué estamos enrejados en nuestras casas. Pero queremos llegar un poquito más allá, y hablar de la llamada ‘seguridad ciudadana’ que, so pretexto de vivir más seguros, nos tiene más incomunicados”.
¿A qué atribuye esa ideología de la seguridad?
“Vivimos una política de terror y estamos en manos de quienes manejan esas políticas. Eso significa que los vecinos quedamos sin poder de decisión. Incluso los condominios ‘vip’ tienen reglamentos que nada tienen que ver con la comunicación o la solidaridad entre los vecinos. No pretendemos cambiar la sociedad con el teatro, sólo abrir temas cotidianos y hacer algo a través de una experiencia artística que haga decir a la gente ‘fuimos parte de esa experiencia y opinamos’”.
Un trabajo de hormiga…
“Sí, en cuanto buscamos construir una sociedad más comunicativa y participativa. El teatro mueve a la gente y ayuda a generar transformaciones en las personas. También demostramos a las autoridades y a sus políticas culturales que el teatro no llega a los sectores marginados porque no hay actores ni actrices deseosos de trabajar en una población. Eso ya pasó de moda. Es cierto que en las poblaciones hay mucho tráfico de droga… ¡pero por qué ocurre! Son formas de subsistencia al margen de la ley. Imagínate a un cabro chico que desde los cinco años va a ver al papá a la cárcel… Hay un circuito de la pobreza al que no llega la cultura, menos los actores. A mí me interesa ese público. El teatro se puede hacer en muchos lugares y nunca pierde su belleza y magia. Depende como se haga”.
(Publicado en “Punto Final” edición Nº 684, 1º de mayo, 2009. ¡¡Suscríbase a PF!!)
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