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José Cademártori:
El socialismo tiene futuro
Fue el último ministro de Economía del presidente Salvador Allende. Antes había sido diputado por Santiago durante dieciséis años. José Cademártori Invernizzi, ingeniero comercial y dirigente del PC, fue uno de los autores del programa de la Unidad Popular. Después del golpe militar estuvo más de tres años prisionero en diversas cárceles y campos de concentración y permaneció catorce años exiliado. Es autor de diversos libros y de múltiples artículos y ensayos. Ha sido académico en Chile y el extranjero. En los últimos años ha centrado su atención en el análisis del neoliberalismo y la globalización y sus posibles alternativas. Acaba de cumplir 80 años de edad y 56 años de militancia en el Partido Comunista.
Chile ha pasado de ser un país atrasado a una sociedad ampliamente democrática y cohesionada, que intentó avanzar al socialismo mediante un modelo original y luego, a partir de la dictadura, se convirtió en modelo del neoliberalismo. Con la perspectiva de los años, ¿cuáles han sido los elementos fundamentales de estos cambios?
“Para responder, hay que partir de una visión general. Se trata de procesos, de crisis, de avances y derrotas, crecimiento y estancamiento en una multiplicidad de planos que indican que no existe ese ‘fin de la historia’, de que habla Fukuyama. El neoliberalismo está en crisis, y el capitalismo no tiene sello de eternidad. Podemos visualizar contradicciones centrales que generó el mismo proceso evolutivo. Contradicciones que siguen pesando. La primera cuestión importante en el siglo XX fue el nacimiento del movimiento obrero, y a partir de allí la expansión de la lucha de los trabajadores asalariados por tener acceso al poder y satisfacer sus reivindicaciones. Fue un proceso que marcó la historia y todavía continúa, tuvo victorias y derrotas terribles. A mi juicio, todo empieza ahí.
La clase obrera, que no era mayoritaria, tuvo la capacidad de autorganizarse y seguir a sus líderes, primero anarquistas, luego marxistas y en algún momento cristianos. La movilización social y política produjo consecuencias considerables. En adelante las clases dominantes tuvieron que contar con la existencia de una masa creciente a la que no se podía ignorar ni tampoco engañar. Sin embargo, pudieron mantener su dominación en el campo. Las condiciones del campo eran pésimas, pero sin llegar a la hambruna ni a la carencia absoluta de tierras. Pero la historia de la dominación en el Chile antiguo prácticamente no conoció levantamientos ni guerra de clases, ni siquiera durante las luchas de la Independencia. Esta es una diferencia con la mayoría de los países latinoamericanos.
Hacia los años 60 del siglo XX, la lucha empezó a extenderse a los campos. El movimiento obrero y la Izquierda habían madurado y pusieron la atención en los campesinos y obreros agrícolas, que habían sido postergados o dejados de lado durante el gobierno del Frente Popular y los que lo siguieron. Con la incorporación de amplios sectores campesinos y mapuches a las movilizaciones en favor de la sindicalización y la reforma agraria, se completó la indispensable base del movimiento encarnado en la Unidad Popular, que a su vez era el resultado de muchos años de esfuerzos que en el plano electoral habían significado la cédula única y el término del acarreo de votantes en el campo, base del poderío electoral de la derecha. El papel desempeñado por la Democracia Cristiana -inicialmente Falange Nacional- no fue precursor sino contemporáneo, competitivo con la Izquierda. Se originó en una preocupación de la Iglesia frente a la situación de los pobres y la posibilidad de que cayeran bajo la influencia del comunismo. Pero, andando el tiempo, sectores importantes se sumaron a la lucha popular.
Antes, el Frente Popular fue muy importante. No solamente en la reconstrucción después del terremoto de Chillán, en 1939, sino en la creación de la Corfo, que tuvo tanta importancia para la industrialización del país, también en el aspecto cultural. La generación literaria de 1938 fue tanto o más importante que la generación de 1842. Pablo Neruda y Gabriela Mistral fueron expresión culminante de un grupo numeroso de escritores y artistas cuyo surgimiento fue facilitado por la contribución de los refugiados españoles de la guerra civil. En los liceos fiscales, muchos profesores eran verdaderos activistas culturales.
En suma, la lucha de clases es, a mi juicio, el elemento central de esta historia. La economía, el control de la distribución de la riqueza es una de sus expresiones. El golpe militar de 1973 fue la solución desesperada que buscó la derecha, y el modelo aplicado, que sigue en pie, su institucionalización protectora”.
¿Hubo en Chile burguesía nacional?
“¿Existe o no una burguesía nacional? Hubo una polémica enmascarada tras esa apariencia. En realidad se discutía la conveniencia de relacionarse con ciertos sectores de la burguesía que podían ayudar a las fuerzas populares. Se convirtió en un mito. Lo que pensábamos era más sencillo. Pensábamos en la posibilidad de trabajar con sectores capitalistas, teniendo en cuenta que durante el Frente Popular se había logrado hacerlo, con resultados discutibles porque la hegemonía entonces estaba en manos de la burguesía. Ahora, bajo la dirección del movimiento popular, sería distinto. Porque dentro de la burguesía había un sector, una capa media de jóvenes ilustrados, que compartía el programa de la Unidad Popular pero que rechazaba el socialismo expropiatorio y de control total postulado por algunos. En el plano personal, a mi nunca ese tipo de socialismo me pareció que pudiera ser adecuado para Chile. Y el PC nunca estudió ese tema a fondo”.
Capitalismo-socialismo:
proceso paralelo
¿Y en qué socialismo piensa usted?
“Naturalmente en una modalidad que se adecúe a las condiciones del país y a las características de los chilenos. Ahora bien, con todo lo que ha pasado, hoy estoy más convencido que ayer de que el paso al socialismo será un proceso paralelo con cierto tipo de capitalismo. Hay otros que piensan otra cosa. Para decirlo con un ejemplo. Algunos quisieran echar la casa abajo, dejar el terreno liso para allí construir la nueva casa. Creo en un proceso más complejo. Por seguir con el ejemplo, botar una pieza y construir allí una pieza nueva mejor, y así con las otras habitaciones y dependencias. Será, según pienso, un proceso entremezclado. Cada vez estoy más convencido de la tesis que sostuvo Lenin a propósito de la NEP, y aun antes. Hay que recordar El desarrollo del capitalismo en Rusia y otras obras, el debate con los eseristas sobre la situación en el campo y el papel de la comunidad, por ejemplo, a que alude en un trabajo reciente Alvaro García Linera. Con esta preocupación, he seguido lo que pasa en China y he escrito algo sobre eso. Y aunque no se diga, en América Latina comienza a pensarse así y a seguirse ese camino, aunque no quieran verlo los regímenes que son calificados como más extremistas, Venezuela y Bolivia. Hay un entrelazamiento entre los dos sistemas.
Es muy importante además considerar la dimensión del tiempo, habitualmente no considerada en los análisis marxistas. Y eso es particularmente importante en economía. Lenin lo decía: la revolución política puede hacerse de la noche a la mañana, pero eso en sí mismo no constituye el proceso revolucionario que cambia la sociedad. La sociedad cambia por la economía, por la modificación de costumbres, estructuras sociales y otras transformaciones que se van produciendo. Tal vez eso haga que la vida revolucionaria sea menos romántica, pero hay muchas dimensiones humanas y sociales que pueden resultar apasionantes. Eso también lo percibe la juventud, que no ve el romanticismo donde nosotros lo veíamos y vivíamos, pero que anhela una sociedad justa y humana, libre y creativa, y eso debe ser el socialismo.
Por lo anterior, no me gusta la palabra ‘fracaso’ cuando se habla de la Unidad Popular. Hay que hablar mejor de la ‘derrota’, que fue lo que efectivamente ocurrió. Obviamente que hay que analizar las causas de la derrota, pero es importante hacer la distinción. ‘Fracaso’ significa aceptar que la Unidad Popular no era viable, y yo estoy convencido que lo era. La derrota se produjo por errores estratégicos y tácticos. En cuanto a los primeros, tal vez el principal fue no haber buscado un entendimiento más a fondo con el centro político, pensando en que un entendimiento estratégico, de acuerdo a la experiencia de los sistemas políticos capitalistas, cierra el camino a una tercera fuerza, que en ese caso habría sido la derecha. Y que eso permite actuaciones de gobierno y oposición sin poner en peligro el sistema. A menos, claro, que estallen crisis muy profundas que cambien todo”.
¿Qué pasará con el neoliberalismo?
“La respuesta habría que buscarla en el factor subjetivo, es decir en lo que hacen las fuerzas que quieren cambiar el modelo, más que en el desarrollo mismo de la economía. El problema no es tanto un nuevo diseño viable -que está funcionando por lo demás en una serie de países como los nórdicos, especialmente Noruega, en Australia, Nueva Zelanda y otros-. Es también un problema teórico que está siendo abordado por muchos economistas de alto nivel. La crisis, que hasta ahora es poco explicable y menos previsible, está en el centro de la atención.
Importancia de China
En Chile no se asume la quiebra del modelo. Hasta se atribuye méritos falsos, como que Chile sorteara la crisis sin sufrir mayores daños. La verdad es que hasta ahora nos libramos de la crisis básicamente porque China sigue con un altísimo crecimiento, compra más cobre, madera, celulosa, productos del mar y otras materias primas. Pero la crisis sigue. Y no se sabe lo que puede pasar. El mundo es cada vez más pequeño y las interrelaciones son cada día más estrechas.
China es el principal acreedor de Estados Unidos, pero por la misma magnitud sideral de la deuda de que es titular está obligada a negociar y buscar ajustes, como también obviamente debe hacerlo Estados Unidos. Existe el peligro real de catástrofes naturales, de consecuencias imprevisibles, provocadas por el hombre y que podrían afectar la vida en el planeta. La fuerza de los medios de comunicación es casi inimaginable y, por lo tanto, son manipulados por los gobiernos, las transnacionales y los poderes del capitalismo. Los peligros son de tal entidad, que se hace indispensable una organización mundial que agrupe a todos los países en un pie de igualdad, que ahora no existe. Será algo difícil, porque inevitablemente los más poderosos harán pesar su fuerza y no se borrarán las contradicciones entre burgueses y proletarios, entre explotadores y explotados”.
Chile y el futuro
¿Qué pasará en Chile, a su juicio?
“Lo fundamental es mirar hacia las fuerzas o agentes sociales que buscan cambiar la realidad. A ese factor subjetivo, que todavía es débil frente al gobierno de Sebastián Piñera. Es evidente que en el país hay grandes contradicciones que se profundizarán con este gobierno. Son las más conocidas: desigualdad, creciente concentración en las principales áreas de la economía, dependencia de las transnacionales, una oligarquía imperando con prepotencia, en fin. Roberto Méndez, de Adimark, de tendencia derechista, en la revista Sábado de El Mercurio el 4 de septiembre de este año describe a Chile como un país crecientemente conflictivo en todos los planos: entre ricos y pobres, Santiago y las regiones, jóvenes y viejos, trabajadores y patrones, mapuches y Estado chileno, hombres y mujeres, etc. Y eso, sin duda deriva de su trabajo con encuestas y lo comunica, seguramente, para advertir posibles conflictos.
Lo concreto es que los principales problemas en materia de democracia y justicia social no fueron abordados por los gobiernos de la Concertación. Mantuvieron la institucionalidad y el modelo neoliberal. Se desprestigiaron y abrieron el camino al retorno de la derecha, por vía electoral, después de 50 años. El descontento, la frustración, el rechazo a los partidos y la manipulación de los medios de comunicación hicieron su trabajo. Una fracción del electorado no distinguió el sentido de clase diferenciador entre las dos coaliciones, y prefirió a la derecha. El alza en popularidad de Piñera, así como el altísimo apoyo a Golborne en las encuestas, son fenómenos transitorios. Piñera no tiene mayoría estable en el Congreso y apuesta a un quiebre de la Concertación para atraer a la DC y a algunos parlamentarios que quisieran cambiarse de bando. Entretanto, hay una pugna entre ‘la política de los consensos’ y un sector amplio que levanta una política de oposición firme.
El descontento social todavía no se articula con fuerza. Pero hay indicios interesantes. Los más pobres están crecientemente inquietos, así como los damnificados en la zona del terremoto, que siguen hacinados en mediaguas; los estudiantes se sienten cada vez más frustrados; las regiones están agobiadas por el centralismo; los mapuches se sienten tramitados… Las huelgas que los medios ocultan se hacen más violentas a pesar de la represión que se incrementa”
HERNAN SOTO
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 722, 12 de noviembre, 2010
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Punto Final
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