Chile y Venezuela
La lucha común
contra el fascismo
Publicamos un documento político que profundiza el análisis
de la experiencia histórica de dos pueblos hermanos en
su lucha por la justicia social y los valores democráticos.
Se trata del discurso que el vicepresidente de la República
Bolivariana de Venezuela, José Vicente Rangel, pronunció
en el homenaje que el gobierno y el pueblo de ese país
rindieron a Salvador Allende. El acto en memoria del mandatario
chileno se efectuó el 13 de septiembre en la plaza que
lleva su nombre, frente al campus de la Universidad Central de
Venezuela, en Caracas, donde se levanta una estatua del presidente
chileno.
Chile es algo más que el 11 de septiembre. Yo vengo en
la mañana de hoy a hacer con ustedes algunas reflexiones
que están marcadas por recuerdos y afectos, los cuales
no puedo dejar de considerar.
Es una vieja e histórica relación la que existe
entre Chile y Venezuela, tejida por solidaridades inequívocas.
La sangre chilena y la sangre venezolana se han mezclado en distintos
momentos. La presencia de Bello en Chile y la presencia de unos
singulares educadores chilenos en Venezuela, en el pasado; la
cultura común, las solidaridades forjadas a través
del tiempo; la manera como se gestó una relación
en los recíprocos exilios, confiere características
particulares. Cuando hubo dictadura en Venezuela, muchos de nosotros
fuimos acogidos por Chile, y luego operó la reciprocidad
cuando hubo una dictadura en Chile y miles de chilenos vinieron
a Venezuela. Es decir, que a pesar de la distancia geográfica
existe un hilo conductor entre Chile y Venezuela.
Por vía de la anécdota debo decir -perdónenme
que invoque lo personal en estas circunstancias- que siendo muy
joven, estudiante universitario, detenido por la dictadura de
Pérez Jiménez, se me ofreció la posibilidad
de salir de la cárcel hacia el exilio. Estando frente al
jefe policial de la entonces Seguridad Nacional, éste me
preguntó que hacia dónde quería ir. Le dije
que a Chile y él, extrañado, me preguntó:
‘¿Por qué Chile?’. Yo le respondí:
‘Por Neruda’. El me dijo, ‘¿quién
es ese carajo? Debe ser un comunista’. Y efectivamente era
un poeta y un comunista. Eso me llevó a mí a Chile.
Fui a Chile de la mano de Neruda, y allí encontré
la libertad, el amor y el vino.
Por tanto, no sólo se trata -les ruego que me entiendan-
de conmemorar un hecho histórico, circunscrito a lo ocurrido
el oprobioso 11 de septiembre. Se trata de reivindicar una relación
en el tiempo que tiene que ver con la integración latinoamericana
-invocada en este acto por Freddy Bernal (alcalde de Caracas.
N. de PF)-; que tiene que ver con la cultura; que tiene que ver
con la unidad de los pueblos latinoamericanos.
Reflexiones sobre el 11 de septiembre. En primer lugar, el proceso.
En segundo lugar, la figura de Allende.
Sobre el proceso, punto uno: la vía pacífica para
realizar los cambios sociales, para adelantar los procesos revolucionarios.
Pregunta: ¿Tiene o no validez la vía pacífica?
Seguramente, después de lo ocurrido en Chile, se cerraron
para muchos esas posibilidades. Pero habría que reflexionar
acerca de lo siguiente: estoy convencido que lo que fracasa en
Chile no es la voluntad de un gobierno de llevar adelante cambios
revolucionarios en paz y democracia. Lo que fracasa en Chile es
la actitud de sectores de oposición para aceptar pacífica
y democráticamente esos cambios. Allí está
el punto a discutir. No echemos un manto de pesimismo sobre la
vía democrática y pacífica. Reivindiquemos,
por el contrario, las inmensas posibilidades para adelantar procesos
de cambio en el marco de la paz y de la democracia y fijemos claramente
las responsabilidades en el fracaso.
Son ellos, los adversarios históricos de los cambios, los
que atropellan las reglas de juego y ponen la violencia. Y es
eso lo que nos obliga a pensar que, sin abjurar de la posibilidad
de adelantar procesos pacíficos y democráticos de
cambio, hay que estar al mismo tiempo alertas, porque el adversario
no respeta las reglas de juego. Y eso es válido para Chile
y válido también para Venezuela o cualquier otro
país.
No son los gobiernos que impulsan las transformaciones sociales
los que ponen la violencia, son los adversarios de los procesos
de cambio los que la ponen. Por tanto, hay que dar respuesta oportuna
a esa violencia con los recursos de la democracia, que no son
otros que los recursos del pueblo movilizado y las instituciones,
entre otras, la Fuerza Armada Nacional.
Punto dos: el ‘formato Chile’. Este es producto de
los laboratorios de los gobiernos de Estados Unidos. Hay que decirlo
con toda claridad. Ese formato fue concebido en detalle, en las
retortas de la ultraderecha norteamericana. Fue producto de una
elaboración entre el entonces presidente Nixon, su secretario
de Estado, Kissinger, y la CIA, que lo concibieron para aplicárselo
a Allende, pero no sólo contra Allende, sino contra cualquier
democracia que intentase en la región adelantar cambios
de las estructuras económicas y sociales a través
de la vía pacífica.
EL FORMATO CHILE
DE LA CONSPIRACION
¿En qué consiste el formato Chile?
Primero, en movilizar a la gran burguesía y sectores de
la clase media. Esa burguesía trasnacional, improductiva;
esa burguesía parasitaria, hija del sistemático
y agresivo saqueo de la región. A esa burguesía,
a esos sectores de la clase media, irracional y apátrida,
había que movilizarla. ¿Cómo se podría
hacer? A través de los medios de comunicación. Es
decir, segundo elemento de la estrategia para acosar y acabar
con una democracia con aliento social en la región, según
el esquema ideado por los Estados Unidos: movilización
de la gran burguesía y de algunos sectores de la clase
media con el control y empleo a fondo de los medios de comunicación.
Medios que en realidad no son expresión auténtica
de la libertad de expresión, sino de los intereses particulares
de sus dueños. Pero hay que hacer la distinción.
Ya que no se trata del ejercicio de la noble profesión
de periodista, cuyos representantes en este acto hay que respetar
porque ellos son trabajadores, explotados incluso, sino de los
propietarios. Algo muy diferente. Es decir, los dueños
de las empresas que se apropian de la comunicación, que
confiscan la comunicación, que hacen de la comunicación
un negocio para difundir mentiras, para impulsar la movilización
golpista de la gran burguesía, para socavar las bases del
Estado de derecho y de la democracia. Por tanto, segundo componente
del esquema antidemocrático, aplicado en el caso de la
experiencia chilena: los medios de comunicación comprometidos
con la reacción.
El tercer punto es el mensaje ideológico. Que no es otra
cosa, en ese esquema desestabilizador, que la promoción
del anticomunismo. El gran argumento es el comunismo, es decir,
el fantasma usado contra los gobiernos democráticos que,
a pesar que no le confiscan los bienes a nadie, que no intervienen
las cuentas bancarias de nadie, que no se apropian de las tierras
de nadie, existe la presunción que lo harán tarde
o temprano. Trabajan con la presunción que se instaurará,
fatalmente, un gobierno comunista. Fue ese el gran argumento ‘ideológico’
utilizado en Chile y sabemos que también es utilizado en
Venezuela.
¿Cuáles son los objetivos?
Quebrar la economía, destruir el aparato productivo, y
eso lo lograron en mil días en Chile, hasta alcanzar el
nivel máximo de desabastecimiento y de caos del país.
¿Cuál fue el otro objetivo? La Fuerza Armada Nacional.
En Chile se proyectó sobre la Fuerza Armada un mensaje
sistemático de subversión, que comenzó con
el asesinato, antes de que Allende tomara posesión de la
presidencia de la República, del comandante en jefe del
ejército, general René Schneider.
Schneider, un oficial institucionalista, defensor de la doctrina
de una Fuerza Armada al servicio de la Constitución, fue
asesinado en las calles de Santiago por hombres contratados por
la CIA, de acuerdo a los papeles que han sido desclasificados
en Estados Unidos. Una vez logrado ese objetivo, de descabezar
el alto mando del ejército chileno e iniciar una feroz
ofensiva, de todo tipo, desde enviarle ropa íntima de damas
a los oficiales, lanzarles granos de maíz y cartas con
plumas de gallina, para de esta manera hacer ver que eran unos
cobardes al servicio del gobierno constitucional, es decir, una
presión de carácter psicológico, una campaña
feroz contra la oficialidad que, finalmente, produjo los efectos
por todos conocidos.
PARALELISMO INEVITABLE
Tercer punto: una vez que se aplica el formato en Chile, con
las consecuencias que todos conocemos, empieza su exportación
para impulsar la contrarrevolución en cualquier país
de la región, donde se pretendan cambios sociales y económicos
en democracia y respetando el Estado de derecho.
Es por eso inevitable establecer el paralelismo entre lo ocurrido
en Chile el 11 de septiembre y lo ocurrido en Venezuela el 11
de abril y el 2 de diciembre del año pasado. Es inevitable
el paralelismo porque se trata no de una casualidad, sino de un
acto deliberado. De importación acrítica de un proceso
que se dio 30 años atrás en Chile y que se pretende
reproducir en Venezuela.
El discurso es el mismo, exactamente igual: el discurso anticomunista.
Todo cuanto hace el gobierno del presidente Chávez es comunismo.
Absolutamente todo. La gran burguesía y algunos sectores
de la clase media -en particular sectores radicalizados del Este
de la ciudad-, son movilizados violentamente. Los medios de comunicación,
convertidos en factores de poder, alientan una política
destinada a descalificar totalmente las instituciones y las políticas
del Estado; y por detrás, como siempre, la política
norteamericana. Bien sea a través de una embajadora que
ahora está en Brasil o del inefable señor Shapiro.
¿Objeto del plan? Provocar el desquiciamiento de la economía,
destruir el aparato productivo, generar desabastecimiento generalizado
en el país. El otro objetivo: incidir sobre la Fuerza Armada
Nacional, generar reacciones internas en la institución
para producir un golpe de Estado.
Todo estaba muy bien en el papel. Perfectamente diseñado,
calculada milimétricamente su aplicación. Pero,
¿qué ocurrió en Venezuela? Sin duda que nuestros
enemigos cometieron, afortunadamente, un pequeño error.
Primero, importar -repito-, acríticamente, el formato chileno.
Pensaron que lo que ocurrió en Chile se podía repetir
exactamente en Venezuela. No se dieron cuenta que la economía
venezolana es totalmente distinta a la economía chilena.
Allí estuvo un error importante, porque mientras en Chile
el Estado es pobre y la gran burguesía es rica -y es la
que produce las divisas-, en Venezuela el Estado es rico y no
esos empresarios de mala muerte, irresponsables y sinvergüenzas
que tenemos. Ellos no tienen capacidad productiva y su poder real
es un mito como se evidenciaría en los distintos episodios
que vivió el país durante el año 2002.
¿Desabastecimiento? Claro que lo intentaron y lo hubo.
Empezaron a escasear los productos alimenticios en los mercados,
a raíz del paro ‘cívico’ del 2 de diciembre
del año pasado. Y también empezó a escasear
la gasolina, algo insólito en un país productor
de gasolina. ¿Pero qué ocurrió entonces?
Como éste no es el Estado chileno y tenemos las divisas,
resulta que importamos los alimentos e importamos la gasolina.
Ningún país de la región tiene la capacidad
del Estado venezolano para pagar 600 millones de dólares
importando alimentos y 700 millones de dólares importando
gasolina. Fue esa la respuesta del Estado venezolano. Respuesta
que nos permitió, además, recuperar Petróleos
de Venezuela y rescatarla definitivamente para los venezolanos.
Ellos pretendieron liquidar el gobierno del presidente Chávez
aplicando el formato chileno y no se dieron cuenta -pequeño
error sin duda-, que nuestra economía es completamente
distinta a la economía chilena y que el Estado venezolano
es completamente distinto al Estado chileno.
LA FUERZA ARMADA
Y EL PUEBLO
Otro error de la oposición: pensaron que como les había
funcionado el esquema con la Fuerza Armada chilena iba a suceder
lo mismo con la Fuerza Armada venezolana. Pero no se percataron,
primero, que la composición humana y social de ambas fuerzas
es diferente. La Fuerza Armada venezolana no es fuerza de élite
ni de privilegiados; es una Fuerza Armada que se nutre del pueblo,
que proviene de la entraña del pueblo venezolano.
La Fuerza Armada venezolana ya no está influida por la
Doctrina de Seguridad Nacional, en tanto que la Fuerza Armada
chilena conserva intacta -aun cuando ahora comienza a haber algunos
cambios- la vieja doctrina que basa su acción en la lucha
contra un enemigo interior, caracterizado ideológicamente,
al que hay que eliminar sin contemplación. Por eso la masacre.
La Fuerza Armada venezolana ha logrado, en los últimos
tiempos, definir una doctrina de seguridad propia, vinculada a
la realidad nacional, una doctrina de seguridad democrática,
de fuerza de cambio al servicio de la transformación social
del país.
Por eso también se equivocaron con la Fuerza Armada, y
aun cuando hubo algunos generales traidores, esos generales luego
fueron apresados por sus subalternos, porque éstos no se
plegaron al golpe.
El factor pueblo. Sobre el pueblo debo decir lo siguiente: tengo
el mayor respeto por el pueblo chileno; es un pueblo noble, de
coraje, como lo demostró a lo largo de la resistencia de
17 años escribiendo páginas heroicas. Pero definitivamente
el pueblo, por sí solo, no funciona. Me explico: ‘El
pueblo unido, jamás será vencido’ es una hermosa
consigna, pero en Chile se demostró que no era suficiente.
En Venezuela, en cambio, sí funcionó la consigna
‘Pueblo y soldado unidos, jamás serán vencidos’.
Un pueblo por sí solo no puede enfrentar los tanques ni
los aviones. Pero si el pueblo está unido a los soldados,
a la Fuerza Armada, puede perfectamente derrotar al fascismo,
a la contrarrevolución, tal y como ocurrió el 13
de abril en este país. En Chile hubo 11 de septiembre y
no pudo haber 13 de septiembre (fecha en que el presidente Chávez
es repuesto en su cargo. N. de PF), porque el pueblo y la Fuerza
Armada no estuvieron unidos. Si hubiesen estado unidos no ocurre
la tragedia.
LA FIGURA
DE ALLENDE
La figura de Allende se mueve entre el mito y la realidad, es
decir, entre lo cotidiano y la historia. ¿Por qué
lo digo? A mí siempre me ha preocupado -y cada vez que
vengo acá a rendir homenaje al compañero presidente
lo digo-, que el mito avasalle la realidad, que la leyenda de
La Moneda se imponga al Allende cotidiano. Como quiera que yo
creo fundamentalmente en el ser humano trabajando diariamente,
construyendo un proceso revolucionario, muchas veces anónimo
y silencioso, me inquieta el deslumbramiento que produce el sacrificio.
He reflexionado mucho acerca de este aspecto, porque aun reconociendo
el valor histórico del gesto de Allende -del cual hablaré
más adelante-, creo que el Allende cotidiano, el líder
socialista que trabajó intensamente en el seno del pueblo,
que organizó a los trabajadores por décadas, que
recorrió ese largo país durante años, que
fundó sindicatos, que se reunía con los trabajadores
de día y de noche para discutir los problemas sociales
y económicos; ese Allende cotidiano, el Allende de las
cuatro campañas electorales, el Allende senador socialista,
que construyó un vasto movimiento de masas, no puede ser
opacado por el Allende del 11 de septiembre. En ese Allende tenemos
que mirarnos todos.
A todos nos impacta el discurso de Allende momentos antes de morir.
A todos nos impacta escuchar, como él mismo lo dijo, el
metal tranquilo de su voz. Cómo un hombre afronta esa difícil
circunstancia, de saber que está próximo a morir,
con aquella extraordinaria serenidad. Cómo a las puertas
de la muerte no pierde el equilibrio. Cómo es capaz de
decir la palabra justa. Cómo es capaz de decirle al pueblo
de Chile que no debe inmolarse como él, porque lo que nunca
puede hacer un dirigente es pedirle al pueblo que se sacrifique.
El dirigente, si es necesario, debe hacerlo, pero no el pueblo.
Y de ese discurso se desprende justamente esa enseñanza,
la de decirle a la gente: ‘Te estoy representando en este
instante decisivo, crucial, pero tú debes seguir adelante,
serenamente, organizadamente’.
Es en ese momento cuando Allende entra definitivamente en la historia.
Es el momento en que se ‘abren las grandes alamedas’
para él. Es en el momento en que él entrega, como
dice el verso de Neruda sobre Bolívar, ‘su pequeño
cadáver de capitán valiente’. Es cuando él
deslegitima por completo a los usurpadores; les lanza su cadáver
y los destruye moralmente para siempre. Ellos vencieron con la
fuerza militar, pero en ese instante supremo Allende los derrotó.
Su cadáver los aplastó.
En ese instante supremo adquiere importancia irrefutable el sacrificio,
es decir, es cuando el mito rebasa la realidad. Por eso, 30 años
después, mientras Allende entra por la puerta grande a
la historia, los que lo derrotaron el 11 de septiembre fueron
a dar al basurero de la historia. Por eso es que Allende se proyecta
con grandeza sobre la región, sobre el mundo. Difícilmente
hay una ciudad en el mundo que no tenga una plaza Allende, una
avenida Allende, una biblioteca Allende, un parque Allende y siempre
hay un poeta o un artista que le dedique algo de su creación.
¿QUÉ QUEDA DEL
11 DE SEPTIEMBRE?
Queda la concepción de democracia social que auspiciaba
Allende; queda la figura heroica del presidente; queda su glorioso
y racional sacrificio; queda el pueblo luchando que no perdió
la fe. ¿Qué queda de los militares traidores y de
los sectores sociales que los impulsaron? Queda el oprobio y la
vergüenza. Queda un Pinochet lloroso, acobardado, hundido
en el hueco del desprecio, es decir, la antihistoria, la contrafigura
deplorable frente a este gigante de la historia.
¿Qué otras lecciones? Una, el pueblo debe organizarse,
trabajar y luchar, estar alerta y vigilante. Dos, una lección
para militares. Quiero enfatizar este aspecto, porque resulta
que en último término son los militares los que
pagan las consecuencias. No quiero ni pretendo exculpar a los
militares de sus actos. Pero sí debo decir que cuando avanza
el tiempo y se da la reacción de los pueblos y empieza
a funcionar la justicia, los que aparecen sentados en el banquillo
son los militares.
En Chile hay 24 generales, 80 coroneles y centenares de oficiales
sometidos a procesos. En Argentina hay miles de oficiales sometidos
a procesos. Procesos justos, porque torturaron, asesinaron y desaparecieron
personas. Pero no podemos reducir la responsabilidad en la inmensa
tragedia chilena exclusivamente a los militares, porque ellos
fueron la mano que actuó, la mano ejecutora, dirigida y
orientada por otros factores. Y mientras los militares están
en el banquillo, sometidos a procesos, ¿dónde están
los dueños de los medios de comunicación, dónde
están los empresarios?
Porque mientras en Chile hay decenas de oficiales sometidos a
procesos, Agustín Edwards, el dueño de El Mercurio,
que fue el gran instigador del golpe y de la masacre, goza de
buena salud. Y el equivalente a Fedecámaras (la organización
gremial del empresariado venezolano. N. de PF) en Chile, prácticamente
está mandando. Y los políticos de la Democracia
Cristiana que impulsaron el golpe -no quiero introducir elementos
de división sino que hago un juicio histórico, porque
es bueno alertar por igual a militares y políticos-, gozan
también de buena salud. Nada ganan los aprendices de brujo.
Nada ganan desatando los fantasmas de la aventura golpista. A
posteriori, los promotores y responsables de los golpes, de los
asaltos contra la democracia, también resultan siendo víctimas.
Los propios militares y los propios políticos golpistas,
al comienzo represores, terminan junto con los reprimidos en las
cárceles o en el exilio. Esa es la experiencia de Chile
y otras naciones como Argentina.
JUGAR LIMPIO
Por tanto, lo recomendable para todos es que hay que jugar limpio.
Es la hora de jugar limpio en la región. Es el mensaje
para cierta oposición venezolana, golpista, terrorista,
pinochetista, que actúa en Venezuela con el mismo formato
de Chile, pero que aquí, en Venezuela, no se repetirá.
Concluyo con lo siguiente: la revancha de Allende fue el 13 de
abril en Venezuela. El mejor homenaje que podemos tributarle al
presidente mártir no se inscribe en la retórica,
en el discurso de oportunidad, en la conmemoración circunstancial.
El mejor homenaje, en Venezuela, en la región y en el mundo
entero, es impedir que el fascismo, la ultraderecha, los centros
de poder más ultraconservadores de los Estados Unidos,
sean capaces de imponer algo similar a lo que ocurrió en
Chile el 11 de septiembre. Ese es el mejor homenaje a Allende.
Es el homenaje que le rindió el pueblo de Venezuela, cuando
se volcó a las calles el 13 de abril. Es el homenaje que
le brindó el pueblo de Venezuela cuando enfrentó
el sabotaje petrolero, el desabastecimiento de alimentos y de
gasolina, en diciembre y enero de 2002 y 2003.
Cada uno de los que lucharon contra el golpe del 11 de abril y
contra el paro y el sabotaje petrolero de diciembre y enero, era
Allende. Ustedes eran Allende. Ustedes no expresan la solidaridad
con el presidente mártir por estar aquí en este
acto; ustedes la expresaron ya, la ratificaron con su presencia
en la calle, recuperando Petróleos de Venezuela, derrotando
a los golpistas en abril y diciembre del año pasado, reponiendo
a Hugo Chávez en la presidencia. Es ese el mejor homenaje
que se le puede rendir. Allí donde sea derrotado el fascismo,
estará Allende.
Por eso hay que decir con él, hoy, en este singular momento,
que no se dará en Venezuela lo que ocurrió hace
30 años en Chile. Que ¡No pasarán!, que ¡No
volverán!
Compañero presidente: este homenaje del pueblo de Venezuela
es la retribución de cada uno de nosotros a su grandeza,
a su ejemplo de coraje, a su enseñanza democrática
y revolucionaria. Tenga la seguridad de que ninguno de nosotros
permitirá, en ningún momento, bajo ninguna circunstancia,
que Venezuela sea territorio del fascismo, que las potencias imperiales
puedan pisotear este país.
Es un juramento que hacemos ante usted, compañero presidente,
a los 30 años de su heroico sacrificio, y del limpio camino
que usted trazó para los pueblos que luchan por su independencia
y dignidad”