Documentalista Elena Varela:
“A mí me torturaron”
Autor: LUCIA SEPULVEDA RUIZ
ELENA Varela: la tortura se ha sofisticado oero sigue siendo tortura
Ahora en libertad diurna, Elena Varela (42 años, documentalista, directora de orquestas sinfónicas infantiles) acepta la entrevista con PF largamente denegada por el Juzgado de Garantía de Rancagua. La cineasta aún no recupera las cintas originales de Newen Mapu Che y Los sueños del comandante, incautadas por la policía. Formalizada por supuesta planificación de un asalto bancario, en un caso denunciado como un montaje para atacar las luchas del pueblo mapuche, sólo en noviembre conocerá la fecha de su juicio oral. De cabello negro y rizado, ojos luminosos, vestida con una blusa negra y jeans, sólo la risa muy breve de Elena Varela, y su voz, que se quiebra a menudo, evidencian lo vivido.
¿Tres meses y medio en la Cárcel de Alta Seguridad de Rancagua han cambiado a Elena Varela?
“En términos emocionales, estoy en estado de shock con esta democracia, la justicia y sus aparatos represores. He visto la columna vertebral del sistema. Pero siento que tengo que seguir adelante con la denuncia de lo que está ocurriendo con el pueblo mapuche y terminar mis documentales. Tengo mucho dolor y amor. Y felicidad también, porque hay mucha gente solidaria y consciente de lo que se vive en el sur y de lo que he tenido que pasar. Todos podemos involucrarnos en una situación así y vivir una represión igual. Yo creo que este país va camino a la derecha nuevamente y sabemos bien lo que eso significa”.
Hay querellas por tortura contra el fiscal Servando Pérez y otros en el Juzgado de Garantía de Rancagua. Pero según Agencia Efe usted “reconoció” que no hubo tortura.
“La periodista de Efe me preguntó: ¿Te pegaron? Y como dije que no, resolvió que no fui torturada. Los periodistas reducen la tortura a la aplicación de corriente. Hoy es más sofisticada. A mí me detuvo gente de civil sin identificarse. Me subieron a un auto con vidrios polarizados. Me encañonaron y esposaron antes del interrogatorio. Un agente bonachón trató de convencerme que cooperara, preguntando quiénes estaban en las fotos que me mostraba. Luego vino otro diciendo que si no hablaba, mi hija iba a sufrir las consecuencias. Lo reemplazó el simpático: ‘Tranquila, todo va a salir bien, si cooperas en la tarde estarás en tu casa’. A mi casa ingresaron dos hombres con gorros pasamontañas, que sacaron al director de arte del documental -mapuche- y al lonko de Trikauko. ¡Yo me acordaba de lo que pasaba en dictadura! Ellos me han contado que les preguntaban acerca del movimiento mapuche y las armas. Nunca los interrogaron sobre mí. Después se llevaron al director de fotografía, Freddy Hayes, boliviano. Así detuvieron y ficharon a cinco miembros de mi equipo. Quedé aterrada cuando me di cuenta que los agentes tenían micrófonos en mi casa. El día que me detuvieron, sabían que nos tomamos una botella de ron antes de partir a la filmación y los temas que hablamos sentados en la mesa con otras personas… En el auto, empezaron a decirme que yo conocía a los líderes del MIR, del Frente y de la Coordinadora Arauco Malleco y que tenía que llevarlos al lugar donde estaban las armas. Cuando llegamos al colegio Claudio Arrau de Panguipulli, donde yo dirigía la Orquesta Sinfónica Intercultural de Niños, me dijeron que tenía que bajar, abrir las cajas de instrumentos y declarar que yo escondía las armas ahí.
Respondí: ‘Basta, no me bajo’. Los niños miraban. Los agentes me tiraron debajo del auto. Yo tenía miedo, y les dije: ‘Si quieren que entre, será sobre mi cadáver’. Me agarré a las ruedas del auto hasta que el jefe les ordenó que entraran solos. Luego me llevaron al cuartel de Investigaciones de Temuco. Con otros detenidos, estuvimos como hora y media contra la muralla. Después me llevaron a Rancagua. Me metieron a una sala con pantallas gigantes de televisión. Los agentes estuvieron fumando, comiendo sandwichs y tomando bebidas toda la noche. Yo no había comido ni bebido nada desde las 9 de la mañana. Estaba tan cansada que me dormí. A las dos de la mañana me sacaron a interrogatorio, a tomar mis huellas y otros chequeos. Hasta las 9 de la mañana, en que enfrenté la formalización judicial. Recién ahí me enteré de las acusaciones”.
Limitando la defensa
¿Cómo supo que la vinculaban con un asalto?
“Cuando me bajaron del auto en Temuco, los camarógrafos corrieron a filmarme. Me conocían porque salía a grabar con ellos. Me preguntaron por qué me detenían y respondí: ‘Por los documentales y mi relación con el pueblo mapuche’. Uno de ellos me dijo: ‘Te están deteniendo por un asalto’”.
¿Qué hizo la jueza en la formalización?
“La jueza, Andrea Urbina, no me permitió hablar. Me di cuenta que las acusaciones no tenían nada que ver conmigo. Pero no dejó entrar al abogado que mandó mi familia; aunque se supone que era un procedimiento público, el ingreso al tribunal estaba controlado; mi familia tampoco pudo entrar”.
¿Qué piensa de la justicia y de esta policía en democracia?
“Las cosas no han cambiado. La ideología es la misma, aunque en la justicia hay una caracterización modernista. El fascismo está en comunión con la nueva democracia. En este juicio hablan mucho del ex MIR, pero lo reconstruyen como si estuviera vivo. Me pregunto: si ellos hablan así, entonces el MIR existe; pero le llaman ex MIR. Con ese razonamiento hay una ex CNI con otro nombre, que persigue al ex MIR”.
¿Por qué ha elegido trabajar con niños?
“Del trabajo con ellos pueden salir nuevos pensadores para una sociedad más justa. No podemos construir una sociedad distinta sólo con los medios o las marchas… Entre 1993 y 1999 tuvimos en Maipú una hermosa experiencia: la Escuela de Todas las Artes, con la Agrupación de Niños: (..)
(Este artículo se publicó completo en “Punto Final” Nº 670, 5 de septiembre, 2008. Suscríbase a PF)
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