Proyecto de ley las borra del mapa
Ferias libres
AL PATIBULO
Autor: MAURICIO BECERRA
Desde que trasladaron la feria li-bre de la calle Taitao a una mul-ticancha en Estación Central, la clientela se redujo a la mitad. La medida fue un ensayo de quienes, desde hace tiempo, vienen planificando la modernización de las ferias libres que se desparraman por las ciudades de Chile. El aliento de frutas al sol, los cachureos de los “coleros” o las ancianas recogiendo verduras, no se condicen con la imagen que algunos feriantes y políticos quieren darles. El proyecto de ley de ferias libres, impone una serie de condiciones que en la práctica podrían terminar estos espacios de comercio urbano que, según cálculos del Ministerio de Economía, transan anualmente 2.700 millones de dólares. El artículo 1º del proyecto establece que las ferias sólo podrán funcionar en “lugar especialmente habilitado para tal efecto”, lo que implica que las que funcionan en algunas calles deberán arrendar otros espacios para instalarse.
A juicio del dirigente de la Coordinadora Nacional de Ferias Libres, Persas y Cachureos de Chile, Marcelino Lorca “es la muerte de las ferias libres. La columna vertebral del proyecto apunta a erradicarlas de las calles. Algunos personeros de gobierno han argumentado que las calles son un bien escaso. Al instalar el concepto de concesión, podrían hasta licitarse los servicios que hoy ofrecen las ferias libres”.
María Ruminot, presidenta del sindicato de la feria San Luis de Maipú dice que de aprobarse la normativa “nos disminuirían el número de puestos”. Hoy la feria ocupa seis cuadras y tiene más de mil puestos. Como el proyecto obligaría a cada feriante a tener una concesión municipal indivisible y unipersonal que no podría ser transferida, en las ferias la tradición familiar se pierde.
Las ferias libres que uno o dos días a la semana se instalan en casi todos los barrios del país tienen un permiso que las define como bien nacional de uso público. El proyecto en su artículo 7, dispone que el alcalde será quien autorice el funcionamiento de las ferias libres por un período de diez años renovables, “a menos que la municipalidad manifieste su voluntad de ponerle término con dos años de anticipación”. Oscar Alvarez, dirigente de los feriantes de San Bernardo, sostiene que “detrás de esto están los grandes grupos económicos, que quieren manejar los millones de pesos que acá se transan. Hay cuarenta mil patentes para ferias en la Región Metropolitana, y un número similar en el resto del país. El 74 por ciento de la fruta y verdura que se vende en el país se transa en estos espacios. Y nada nos asegura que luego las cadenas de supermercados o los grandes grupos económicos no van a postular a las concesiones.
ORIGEN DEL PROYECTO
José Medel, dirigente de la Asociación Nacional de Ferias Libres, partidario del proyecto, señala que en 1998 se tomaron medidas para impedir la venta de carnes rojas y productos del mar en las ferias libres. Por ello, junto a cien feriantes de La Florida reposicionaron a las ferias libres, mejorando la organización para hacerlas competitivas y asegurar su permanencia.
Según Medel, un seminario los encaminó a “profesionalizar la actividad, a cambiar la imagen corporativa, crear alianzas con privados, el Estado, municipios, pequeña agricultura, pesca artesanal, pequeñas y micro empresas”.
Medel sostiene que “el proyecto en ninguna parte dice que debamos dejar las calles. Eso es una interpretación. Es demencial creer que estemos propiciando eso, considerando que el 97 por ciento de las ferias están en las calles y que no existen plazas y otros lugares donde se puedan trasladar, excepto casos muy especiales”.
Héctor Tejada, presidente de la Asociación de Ferias Libres, señala que con la nueva normativa se persigue “el progreso de las ferias, elevar su competitividad, con puestos en buen estado, sistema de baños químicos públicos, tratamiento de la basura y seguridad. La feria modelo, por lo tanto, exige un cambio cultural profundo”.
SINDICATOS O ASAMBLEAS
El proyecto también establece que las ferias deberán tener una asamblea general y un directorio de administración. Para María Ruminot esto persigue debilitar a los actuales sindicatos. “Los sindicatos no podríamos asociarnos, como ocurre hoy. ¿Para qué, si en la mayoría de las ferias actuales hay sindicatos que funcionan?”, se pregunta. También los feriantes rechazan las prerrogativas que se le otorgarían a los alcaldes. Víctor Caniuqueo, feriante de Maipú, sostiene que “nos afectan las concesiones y las atribuciones que le dan al alcalde. El proyecto en el artículo 5, dice que habrá concesiones de acuerdo a territorialidad. Y ocurre que muchos feriantes de Maipú trabajan en otras comunas, y viceversa”.
En Peñalolén el alcalde, Claudio Orrego, ya inició su propia “modernización”. Se ha reunido con feriantes anunciándoles que pronto se empezará a exigir uniformes y toldos de un mismo color. Hermes Sandoval, feriante, sostiene que “hay familias que dependemos de esto, es una tradición. Obviamente si piden uniforme, habrá más gasto, como también si nos obligan a instalar baños para los clientes y, de aprobarse la ley, los feriantes de calle Consistorial deberían arrendar otro espacio”. María Ruminot agrega que “terminaríamos pagando por áreas complementarias, por juegos o baños. Y esa alza de costos influirá en los precios”. En tanto, Caniuqueo sostiene que “la feria siempre ha funcionado en la calle, y eso a los caseros les gusta. Con la excusa de la modernización lo que quieren es privatizar las ferias”.
ESPACIOS DE ENCUENTRO
Cada miércoles y domingo la feria de Brisas con Industrias, en La Cisterna, congrega no sólo a feriantes y clientes, sino que a personas que hacen de ese espacio su lugar de socialización. “Siempre que voy a la feria -cuenta Audolia Rebolledo- me sirve para distraerme, para pasear y conversar con gente del barrio. Además de que se puede negociar el precio de las frutas o verduras”. “Se podría comparar las ferias con los mall, espacios de intercambio abiertos, frente a lugares de comercio cerrados. Las primeras son rezagos históricos de formas comerciales del mundo popular. Son lo que ha ido quedando frente al capital monopólico” -observa el arquitecto Alfredo Rodríguez, de la Corporación Sur-. Para Rodríguez las ferias libres “son formas de resistencia popular, como los malabaristas de las esquinas, el comercio ambulante y otras formas de economía popular. Los (…)
(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 653 de “Punto Final”, 7 de diciembre, 2007. ¡¡Suscríbase a PF)
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