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TLC CON EE.UU.


El precio de la dependencia

Desde que Chile suscribió el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos los comentarios, dudas y temores por sus alcances y eventuales efectos, no se disipan.
Punto Final conversó con Marilú Trautmann, economista de la Alianza Chilena por un Comercio Justo y Responsable y miembro de la Red Internacional de Género y Comercio. Además es profesora de la Academia de Humanismo Cristiano y de la Universidad Bolivariana.

 

EVENTUALES CONSECUENCIAS

Para Marilú Trautmann, el TLC con Estados Unidos más que un acuerdo de libre comercio es un tratado de libre inversión, que legitima un proceso implementado a nivel mundial. De acuerdo a cifras de Naciones Unidas esto ha provocado una distribución de la riqueza tal que 216 personas acumulan el equivalente a lo que ganan 2.500 millones de personas (la mitad de la población mundial) durante un año.
En su opinión el acuerdo profundizará el modelo implantado por la dictadura militar: fuerte concentración del ingreso y explotación-exportación de recursos naturales con escasa elaboración. Sostiene que en la actualidad, más del 80% de las exportaciones chilenas está basado en el cobre, celulosa, fruta y productos del mar. “Esto, con el agravante que las normas del TLC dejan escaso margen de maniobra al aparato estatal, porque en muchos casos, la OMC, el FMI y las empresas transnacionales tienen mayor injerencia en el diseño de las políticas económicas que los gobiernos democráticamente elegidos”, asegura.
Otro aspecto preocupante es que las normas relativas a la protección de inversiones norteamericanas en Chile son más vinculantes que las normas relativas al libre comercio. Además, los negociadores chilenos se comprometieron a eliminar bandas de precios y/o subsidios al sector agrícola, mientras Estados Unidos seguirá aplicando salvaguardias a ese sector. “Esto es grave, sobre todo cuando el ministro de Hacienda ha declarado explícitamente que no habrá compensación para los sectores ‘perdedores’. Otro factor de riesgo es la eliminación de la tasa de encaje, que impedirá al gobierno controlar la entrada de capital especulativo”.

EFECTOS EN EL MUNDO LABORAL

Desde el gobierno se ha señalado que el TLC traerá múltiples beneficios al país, entre los cuales destaca aumento del empleo. Sin embargo, en el mundo laboral existen dudas porque la experiencia de los agricultores mexicanos y canadienses, tras el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, demuestra lo contrario.
Marilú Trautmann no comparte la hipótesis que indica que el TLC permitirá aumentar el nivel de empleo. “Las transnacionales no tienen como objetivo incrementar el empleo, sino acrecentar al máximo su tasa de ganancia. La experiencia indica que las empresas de grandes capitales tienden a desplazar las actividades más intensivas en mano de obra. Además, al instalarse invaden mercados cubiertos por pequeñas y medianas empresas, que tienden a desaparecer, generando la pérdida de miles de puestos de trabajo”.
Para ella, un ejemplo claro es el TLC Chile-Canadá. La inversión canadiense en minería, principalmente en cobre, se acrecentó notablemente. La producción creció en 300%, provocando la caída del precio y con ello la quiebra de la pequeña y mediana minería. “Los efectos han sido devastadores: la mano de obra del sector es menor en 69% respecto de 1990”, indica.

FLEXIBILIZACIÓN Y PRECARIZACIÓN LABORAL

Los últimos años han sido testigos que la inversión extranjera migra hacia países donde los gobiernos permiten mayores grados de flexibilización laboral y precarización del trabajo. Un ejemplo es el caso chileno, en que las transnacionales, a través de los procesos de privatización, han contado con carta blanca no sólo para subir tarifas, sino también para efectuar despidos masivos y aumentar la jornada laboral, sin pago de horas extraordinarias, entre otros abusos. La preocupación de amplios sectores sociales es que el TLC tenderá a profundizar las condiciones de deterioro implantadas en el modelo actual.
Al respecto, la economista sostiene que el acuerdo profundizará la situación de desmedro laboral. “De hecho, el gobierno ha propuesto el modelo del TLC Chile-Canadá, que no contempla sanciones comerciales para el incumplimiento de la normativa laboral y ambiental, ateniéndose a la situación de cada país”, asegura. Mientras no existan regulaciones en la relación capital-trabajo, un piso para la contratación de la mano de obra, los países del Tercer Mundo seguirán compitiendo entre sí para “atraer” capital externo, a través de una creciente flexibilización y desregulación laboral.

FUTURO DE LAS MIPYME

La historia de las micro, pequeñas y medianas empresas, que generan el 87% del empleo del país, se ha debatido entre la vida y la muerte, durante los últimos años. El arancel a las importaciones ha bajado, entre 1998 y 2003, de 11% a 6%, lo que provocará nuevos dolores de cabeza a ese sector productivo. En este contexto, ¿qué consecuencias tendrá el TLC con EE.UU. para la pequeña industria nacional y cómo afectará a la mayoría de los chilenos?
Marilú Trautmann es clara al manifestar que el proceso de concentración del capital tiene su expresión en una distribución regresiva del ingreso, en conductas monopólicas y en una escasa incidencia en la creación de empleo. Agrega que la apertura indiscriminada, ha significado el crecimiento de las grandes empresas, que no crean nuevos empleos a diferencia de las Mipyme.
En la actualidad, según ejemplifica, el 98% de las exportaciones las realiza la gran empresa, en circunstancias que el 99% de las empresas que operan en el país son Mipyme y dan empleo al 85% de la población activa. Este sector productivo es vital para el desarrollo del país, pero tiene serios problemas para expandirse. “El año 2000, del total de la deuda vencida, sólo un 5.7% correspondió a la gran empresa; un 12.2% a la mediana y el resto del endeudamiento lo concentraron las micro y pequeñas empresas”, indica.
Finalmente, Trautmann aclara que es posible que la supuesta rebaja arancelaria en Estados Unidos ocasione el surgimiento de unos pocos pequeños empresarios, como aquel manisero que se fue a Estados Unidos, pero ello constituye una excepción, no la regla. “En Estados Unidos, a inicios de 1990, megafábricas y megaminoristas, cuyas inversiones serán garantizadas en Chile vía el TLC, ocasionaron la quiebra de 17 mil pequeños comerciantes. Y si en algún momento se señaló que las Pyme podrían abastecer al Estado, ello será muy difícil, porque las compras públicas también serán sometidas a negociación y a competencia internacional”, sostiene

MANUEL HOLZAPFEL G.

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El TLC y las mujeres

Para Marilú Trautmann el tema de género puede analizarse desde tres ópticas: a partir de los valores que se imponen con el TLC, que eleva a un máximo la competencia entre desiguales. “Al acentuarse aspectos productivos y características como la competencia y la agresividad, se desvaloriza la forma de trabajo para el cual hemos sido socializadas las mujeres y parte de los hombres. En ese marco, el ejercicio de la solidaridad y nuestro desarrollo en el ámbito afectivo, no tienen cabida”, señala.
Un segundo aspecto es dilucidar hasta dónde el TLC permitirá que la sociedad, en su conjunto, asuma el trabajo reproductivo asignado tradicionalmente a las mujeres. La mercantilización de los servicios básicos, especialmente salud, educación y agua, en un contexto de ausencia del Estado, significará una recarga de trabajo para la mujer. Asimismo, la disminución de los gastos estatales en salud, se traducirá en menor tiempo de hospitalización de los enfermos, que en su mayoría deberán ser atendidos por una mujer.
También enfatiza que la mercantilización del agua implicará una carga enorme para las mujeres de culturas agrarias, especialmente en el norte de Chile. “Su trabajo en el tema de la reproducción social, de su rol como transmisora de tradiciones, se verá también sometido a la mercantilización y al peligro que sus conocimientos sean patentados por otros”, indica.
Un tercer punto, señala, se refiere a la accesibilidad que tendrán las mujeres a fuentes de trabajo digno. “Lo más probable, es que las dificultades en ese ámbito, se vean acentuadas con las normas relativas a la liberalización de los servicios, principal fuente de trabajo para las mujeres”.
Sostiene que los últimos 20 años de políticas de liberalización comercial en Chile demuestran que, si bien la mujer ha incrementado su participación en el trabajo remunerado, existe un alto grado de segregación. El 45% de las chilenas que trabajan en forma remunerada, lo hacen en el “sector servicios comunales, sociales y personales” y, dentro de éstos la mitad trabaja como “nanas”. Las mujeres, a igual trabajo, ganan menos que los hombres y la brecha se incrementa a medida que aumenta el nivel educacional. “En los quintiles más pobres, más de la mitad de las mujeres que trabajan remuneradamente, no cuentan con sistema previsional ni contrato de trabajo”