Cecilia Pérez
“Todas las mujeres hemos
sido discriminadas”
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Se ve que Cecilia
Pérez se siente a gusto en el Servicio Nacional de
la Mujer (Sernam), después de su paso por el Ministerio
de Planificación (Mideplan) y de años de trabajo
en la Fundación Nacional para la Superación
de la Pobreza. Por esto último, dice que de una ONG
pasó a ser ministra y que “sus temas”
siempre han sido los problemas sociales, la pobreza, las
políticas públicas y los cambios culturales,
como los que se requieren para avanzar hacia una igualdad
de género y al pleno respeto de los derechos de las
mujeres.
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CECILIA
Pérez, ministra del Servicio Nacional de la Mujeres,
conversa con Patricia Bravo, redactora de PF. |
Considera un privilegio participar en procesos de reforma legal
como los involucrados en los proyectos de ley sobre matrimonio
civil -que contempla el divorcio vincular-, creación de
tribunales de familia, modificación a la Ley de Violencia
Intrafamiliar, cambios a la Ley de Filiación y otros.
Estos procesos la llevaron a entregar en la Cámara de Diputados
una sistematización de los estudios realizados por el Sernam
sobre discriminación de las mujeres. Algunos datos: según
el censo de 2002, la participación femenina en el mercado
laboral es de 35,57%, menor que el promedio latinoamericano (45%),
y ellas reciben una remuneración que representa el 68,9%
de la que obtienen los hombres en igual trabajo. Además,
en las isapres las mujeres en edad fértil siguen pagando
hasta tres veces más que los hombres por el mismo plan
de salud. El 72% de las atenciones relacionados con el parto y
ginecología se imparten en Fonasa, donde sólo en
el 30% de los alumbramientos se emplea algún tipo de analgesia.
En política, hay más votantes mujeres que hombres,
pero ocupan sólo el 15% de los cargos de gobierno y el
mismo 15% en las directivas sindicales. Y así...
Ministra, ¿se ha sentido discriminada por ser mujer en
el ejercicio de sus actividades dentro del gobierno?
(Lo piensa un poco)
“...No particularmente ahora... Creo que todas las mujeres,
alguna vez, hemos sido discriminadas, hayamos sido conscientes
o no de eso. Cuando una habla con otras mujeres sobre este tema,
nunca falta la que dice ‘yo jamás he sido discriminada
en mi vida’. La verdad es que la diversidad de ámbitos
en los cuales las desigualdades son más o menos evidentes
hace prácticamente imposible que las mujeres no hayamos
sido discriminadas en algún momento de nuestras vidas.
Y al decir discriminadas, digo subvaloradas, desplazadas, no consideradas
o excluidas por el solo hecho de ser mujer”.
Al respecto, dentro de los estudios que ustedes han sistematizado
se plantea ese problema. Pero al mismo tiempo se demuestra que
el trabajo femenino es más barato. Si es así, ¿con
qué argumentos justifica un empresario pagarle menos a
una mujer que a un hombre por el mismo trabajo?
“Los estudios sobre este tema dan cuenta que la brecha salarial
es real y que, en promedio, hay un tercio de diferencia entre
las remuneraciones de hombres y mujeres. Pero incluso puede haber
una diferencia mayor. Hasta ahora, la explicación que dan
los empleadores es meramente cultural. Nadie que haya hecho estudios
como los efectuados en nuestro país ha podido explicar
con cifras que la mujer reciba una remuneración menor que
la del hombre por un mismo trabajo. En promedio, contratar a una
mujer no implica más que el 2% del conjunto de remuneraciones
que se pagan en una empresa, porque los costos asociados a la
maternidad son absorbidos por la seguridad social (Estado), o
en forma conjunta por el Estado y la propia trabajadora. De modo
que concluimos que es un hecho cultural, que responde a una visión
de la mujer como sujeto alejado de los ámbitos económico,
político y público. La fijación de remuneraciones
no es un campo regulado legalmente, pero sí podemos enviar
señales culturales. O sea, demostrar que esa brecha se
tiene que cerrar, señalando por qué es importante
que la mujer se incorpore al mundo del trabajo remunerado. Esto
ya no es un asunto de mujeres, ni de género, ni una reivindicación
feminista. Hay datos objetivos para afirmar que tanto la incorporación
de la mujer al mundo del trabajo remunerado como la equidad salarial
son asuntos públicos, de país y competitividad.
En la más reciente evaluación mundial de competitividad
Chile ocupó el lugar 16 (el año pasado estuvimos
en el 15). Pero más importante que el número que
ocupamos es analizar cómo nos evaluaron. Una de las razones
por las cuales Chile todavía está en la medianía
de ese ranking es que, junto con evaluar factores como infraestructura
educacional, tecnología e investigación, se toman
en cuenta las desigualdades de género en el trabajo. Específicamente,
hay dos factores en los que resultamos mal evaluados: participación
femenina en el mercado laboral y brecha salarial. Entonces, ¡hace
mucho tiempo que esto dejó de ser un asunto corporativo
de mujeres!”
LAS INSUFICIENCIAS
Las mujeres de los sectores sociales más pobres son las
que menos participación tienen en el mundo del trabajo
remunerado. Uno de los factores es la falta de sala cunas y jardines
infantiles accesibles, donde puedan dejar a sus hijos. Se sabe
que los empresarios hacen trampas y contratan hasta un tope de
19 mujeres, porque con 20 están obligados a tener una sala
cuna. ¿Qué puede hacer el Estado al respecto?
“El Estado ha hecho varias cosas. Se modificó una
parte del Código del Trabajo, donde dice que las empresas
con veinte trabajadoras tendrán una sala cuna. Es cierto
que en las empresas chicas y medianas se cuidan de contratar mujeres,
pero esa modificación impidió que las empresas medianas
y grandes aplicaran ese criterio en sus unidades productivas.
Ahora, para estos efectos, deben juntar todas las unidades productivas
de la empresa. Eso resolvió un problema muy importante,
pero todavía nos queda avanzar en las empresas más
chicas, como también fomentar un concepto de cuidado infantil
más amplio. Estamos trabajando en el diseño de una
propuesta de política pública que apunte en ese
sentido, para permitir que una mayor cantidad de mujeres tenga
más y nuevas oportunidades de cuidado infantil. Como gobierno,
hemos ampliado los cupos de educación preescolar y en los
jardines infantiles se crearán 120 mil nuevos cupos -es
compromiso del presidente de la República al 2006-. Pero
no basta, sobre todo para algunos trabajos donde las mujeres cumplen
jornadas para las cuales las sala cunas que existen no sirven.
Hay que ir ampliando la respuesta del Estado a requerimientos
que hoy son más diversos, porque el mercado laboral está
cambiando”.
El Sernam ha planteado que la reforma de la salud termina con
muchas discriminaciones hacia la mujer. Sin embargo, la reforma
tiene insuficiencias. Por ejemplo, no incluyó en el Plan
Auge la atención a las víctimas de la violencia
sexual y doméstica, un grave problema que en la Región
Metropolitana afecta a dos de cada cuatro mujeres. ¿Es
éste un problema de salud, o no? ¿Debería
tener prioridad?
“Creo que la violencia intrafamiliar es un asunto de política
pública y, por lo tanto, involucra no sólo a salud.
Pero en este aspecto, lo que está incorporado en el Auge
y que estamos evaluando es el programa de depresión. Además,
en el norte del país se está realizando un programa
piloto entre el Ministerio de Salud, Sernam y el Ministerio Público
para la atención de víctimas de violencia. En todo
caso, el Auge da atención prioritaria a la depresión.
Y está comprobado que el 70% de los usuarios de ese programa
son mujeres”.
“LA VICTORIA” DA LA PAUTA
¿Qué opinión tiene de las “funas”
que se han hecho en algunas poblaciones contra violadores u hombres
que maltratan a sus parejas?
“Estuvimos con las muralistas de la población La
Victoria -queremos apoyar su trabajo-, donde hay un testimonio
de lo que quisiéramos ver expandido en la sociedad. Como
suele ocurrir, estos temas que afectan tan directamente la dignidad
de las mujeres se expresan en forma más abierta en los
espacios populares, que es donde más se vive la escasez
de recursos y la exclusión social. En la experiencia de
La Victoria hay, en primer lugar, conciencia. En segundo lugar,
una capacidad de movilización que, por cuestiones históricas,
está muy presente en el mundo de las mujeres pobladoras
y en organizaciones sociales de base. Un tercer factor es la existencia
de una increíble capacidad para vincular una causa social
y política como la violencia -porque quien golpea está
ejerciendo poder- con una expresión cultural. Las mujeres
de La Victoria empezaron rayando murallas. Las mismas murallas
que escondían la realidad de la violencia fueron las que
rompieron el silencio para darle a los vecinos el mensaje: ‘Aquí
-o cerca de aquí, porque ellas han sido bien estratégicas
en sus mensajes- vive alguien que le pega a su mujer’ (o
‘a sus hijos’). Lo que yo vi cuando se celebró
el Día por la No Violencia y el Desarme (24 de mayo) fue
la experiencia de los ‘cuerpos pintados’. Ellas pintaron
sus propios cuerpos para mostrar en ellos su rechazo a la violencia.
¿Cuál es el tema de fondo? Yo soy ministra del Sernam,
o sea, me cabe la responsabilidad política y pública
de tomar medidas para erradicar el problema de la violencia. Y
lo estamos haciendo. Pero en los espacios en que se desenvuelve
cada uno de nosotros, hombres y mujeres, tenemos un rol y responsabilidad.
Por eso, no me queda más que apoyar y destacar este tipo
de iniciativas. Es lo que hay que hacer. Y me encantaría
que lo que se ve en La Victoria también se vea en Vitacura
o Las Condes, porque la violencia intrafamiliar atraviesa cualquier
segmento social y económico”
PATRICIA BRAVO
Los derechos sexuales
Entre las leyes, ¿se está considerando el proyecto
de Ley Marco de Derechos Sexuales y Reproductivos, que se basa
en el derecho a decidir y a vivir con libertad y responsabilidad
la sexualidad? Esta iniciativa está hace más de
dos años en la Cámara de Diputados.
“El proyecto está en la Comisión de Salud
y entiendo que no se ha puesto en tabla. Pero creo que esa ley
se tendría que estar discutiendo en los próximos
tres años, o al menos avanzar en eso. Como es una ley marco,
tiene el sentido de entregar una cierta orientación, aun
cuando en materias específicas se han venido tomando medidas
y se han modificado cuestiones que están en el ámbito
administrativo, para lo cual no se necesita ley”.
¿Podría dar un ejemplo?
“Por ejemplo, la normativa sobre esterilización.
Eso no es materia de ley. El año 2000 fue modificada. Eso
significa que si una mujer que está siendo tratada o atendida
durante un embarazo desea la esterilización, y lo solicita
al servicio de salud donde se está atendiendo, eso basta
para que se haga efectiva. Ya no es necesario preguntarle al cónyuge
ni a los familiares, ni tener cierta edad o haber tenido determinado
número de hijos, como sucedía antes, para que una
mujer sea esterilizada. Eso se cambió a través de
una normativa que, debo decir, todavía es insuficientemente
aplicada, porque -de nuevo- hay un problema cultural. Eso incluye
a los funcionarios públicos, a los médicos y a quienes
intervienen en estos asuntos. Por lo tanto, hay que seguir trabajando
sobre creencias y prejuicios”.
¿Piensa que debería ser repuesto el aborto terapéutico?
“El gobierno no tiene iniciativa legal sobre esto, pero
estamos evaluando las iniciativas presentadas por los parlamentarios.
Hay tres o cuatro. Como Sernam, nos hemos pronunciado en desacuerdo
frente a algunas, como aquellas que aumentan la penalidad para
las mujeres y para quienes estén involucrados en abortos.
Estamos evaluando una moción de parlamentarios de casi
todos los partidos para reponer una disposición del Código
Sanitario que existía hasta 1989. Contemplaba la figura
‘aborto terapéutico por razones de salud’.
Es un debate que hay que rescatar, porque tanto en las políticas
públicas como en la legislación, si bien es cierto
los objetivos que una se propone son por el bien común,
también tiene que existir capacidad para ponerse en casos
específicos”.
¿Usted es militante de algún partido?
“No. Y tampoco soy independiente, creo que nadie lo es en
términos políticos. Me siento muy convocada -lo
he sentido desde 1988, cuando participaba activamente en la universidad-
por este concepto abierto de la Concertación. Pero mi participación
en el actual gobierno es más bien por compromiso y lealtad
con el presidente de la República. La invitación
que me hizo es política, desde luego, pero la formuló
sabiendo lo que yo estaba haciendo y de dónde venía.
O sea, de una institución como la Fundación Nacional
para la Superación de la Pobreza, que no sólo se
ha dedicado a estudiar sino también a trabajar en los temas
de pobreza y a proponer cambios en la política pública.
Me considero parte de la generación de mujeres jóvenes
profesionales, comprometida con la democracia y con la posibilidad
de construir, desde el Estado, políticas públicas
en un sentido plural, humanista y progresista. Por eso me parece
tan apropiado este espacio del Sernam. Lo que se hace aquí
es trabajar por políticas con la perspectiva de los derechos
humanos de las mujeres”
P.B.