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Periodistas desafían
al pensamiento único
“Las ideas que no se
conocen, no luchan”
JUAN Carlos Camaño, presidente de la Federación Latinoamericana
de Periodistas, izq., en su visita a PF. Con nuestro director, Manuel
Cabieses.
Fenómenos como el chileno, de dos oligopolios que controlan la
prensa, se reproducen en forma más o menos descarada en todo el
mundo. Eso refuerza el papel de los medios independientes y alternativos,
que contraponen otras visiones al discurso hegemónico y estimulan
la reflexión y el espíritu crítico.
Mucho sabe de eso Juan Carlos Camaño, presidente de la Federación
Latinoamericana de Periodistas (Felap), secretario adjunto de la Unión
de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba) y miembro de la mesa
nacional de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Al margen de
esos cargos, es un periodista de medios alternativos en su país,
Argentina, y conocedor de valiosas experiencias en ese campo en prácticamente
todos los países de la región.
Otra de sus “gracias” es que habla sin subterfugios de temas
que en nuestro país aún no terminan de traspasar la barrera
de censura e hipocresía que impera en los medios de comunicación
dominantes, refugiados en una supuesta objetividad. La labor ideológica
que cumplen en la formación del “sentido común”
y la conciencia de chilenos y chilenas, repudia a aquellos que asumen
abiertamente otra postura ideológica, descalificándolos,
cuando menos, como “pasados de moda”.
Juan Carlos Camaño estuvo en Santiago para participar en una reunión
del comité ejecutivo de la Felap, donde se ratificaron acuerdos
del IX Congreso celebrado en noviembre del año pasado en México.
Uno de los planteamientos definidos para su acción presente y futura
se resume en la frase “En la lucha de ideas, las ideas que no se
conocen no luchan”.
En Chile existe una gran concentración de la propiedad de los medios,
especialmente evidente en la prensa escrita, donde existen dos oligopolios
que manejan la mayor parte de los diarios que circulan en el país.
Los canales de televisión también pertenecen a grandes grupos
económicos, incluso extranjeros, como Chilevisión del grupo
venezolano-norteamericano que encabeza Gustavo Cisneros. Sólo hay
un canal estatal que, sin embargo, no está ajeno a las influencias
y maniobras de los poderes fácticos. En general, estos medios están
uniformados en torno al pensamiento neoliberal hegemónico. Y por
otro lado, hay pequeños medios independientes, con un pensamiento
diverso y alternativo, que luchan por subsistir. Ante esa desigualdad,
extrema en nuestro país, ¿cómo ganar terreno en esa
lucha de ideas a que alude la Felap?
EL “SENTIDO COMUN”
“Ese cuadro desigual es algo generalizado en todos los países
-responde Camaño. Lo que se denomina mundo globalizado tiene como
eje principal la concentración de poder en pocas manos. Eso se
da fuertemente en el campo comunicacional. Lo que ocurre aquí no
es una excepción a la regla, es la regla. Recuerdo una discusión
teórica de la década del 70. Se debatía si los medios
de comunicación reciclaban o formaban conciencia. Algunos estamos
convencidos que han sido formadores de conciencia. Pero si en aquella
época ese debate teórico tenía algún nivel
de vigencia, me parece que esa discusión ha quedado superada. Es
más evidente que nunca que los medios son un factor preponderante
en la formación de conciencia ideológica. Es decir, el grado
de hegemonía comunicacional que se ha alcanzado es, a su vez, un
importante grado de hegemonía política. No sólo en
Chile, en muchos países los medios de comunicación han sustituido
a la política, a la comunicación directa con el pueblo,
al que hoy, en la sociedad de mercado, se llama ‘usuarios’
o ‘consumidores’. Todos somos consumidores o ‘gente
de a pie’, lo que menos somos es gente con sentido crítico.
Se ha establecido un gran sentido común, que desde mi punto de
vista no es más que una derivación del sentido de la clase
dominante. Los medios de comunicación han intensificado este sentido
común de muy poco sentido crítico. Los medios ya no dan
sólo alimento -desde el punto de vista de la conciencia ideológica-,
sino que además lo dan digerido, con lo cual ni siquiera tenemos
que darnos el trabajo de masticar. En definitiva, no es un problema sólo
de Chile, sino mundial”.
En este contexto, ¿tienen algún peso los medios independientes
y alternativos? ¿Valen la pena los enormes esfuerzos que se hacen
por mantenerlos?
“Es natural pregúntarselo, dado que esos medios no tienen
capacidad para controlar soportes técnicos de la misma envergadura
que los medios de comunicación en manos de quienes controlan el
poder económico y político. ¿Cómo se contrarresta
esa tremenda ofensiva sobre nosotros (porque nosotros somos la gente)?
Yo trabajo en medios alternativos y, probablemente, desde el punto de
vista económico no tenga los mismos beneficios que en una empresa
periodística tradicional. Pero eso no significa que no pueda aportar
lo mejor de mí a un medio de esa naturaleza. Además, estos
medios tienen la virtud de estar poniendo siempre por delante la búsqueda
de la verdad, dado que no tienen otros intereses que no sean los de constituir
un pensamiento contrahegemónico. Es un contacto que se da a nivel
barrial, municipal... a nivel más local que global. Y la suma de
construcciones en esos niveles genera un poder que, si bien no contrarresta
en todos los sentidos el poder hegemónico -fundamentalmente el
de la televisión-, juega un papel que permite crear algunos niveles
de reflexión”.
¿No le parece que en nuestro país estamos bastante atrasados
en eso?
“En ese plano puede ser que sí, por conversaciones que he
tenido con varios chilenos. Pero en otros países es mala palabra,
porque se prometió la panacea, se prometió vivir en el paraíso,
que con las privatizaciones la gente iba a vivir y a comer mejor, que
habría trabajo para todos... En fin, ¡íbamos a vivir
en el primer mundo!”.
Por el famoso chorreo...
“Claro, la riqueza se iba a derramar y nos mojaría a todos.
Eso no ocurrió. Y a los que durante todo ese proceso decíamos
que no iba a ocurrir, nos ha significado ganar un grado de credibilidad
muy alto. Por supuesto, hay mil mecanismos de índole cultural que
hacen que los que descubren la mentira no pasen a organizarse inmediatamente.
Ese es otro tema, con el cual aún tenemos enormes dificultades.
Pero hay avances, porque creo que hay un descrédito del modelo
neoliberal. Ese consenso que tuvo por lo menos en las últimas dos
décadas, está debilitado”.
LUCHAR POR LOS MEDIOS
¿Qué experiencias interesantes le ha tocado conocer en
otros países en los medios alternativos o independientes de los
poderes hegemónicos?
“En Argentina, llegó a haber tres mil radios comunitarias.
Ahora hay menos, porque han sido perseguidas. ¿Cómo se sostienen
estos medios? Con enormes dificultades, es verdad, pero algunos se constituyen
en cooperativas de trabajo. Hay radios que son sostenidas por los vecinos,
porque la radio juega un papel muy importante. Hemos participado en estos
años en varias luchas porque el ente regulador de radio y comunicación,
que en su momento estuvo en manos del menemismo, intentó sacar
las radios del aire y, en muchos casos, no lo pudo lograr por la asociación
entre los trabajadores de la radio, la Utpba, la Felap -respaldando- y
los vecinos del lugar. Poníamos cartelones que decían ‘Esta
radio no se toca’ y se reunían compañeros y vecinos.
Eso provocó movimientos de resistencia muy interesantes”.
En ese caso, debe haber sido significativo, también, el apoyo y
la activación del gremio periodístico…
“Claro, en esos casos tiene que jugar un papel. Si el gremio periodístico
no toma partido, no se pronuncia, no hace movilizaciones para presionar
a las instituciones del Estado, la movilización queda desguarnecida
y habría sido derrotada rápidamente. En Bolivia también
hay experiencias importantes en el campo de la radio. Y en México,
en el área de prensa escrita. Brasil es otro país donde
hay movimientos en medios alternativos, tanto de radio como de prensa
escrita. En Brasil y Argentina es destacable la masividad de la prensa
sindical, a la que le hemos dado un sentido que va más allá
de lo sindical para jugar un papel en la lucha de índole político-cultural.
Me refiero a revistas y diarios. Por lo general, los sindicatos de la
comunicación, y ahora otros que han copiado ese modelo, han comenzado
a desarrollar una prensa que sale a entenderse con problemas de carácter
social, más amplios.
En Argentina, por ejemplo, según el carácter de nuestra
propia lucha o en determinadas coyunturas, hemos sacado sobre cien mil
ejemplares del diario de la Utpba o de la CTA. Vamos a las terminales
de ferrocarriles, a zonas céntricas del Gran Buenos Aires y de
otras ciudades, y hacemos distribución gratuita. Hay también
buenas experiencias en Guatemala en el campo de las agencias noticiosas.
En la Felap conviven varias agencias que juegan un papel en materia de
intercambio de información. El fenómeno no es tan pequeño
ni está tan aislado. Por ejemplo, en el último Foro Social
Mundial, que se realizó en Porto Alegre, la Utpba se encargó
de la prensa del foro, tratando de alcanzar alguna trascendencia de tipo
internacional. Es decir, además de presentar un debate alrededor
de la prensa contrahegemónica, hicimos un ejercicio práctico.
El reforzamiento de la construcción alternativa de medios de comunicación
contrahegemónicos es una prioridad para la Felap”.
FORMACION POLITICA
DE PERIODISTAS
¿Cuáles son los principales ejes de acción de la
Felap?
“Involucrar más a la Federación -y a las organizaciones
que la integran- con los actores sociales que resisten al modelo neoliberal
en los distintos países. Y a la vez, hoy, ante la situación
que se ha planteado en el mundo como consecuencia de las políticas
llevadas adelante por el terrorismo de Estado, participar en toda movilización
vinculada a la defensa de la paz en el mundo y contra el proyecto guerrerista
que lidera EE.UU., que está colocando al planeta en una situación
que amerita un proceso no sólo de reflexión, sino de involucramiento
político. Es decir, concebimos al periodista no como un ente corporativo
y ajeno a la realidad de su pueblo, sino que involucrado en ésta
y haciendo un reclamo efectivo y enfático alrededor de la necesidad
de la paz, en virtud de que estas políticas bajo el manto de la
llamada guerra preventiva lo único que hacen es agilizar los procesos
de guerra, como también las respuestas terroristas. En ese sentido,
la Felap debe jugar un papel, como lo ha hecho a lo largo de su historia,
junto al resto de los actores sociales en cada una de las sociedades.
El ejercicio de la profesión periodística es, fundamentalmente,
el ejercicio por el derecho a la vida”.
¿Hay algún tipo de participación de la Felap en la
formación de las nuevas generaciones de periodistas?
“Otra de nuestras prioridades es fortalecer actividades de capacitación
y formación de periodistas, pero no referidas sólo al plano
profesional -que también lo hacemos-. Las nuevas generaciones de
periodistas adolecen de una ausencia de formación política
y, muchas veces, no saben en qué mundo están ejerciendo
la profesión. Estamos desarrollando una mayor vinculación
con los docentes y comunicadores, y con las escuelas de periodismo. Al
mismo tiempo, tenemos el compromiso de las organizaciones que componen
la Felap para tener sus propios centros de capacitación y formación.
Algunas organizaciones ya los tienen y la idea es compartirlos, como ocurre
con el Instituto José Martí, de la Unión de Periodistas
de Cuba, donde acuden periodistas de distintos países de América.
Algo parecido se hace en la Utpba.
En otro plano, también nos proponemos fortalecer la CIAP (Comisión
Investigadora de Atentados a Periodistas), que preside Hernán Uribe
y cuyo secretario ejecutivo es Ernesto Carmona, periodistas chilenos.
La CIAP tiene la delicada misión de hacer un seguimiento de los
casos de agresión, atentado y asesinato de periodistas, que son
numerosos. En nuestra región, en los últimos 25 años,
se han dado cerca de 700 casos de periodistas desaparecidos y asesinados.
Desde el 2002, parece incrementarse la agresión, principalmente
contra quienes se dedican a la investigación incursionando en ámbitos
como el narcotráfico, el poder político y económico
o las mafias que se desprenden de esos centros de poder”
PATRICIA BRAVO
Los dilemas de Kirchner
El periodista argentino Juan Carlos Camaño prefiere ser cauto
cuando se trata de esbozar una evaluación del gobierno de Néstor
Kirchner. Es demasiado pronto, dice, para tener “definiciones absolutistas”.
Aunque le reconoce el mérito de que algunas de las decisiones “se
dan de patadas con la política de Carlos Menem”, afirma que
no hay avances hacia una nueva distribución del ingreso. “Y
mientras no haya una más equitativa distribución del ingreso,
creo que los problemas de carácter económico-social no van
a tener la solución esperada”, señala.
En su opinión, hay dos materias que van a determinar si ese gobierno
era lo que muchos esperaban o es más de lo mismo, pero con variantes.
“Una se refiere a las decisiones en el plano económico en
relación con las responsabilidades ante el FMI (Fondo Monetario
Internacional). El problema de la deuda es agobiante, pagar esa deuda
significa condenar al fracaso las políticas sociales en salud,
educación, vivienda. Hay que considerar que el 60% de la población
argentina está bajo la línea de pobreza -es mucha gente
en un país de 37 millones de habitantes-, y casi el 60% de la economía
está en manos de las transnacionales. En el primer compromiso serio
con el FMI, el gobierno habló bastante pero finalmente pagó
3.100 millones de dólares. Y puede suceder que de aquí a
septiembre, cuando tenga que volver a negociar con el FMI, sienta cada
vez más la asfixia de los organismos internacionales. La otra materia,
donde creo que pueden jugar un papel desestabilizador los sectores de
derecha y mafiosos de la sociedad, es la inseguridad social. Ha tomado
un cariz bastante incontrolable, porque las fuerzas de seguridad del Estado
están muy contaminadas con la corrupción. Modificar la conducta
de las fuerzas de seguridad puede llevar años, y además
no se trata sólo de las fuerzas que se encuadran en mecanismos
institucionales. En Argentina hay fuerzas de seguridad privadas que rondan
los 50 mil hombres. Son grupos con niveles de autonomía exacerbados.
El clima de inseguridad es muy serio. En resumen, me parece que la negociación
con los organismos financieros por la deuda y el problema de la inseguridad,
son para el gobierno un camino en la cuerda floja que va a probar, definitivamente,
si puede controlar este caballo loco instalado desde la época infame
del menemismo”
(Revista “Punto Final”, edición Nº 565, 16 de
abril/04)
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