TLC con EE.UU.
Triunfo de los poderosos
La
reciente aprobación -casi unánime- del Tratado de
Libre Comercio con Estados Unidos en la Cámara de Diputados,
sorprendió a muy pocos. Se sabía que el acuerdo
sería ratificado en bloque, al menos por los parlamentarios
de la Concertación. El único representante oficialista
que lo rechazó fue el diputado socialista Sergio Aguiló,
quien planteó que “el TLC permite asegurar el actual
modelo de desarrollo” y que él no fue elegido “para
mantener estables las reglas de juego, sino para cambiarlas”.
Paradojalmente, compartió el voto de impugnación
con siete diputados de derecha: cinco de Renovación Nacional
y dos independientes. Su oposición se debió a los
efectos negativos que tendrá el TLC para la agricultura
tradicional. Todo indica que en su próximo paso por el
Senado, el TLC correrá la misma suerte. Sólo los
senadores Jorge Lavandero y Nelson Avila han asegurado que votarán
en contra.
El economista y abogado socialista Héctor Vega, coordinador
nacional de Attac, coincide con Aguiló en que Estados Unidos
pretende consagrar el modelo neoliberal de manera irreversible
“en temas fundamentales como el estatuto de inversiones,
leyes impositivas y concesión minera”, puntualiza.
La idea central de los tratados de libre comercio es despojar
al Estado de intervención política en el desarrollo
del libre comercio. “Separar los TLC gerenciados por Estados
Unidos de su intención geopolítica, es ignorar su
historia de intervenciones seculares en Latinoamérica.
Los TLC constituyen un elemento de su política imperial”,
sentencia.
¿No le parece increíble que la Izquierda concertacionista
abra las puertas a los intereses norteamericanos y que sean sectores
de derecha los que cuestionen el TLC?
“Para nada; en trece años de Concertación
han surgido nuevos negocios y modalidades, donde el aparato del
Estado se ha transformado en medio eficaz para generar fortunas
y en fuente de poder. La ‘Izquierda concertacionista’,
de la cual forma parte la directiva del señor Martner,
está ‘pauteada’ desde hace mucho tiempo por
los grupos económicos locales y transnacionales. En cuanto
a la derecha, la reacción de algunos diputados responde
a un hecho objetivo: una agricultura tradicional amenazada. Estos
parlamentarios, que representan a las zonas que se verán
afectadas por el TLC, saben que en el rubro lácteos apenas
se obtuvo una cuota de 3.501 toneladas, equivalentes a US$ 6 millones.
Esto tendrá efectos marginales en el mediano plazo, período
en el cual se exportarán 30 millones de litros de lácteos,
en circunstancias que la producción nacional es de 2.200
millones. En lácteos, el TLC significará acceder
a un insignificante 0,3 por ciento de las importaciones norteamericanas.
Además, nadie puede asegurar que luego de doce años,
plazo previsto para la desgravación total, Estados Unidos
no imponga reglas de origen, ambientales, laborales o sanitarias,
que impidan el ingreso a su mercado”.
¿Existen otros ámbitos de la agricultura que se
verán afectados por el acuerdo?
“En la agroindustria la desgravación será
muy lenta, lo que anulará los efectos del acuerdo en el
mediano plazo. La mayoría de los productos congelados se
desgravarán en un período de entre ocho y doce años.
Por ejemplo, en los duraznos la rebaja de arancel será
a doce años. Lo mismo ocurrirá en la industria de
tomates. Se afectará una actividad que da empleo a más
de 200 mil trabajadores. En el caso del trigo, el precio en los
mercados internacionales fluctúa a la baja. Por ello, existe
un arancel máximo de protección de 31,5 por ciento,
el cual podrá mantenerse en los primeros cuatro años.
A partir del quinto año y hasta el octavo, el arancel bajará
a un 20 por ciento. La apuesta consistirá en mantener una
alta cotización del trigo en los mercados internacionales
para cuando operen las rebajas arancelarias. Sin embargo, nada
de eso tendrá sentido sin una estrategia de reconversión
de las zonas trigueras. De no mediar hechos aleatorios, la economía
rural, basada en el trigo, desaparecerá. Ello provocará
miseria en los sectores rurales que hoy viven de la agricultura
tradicional”.
DE VICTIMARIOS A SOCIOS
Acaban de cumplirse treinta años del golpe militar y tanto
el Informe Church, como la desclasificación de documentos
de la CIA, permitieron confirmar que la Casa Blanca intervino
en la desestabilización y derrocamiento del gobierno de
Salvador Allende. Tomando en cuenta esta dimensión, ¿qué
significa para usted el TLC con Estados Unidos?
“El mensaje socialista de Salvador Allende fue un proyecto
soberano para Chile, que en lo económico y social ponía
fin a la explotación y era solidario con la lucha de los
pueblos sojuzgados por la política imperial de Estados
Unidos. En lo que representa la mayor de sus inconsecuencias,
el presidente Lagos, quien se auto proclama socialista, concreta
el TLC con esa potencia. Sabemos que el gobierno claudicó
frente a las transnacionales y grupos de poder norteamericanos.
El TLC es el primer paso para la negociación del Alca,
donde nuestro país es la punta de lanza de la política
imperial en Latinoamérica. Con ello, se rompe el proceso
de discusión hemisférica, hoy expresado en la política
de integración del Mercosur y la Comunidad Andina”.
¿Qué sucederá con el actual modelo de desarrollo
chileno, basado en la explotación y exportación
de materias primas? ¿El TLC tenderá a profundizar
ese modelo?
“El TLC significará la desprotección total
de la economía chilena, consagrando un modelo depredador,
la ‘reprimarización’, que nos determina como
exportadores de materias primas. Instaura las inversiones de maquila,
modelo que en México provocó el empobrecimiento
de la población y una escasa utilización de recursos
productivos locales, con apenas un 2% en las exportaciones de
maquila. Lo más grave es que las posibilidades de revertir
este tipo de proceso son muy escasas en temas fundamentales como
inversiones, compras estatales y su transparencia, políticas
de desarrollo de la pequeña y mediana empresa y agricultura
tradicional, entre otros. El país quedará con las
manos atadas para concebir una estrategia de desarrollo alternativo
a la economía neoliberal. No se podrán modificar
los regímenes impositivos en la minería, incluyendo
el pago de royalty; la aplicación del art. 18 del DL 1349,
que autoriza al presidente de la República a decretar el
monopolio de la venta del cobre y fijar su precio; tampoco se
podrá modificar el estatuto de la inversión extranjera;
etc.
GANADORES DE SIEMPRE
¿Quiénes serán los beneficiados con el TLC?
“Los grupos económicos extranjeros y locales, que
lograrán el máximo de ganancias a expensas de una
mano de obra mal pagada, explotada y negada en sus derechos más
elementales. En lo sectorial, las beneficiadas serán las
empresas agrupadas en el Consejo Minero; en el sector frutícola,
donde se consolidará el sistema general de preferencias
con arancel cero permanente; en el de las carnes, que antes no
tenía ninguna oportunidad de exportar y en el forestal,
donde también se consolidará el arancel cero”.
El gobierno promete más exportaciones con el TLC, pero
el Ministerio de Hacienda acaba de recortar en un 5 por ciento
el presupuesto 2004 de ProChile, para apoyar las exportaciones
de las Pyme. ¿Qué opina al respecto?
“El gobierno ignora que el 80 por ciento del empleo en Chile
lo generan las micro, pequeñas y medianas empresas. Desconoce
que estas unidades productivas son fuente importante de exportaciones
en otros países, lo que requiere una fuerte intervención
estatal. Así lo entendieron el Reino Unido, Estados Unidos,
Japón, Taiwán, Corea, etc., que aplicaron políticas
proteccionistas en sus primeras etapas de industrialización.
En Chile, es fundamental generar líneas de crédito
de fomento; programas de prioridades sectoriales; diálogo
entre sectores sociales implicados; respeto a las leyes laborales;
mejoramiento sustancial en las condiciones de trabajo y estabilidad
e ingresos acordes con niveles de vida dignos. Es decir, lo contrario
de lo que ha hecho el gobierno de Lagos”.
Mientras Chile apuesta al bilateralismo con Estados Unidos, los
presidentes de Brasil, Argentina, Paraguay y Venezuela se juegan
por fortalecer la integración regional, potenciando el
Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones (CAN). ¿Cómo
visualiza el papel de Chile en este escenario?
“Chile se aparta de la integración económica
regional. En la práctica, es la punta de lanza de Estados
Unidos para concretar el Alca, del cual el TLC reproduce su lógica.
Enfrentamos una visión errada y miope que quiere repetir
en América del Sur las condiciones económicas que
han posibilitado los tratados de libre comercio de los pequeños
estados del Caribe y Centroamérica. En esos acuerdos, reinan
la maquila, las transnacionales con su política expropiatoria,
una economía de plantaciones donde no existe la posibilidad
de apartarse del libreto norteamericano. En el mediano plazo,
con el TLC se adecuará la estructura jurídica que
regirá las leyes laborales y las inversiones. Entonces,
la euforia de los primeros años de expansión del
comercio hacia el mercado norteamericano habrá pasado,
y los trabajadores chilenos comprenderán que la precariedad
laboral constituye una regla que llegó para instalarse”
MANUEL HOLZAPFEL GOTTSCHALK