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El sueño de la
radio mapuche
Conversación con Francisco Kaquilpán Lincuante, presidente
de la Corporación de Desarrollo y Comunicación Mapuche Xeg
Xeg, en Likanray, bajo la Luna de los Brotes Cenicientos:
Hermano, cuénteme de sus Sueños y de los Sueños de
ustedes, como grupo de comunicaciones Xeg Xeg.
“En realidad, cuando uno piensa en lo que ha hecho, se da cuenta
que todo tiene que ver con los Sueños. La existencia del Xeg Xeg
viene desde uno de ellos. El año 1988 yo tuve un Sueño,
que no pude interpretar, pero se lo conté a mi madre -ahora ya
fallecida-, ella me dio la respuesta. Yo estaba en un cerro haciendo un
gillatu con mis abuelos y con mis padres y miraba, mientras hacíamos
la rogativa, cómo el cerro se llenó de frutillas maduras,
hermosas. Y comencé a ver que cada una de los puntitos rosados
de las frutillas era una persona. Era la señal de que mi actividad
iba a reunir a mucha gente, me dijo.
Para mí, como mapuche, en todo lo que hago los Sueños juegan
un papel muy importante, pues sé que nos remontan más allá
de la realidad tangible. Yo nací en una comunidad, y creo haber
avanzado en el conocimiento del mundo de los Sueños y en otros
aspectos de nuestra cultura que aprendí con mis padres y con los
padres de mis padres. Los Sueños, nos dicen, son ‘ordenadores’
de nuestra vida.
Cuando pequeño imaginé instalar una antena en un cerro cercano
a mi casa. Una idea que creo surgió de la necesidad de conocer
otras cosas, porque una tía que se había ido a Santiago
trajo una radio que despertó mi curiosidad. Yo tendría cinco
o seis años. Más tarde, en los años setenta salí
de mi comunidad, vine a Temuco y me incorporé al bullente movimiento
estudiantil de esos años. Desde entonces, llevo más de treinta
años involucrado en el quehacer social mapuche, lo que me ha permitido
conocer gran parte de la región donde vive nuestra gente.
Pero, ¿cómo surge la idea de Xeg Xeg, me dices? Creo que
fue en el año 1985, estaba en Panguipulli, en casa de una lamgen/hermana
de una comunidad de la zona, ella estaba sintonizando las noticias. Ella
hablaba casi sólo mapuzugun. Escuchamos juntos una noticia que
nos interesó y por eso la comentamos. Me di cuenta que ella la
entendió de una manera distinta a como yo la había entendido.
Ese elemento me hizo pensar en la necesidad de tener una radioemisora
propia; en ése contexto, yo conocía los códigos que
ocupaban los periodistas al elaborar sus noticias, sus mensajes, en cambio
nuestra hermana no. Así inicié mi trabajo en comunicaciones.
Mi primer acercamiento al mundo de las comunicaciones fue con otros hermanos,
con los que editamos una revista que llamamos Toqui, escrita en mapuzugun
y castellano. Sacamos dos números y nos dimos cuenta de nuestra
equivocación, porque si nuestra gente -en su gran mayoría-
no sabía leer en castellano menos iba a poder leer nuestra propuesta
en mapuzugun. Ahí entonces definimos que había que trabajar
el tema radial. Y a partir de los 90 dimos origen al trabajo del Xeg Xeg.
El peñi/hermano Anselmo Raguileo fue uno de sus fundadores, junto
con los hermanos Raimán, Ricardo Loncón, Armando Marileo,
Juan Ñankulef y yo.
El día que comenzamos a hacer los programas radiales, el 25 de
marzo de 1990, antes de ir a la radio -estábamos varios hermanos
y hermanas allí- nos propusimos trabajar para tener, lo más
pronto que nos fuera posible, nuestra propia radioemisora, porque el programa
que iniciábamos era de cinco minutos, en un espacio de Miguel Yánez,
en la ya desaparecida radio Ñielol de Temuco.
Después, nuestro programa comenzó a tener gran sintonía,
atrajo la atención de mucha gente -mapuche y no mapuche- que pidió
que se aumentara su duración: diez minutos, media hora, una hora...
Entonces, empezamos a pensar que una vez que tuviéramos nuestra
propia radioemisora, debíamos estar preparados incluso para montar
una cadena de radioemisoras que cubriera el territorio. Estamos hablando
de la Octava, Novena, Décima regiones, y el puelmapu (el lado mapuche
argentino).
De los hermanos que iniciamos esta tarea quedamos pocos, muchos se han
incorporado a las empresas privadas o al Estado, y se olvidaron del compromiso.
Pero algunos persistimos, y podemos decir que nos sentimos satisfechos
de ese trabajo que nos ha permitido cumplir esta primera y tan fundamental
meta”.
Y respecto del trabajo radial mapuche en el siglo XX, ¿qué
les dijo la historia de nuestro pueblo?
“Claro, junto con los deseos de dar los primeros pasos en este proyecto,
nos fuimos documentando. Así supimos que la primera vez que se
planteó la propuesta de una radio fue en 1933, tal como en esos
años nace también la idea de un banco, de una universidad
y de un parlamento mapuche. Nos dimos cuenta que no éramos los
primeros que habíamos visto la necesidad de una radioemisora, que
nuestra gente ya se lo había planteado hace varias décadas.
Por eso asumimos con mayor fuerza el compromiso, porque si nuestros hermanos
en esa época lo consideraron necesario, concluimos que mucho más
necesario y urgente debía ser ahora. El conocimiento que hay del
servicio que puede prestar una radioemisora, nos pareció imprescindible
para las propuestas que precisa formular y colectivizar nuestro pueblo.
Pensamos que, tanto para la sociedad chilena como para la sociedad mapuche,
la radio -por su oralidad (su Conversación)-, es un instrumento
todavía creíble y que, por lo mismo, permite además
educar, entretener, acompañar”.
Ahora que Xeg Xeg ha dado ese primer gran paso, ¿cuáles
son las normas que se han propuesto seguir para el desarrollo de la programación
de esta radioemisora con espíritu y corazón mapuche?
“Hemos experimentado varios caminos. En un primer momento incursionamos
en las radios populares, pero eso no nos funcionó, por el corto
alcance de las mismas... Nuestro primer planteamiento había sido
que debíamos estar muy ligados a las comunidades. Y cuando experimentamos
con la radio popular o comunitaria, pudimos comprobar que su nivel de
cobertura era mínimo; se podía estar funcionando incluso
sólo para cuatro o cinco casas, considerando las distancias entre
una y otra casa en el campo. Entonces, vimos que el esfuerzo era bueno,
válido, pero que para lo que nosotros necesitábamos no nos
servía.
Después incursionamos en las formas de obtener frecuencia radial.
Durante años estuvimos solicitándola. Presentamos algunos
proyectos que no nos resultaron. No nos dimos por vencidos. Hicimos también
una serie de quince microprogramas que fue muy importante (como recuerdas,
tu fuiste el director de los guiones), pues se transmitieron a través
de 120 emisoras a través del país. En este andar reafirmamos
la convicción de que nuestro camino era luchar hasta obtener una
radioemisora.
En términos legales tenemos que cumplir con ciertas reglas establecidas
por el Ministerio de Telecomunicaciones. Pero nosotros podemos hacer un
trabajo de aplicación y búsqueda colectiva para imprimirle
-poco a poco- nuestro propio espíritu, así como nuestros
antepasados tomaron el caballo y otras herramientas posteriores que sirvieron
para recrear y fortalecer nuestra cultura, nuestro propio concepto de
desarrollo, imprimiéndole en su uso nuestros conocimientos propios”.
¿Cómo vislumbran la continuidad de la vida de esta radioemisora
mapuche? ¿Cuál les parece debiera ser el papel de la interculturalidad
en ello?
“Mira, tenemos algunas ideas generales de lo que debería
ser una radio mapuche y del cómo podría sostenerse. El primer
paso es que nosotros siempre dijimos que queríamos una radio que
fuera para el pueblo mapuche, por lo tanto, el paso que viene es que el
pueblo mapuche sienta que tiene una radio.
Hay muchas organizaciones dentro de nuestro pueblo. Por eso hemos llamado
a todas con las que tenemos relaciones, con las que hemos tenido contacto
y con las que hemos estado trabajando, para que formen parte de esta radio,
para que se incorporen en su quehacer y en la utilización de este
instrumento. En ese proceso estamos. Que la radio se transforme en un
espacio de Conversación para todos: para los niños, para
la juventud, para los ancianos, para los adultos, para las mujeres y para
los hombres mapuche y no mapuche. Porque nuestra radioemisora pretende
ser, en primer lugar, para los mapuche, pero no exclusiva ni excluyentemente.
Que la radio sea un espacio de conocimiento y aprendizaje mutuo de nuestras
sociedades. Un espacio de conexión con los hechos de diferente
orden que acontecen en el ámbito comunitario, y en el regional,
nacional e internacional. Se nos ha tenido aislados por mucho tiempo.
Del grado de participación de nuestra gente dependerá que
nos conozcan como somos, para terminar con algunos estereotipos, porque
-a pesar de la historia- los mapuche somos un pueblo alegre.
Tenemos la certeza que, a través de su Conversación, la
radio contribuirá a fortalecer y a elevar la autoestima de nuestra
gente y contribuirá a la unidad de las identidades mapuche. Pero,
para que todo esto se concrete positivamente, para que nuestra radioemisora
se sostenga política y económicamente, tenemos que crear
una estructura colectiva que haga que la radio se mantenga viva, que funcione,
que tenga una línea, que tenga una orientación que le permita
responder al pensamiento mapuche, al Sueño mapuche, con que fue
concebida”
Elicura Chihuailaf
elikura@mixmail.com
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