Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel analiza la
crisis
ARGENTINA CUESTA ABAJO EN SU RODADA
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ADOLFO Pérez Esquivel, Premio Nobel de
la Paz (derecha) y Evo Morales, ex candidato presidencial
de Bolivia. Ambos asistieron al II Encuentro Hemisférico
de Lucha contra el Alca en La Habana. |
Adolfo Pérez Esquivel (71 años) es una de las figuras
políticas argentinas más conocidas en el mundo por
su incansable defensa de los derechos humanos y su lucha sin tregua
contra la globalización neoliberal. En 1980 recibió
el Premio Nobel de la Paz que reconoció su vigorosa denuncia
de las atrocidades de las dictaduras militares en Argentina y
América Latina. Nacido en Buenos Aires, estudió
en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en la Universidad Nacional
de La Plata. Es escultor y profesor universitario. En los 60 comenzó
a trabajar con organizaciones populares cristianas y en 1974 fue
elegido coordinador general para América Latina de grupos
de base que promovían la liberación por medios no
violentos. Fundó el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj)
que tiene filiales en varios países. En 1975 fue detenido
por la policía militar brasileña; al año
siguiente fue encarcelado en Ecuador junto con obispos latinoamericanos
y norteamericanos; y en 1977 lo detuvo la policía federal
argentina en cuyos cuarteles fue torturado y retenido sin proceso
durante catorce meses. En prisión recibió, entre
otras distinciones, el Memorial de Paz Juan XXIII. Sincero convencido
de los métodos de lucha no violentos, Pérez Esquivel
dedica gran parte de su tiempo en la actualidad a denunciar el
origen de las violaciones a los derechos humanos: el sistema capitalista
neoliberal. En particular centra su acción en advertir
la amenaza anexionista que para América Latina significa
el tratado de Area de Libre Comercio de las Américas (Alca)
que Estados Unidos quiere imponer al continente a partir de 2005.
La voz de Pérez Esquivel se levanta en los principales
foros y movilizaciones contra el Alca. A fines de octubre participó
en Quito en el “Encuentro Continental: Otra América
es Posible” (ver PF 533) y en noviembre en el II Encuentro
Hemisférico de Lucha contra el Alca en La Habana (ver pág.
23 de esta edición). En Cuba conversamos con el Premio
Nobel de la Paz sobre el primer aniversario -que se cumple el
20 de diciembre- del levantamiento popular en Argentina que derrocó
al gobierno del presidente Fernando De la Rúa. Esta es
la visión de Pérez Esquivel sobre el desarrollo
de la crisis argentina.
“Las consecuencias de la dictadura militar -dice- siguen
sintiéndose en Argentina. Las graves violaciones de los
derechos humanos, la impunidad jurídica -si bien se juzgaron
a las tres primeras Juntas Militares, los culpables fueron liberados-,
pesan hasta ahora. No sólo en lo jurídico institucional
sino también en otros órdenes. De hecho, nos falta
una generación que fue masacrada por los militares. Con
el retorno al proceso democrático, pensamos que las dirigencias
políticas habían aprendido la lección y que
ante la grave situación del país iban a tomar otros
caminos. Pero no fue así. Hubo y hay muchas complicidades
con la impunidad. Pero también otros hechos que no se toman
en cuenta. En la dictadura militar, por ejemplo, la deuda externa
-que era privada y la asumió el Estado- aumentó
en forma alarmante. Cuando los militares derrocaron al gobierno
de Isabel Perón, el país tenía una deuda
externa de 8 mil millones de dólares. Cuando dejaron el
gobierno y lo asume Raúl Alfonsín, la deuda ya alcanzaba
a 45 mil millones de dólares. Hoy estamos por sobre los
200 mil millones de dólares.
Se produjo un deterioro social tremendo, sobre todo en la época
de Menem con sus políticas de ajuste, capitalización
y privatización, es que en suma era la entrega del patrimonio
nacional y esa irrealidad de la paridad entre peso y dólar.
Era el paraíso camino al infierno. En el gobierno de Menem
este mundo fantasioso que afirmaba que Argentina era un país
del primer mundo y el alumno más aplicado del neoliberalismo
y del Fondo Monetario Internacional, se vino al suelo, se derrumbó.
Creció la pobreza y se mantienen los mecanismos represivos.
Se penalizan la pobreza y las protestas sociales. Cuando el pueblo
se levantó en diciembre del año pasado contra el
gobierno de De la Rúa, se había producido una situación
muy dura: la congelación de los fondos bancarios de pequeños
y medianos ahorristas. Esto provocó el cacerolazo del 20
de diciembre y la caída del gobierno. Esa movilización
tenía su precedente en el movimiento de los piqueteros
y en el origen más remoto está la situación
de las empresas privatizadas. Por ejemplo, Repsol-YPF ha cerrado
muchas plantas, ha expulsado a muchísimos trabajadores
que se transforman en piqueteros que al no obtener respuestas
comienzan a cortar rutas. Eso trae represión que a su vez
hace crecer la lucha popular. El 20 de diciembre del 2001 costó
al país 34 vidas humanas. Pero antes hubo muertos entre
los piqueteros que son trabajadores sin trabajo.
Lo mismo que ocurrió con YPF sucedió también
con Aerolíneas Argentinas. Fue privatizada pero pasó
a manos de Iberia que es del Estado español. Esto trajo
muchos conflictos, un vaciamiento de la empresa y el derrumbe
de Aerolíneas.
En un marco de desconcierto y falta de trabajo, el aumento de
la exclusión social y de la pobreza ha hecho crecer las
llamadas “villas miseria” y los asentamientos. Gente
de la clase media que no puede pagar alquileres termina en asentamientos
o villas miseria.
Hay que agregar que el Estado argentino renunció prácticamente
a dispensar atención primaria de salud y educación.
Ha producido un aumento de las enfermedades endémicas,
problemas de desnutrición fundamentalmente infantil, falta
de recursos en los hospitales; la disminución del presupuesto
para educación, ha decaído mucho la enseñanza
pública. También ha disminuido el presupuesto de
la universidad (muchos profesores damos clases gratis para no
dejar abandonados a los jóvenes). Resumiendo, los derechos
económicos, sociales y culturales, así como los
derechos individuales, son violados en Argentina en forma sistemática.
Esto ha hecho aumentar la violencia social: los asesinatos, los
secuestros, las torturas. Buenos Aires hoy es una ciudad insegura
por su alto índice de violencia social. A mayor deterioro,
pobreza y exclusión, mayor violencia social. Esto con una
policía corrupta que de día es policía y
de noche ladrón. Este es el panorama en general de Argentina
hoy”.
ORGANIZACIONES POPULARES
¿Pero usted observa signos esperanzadores en la actividad
de las organizaciones del pueblo?
“Sí, después del 20 de diciembre del 2001
se produjo una reacción positiva, signos de esperanza del
pueblo. Tiene que ver con la organización a través
de organismos populares, asambleas barriales, fábricas
tomadas, piqueteros, etc. Hay alrededor de 220 fábricas
que fueron reactivadas por los mismos trabajadores despedidos.
Ellos las han puesto en marcha a través de sistemas cooperativos.
Incluso se está tratando de reorganizar una clínica
que fue cerrada y que cuenta con todos los equipos para funcionar.
Médicos, enfermeras, personal administrativo y auxiliar
han resuelto ponerla a funcionar de acuerdo a un programa social.
Estas son cosas positivas. Lo mismo puede decirse de las asambleas
barriales. Si bien aparecieron con toda la bronca en un primer
momento, han comenzado a actuar a través de comisiones
de trabajo, de salud, educación, etc. Vienen presionando
para que los hospitales nacionales y municipales produzcan los
medicamentos genéricos que necesita la población.
La gente no tiene recursos para pagar y la industria farmacéutica
está en manos de grandes transnacionales. Hay equipos de
médicos y farmacéuticos que están estudiando
cómo cubrir las necesidades básicas de salud del
pueblo”.
En la actual situación, ¿cuál es el grado
de credibilidad de las dirigencias políticas?
“Salvo pocas excepciones, hay una caída del prestigio
de los partidos. Por eso en las marchas la gente grita ¡que
se vayan todos¡ No sólo los políticos sino
también la Corte Suprema de Justicia. Los jueces responden
a estructuras políticas, no hay un poder judicial independiente,
lo cual ha protegido la impunidad.
Sin embargo si bien hay una fuerte organización social,
no hay todavía una alternativa política en el país.
Esto está dificultando mucho construir un espacio que permita
el cambio. Muchas de las cosas que se hacen desde lo social son
proyectos de sobrevivencia pero no proyectos de un nuevo país.
La lucha por sobrevivir lleva a iniciativas como el trueque, las
asambleas, los piqueteros, etc., formas de reclamo que no modifican
la situación y que atienden más bien a lo inmediato.
Hay dramas como el aumento de la desnutrición y la muerte
de niños. Sobre una población de 37 millones, en
Argentina tenemos 19 millones de personas en situación
de pobreza y más de 8 millones en estado de indigencia.
Se nos mueren alrededor de cien niños cada día por
hambre o enfermedades evitables. Los niños desnutridos
sufren lesiones cerebrales irreversibles. Este es uno de los grandes
problemas que hoy enfrentamos”.
Una de las cosas de las que se habla poco de esta grave situación
que vive Argentina, es la complicidad con las políticas
impuestas por el FMI y el Banco Mundial. El FMI apunta a dos cosas:
la privatización de la salud y la educación, quiere
provocar la pérdida total por parte del Estado de su responsabilidad
social. El gobierno pasa así a ser un simple recaudador
de impuestos para pagar los intereses de la deuda externa.
En mayo pasado estuve una hora con la comisión del FMI
que visitó Buenos Aires. Planteamos a esos funcionarios
el alto costo humano que tienen para el pueblo argentino las políticas
del FMI. Pusimos el acento en la violación de los derechos
humanos. El jefe de la misión dijo algo que resulta muy
preocupante: ‘mire -señaló- el FMI tiene sus
políticas, nosotros venimos aquí a cumplirlas, pero
los interlocutores no los ponemos nosotros, los interlocutores
los pone su gobierno’. Fue un mensaje muy claro. Al terminar
la reunión nos preguntó: ‘¿qué
podemos hacer por ustedes?’ y un compañero le contestó:
‘mire, no queremos que hagan nada, simplemente que nos quiten
las manos de encima’”.
LAS IZQUIERDAS Y LAS ELECCIONES
¿Qué cree que ocurrirá en las elecciones
presidenciales? ¿Solucionará la crisis?
“El gobierno ha llamado a elecciones para abril. Se elegirán
presidente y vicepresidente pero no cambiarán las cámaras
legislativas. O sea, no cambiará nada. Todo seguirá
igual. Eso es fatal para el país, hará que el país
se vuelva ingobernable. Desde lo social venimos reclamando una
Asamblea Constituyente que haga una profunda reforma constitucional,
que ponga en vigencia la consulta popular y los plebiscitos revocatorios
de mandatos, como también el control de gestión
de municipios y gobiernos provinciales. Las provincias argentinas
se han transformado en feudos medioevales. Grupos corporativos
se han adueñado de ellas y controlan todo, entre otros
los medios de información y de opinión. La realidad
se oculta o tergiversa mediante una manipulación escandalosa.
A nivel nacional, asimismo, está el caso del grupo ‘Clarín’
que ha tomado el control de canales de televisión, radios
y periódicos y manipula todo el sistema informativo. Compró
hasta el diario ‘Página 12’. El movimiento
social ahora sólo puede expresarse a través de medios
alternativos, lo que pone en evidencia el estado de indefensión
en que está el pueblo.
En este cuadro de luz y sombra de la situación, hay que
añadir la militarización del país. Me refiero
a las maniobras militares con participación norteamericana
como Cabañas 2000 en Córdoba y Cabañas 2001
en Salta. En este momento hay soldados norteamericanos en la provincia
de Misiones por el problema de la triple frontera en Ciudad del
Este. El 21 de junio del 2001 el poder ejecutivo envió
al Parlamento una solicitud para el ingreso de tropas extranjeras.
El Congreso no lo autorizó pero igual las tropas entraron.
La hipótesis de conflicto que manejan las FF.AA. es que
en un escenario de guerra los enemigos son: las organizaciones
sociales, los organismos no gubernamentales y otros enemigos potenciales.
Entre los países que participaron en las maniobras, aparte
de Estados Unidos y Argentina, estuvieron Chile, Brasil, Uruguay,
Paraguay, etc. salvo Venezuela y algún país centroamericano,
bajo el mando de oficiales norteamericanos. Estamos pues ante
políticas militaristas unificadas cuyas hipótesis
de conflicto señala que el enemigo sigue siendo el pueblo.
El sistema ve en la represión la solución de los
problemas sociales que se van incubando en América Latina.
No sólo se trata de maniobras militares conjuntas. También
contempla la instalación de bases norteamericanas en el
continente, incluyendo Argentina”.
¿Cuáles son las perspectivas de esto si no se genera
otra conciencia y otra forma de hacer política?
“Nos está faltando un paso cualitativo de lo social
a la construcción política. Estoy convencido que
es a través de nuevos conceptos de desarrollo, de potenciar
las economías regionales, de impulsar las nuevas tecnologías,
la cultura y la educación, cuidar la biodiversidad, un
desarrollo integral con una visión latinoamericana e internacional.
Lamentablemente nuestros políticos -por lo menos en Argentina-,
son mediáticos. Apuntan siempre a las coyunturas, son como
bomberos pero nunca resuelven los problemas para que no haya incendios”.
¿Cuál es el rol de las izquierdas en Argentina?
“Hay una búsqueda social de otras alternativas. Las
izquierdas en Argentina están fracturadas. No llegan a
construir un espacio común porque están muy encerradas
en sí mismas. No son capaces de hacer alianzas con otros
sectores con los que pudieran coincidir en algunas cosas. Los
fundamentalismos no le hacen bien a las izquierdas y tampoco al
país. Por separado hay cosas buenas en las izquierdas pero
no logran articular un frente. Sin embargo,existe gran expectativa
en distintos sectores de la población de poder construir
otro espacio político, aunque todavía esto es difícil.
Se discute cómo construir algo diferente pero eso no puede
ser un proyecto electoralista si no hay también un proyecto
de país. Muchas veces he tenido ofrecimientos para intervenir
en este proceso pero creo que algo antecede a las candidaturas:
el proyecto de país. Cuáles son los caminos de alternativa
de esa construcción social, política, cultural y
económica. No se puede generar únicamente un frente
electoral sin una concepción global realmente alterntiva.
Las alianzas puramente electoralistas han llevado a fracasos,
no son alianzas para un proyecto de país. Es lo que estamos
tratando de discutir con seriedad convocando a personas representativas
para tratar de hacer un aporte desde lo social. Estamos en eso.
Un posible candidato de Izquierda, Luis Zamora, se retiró
señalando que las elecciones de abril no resuelven nada.
El justicialismo tiene una lucha interna feroz, Menem quiere volver
otra vez para cumplir el mandato del FMI y del gobierno de Estados
Unidos, dolarizar la economía y terminar de traspasar todo
lo que queda, como educación y salud, a corporaciones extranjeras.
En el PJ también está Rodríguez Saa, gobernador
de San Luis, que fue presidente de la nación por una semana,
un caudillo provincial personalista que tampoco aporta nada. Y
después está el ARI, el partido de Elisa Carrió,
también es una construcción cupular sin apoyo en
la base social. Estamos en un proceso difícil pero interesante
para aquellas fuerzas sociales que todavía no han podido
encontrar un canal conjunto para levantar una alternativa social
y política”.
LUCHANDO CONTRA EL ALCA
¿Por qué un Premio Nobel de la Paz como usted participa
con tanta fuerza en la lucha contra el Alca (Area de Libre Comercio
de las Américas)?
“Trabajamos los derechos humanos desde una perspectiva integral.
No fue que durante la dictadura los militares enloquecieran y
comenzaran a matar gente. El terror era una política que
se ha impuesto en América Latina. Por eso, junto con defender
los derechos humanos no podemos estar ajenos a los problemas estructurales
que los generan. No estamos por una política asistencialista,
sino por avanzar hacia una política de cambios, de cambios
profundos. Nos interesa ayudar a producir una toma de conciencia,
una responsabilidad social, una participación que vincule
los derechos humanos a la construcción democrática.
Si se violan los derechos humanos, las democracias se debilitan,
dejan de ser democracias. Desde esa perspectiva estamos preocupados
de las consecuencias que tendrá el Alca sobre la vida de
los pueblos. El Alca traerá mayor pobreza, más exclusión
social y también mayor represión. La contención
social será a través de la represión no de
propuestas alternativas de desarrollo. El Alca es un mecanismo
de anexión y sometimiento de los pueblos a Estados Unidos.
Por eso tenemos una responsabilidad en denunciar esas consecuencias.
No podemos salir a defender los derechos humanos sólo después
que se violaron. Tenemos que hacer un trabajo de prevención,
de advertencia, de clarificación sobre los problemas que
hoy vive el continente. Por eso estamos en la lucha social. Yo
soy un militante social que lucha contra esa bomba silenciosa
que es el hambre y que mata a nuestros niños”
MANUEL CABIESES D.