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Guerra mediática contra la revolución bolivariana
Venezuela acosada
Maryclen Stelling, el bombardeo comunicacional.
El 8 de diciembre se efectuarán elecciones municipales en Venezuela. Se trata de una coyuntura de la mayor importancia en el enfrentamiento de la revolución bolivariana con las fuerzas de una oposición aliada con el imperio norteamericano. Los opositores, agrupados en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), intentarán ganar la mayoría de los municipios y a continuación, escalar a un referéndum revocatorio del mandato del presidente Nicolás Maduro. Una maniobra parecida a la que la derecha y la Democracia Cristiana, unidas en la CODE (Confederación de la Democracia), intentaron en Chile en 1973 para derrocar constitucionalmente al presidente Salvador Allende. El fracaso en obtener los dos tercios en las elecciones parlamentarias de marzo, dejó vía libre al golpe de Estado del 11 de septiembre. En Venezuela también la oposición proyecta una siniestra sombra golpista que amenaza cerrar el paso a la revolución bolivariana del presidente Hugo Chávez y del pueblo pobre de Venezuela.
El control de los medios de comunicación ha permitido a la oposición venezolana montar una guerra sicológica de vasto alcance contra el gobierno bolivariano, incentivando el desabastecimiento de alimentos y artículos de primera necesidad, el mercado negro, la fuga de divisas y el temor en la población. En ese clima confrontacional, la oposición espera ganar las elecciones de diciembre. En la actualidad controla solo 70 de los 335 concejos municipales.
La batalla se libra fundamentalmente en los medios de comunicación, y allí quedan de manifiesto serias debilidades del gobierno bolivariano. La hizo ver en una charla que ofreció en Chile la socióloga venezolana Maryclen Stelling, directora del Centro de Estudios Rómulo Gallegos. Ella participó en un seminario sobre comunicaciones que la Fundación para la Integración Latinoamericana, que preside el periodista uruguayo-venezolano Aram Aharonian, fundador y primer director del canal Telesur, realizó en la Universidad Central, en Santiago.
La visión crítica de Maryclen Stelling -pero identificada con la revolución bolivariana- queda de manifiesto en esta entrevista con PF.
Usted habría dicho en su charla que en Venezuela se libra una verdadera “guerra civil” a través de los medios. ¿Podría fundamentar esa opinión?
“No fue exactamente lo que dije. Planteé, eso sí, que Venezuela es un país polarizado en que se enfrentan dos bloques que representan diferentes sistemas políticos, económicos y sociales. Son proyectos de país opuestos. La pugna se desarrolla sobre todo en dos frentes: el mediático y el electoral. Estos permiten la confrontación de ideas, proyectos y representaciones. Cada bloque plantea su idea de país. A la vez, son válvulas de escape que han impedido llegar a una guerra civil propiamente tal.
En el plano mediático, somos un país en que dos medias verdades transitan paralelamente, pero no se comunican entre sí y han optado por la estrategia de la no negociación. Podríamos representar a Venezuela como una autopista de dos carriles, por uno transita la media verdad de la oposición y por el otro, la del gobierno bolivariano.
Ambas medias verdades se nutren de lo que construyen los medios de comunicación, ya que desde fines de los 80 nuestros partidos políticos han devenido en simples máquinas electorales. Es así como hemos tenido 18 elecciones en catorce años, lo cual hace que los partidos estén permanentemente activados.
Venezolanos y venezolanas hemos delegado en los medios la discusión política e ideológica, función que corresponde en realidad a los partidos políticos, academias y centros de investigación. Existe una sutil complicidad de la ciudadanía con los medios de comunicación siendo la propia dinámica sociopolítica la que ha llevado a esto. Se ha generado una sociedad y ciudadanía mediáticas. Las personas se aferran tenazmente a los medios, ya sea de oposición o del gobierno, que reseñan la verdad que los ciudadanos quieren creer.
Si los venezolanos intentáramos abarcar todo el abanico mediático y el espectro político, nos causaría lo que los sicólogos llaman “disonancia cognitiva”. Así no se puede vivir, pues el ser humano precisa de certidumbres. Para eso recurre al periódico, la radio o televisión que reseña la media verdad de cada cual. Esto provoca mayor incomunicación. La ciudadanía mediática está prisionera de los medios, donde se nutre de lenguajes por completo diferentes. Hay dos lenguajes, dos conceptualizaciones distintas. De manera que conversar con alguien no deja lugar a dudas sobre de qué lado político está esa persona, no hay ambigüedad alguna.
Es necesario puntualizar que la oposición, con falsa moral, demanda negociación y reconciliación al gobierno, asumiendo que sólo el gobierno es culpable de la situación y que por tanto, debe negociar y conciliar”.
OPOSICION CONTROLA LOS MEDIOS
¿Cuál es la relación entre número de medios afines al gobierno y medios opositores?
“Si medimos la hegemonía comunicacional mediante las cifras de propiedad, la mayoría está en manos de la oposición. El gobierno ha recurrido al recurso de las cadenas de TV, casi como una estrategia bélica. Los medios privados no reseñan ni informan sobre la gestión de gobierno. Entonces, el gobierno ‘obliga’ a oírlo en las cadenas presidenciales. Esto provoca el rechazo de los propietarios de los medios que pierden ingresos por la disminución de los espacios publicitarios contratados. También hay rechazo de la audiencia obligada a escuchar al sector oficial.
La audiencia de la TV pública es de 5,4% (según estudio hecho entre 2000 y 2010). Esa investigación revela que en momentos de crisis o eventos especiales -las elecciones, muerte de Chávez o el paro petrolero-, la audiencia de televisoras oficiales llegó al 9%. Pero cuando pasa ese momento se vuelve a los emisores tradicionales, los canales privados y la TV por cable. En resumen, por audiencia y propiedad de los medios, la hegemonía está del lado de la oposición.
Se han creado medios alternativos y comunitarios. Diarios como Correo del Orinoco y Ciudad Caracas no han prendido, sólo los leen los convencidos del proceso.
Los medios impresos son los que en general dictan la pauta informativa. Nuestros análisis sobre líneas informativas destinadas a divulgar la gestión de gobierno, principalmente en áreas como la economía y la seguridad, señalan que es muy ineficiente, caótica y ha fracasado. Como la política comunicacional es deficiente, no hay capacidad para explicar o desmentir lo falso y absurdo de las campañas opositoras. Por ejemplo la inexistente amenaza de expropiar vehículos, pequeños negocios u otros bienes.
Hay otra línea investigativa de la información que denominamos ‘termómetro político’: según los medios oficiales el país se encuentra en un tránsito dificultoso hacia el socialismo del siglo XXI, y muestran un país de futuro confiable. Los medios opositores, en cambio, muestran un país que siente todo perdido, a ciudadanos con temor por la violencia delictual. Es importante detenerse en este punto, delincuencia y violencia, pues se exporta internacionalmente con poca o débil respuesta comunicacional del gobierno.
Es indudable que existe inseguridad, pero no en el volumen que reseñan los medios opositores. El Plan Patria sacó a la calle al ejército y la Guardia Nacional. Desde 1999 las fuerzas de orden están en las calles trabajando junto al pueblo. Chávez los sacó de los cuarteles para atender necesidades de la población, no para reprimir o encarcelar. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) es pueblo-pueblo y ha contribuido a reducir los índices de inseguridad. Se creó, asimismo, la Universidad de la Seguridad, para dar formación universitaria a la policía, mejorando a la vez sus salarios, etc. Pero esta realidad no se reseña en medios opositores ni en la prensa internacional”.
¿CAMINO AL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI?
Chávez planteó el socialismo del siglo XXI como el camino a seguir en Venezuela. ¿Cuánto se ha avanzado hasta ahora?
“El trayecto hacia el socialismo del siglo XXI ha sido hasta ahora por vía electoral. Se ha librado una permanente batalla electoral que el enemigo ha intentado derrotar mediáticamente. Esto ha hecho muy difícil concentrarse en el proceso socialista. La formación político-ideológica se ha dejado de lado por la urgencia de vivir en confrontación permanente con el adversario.
Cuando las personas buscan espacios de ocio y diversión en radio y televisión, lo encuentran en medios privados que transmiten valores capitalistas, entre otros la compulsión por el consumo, modelos de vida ajenos, desprecio por los países del Tercer Mundo, etc.
En Venezuela ha tenido lugar un importante proceso de inclusión social en educación, cultura, vivienda y salud. Somos uno los países menos desiguales de la región. Se han acortado las distancias entre los grupos sociales. Venezuela registra analfabetismo cero, buenos niveles de nutrición, alto índice de alumnos en educación superior, etc. Estos logros son reconocidos por organismos e instancias internacionales. Pero no están en la prensa alineada contra la Venezuela bolivariana.
La política habitacional venezolana, asimismo, es modelo mundial. Ha dotado a gran parte de la población de viviendas de buena calidad. El uso de terrenos en sectores residenciales de clase media y media alta, provoca rechazo y temor en esos grupos, porque llegan a vivir familias que salen de la pobreza y extrema pobreza. Sin embargo a estos ciudadanos incluidos por el proceso revolucionario, les esperan allí valores capitalistas. Hay mucho retraso en formar a esas personas en valores socialistas, o en darles una formación política e ideológica para afrontar la disputa con la derecha. Las referencias siguen siendo la clase media y sus valores, sobre todo el consumismo.
La oposición ha hecho una exitosa campaña enfocada en aquello que supuestamente los venezolanos vamos a “perder” con el socialismo, lo que supuestamente nos van a quitar. Como esa campaña es efectiva, mucha gente vota contra el sistema que los incorporó y que los protege”.
LA “RECETA CHILENA”
En la experiencia chilena se probó que EE.UU., a través de la CIA, financió a la cadena de diarios de “El Mercurio” y otras publicaciones de virulenta oposición al gobierno de Allende. Asimismo, expertos en guerra sicológica proveían de editoriales y notas a la prensa, así como de programas a las radios y TV privadas. ¿Cree que algo así sucede en Venezuela?
“El clima que vive Venezuela es igual al que vivió Chile en los 70. No sólo en lo mediático, también en el desabastecimiento, los paros empresariales, las protestas callejeras, etc. Por eso la historia chilena nos es muy cercana. Actualmente, y luego de muchos años desde que Chávez apareció en la escena política, la oposición ha logrado mantener un candidato presidencial, Henrique Capriles. Los anteriores desaparecían luego de ser derrotados. Capriles ha tenido dos enfrentamientos presidenciales. Los medios lo presentan como líder de la unidad. Ha hecho un tránsito cualitativo de candidato a líder”.
¿Cuál es, en definitiva, la estrategia de la oposición para desplazar a la revolución bolivariana? ¿Derrotar al gobierno en elecciones y/o mediante referéndum revocatorio? ¿O golpe de Estado? ¿O ambas?
“Hay una combinación; por ahora predomina la estrategia electoral. La oposición ha ido creciendo gradual y cuantitativamente en votos. Cuando Chávez estaba vivo, el voto chavista era estacionario. Los diez millones de votos que Chávez siempre esperó, incluso en la última elección, estando ya enfermo, no los logró (llegó solo a ocho millones). Hubo peaks cuando la figura de Chávez estaba en juego. Entonces aumentaba el número de votos; en otras coyunturas, el voto bolivariano se estancaba y decrecía.
Chávez se impuso a Capriles con una diferencia de 12%; Maduro con 1,46%. Ochocientos mil votos aparentemente migraron, muchos de sectores pobres, lo que el chavismo interpreta como una abstención. Chávez ya había observado el distanciamiento y desconexión entre las instancias superiores del proceso y las bases. El presidente Maduro convocó al Gran Polo Patriótico a implementar lo que se conoce como ‘gobierno de calle’. Pero esto no suple las deficiencias de comunicación, aunque es un intento de reconexión con las bases sociales del proceso.
La oposición refuerza su estrategia electoral con una campaña de desgaste a cargo de los sectores económicos y financieros. El desabastecimiento es real. Un factor es la política de control de cambios, y una operación intencionada y concertada para generar la falta de productos básicos. El objetivo es generar un cuadro como el que conoció Chile en 1973”.
FORTALEZAS Y DEBILIDADES
¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de la revolución bolivariana?
“Hay una debilidad comunicacional muy fuerte. Es una política deficiente, agravada ahora por la ausencia de Chávez. Su excelente lectura de las coyunturas políticas lo convertían, en la práctica, en el verdadero ministro de Comunicación de su gobierno.
Existe un movimiento social: colectivos, organizaciones de base, formados políticamente con sus propios medios. Están preparados para asumir responsabilidades y ejercer el poder. Pero no han sido incorporados. El proceso de delegación de poder no se ha concretado.
El sector productivo venezolano es débil; no logramos superar la situación de país importador, y ahora con graves problemas para acceder a las divisas.
Organizacionalmente ya mencioné la situación de los partidos -maquinarias electorales, abandono del frente político-ideológico y superconcentración en el frente electoral y mediático, una política comunicacional inadecuada para la agresividad y perversión de la oposición-. Se habla de formación de cuadros para el socialismo, pero no hay seguimiento ni constancia de ese trabajo, no se asume esa tarea con la importancia que debe tener. Cuando se planteó el referéndum revocatorio presidencial contra Chávez, se generó un proceso de movilización y organización muy importante. En una alocución histórica, Chávez llamó a la conformación de unidades de batalla electoral. El chavismo salió del closet, fue una época maravillosa. Luego de ganar el referéndum esas unidades se desactivaron. Poco a poco se perdió esa estructura organizacional construida con voluntad y entusiasmo por el pueblo, y que era adecuada para desarrollar una política de formación política y de fortalecimiento ideológico. El 2006 marca un cambio en Venezuela. Se transita a un tipo de movilización institucionalizada, rutinaria podríamos decir. Hoy es difícil revivir ese encantamiento colectivo. Las amenazas y la campaña enemiga se profundizan. La oposición empuja la conflictividad social apostando a un nuevo Caracazo(1)”
Francisca Cabieses M.
(1) Caracazo: estallido de violencia social que desató el alza de la gasolina en febrero-marzo de 1989. El gobierno del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez ordenó una masacre que costó centenares de vidas.
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 793, 8 de noviembre, 2013)
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