Edición 653 - Desde el 7 al 20 de diciembre de 2007
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El Presidente Hugo Chávez, instó a la OPEP a convertirse en actor
fundamental contra la pobreza en el mundo, al frente de una nueva
estructura económica internacional.

 

Su Majestad el Rey Abdullah Bin Abdulaziz Al Saud, querido hermano custodio de las dos mezquitas sagradas, sus altezas reales, príncipes que nos acompañan. Señor Abdalá Salem El-Badri, secretario general de nuestra Organización de Países Exportadores de Petróleo, excelentísimos señores Jefes de Estado y Jefes de Gobierno de nuestros trece países, de los trece países que hoy conformamos la OPEP; señores cancilleres, ministros de energía, de petróleo, señores gobernadores miembros de la OPEP, delegados y altos representantes de organismos internacionales, demás participantes de esta Tercera Cumbre presidencial, esta Tercera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OPEP, invitados especiales, señoras y señores.
En primer lugar, traigo desde Venezuela un profundo saludo a todos los pueblos aquí representados, del Oriente Medio, de Africa, de Asia, de América Latina, y del mundo, y de manera muy especial al pueblo árabe con quien compartimos una profunda identidad cultural. Pueblo con el cual hemos compartido largos años de lucha, de batallas, de intensas jornadas, en la búsqueda de un mundo mejor, en la búsqueda, dijo Cristo, de la paz, la paz para todos, y sabemos hermanos y hermanas que el único camino a la paz, decía Cristo, es la justicia, la justicia. Así que éste además es un encuentro de culturas, de tradiciones, de creencias, en un mundo mejor, de hermandad, de justicia, de paz. Rindo tributo al pueblo árabe y a todos los pueblos aquí representados.
Su Majestad, hermano Abdullah, me toca hoy entregar a ti la presidencia de la Conferencia de Jefes de Estado y de Gobierno de nuestra OPEP, después de siete años de intensas jornadas cumplidas por nosotros como hermanos desde la inolvidable Cumbre de Caracas. En aquellos días de septiembre del año 2000, comenzaba el siglo XXI.
Yo quiero, en primer lugar, con la mayor brevedad posible, recordar cómo nació la OPEP. Nació, lo sabemos, por allá por 1960, en el marco de las intensas luchas que en todo el mundo se libraban, Bouteflika, contra el colonialismo. Yo era un niño de seis años, ya tú andabas en batalla por la liberación de Argelia y todos aquí dando sus batallas, estos pueblos nuestros, el “tercer mundo”, los pueblos que fuimos colonizados, invadidos, saqueados durante siglos, eran aquellos años 60, triunfaba la Revolución Cubana, se levantaban las luchas anticolonialistas en América Latina, en el Caribe, en el Africa, en el Asia, se levantaban las banderas del socialismo, la búsqueda de un camino de igualdad, de justicia y de paz.
Nacía por aquellos años con fuerza el movimiento de los no alineados, luego el grupo de los 77 ¡Qué intensas jornadas aquellas! Aquellas décadas de los 60, de los 70, nacía la OPEP. Y la OPEP nació como un nuevo actor geopolítico en el escenario mundial, sin duda, no sólo como un actor económico, tecnocrático para acordar el mercado y los precios del petróleo, no, la OPEP nació con un signo geopolítico de gran importancia.
Eran aquellos días, hay que recordarlo, excelencia, del mundo bipolar. Luego los países más desarrollados del mundo, encabezados por los Estados Unidos, arremetieron contra la OPEP. Yo recuerdo las expresiones de un presidente norteamericano llamado Ronald Reagan; dijo un día: “pondremos de rodillas a la OPEP”, y lo lograron, no sólo pusieron a la OPEP de rodillas, casi la desaparecieron, casi la partieron en pedazos. Llegaron así, después de aquellos años 60, después de la Cumbre de Argel, la primera Cumbre de Soberanos, Jefes de Estado y de Gobierno en Argel en 1975, una Cumbre, ustedes lo saben, pero yo invito a que revisemos la Declaración Solemne, yo aquí la tengo y venía en el avión que me prestó Fidel Castro, venía leyendo la Declaración Solemne adoptada por la Primera Conferencia de los Soberanos y Jefes de Estado, Argel, 6 de marzo de 1975.
Una OPEP fundamentalmente política, una OPEP yo incluso diría más que política, revolucionaria, se habló mucho de la revolución de la OPEP, una OPEP cuyos soberanos decían por ejemplo lo siguiente, leo este fragmento, los soberanos declaran:
“Ponen de relieve que la causa de la actual crisis económica mundial se origina principalmente en las profundas desigualdades del progreso económico y social de los pueblos, que tales desigualdades características del subdesarrollo han sido generadas y agravadas principalmente por la explotación extranjera y se han agudizado con los años debido a la ausencia de una adecuada cooperación internacional para el desarrollo” -y sigo leyendo, permítanme- “esta situación ha fomentado el drenaje de los recursos naturales de los países en desarrollo, ha impedido la transferencia efectiva de recurso de capital y de tecnología, y de este modo ha provocado un desequilibrio básico de las relaciones económicas”. Eso decían los presidentes, era Bumedien el presidente convocante y líder de aquella reunión.
Luego dicen: “Hacen notar, asimismo, que el desequilibrio que pesa sobre la actual situación económica internacional se ha agravado por la inflación generalizada, por una reducción universal del crecimiento económico y por la inestabilidad del sistema monetario internacional, debido a la ausencia de disciplina y moderación en el manejo de la política monetaria”. Una OPEP opinando sobre la economía mundial, sobre los desajustes mundiales, sobre los desequilibrios en el sistema financiero y monetario internacional.
Luego, más adelante, siguen haciendo declaraciones antiimperialista, denuncian (dice aquí), fíjate Bouteflika: “Denuncian también a cualquier agrupación de naciones consumidoras que busquen la confrontación y condenan asimismo cualquier plan o estrategia concebidos por éste u otro tipo de agrupaciones, para la agresión económica o militar contra alguno de los países miembros de la OPEP”. Y levanta las banderas de la lucha por la justicia social, por la igualdad en el mundo y por la cooperación norte-sur y el respeto a la soberanía de nuestros pueblos, no sólo a los pueblos aquí representados, no sólo a los pueblos integrantes de la OPEP, sino a los pueblos del “tercer mundo”. Una OPEP solidaria, una OPEP que asume liderazgo del mundo del sur en las luchas por el desarrollo, una OPEP conservacionista que sugiere a los países consumidores la racionalización en el uso del petróleo, recurso esencial agotable y no renovable, como aquí se señala, una OPEP que establece los mecanismos para garantizar el suministro a precio justo, una OPEP que se pone al frente de los programas de desarrollo, especialmente con los pueblos más pobres del planeta; en fin, una OPEP para la geopolítica, una OPEP, sin duda, revolucionaria. Deberíamos leer y releer la Declaración de Argel.
Pero bien, así nació la OPEP y esa fue la primera Conferencia de Presidentes, de Jefes de Estado, de Soberanos, de Jefes de Gobierno. Luego, vinieron los años 80, los años 90, como dice Joseph Stiglitz “los felices 90”. Y sabemos lo que ocurrió. Se acaba la bipolaridad mundial, cae la Unión Soviética, se levanta victoriosa la bandera del neoliberalismo y de la hegemonía mundial imperialista de los EE.UU. Se congelan buena parte de las luchas del “tercer mundo”. Viene el Washington Consensus y con ello el enfriamiento de la OPEP y una peligrosa caída que casi la lleva a la muerte. Y es allí, en ese contexto, además con una aparatosa caída de los precios, de las inversiones, de la tecnología, cuando surge -recién inaugurado el Gobierno Bolivariano en Caracas- la idea de convocarnos a segunda reunión de Soberanos, de Jefes de Estado y de Gobiernos. Y es así como desde 1999, primer año de nuestro gobierno, comenzamos los contactos, las reuniones, los primeros viajes. Y gracias a ustedes, gracias al Rey Fahd, quiero rendir tributo a ese buen hermano y buen amigo, y gracias a todos ustedes y a la cooperación de todos los países miembros de nuestra organización hicimos aquella memorable reunión de Caracas, de septiembre del año 2000.
Allí, pudiéramos decir que renació la OPEP y comenzó un proceso de fortalecimiento que no se ha perdido en estos siete años. Yo le decía a su Majestad y hermano, el Rey Abdullah, que cuando yo recibí la presidencia de esta Conferencia, en el año 2000, el precio del barril de petróleo estaba en cerca de 10 dólares. Hoy le entrego a su Majestad la Presidencia con el barril a 100 dólares. Estoy seguro que su Majestad y todos nosotros lograremos consolidar el precio justo de nuestro petróleo.
En fin, en estos siete años yo quiero felicitar a todos los gobiernos, presidentes, emires, su Majestad el Rey Abdullah, a los ministros, a nuestros secretarios generales -que ha habido varios en estos siete años- por este intenso trabajo y los excelentes resultados. Hoy está la OPEP de pie, fortalecida como nunca antes, ante el mundo. Y vaya que es necesario.
Yo quiero, sin embargo, antes de entregar la presidencia de la Conferencia a nuestro hermano, el Rey Abdullah, invocar los principios bajo los cuales nació nuestra organiza-ción; sugerir que continuemos fortaleciendo a la OPEP por dentro. Pero más allá, que la OPEP se constituya en estos años por venir en un activo agente político, en un actor político, geopolítico, con varios objetivos.
Primero, para exigir respeto a nuestro países, como se dijo en Argel en 1975; para exigirle a los países más poderosos de la tierra que cesen las amenazas contra los países de la OPEP, porque en todos estos siete años ustedes sabrán -estoy seguro- cuánto nos ha tocado resistir a los venezolanos: agresiones imperialistas, golpes de Estado, conspiraciones, intentos de magnicidio; y la razón fundamental de todas esas agresiones es el petróleo. Es la razón de fondo, es la razón fundamental. Hemos visto y conocemos la situación en Iraq. Hemos visto y somos testigos de las permanentes amenazas contra Irán. Creo que la OPEP debe fortalecerse en esa dimensión y exigir respeto a la soberanía de nuestros pueblos, si es que el mundo desarrollado quiere garantía de suministro de petróleo.
A mí me preguntaba alguien, hace unos días en Santiago de Chile, sobre las amenazas a Irán y a Venezuela, y yo decía si EE.UU. comete la locura de invadir Irán o agredir de nuevo a Venezuela, el precio del petróleo a lo mejor no llega a 100 dólares, va a llegar a 200 dólares. Necesitamos estabilidad, tranquilidad y que las potencias mundiales no se desesperen que nosotros garantizamos suministro seguro y que podemos bien cooperar con esos países grandes consumidores para darle estabilidad al mercado y estabilidad a los precios.
Pero también, imploro porque la OPEP se ponga al frente como un actor más, pero en la vanguardia, en la lucha contra la pobreza y la miseria en el mundo, en América Latina, en Africa, en Asia. Creo que allí tenemos deudas que bien podemos cancelar en los años por venir. La OPEP debería, desde el punto de vista de Venezuela, ponerse al frente en el diseño de una nueva estructura económica internacional y de allí cobra importancia la propuesta que desde Venezuela venimos haciendo, la creación de un banco de la OPEP para traer a ese banco nuestros propios recursos y con ellos seguir desarrollando nuestros países y ayudando a los países más pobres del tercer mundo.
La OPEP perfectamente puede incrementar los estudios, la búsqueda de fuentes alternativas para asegurar el suministro de energía a las futuras generaciones. La OPEP perfectamente puede incrementar su acción, sus investigaciones para cooperar en la reducción del desequilibrio climático, que es una amenaza para la humanidad. La OPEP en fin, debe convertirse de estos años, de esta Cumbre en adelante en un actor mucho más fuerte en lo geopolítico, en lo geoeconómico, en lo social, en las luchas por el desarrollo, en la búsqueda de esa paz, de ese equilibrio universal por el camino de la justicia. Venezuela seguirá batallando, junto con ustedes, en esa dirección.
Quiero resaltar, además de esto, el ingreso de Angola y de Ecuador a la OPEP. Fíjense ustedes, hace ocho años la OPEP más bien era víctima de una fuerza centrífuga. Venezuela por ejemplo, estaba por salirse de la OPEP. Venezuela era un caballo de Troya. Los gobiernos del pasado violaban las cuotas, atentaban contra la unidad de la OPEP. Hoy en día, tenemos una OPEP con trece miembros y otros países que quisieran ingresar. Yo conversé con Lula, el presidente de Brasil. En Brasil han descubierto un gran yacimiento de petróleo hace pocas semanas en las profundidades del océano y Lula lo ha dicho, Brasil coloca como un objetivo estratégico su ingreso en la OPEP.
Así que es una organización en franco fortalecimiento; un mercado abastecido, fortalecido y unos precios justos de petróleo. Porque hay que decirlo, ante quienes nos atacan con que hemos estado manipulando el mercado para incrementar los precios del petróleo; hay que decirlo, el precio de 100 dólares el barril es prácticamente equivalente a los precios de 30, 35 dólares de los años 70. Es un precio justo.
Venezuela trae una fórmula como propuesta, para que la discutamos. Y ojalá podamos acordarla en conjunto para cooperar, para garantizarle el suministro seguro de petróleo y con mecanismos de financiamiento justos a los países más pobres de la tierra, sobre cuyas debilitadas economías pesa bastante el precio justo que hoy tiene el petróleo. De esta manera, la OPEP será cada día más solidaria, más humanista y un actor cooperante en la vanguardia, en la eliminación de los desequilibrios que hoy azotan al planeta tierra.
En fin, han sido siete años de intensas jornadas, de intenso trabajo y yo reconozco desde Venezuela a todos ustedes, agradezco la cooperación de todos, agradezco las atenciones prestadas en distintas reuniones, la cooperación, la paciencia que nos han tenido.
Tengo el gusto de entregar la presidencia de esta Conferencia para los próximos años a nuestro hermano, el Rey Abdullah Bin Abdulaziz Al Saud. Estoy seguro que en sus manos, en sus sabias manos, seguirá nuestra organización navegando los mares del progreso, los mares del desarrollo y fortaleciéndose por dentro y hacia fuera, en un mundo que debe ser cada día más justo, más equilibrado.
Yo con este saludo a todos, con estas reflexiones de cómo nació la OPEP, de su primera etapa, de su segunda etapa casi moribunda, de su resurrección en Caracas hace siete años en la Segunda Cumbre, pues tengo el gusto a continuación de invitar a su Majestad, nuestro hermano, el Rey Abdullah a asumir la presidencia de la Conferencia de Soberanos, de Jefes de Estado y de Gobierno de nuestra Organización de Países Exportadores de Petróleo.
Que Dios siga orientando los caminos de nuestros pueblos, Salam Aleikum (la paz esté con vosotros). Buenas noches y muchas gracias.

17 de noviembre de 2007, Riad,
capital de Arabia Saudita.


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