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Los comunistas se suman a Bachelet
La decisión del comité central del Partido Comunista -integrado por ochenta personas- de apoyar a Michelle Bachelet en las elecciones primarias del 30 de junio, generó inmediatas y airadas reacciones en los dos extremos del espectro político: en la derecha que se identifica con el modelo de sociedad neoliberal expuesto crudamente por el presidente Sebastián Piñera en su cuenta pública a la nación presentada el 21 de mayo, y en los sectores de Izquierda que se consideran como la expresión más pura del antineoliberalismo. Ambas cuestionaron ácidamente la decisión de los dirigentes de la tienda fundada hace cien años por Luis Emilio Recabarren.
Tanto Andrés Allamand como Pablo Longueira, precandidatos de Renovación Nacional y la UDI, ex ministros de Piñera, acusaron al conglomerado de partidos que apoya a Bachelet de transitar hacia un “chavismo” que pondría en riesgo la estabilidad política del país y amenazaría con devolverlo a los “peores años de la Unidad Popular”, que depusieron los militares en el cruento golpe de Estado hace cuarenta años.
Por primera vez desde el inicio del retorno a la normalidad política con las elecciones presidenciales de 1989, los comunistas optaron por apoyar en la primera vuelta electoral a un candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia, que gobernó a Chile entre 1990 y 2010. Según el análisis de la dirigencia comunista, la Izquierda, como nunca antes desde la caída de la UP, tiene ahora la posibilidad de incidir en un gobierno de amplio respaldo político y popular, sustentado en las fuerzas partidarias y sociales que lo apoyan o terminarán incorporándose a la candidatura de la doctora Bachelet.
INGENIERIA POLITICA
La ex mandataria y ex secretaria de ONU Mujer cuenta con el apoyo de los partidos Socialista, PPD, Comunista, Izquierda Cristiana y el Movimiento de Acción Popular, del senador Alejandro Navarro. De ganar las primarias de la Concertación, según los acuerdos debiera sumar la adhesión del Partido Demócrata Cristiano y del Partido Radical Social Demócrata, además de los partidarios del precandidato independiente Andrés Velasco, ex ministro de Hacienda de la propia Bachelet. De acuerdo a los resultados de los comicios municipales de 2012, Bachelet contaría con el respaldo del 45% del electorado; y observando las últimas encuestas de apoyo ciudadano, estaría a escasa distancia de vencer en la primera vuelta el 17 de noviembre.
El apoyo del PC a Bachelet generó también decepción entre los partidarios de José Antonio Gómez, precandidato del PRSD, quien confiaba en que su plataforma programática atraería a los comunistas; y, sobre todo, entre los seguidores del independiente Marcel Claude, un economista que trabajó en el Banco Central y que hoy, convertido en furioso crítico del modelo económico y de la Concertación, cuenta con el apoyo del Partido Humanista y aspiraba a que el PC le entregara su adhesión. Los partidarios de Claude, fuertes en las redes sociales, inundaron los foros de la web con insultos a la dirigencia comunista, acusándola de haberse vendido por unos escaños en el Parlamento.
Los comunistas cuentan sólo con tres diputados y aspiran a aumentarlos a siete (en 1973 tenían nueve senadores y 25 diputados). Una de sus candidatas emblemáticas es la ex dirigente estudiantil Camila Vallejo, ex líder del movimiento que desde hace tres años exige educación pública gratuita y otras reformas económicas y sociales. Vallejo, a quien muchos consideran la heredera de la desaparecida líder comunista Gladys Marín, postulará en uno de los distritos más grandes del país -conformado por grupos medios aspiracionales-, que se ubica en la zona de La Florida, en el sur oriente de Santiago. Para ella, el PC solicitó un trato especial que garantice su opción.
¿Y EL PROGRAMA?
Otro de los principales anhelos comunistas es influir en los contenidos del programa de gobierno que está preparando el comando de Bachelet, que la mayoría de los observadores políticos vislumbran que será muy moderado. Un integrante del comité central del PC dijo a PF que si la ex mandataria llega a La Moneda, como los pronósticos lo indican, no sólo deberá llevar adelante su programa sino también conducir un movimiento de masas que está creciendo, y que aspira a la construcción de un nuevo modelo de desarrollo económico y social. La doctora Bachelet, según el dirigente comunista, debiera levantar con mucha fuerza un programa avanzado, que se ponga en el centro del debate electoral, que encarne los sueños y anhelos de la ciudadanía, y que recoja con una visión de futuro, los graves problemas que motivan el malestar y las movilizaciones de la gente.
El economista Manuel Riesco, ex militante del PC que se sigue definiendo como comunista de corazón, y que fue visto en algún momento como un posible candidato presidencial de la Izquierda, definió nítidamente en una columna escrita en su blog lo que considera debieran ser algunos de los principales contenidos programáticos que persigue la Izquierda: “Todo el mundo sabe lo que hay que hacer: corregir las grandes distorsiones legadas por el extremista modelo neoliberal de Pinochet, morigerado pero no modificado durante la transición. Hay que restablecer el rol del Estado en todos los ámbitos, en el nivel adecuado que ejerce en todos los países modernos. Eso significa, entre otras cosas, reconstruir los grandes sistemas públicos de educación, salud, previsión y transporte. La madre de todas las reformas, sin embargo, consiste en renacionalizar los recursos naturales, para recuperar la renta de los mismos y reorientar el modelo de desarrollo económico hacia la generación de valor agregado mediante el trabajo de chilenos y chilenas en todo tipo de industrias productivas de bienes y servicios y en primer lugar, las de insumos y refinación de la minería, reorientando además la inserción internacional del país hacia una América Latina crecientemente integrada y con pleno respeto del medioambiente”.
Y agregó: “Sin embargo, nada de eso es posible dentro del actual ordenamiento institucional, que otorga poder de veto a una elite segregada y hegemonizada por aquellos que se han apropiado de los recursos naturales que nos pertenecen a todos, y viven de su renta y no del trabajo productivo de la ciudadanía y determinan las políticas del Estado. Es por este motivo que el programa del próximo gobierno se reduce en esencia a un solo punto: cambiar la Constitución. Ello no es posible dentro del actual ordenamiento institucional, por lo cual debe ser forzado mediante la más amplia movilización social -que hoy día es posible y crece día a día -, pero conducida por una fuerza política decidida a hacer dicho cambio, que abre paso a todos los demás. Eso es lo único que hay que demandar a Bachelet: que en su segundo mandato, a diferencia del primero, no se dedique a administrar este modelo, sino que realice el cambio constitucional que abra paso a su modificación”.
LOS OTROS ACTORES
Ignacio Walker, presidente del PDC, declaró que la convocatoria para las primarias presidenciales de la Concertación el 30 de junio es amplia, y que su partido no pretende excluir a nadie. Pero que distinta es la eventualidad de un futuro gobierno con los comunistas. Ese tema, agregó, la directiva del partido espera resolverlo en una Junta Nacional que se realizará en julio, destacando que “para nosotros no es sólo relevante el tema programático, sino que también es fundamental la gobernabilidad democrática”.
Al mismo tiempo, Pablo Longueira, candidato de la UDI, afirmó haber recibido varios correos electrónicos de personas que participan en la campaña de Claudio Orrego, el abanderado de la Democracia Cristiana, que le comunicaban que si el ex alcalde de Peñalolén es derrotado en la primaria, se integrarían al comando del gremialismo. En la derecha confían en que un grupo pequeño de partidarios de la Falange no esté dispuesto a compartir con los comunistas una futura administración de Bachelet. Algunos, incluso, tampoco estarían disponibles para entregar cupos al PC para la postulación de sus candidatos a la Cámara de Diputados. No obstante estas aprensiones, pareciera ser que la mayoría del PDC se habituó a convivir con los comunistas en el Parlamento y en las lides eleccionarias.
Otro factor importante que tienen a la vista los dirigentes de la Concertación es la imperiosa necesidad de sumar fuerzas para ganar en noviembre y conseguir que la bancada de la derecha disminuya su presencia en el Congreso. En este sentido, cada vez toma mayor fuerza la idea de una “nueva mayoría”, consigna que ha repetido Bachelet y que sirvió a los comunistas como base para otorgarle su apoyo.
En el informe al reciente pleno del comité central del Partido Comunista que presentó la comisión política, se señaló textualmente: “Hemos tenido y mantenemos opiniones críticas respecto de los gobiernos de la Concertación, pero está claro que sin la concurrencia de los partidos de la Concertación, el PC, la IC y el MAS, es imposible derrotar a la derecha. Por otra parte, está claro que no estamos construyendo un nuevo gobierno de la Concertación, y que no formaremos parte de la Concertación. Existe un nuevo referente que se llama Nueva Mayoría, que nace a partir de una nueva situación política en el país. En este participamos y participaremos con nuestro compromiso, también con nuestra independencia”.
A esa Nueva Mayoría podrían sumarse, luego de las primarias de la Concertación, nuevos apoyos. En este sentido, tiende a crecer en el PS, PPD, PRSD, PC, e incluso en un sector mayoritario del PDC, la percepción de que no se puede pretender construir una nueva mayoría nacional prescindiendo de los demás actores políticos con los cuales se tengan algunos puntos de convergencia programática.
En cualquier escenario electoral, ni Michelle Bachelet, ni Marco Enríquez-Ominami, ni Marcel Claude, ni nadie, puede por su sola llegada a La Moneda abrir paso a un programa que permita cambios verdaderos al modelo económico, sin la mayoría parlamentaria que otorgue los quórums necesarios. Y en esa línea, la tarea principal es una nueva Constitución, el obstáculo fundamental para todas las reformas políticas, económicas y sociales serias. Cualquier otro camino será lo mismo de siempre: maquillaje, colorete y mucho rimel.
Manuel Salazar Salvo
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 782, 31 de mayo, 2013)
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