Edición 663 - Desde el 30 de mayo al 12 de junio de 2008
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Una gran crisis energética se ha desatado en el mundo.

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EL ministro de Energía y Petróleo de Venezuela, Rafael Ramírez Carreño, muestra fotos en su despacho al director de “Punto Final”, Manuel Cabieses.

 

Una gran crisis energética se ha desatado en el mundo. El precio del barril de petróleo llegó a los 135 dólares, cifra que hace un año parecía inalcanzable. Los especialistas señalan que el petróleo podría alcanzar pronto el precio -hace un tiempo inimaginable- de 200 dólares el barril. El secretario general de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), Abdalá el-Badri, sostiene que “el mercado se ha vuelto loco”. En Chile el precio de la gasolina en las estaciones de servicio supera el dólar por litro y tiene un alza casi semanal. La situación que empiezan a encarar los países consumidores de combustible se va haciendo cada vez más compleja y algunas naciones ya están pisando el umbral de la desesperación.
¿Qué hay detrás de esta grave amenaza? ¿Cuáles son los factores que han disparado el precio del petróleo? ¿Hasta dónde puede llegar esta escalada del mercado petrolero? ¿Cómo pueden defenderse de este fenómeno las economías latinoamericanas?
Estas y otras preguntas le planteamos al ministro de Energía y Petróleo de la República Bolivariana de Venezuela, Rafael Ramírez Carreño, en una conversación en sus oficinas en Caracas. El ministro Ramírez (en ese cargo desde julio de 2002), también preside desde noviembre de 2004 la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Graduado como ingeniero en la Universidad de los Andes (ULA), Rafael Ramírez pertenece -desde su época de estudiante en la ULA- a un sector de la Izquierda venezolana con definidos rasgos ideológicos y políticos y una clara identificación con objetivos socialistas y antimperialistas. Su participación en el gobierno del presidente Hugo Chávez comenzó como presidente fundador de ENAGAS (Ente Nacional del Gas) y es hoy una figura muy destacada del gabinete ministerial. Es también uno de los vicepresidentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que en estos días elige sus candidatos a gobernadores y alcaldes para las elecciones del 23 de noviembre, una prueba de fuego para el nuevo partido de la revolución bolivariana.
De la extensa conversación con el ministro Rafael Ramírez hemos hecho una síntesis de preguntas y respuestas, convirtiéndola en la que esperamos sea una esclarecedora explicación sobre el mercado petrolero global, sus misterios y los factores que se ocultan en el precio que el consumidor paga en la estación gasolinera

MANUEL CABIESES
DONOSO
En Caracas

 

Qué esconde la crisis energética

El petróleo y
sus demonios

“Hay que partir del hecho de que vivimos una crisis energética mundial. Pero debemos puntualizar algunas cosas. Primero que el petróleo es un recurso natural que se agota, y que ya ha comenzado a escasear. Lo más grave es que no se han descubierto nuevos yacimientos importantes. En muy pocos países han ocurrido grandes descubrimientos, como sucedía en los años 70 en el Medio Oriente, o en los 80 en el Mar del Norte, o más lejos aún, a principios del siglo XX en México y Venezuela. Ya no existen esas grandes cantidades de petróleo disponible. Aún más, hay estudiosos que afirman que ya superamos el peak de las disponibilidades y ahora lo que viene es un proceso de escasez en las reservas.
Por otro lado, el mercado petrolero está muy globalizado. Lo que pasa en cualquier país del mundo afecta el precio del combustible. Se trata de un mercado que está signado por algunos elementos que influyen en su precio. Estados Unidos -como potencia militar y económica- ha analizado la situación declinante del recurso y ha llegado a la conclusión de que tiene que acumular grandes reservas del combustible. En la práctica esto ha significado que EE.UU., ya sea por la vía de la negociación y asociación, como ha hecho con algunos países del Golfo Pérsico, o por la vía de la invasión y la violencia -como ocurrió en Iraq- se encamina a controlar los recursos petroleros mundiales. Ha generado una grave tensión geopolítica. La invasión a Iraq, la amenaza a Irán y a Venezuela demuestran que el objetivo norteamericano es adueñarse de las reservas al costo que sea, a fin de garantizar sus necesidades. Esto, el mercado lo percibe con claridad. Sabe que en cualquier momento una situación de máxima tensión geopolítica en los países petroleros puede escalar a niveles imprevisibles y entonces, se va a producir un corte de los suministros de petróleo y se destruirá buena parte de la infraestructura de la industria. Iraq, antes de la invasión de Estados Unidos y de sus aliados, exportaba entre 3,5 y 4 millones de barriles diarios de petróleo. Hoy sus exportaciones no sobrepasan los 2 millones. Pero no sólo eso, además fueron seriamente dañados los yacimientos, toda la infraestructura ha sido saboteada. La presencia norteamericana en Iraq ha hecho imposible que sus reservas -que son la cuarta reserva más grande del planeta-, estén disponibles para explotarlas en el corto plazo.

Prima de guerra

Otro elemento que percibe el mercado petrolero es que la declinación de la producción -que tanto se anunció- tiene efecto en estos momentos. Hay una declinación producida por el agotamiento de las reservas. La producción de petróleo en México, por ejemplo, se está viniendo abajo. Hay serios problemas porque ese país ha hecho una explotación muy intensiva de sus yacimientos. También la producción del Mar del Norte ha disminuido en más de 250 mil barriles diarios, que es resultado también de una explotación irracional. Por eso en la OPEP, los países productores conscientes que el petróleo escasea hemos impuesto una tasa de producción y controlamos la producción para que no se produzca el agotamiento total de las reservas.
Como acabo de mencionar, siendo el petrolero un mercado muy globalizado, toda tensión geopolítica se refleja de inmediato en los precios. Hay quienes sostienen que la ‘prima de guerra’, como llaman al sobrecosto motivado por razones políticas, es al menos de 10 a 15 dólares por barril.

Crisis norteamericana

Hay que agregar una situación nueva que ha disparado el precio del petróleo en el último año: la crisis norteamericana.
La crisis en Estados Unidos genera una situación compleja en que los especuladores, los intermediarios y agentes de las finanzas, están trasladando sus posiciones especulativas hacia el oro y los commodities de fácil transacción. Esos capitales especulativos no se sienten seguros en EE.UU., y se han desplazado a la compra masiva de papeles a futuro. Están colocando sus inversiones en negocios, papeles y transacciones que consideran más seguras que el desempeño de la economía norteamericana. En este momento se transan en papeles a futuro más de cien millones de barriles de petróleo al día. Se registran más de setenta mil contratos a futuro, todos los días, en operaciones especulativas. Por lo tanto, el precio del petróleo está siendo sometido de manera muy intensa a la especulación financiera.
Otro elemento en los precios del petróleo, que tiene que ver con la economía norteamericana, es la devaluación del dólar. El precio del barril corresponde a un dólar devaluado en casi 50 por ciento. Esto no sólo incide en el precio del petróleo, también produce inflación a nivel mundial, que se refleja en los precios de los alimentos, materiales de construcción, etc.
Es el propio mercado el que está dejando de usar el dólar como moneda de intercambio. En la OPEP hemos planteado cambiar del dólar al euro, como moneda de referencia. El mercado nos está dando la razón. El dólar pierde valor. Al verse reflejado el precio del petróleo en dólares, ese precio aparece muy alto. En la última reunión de la OPEP vimos que el petróleo, en términos de valor real del dólar, está un quince por ciento por debajo del precio de los años 80.
 Cuando se habla del precio de la energía, hay que diferenciar. Una cosa es el precio internacional del petróleo y otra es su precio final. Esto depende de las políticas internas en cada país. En Europa, por ejemplo, los impuestos a la energía constituyen cerca del 80% del precio que paga el consumidor. Cada país toma sus propias decisiones en lo que respecta al precio de la energía y es aquí donde intervienen las empresas internacionales, las intermediarias, las que especulan con la energía y que no están dispuestas a disminuir sus ganancias. La Exxonmobil, por ejemplo, reconoció el año pasado ganancias por 40 mil millones de dólares. ¡Alguien se está haciendo muy rico gracias a los precios internacionales de la energía!

Consumo voraz
 
A los países de la OPEP nos dicen: ustedes tienen la culpa porque deberían colocar más petróleo en el mercado. Nuestra respuesta ha sido que eso es sólo una cara de la moneda. Si bien EE.UU. sufre una crisis económica, no declina su consumo de petróleo. Ese país consume 20 millones de barriles diarios de petróleo, pero sólo produce 9 millones. El mercado petrolero padece un gran desequilibrio. Las grandes economías, con su ritmo de consumo y su capacidad de pago, están distorsionando el mercado. El nivel de consumo norteamericano es criminal, absolutamente insostenible. No sólo le harían falta todos los ríos, los bosques y los recursos naturales del mundo. Necesitará también todas las reservas de petróleo: las de Venezuela, Iraq, Irán, el Golfo Pérsico, etc. El esquema de consumo en que se basa la economía norteamericana es sencillamente una locura. Y nos dice a nosotros, los países de la OPEP: tienen que darnos más petróleo porque necesito consumir más y más y más… No les importa crear una situación muy difícil a nivel mundial.
EE.UU. tiene una economía ineficiente y altamente contaminante. No ha querido firmar el Protocolo de Kyoto, ni lo va a firmar. Ese país tiene el índice más alto de consumo de energía por habitante en el mundo. Ante un recurso que está escaseando, la economía más poderosa del mundo exige cada vez más petróleo. Esa economía es capaz de arrastrar a una crisis a todos los países del mundo.

Solidaridad
con países pobres

El precio del petróleo, por lo tanto, tiene estas razones estructurales que acabo de reseñar. Ahora, más allá de los motivos que explican el alto precio del petróleo, sabemos que existe una realidad: producto de esta situación los países más pobres van a ser aún más pobres. No sólo por el costo que les significa el acceso a la energía, sino por los problemas que esos países tienen también para el acceso a capital y tecnología. La brecha entre los países pobres y los más ricos sin duda se hará mucho más grande. Esto es una señal clara de la crisis del capitalismo a nivel mundial.
El gobierno de Venezuela, en atención a que el petróleo es un elemento de esta crisis mundial, ha dispuesto que un volumen importante de sus exportaciones vaya en condiciones preferenciales a los países más pobres de nuestro entorno. Estamos enviando 350 mil barriles diarios de petróleo, en condiciones especiales de financiamiento, al Caribe, a parte de Centroamérica y algunos países de Suramérica. Tenemos una responsabilidad moral con esos países hermanos en las circunstancias que está planteando un mercado globalizado en que actúan agentes que no podemos controlar. Por eso hemos estructurado estos programas de cooperación. El 40% de los volúmenes de petróleo que entregamos mediante estos convenios se financia a 25 años, en condiciones casi concesionarias; el 60 por ciento de la factura que queda como deuda, puede cancelarse con alimentos, bienes y servicios, medicinas, insumos para la construcción, etc. Se trata de un esquema de intercambio que ayuda a los más pequeños a liberarse un poco de la lógica capitalista internacional. Esto ha significado importantes programas con países como Cuba, los países del Caribe, Bolivia, Uruguay, Argentina, etc.

¿Gas venezolano
para Chile?

Vendemos a Argentina ocho millones de barriles de fuel oil que pagan con tractores, alimentos, trigo. A Cuba enviamos cien mil barriles diarios y nos pagan con médicos, medicamentos, salud, cooperación en el deporte, etc. A los países del Caribe enviamos petróleo en nuestros buques y nos pagan con sus productos. Hemos tratado de ayudar para que los países recuperen su capacidad de operar con empresas nacionales para no enriquecer más a las transnacionales. Los 25 mil barriles que entregamos a Nicaragua, por ejemplo, van a la empresa petrolera nacional. Tienen así la posibilidad de estructurar programas para que a la población la energía no llegue a costos muy elevados, y puedan asimismo subsidiar los alimentos y el transporte público. En Caracas tuvimos, en el marco de la Unasur, una reunión muy importante a la que vinieron todos los ministros de Energía de Suramérica. Verificamos que, dada la situación mundial del mercado petrolero, el recurso energético en nuestra región está garantizado por Venezuela y Bolivia. No es casual que ambos países seamos objetos de la agresión del Imperio.
Chile tiene serios problemas con el abastecimiento de gas y el manejo energético se ha hecho costoso y complejo. Chile ha salido a licitar unas plantas para importar gas desde los países del Extremo Oriente. Nosotros estamos disponiendo el envío de gas para Suramérica y hemos firmado convenios con Uruguay y Argentina para la instalación de plantas de regasificación. Podríamos hacer una operación con gas venezolano pasando por Argentina hacia Chile.

Enormes reservas venezolanas

En el marco de esta gran crisis energética, Venezuela tiene las reservas más importantes de hidrocarburos de Suramérica en la Faja Petrolífera del Orinoco. Son suficientes para garantizar el abastecimiento energético de la región. El presidente de Venezuela ha dicho que la gran confrontación con EE.UU. en términos energéticos, consiste en cómo vamos a administrar las enormes reservas de la Faja del Orinoco. Hemos decidido involucrar a varias empresas nacionales en esta tarea. Participan con nosotros empresas de Uruguay, Argentina, Ecuador, Cuba, Vietnam, Malasia, etc. La idea es convertir el tema energético en la columna vertebral de la integración y complementariedad de nuestras economías. Que los países de Suramérica sepan que sus requerimientos energéticos básicos, en el marco de un consumo racional, estarán garantizados por los yacimientos de Venezuela.
Venezuela tenía hasta hace pocos años una función de satélite de la economía norteamericana. Nuestro papel en los últimos 70 años fue suministrar petróleo abundante y barato a la economía norteamericana. Ahora hemos decidido que esto no puede continuar. Seguiremos vendiendo el petróleo que tenemos que vender a EE.UU. Pero priorizaremos a Suramérica, Centroamérica y el Caribe. Vamos a proporcionar los insumos energéticos para apuntalar y sostener el desarrollo económico de nuestros países”.

 

(Publicado en “Punto Final” Nº 663, 30 de mayo, 2008)