Edición 565 - Desde el 16 al 29 de abril de 2004
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El sueño de la
radio mapuche

Conversación con Francisco Kaquilpán Lincuante, presidente de la Corporación de Desarrollo y Comunicación Mapuche Xeg Xeg, en Likanray, bajo la Luna de los Brotes Cenicientos:
Hermano, cuénteme de sus Sueños y de los Sueños de ustedes, como grupo de comunicaciones Xeg Xeg.
“En realidad, cuando uno piensa en lo que ha hecho, se da cuenta que todo tiene que ver con los Sueños. La existencia del Xeg Xeg viene desde uno de ellos. El año 1988 yo tuve un Sueño, que no pude interpretar, pero se lo conté a mi madre -ahora ya fallecida-, ella me dio la respuesta. Yo estaba en un cerro haciendo un gillatu con mis abuelos y con mis padres y miraba, mientras hacíamos la rogativa, cómo el cerro se llenó de frutillas maduras, hermosas. Y comencé a ver que cada una de los puntitos rosados de las frutillas era una persona. Era la señal de que mi actividad iba a reunir a mucha gente, me dijo.
Para mí, como mapuche, en todo lo que hago los Sueños juegan un papel muy importante, pues sé que nos remontan más allá de la realidad tangible. Yo nací en una comunidad, y creo haber avanzado en el conocimiento del mundo de los Sueños y en otros aspectos de nuestra cultura que aprendí con mis padres y con los padres de mis padres. Los Sueños, nos dicen, son ‘ordenadores’ de nuestra vida.
Cuando pequeño imaginé instalar una antena en un cerro cercano a mi casa. Una idea que creo surgió de la necesidad de conocer otras cosas, porque una tía que se había ido a Santiago trajo una radio que despertó mi curiosidad. Yo tendría cinco o seis años. Más tarde, en los años setenta salí de mi comunidad, vine a Temuco y me incorporé al bullente movimiento estudiantil de esos años. Desde entonces, llevo más de treinta años involucrado en el quehacer social mapuche, lo que me ha permitido conocer gran parte de la región donde vive nuestra gente.
Pero, ¿cómo surge la idea de Xeg Xeg, me dices? Creo que fue en el año 1985, estaba en Panguipulli, en casa de una lamgen/hermana de una comunidad de la zona, ella estaba sintonizando las noticias. Ella hablaba casi sólo mapuzugun. Escuchamos juntos una noticia que nos interesó y por eso la comentamos. Me di cuenta que ella la entendió de una manera distinta a como yo la había entendido. Ese elemento me hizo pensar en la necesidad de tener una radioemisora propia; en ése contexto, yo conocía los códigos que ocupaban los periodistas al elaborar sus noticias, sus mensajes, en cambio nuestra hermana no. Así inicié mi trabajo en comunicaciones.
Mi primer acercamiento al mundo de las comunicaciones fue con otros hermanos, con los que editamos una revista que llamamos Toqui, escrita en mapuzugun y castellano. Sacamos dos números y nos dimos cuenta de nuestra equivocación, porque si nuestra gente -en su gran mayoría- no sabía leer en castellano menos iba a poder leer nuestra propuesta en mapuzugun. Ahí entonces definimos que había que trabajar el tema radial. Y a partir de los 90 dimos origen al trabajo del Xeg Xeg. El peñi/hermano Anselmo Raguileo fue uno de sus fundadores, junto con los hermanos Raimán, Ricardo Loncón, Armando Marileo, Juan Ñankulef y yo.
El día que comenzamos a hacer los programas radiales, el 25 de marzo de 1990, antes de ir a la radio -estábamos varios hermanos y hermanas allí- nos propusimos trabajar para tener, lo más pronto que nos fuera posible, nuestra propia radioemisora, porque el programa que iniciábamos era de cinco minutos, en un espacio de Miguel Yánez, en la ya desaparecida radio Ñielol de Temuco.
Después, nuestro programa comenzó a tener gran sintonía, atrajo la atención de mucha gente -mapuche y no mapuche- que pidió que se aumentara su duración: diez minutos, media hora, una hora... Entonces, empezamos a pensar que una vez que tuviéramos nuestra propia radioemisora, debíamos estar preparados incluso para montar una cadena de radioemisoras que cubriera el territorio. Estamos hablando de la Octava, Novena, Décima regiones, y el puelmapu (el lado mapuche argentino).
De los hermanos que iniciamos esta tarea quedamos pocos, muchos se han incorporado a las empresas privadas o al Estado, y se olvidaron del compromiso. Pero algunos persistimos, y podemos decir que nos sentimos satisfechos de ese trabajo que nos ha permitido cumplir esta primera y tan fundamental meta”.
Y respecto del trabajo radial mapuche en el siglo XX, ¿qué les dijo la historia de nuestro pueblo?
“Claro, junto con los deseos de dar los primeros pasos en este proyecto, nos fuimos documentando. Así supimos que la primera vez que se planteó la propuesta de una radio fue en 1933, tal como en esos años nace también la idea de un banco, de una universidad y de un parlamento mapuche. Nos dimos cuenta que no éramos los primeros que habíamos visto la necesidad de una radioemisora, que nuestra gente ya se lo había planteado hace varias décadas. Por eso asumimos con mayor fuerza el compromiso, porque si nuestros hermanos en esa época lo consideraron necesario, concluimos que mucho más necesario y urgente debía ser ahora. El conocimiento que hay del servicio que puede prestar una radioemisora, nos pareció imprescindible para las propuestas que precisa formular y colectivizar nuestro pueblo. Pensamos que, tanto para la sociedad chilena como para la sociedad mapuche, la radio -por su oralidad (su Conversación)-, es un instrumento todavía creíble y que, por lo mismo, permite además educar, entretener, acompañar”.
Ahora que Xeg Xeg ha dado ese primer gran paso, ¿cuáles son las normas que se han propuesto seguir para el desarrollo de la programación de esta radioemisora con espíritu y corazón mapuche?
“Hemos experimentado varios caminos. En un primer momento incursionamos en las radios populares, pero eso no nos funcionó, por el corto alcance de las mismas... Nuestro primer planteamiento había sido que debíamos estar muy ligados a las comunidades. Y cuando experimentamos con la radio popular o comunitaria, pudimos comprobar que su nivel de cobertura era mínimo; se podía estar funcionando incluso sólo para cuatro o cinco casas, considerando las distancias entre una y otra casa en el campo. Entonces, vimos que el esfuerzo era bueno, válido, pero que para lo que nosotros necesitábamos no nos servía.
Después incursionamos en las formas de obtener frecuencia radial. Durante años estuvimos solicitándola. Presentamos algunos proyectos que no nos resultaron. No nos dimos por vencidos. Hicimos también una serie de quince microprogramas que fue muy importante (como recuerdas, tu fuiste el director de los guiones), pues se transmitieron a través de 120 emisoras a través del país. En este andar reafirmamos la convicción de que nuestro camino era luchar hasta obtener una radioemisora.
En términos legales tenemos que cumplir con ciertas reglas establecidas por el Ministerio de Telecomunicaciones. Pero nosotros podemos hacer un trabajo de aplicación y búsqueda colectiva para imprimirle -poco a poco- nuestro propio espíritu, así como nuestros antepasados tomaron el caballo y otras herramientas posteriores que sirvieron para recrear y fortalecer nuestra cultura, nuestro propio concepto de desarrollo, imprimiéndole en su uso nuestros conocimientos propios”.
¿Cómo vislumbran la continuidad de la vida de esta radioemisora mapuche? ¿Cuál les parece debiera ser el papel de la interculturalidad en ello?
“Mira, tenemos algunas ideas generales de lo que debería ser una radio mapuche y del cómo podría sostenerse. El primer paso es que nosotros siempre dijimos que queríamos una radio que fuera para el pueblo mapuche, por lo tanto, el paso que viene es que el pueblo mapuche sienta que tiene una radio.
Hay muchas organizaciones dentro de nuestro pueblo. Por eso hemos llamado a todas con las que tenemos relaciones, con las que hemos tenido contacto y con las que hemos estado trabajando, para que formen parte de esta radio, para que se incorporen en su quehacer y en la utilización de este instrumento. En ese proceso estamos. Que la radio se transforme en un espacio de Conversación para todos: para los niños, para la juventud, para los ancianos, para los adultos, para las mujeres y para los hombres mapuche y no mapuche. Porque nuestra radioemisora pretende ser, en primer lugar, para los mapuche, pero no exclusiva ni excluyentemente.
Que la radio sea un espacio de conocimiento y aprendizaje mutuo de nuestras sociedades. Un espacio de conexión con los hechos de diferente orden que acontecen en el ámbito comunitario, y en el regional, nacional e internacional. Se nos ha tenido aislados por mucho tiempo. Del grado de participación de nuestra gente dependerá que nos conozcan como somos, para terminar con algunos estereotipos, porque -a pesar de la historia- los mapuche somos un pueblo alegre.
Tenemos la certeza que, a través de su Conversación, la radio contribuirá a fortalecer y a elevar la autoestima de nuestra gente y contribuirá a la unidad de las identidades mapuche. Pero, para que todo esto se concrete positivamente, para que nuestra radioemisora se sostenga política y económicamente, tenemos que crear una estructura colectiva que haga que la radio se mantenga viva, que funcione, que tenga una línea, que tenga una orientación que le permita responder al pensamiento mapuche, al Sueño mapuche, con que fue concebida”

Elicura Chihuailaf
elikura@mixmail.com

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