Edición 722 desde 12 al 25 de noviembre de 2010
Documento sin título
Buscar
último Editorial
Carta al director
Ediciones Anteriores.
En Quioscos
Archivo Histórico
Publicidad del Estado

El fallo de la Fiscalia

Regalo

Dilma Rousseff, Presidenta
Una victoria popular

Joao Pedro Stédile, dirigente de la Coordinadora Nacional del Movimiento de los Sin Tierra (MST) del Brasil y de Vía Campesina, fue entrevistado por “Punto Final” sobre la elección de Dilma Rousseff como presidenta del país más grande de Latinoamérica.

¿Qué significa para el MST y los trabajadores la elección de Dilma Rousseff?
“La elección de Dilma representa una derrota importante de los sectores más conservadores de la sociedad brasileña, que se aglutinaron en torno a la candidatura de José Serra. La candidatura de Serra representaba el núcleo central de los intereses de la burguesía internacional, de la burguesía financiera, de los industriales de Sao Paulo, del latifundio atrasado y del imperialismo de Estados Unidos. Al mismo tiempo, como la candidatura de Dilma consiguió aglutinar a la mayor parte de las organizaciones de la clase trabajadora, su victoria representa una victoria electoral de los sectores más progresistas de nuestra sociedad”.
El gobierno de Lula permitió avanzar en materia de reforma agraria. ¿Lo hará el gobierno de Dilma? ¿Cuál es la situación de la propiedad de la tierra hoy en Brasil?
“Antes de entrar en las preguntas, necesitamos entender el significado de la reforma agraria. Es un política pública desarrollada por el Estado para democratizar la propiedad de la tierra y garantizar el acceso a ella de todos los campesinos que quieran vivir de la agricultura. En Brasil nunca hemos tenido una reforma agraria. La burguesía industrial brasileña optó por no democratizar la propiedad de la tierra, manteniendo una alianza con los latifundistas para exportar materias primas. Con eso, los campesinos fueron expulsados hacia las ciudades, creando un amplio ejército de mano de obra industrial de reserva. Por lo mismo, a lo largo del siglo XX los salarios industriales de Brasil estuvieron entre los más bajos de todas las economías industriales del mundo.
En ese período, los campesinos brasileños nunca tuvieron fuerzas ni socios -una alianza con los trabajadores de la ciudad-, para imponer una reforma agraria a los latifundistas. Ese contexto se mantiene hasta hoy. Las políticas de los gobiernos de Brasil, incluyendo al gobierno de Lula, se limitaron a la creación de asentamientos rurales con el propósito de resolver disputas puntuales creadas por la presión de los campesinos. Esas políticas no democratizaron la tierra. A pesar de que los gobiernos venían expropiando algunas haciendas, no se ha impulsado un proceso amplio y masivo de reforma agraria.

Agronegocio en Brasil

En el gobierno de Lula, los campesinos no tuvieron espacio para debatir un proceso de reforma agraria de verdad, ni tuvieron la fuerza social suficiente para presionar al gobierno y a la sociedad. Por eso, la actual política de asentamientos es insuficiente.
Por otra parte, el agronegocio viene avanzando en Brasil mediante la compra de tierras, el control de la producción, la industrialización, el mercado de insumos y mediante la imposición de los transgénicos. En ese proceso se produce un fenómeno de centralización y concentración de la producción agrícola en manos de unas pocas empresas, como Monsanto, Cargill, Bunge, Syngenta y Bayer. El censo de 2006 reveló que la concentración de la propiedad de la tierra es hoy mayor que en 1920 (treinta años después del término de la esclavitud).
Dilma ha sido elegida en un contexto político mejor que el que enfrentó Lula en 2002 y 2006. El campo progresista ha construido una unidad importante. Fueron elegidos para el Congreso Nacional más de treinta parlamentarios que tienen un compromiso con la reforma agraria y fue derrotado el latifundio más truculento. Por eso, estimamos que la reforma agraria puede avanzar en el gobierno de Dilma. Sin embargo, eso no depende sólo de la voluntad de la presidenta ni de la lucha de los movimientos sociales en el campo, sino de la participación del conjunto de la sociedad brasileña en la discusión de cuál sería el mejor modelo agrícola, para decidir entre el agronegocio o la pequeña agricultura y la reforma agraria”.
¿Por qué se considera a Brasil como el país con mayor desigualdad del continente? ¿Mejoró esa situación de injusticia social durante el gobierno de Lula? Y si no fue así, ¿cómo se explica su enorme popularidad y que haya logrado elegir a su sucesora?
“Brasil nunca ha tenido un proceso de cambios sociales estructurales que elevaran las condiciones de vida de la mayor parte del pueblo. Cuando salimos de la esclavitud, no hubo democratización de la tierra que creara condiciones de trabajo adecuadas para la sobrevivencia de los negros. Cuando pasamos por un proceso de industrialización y la agricultura dejo de ser el elemento central de la economía brasileña, no hubo reforma agraria para asegurar tierra para los que quisieran permanecer en el campo. Cuando estuvimos más cerca de realizar la reforma agraria, en 1964, ocurrió el golpe militar.
En ese período, la burguesía brasileña hizo una alianza con el capital internacional, abriendo paso a un proyecto de desarrollo nacional. Brasil pasó de la etapa rural a la urbana en el siglo XX, pero no hizo reformas que garantizaran educación, salud y vivienda para la población. La clase dominante fue beneficiada por el crecimiento económico del país en la década de los 70, pero no hubo reformas nacionales, democráticas y populares que proporcionaran mejores condiciones de vida para el pueblo.
El gobierno de Lula ni hizo reformas estructurales ni enfrentó los problemas que marcan la desigualdad en nuestro país; hubo crecimiento económico, aumento del número de trabajadores formales, aumento real del salario mínimo y políticas asistenciales que mejoraron la vida de los más pobres”.

Política exterior brasileña

En el actual cuadro político de América Latina, ¿qué significado tiene el gobierno del PT en Brasil? ¿Cómo influirá en el proceso de integración y en los objetivos revolucionarios que se plantean gobiernos como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador?
“El gobierno de Lula tuvo una política exterior progresista en el ámbito de las relaciones políticas de Estado. Y una política propia, pero de los intereses de las empresas brasileñas, en sus aspectos económicos. Comparadas con las políticas neoliberales de Fernando Henrique Cardoso, que estaban absolutamente subordinadas a los intereses del imperialismo, eso fue un avance enorme ya que tuvimos una política soberana decidida por nosotros.
Con esa política se fortalecieron los lazos con gobiernos como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador. De allí nació Unasur, para América del Sur, y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, para todo el continente, excluidos Estados Unidos y Canadá. Esos dos organismos representan el fin de la OEA. En la economía se fortalecieron los lazos económicos con los países del Sur. Pero todavía necesitamos avanzar más para construir una integración continental en interés de los pueblos y no solamente de las empresas brasileñas, mexicanas, argentinas o de donde sean.
Una integración popular latinoamericana en el ámbito de la economía debería implicar el fortalecimiento del Banco del Sur, para sustituir al FMI. Del Banco del Alba, para sustituir al Banco Mundial. Y el establecimiento de una moneda única latinoamericana, como ha propuesto el Alba -a través del sucre-, para salir de la dependencia del dólar. Si queremos independencia y soberanía en las relaciones internacionales y latinoamericanas, es fundamental que volquemos nuestras energías para conseguir la derrota del dólar. El dólar fue fruto de la victoria estadounidense en la segunda guerra mundial y ha sido, en estas décadas, el principal mecanismo de explotación de todos los pueblos del mundo. En un aspecto más amplio, el presidente Lula tuvo razón: las Naciones Unidas no representan los intereses de los pueblos. Necesitamos construir nuevos y más representativos organismos internacionales. Pero eso no depende de propuestas o de voluntad política. Depende de una correlación de fuerzas de alcance mundial, en que los gobiernos progresistas sean mayoría. Y eso, hoy no sucede”.

Perfil del PT

¿Cómo define usted al PT? ¿Debe ser superado en el futuro para alcanzar las metas superiores de trabajadores urbanos y campesinos?
“El PT es un partido importante para el campo progresista y para la Izquierda en Brasil. Surgió a fines de los 70 y se consolidó en los 80, en el contexto del ascenso del movimiento de masas en Brasil, marcado por las luchas por la democratización y por mejores condiciones de vida para el pueblo que se manifestaba en protestas, huelgas y ocupaciones de tierras en todo el país.
A partir de 1989, con la derrota de Lula en una elección que representó la pugna entre dos proyectos para el país, la clase trabajadora entró en un período de descenso en sus luchas, que se profundizó con la implementación del neoliberalismo en el gobierno de Henrique Cardoso. En ese contexto, el PT atravesó por muchos cambios. Pasó a dar prioridad a la lucha institucional, dejando en segundo plano la lucha social. En esa coyuntura, consiguió tener parlamentarios, prefectos y gobernadores. Hasta que en 2002, eligió a Lula presidente de la República, y ahora a Dilma.
En la disputa institucional, el PT es un partido fuerte, que tiene la capacidad de construir alianzas amplias y derrotar electoralmente a la derecha. Entretanto, la clase trabajadora se organiza en las formas más variadas, a partir de sus necesidades. El PT continuará cumpliendo un papel importante en la lucha institucional. Pero en ese proceso, se formarán otras organizaciones para luchar en los diferentes frentes que se despliegan ante la clase trabajadora brasileña”.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 722, 12 de noviembre, 2010)
punto@interaccess.cl
www.puntofinal.la
www.pf-memoriahistorica.org

 

Punto Final
Translation

Google Translate

En esta edición

Habla Rafael Bielsa, su ex canciller:
 “Kirchner se animó a derribar estatuas”

Patrañas de la
inteligencia colombiana

La fiebre del consumo

El socialismo tiene futuro

Una victoria popular

En edición impresa

Los “capos” del fútbol

La sombra del
estallido social

“La Nación” se niega a morir

La corrupción
y el mal olor

¿Fair play?
¡Las pelotas!

Huelga de hambre contra
la contaminación

Visita