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Edición 550
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En la hora de las “autocríticas”
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Matthei
La frágil memoria
de Matthei
Guerrilla en Neltume
Los que retornaron
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Obreros y militares
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Hacia el congreso de la Alternativa Social
DE LA PROTESTA A LA ROPUESTA
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“Todas las mujeres hemos sido discriminadas”
Poesía gitana
Quizá sea el pueblo gitano la minoría étnica más segregada y mitificada durante el desarrollo de la civilización
Almuerzo de solidaridad 
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A “PUNTO FINAL”

 

La frágil memoria de Matthei

Las revelaciones del general Fernando Matthei, ex comandante en jefe de la Fach e integrante de la Junta de Gobierno desde 1978 hasta el final de la dictadura, provocaron impacto. Confirmó -con la fuerza de un protagonista- que Pinochet intentó desconocer los resultados del plebiscito del 5 de octubre de 1988. Agregó algo nuevo: Pinochet había organizado un golpe de Estado para seguir al mando del país.

atthei señala que Pinochet había organizado la ocupación militar de Santiago.

Mientras se retenían los resultados que daban el triunfo al NO, se militarizaría la ciudad, se bloquearían las embajadas para impedir que en ellas se refugiaran “los comunistas” y se impondría cadena obligatoria de radio y televisión.
M Después vendrían otras medidas, porque los miembros de la Junta de Gobierno le cederían sus facultades a Pinochet para que gobernara en un régimen de excepción. Todo eso fue rechazado, según Matthei, con su oposición decidida, apoyado por el almirante Merino. Stange fue más tibio. También la Junta rechazó el acta preparada por Pinochet por la cual le transferían sus atribuciones: Matthei afirma que él rompió el documento.
Ya se sabían cosas importantes. Hubo 25 mil hombres dispuestos a ocupar Santiago bajo el mando del general Jorge Zinhcke. Pinochet dispuso personalmente de una reserva de 600 soldados de tropas selectas, mandados por el general Jorge Ballerino, su brazo derecho en materias políticas. La escuela de paracaidistas y boinas negras, al mando del brigadier Jorge Zara, esperaba en la Escuela Militar. Cuando se retiró la Junta después de haber conversado con Pinochet, se presentó el general Santiago Sinclair. Cuadrándose ante Pinochet le dijo: “Mi general, su ejército está listo para lo que usted disponga”.
Ahora se completa más el cuadro, pero faltan las cosas decisivas. Entre ellas la participación de la embajada de Estados Unidos, dirigida por el embajador Harry Barnes, que daba las últimas puntadas al acuerdo que aseguraría la transición, sacando del medio a Pinochet y garantizando la continuidad del modelo y la democracia más o menos tutelada, para evitar sorpresas. Dos o tres días antes del plebiscito, una insólita declaración del gobierno de Washington anunció una reacción negativa de Estados Unidos si se alteraban o desconocían los resultados del plebiscito. En esas mismas horas, Alemania Federal hizo una declaración semejante. En los momentos que la Junta se reunía con Pinochet, Sergio Onofre Jarpa reconoció en televisión el triunfo del NO. Días antes, Matthei se había reunido secretamente con Aylwin. En fin, había toda clase de trajines encaminados a concordar una salida porque era evidente que la dictadura no daba para más.
Por eso mismo -por la presión norteamericana y los consensos de los poderes fácticos- no es raro que Pinochet no haya podido llevar adelante sus planes. No por falta de ganas, ni tampoco por la supuesta valentía de sus opositores en la Junta. Pinochet sabía muy bien que Merino, Matthei y Stange podrían refunfuñar pero terminarían plegándose a su voluntad. Los conocía a fondo. Y contaba además, con el poder del ejército.
Los recuerdos de Matthei son, sin duda, memorias embellecidas. Pretende aparecer como militar democrático; en el fondo, un enemigo de la dictadura y un disidente valeroso frente a los ímpetus tiránicos de Pinochet. Ninguna de esas cualidades es verdadera. ¿Puede hacer gala de sentimientos democráticos alguien que estuvo doce años en la Junta de Gobierno de una dictadura brutal? ¿Puede envanecerse del valor de su disidencia, un general que invariablemente se sometió a la voluntad del dictador y que fue, en los hechos, cómplice de las atrocidades de la CNI y de la imposición de un modelo que significó sufrimientos y penurias para millones de personas?
Blanquearse a estas alturas es otro renuncio de los muchos a que nos acostumbró Matthei
PF

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