Edición 670 - Desde el 6 al 25 de septiembre de 2008
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Pronóstico de Marta Lagos

Gana Piñera


MARTA Lagos Cruz-Coke, directora de Latinobarómeto

De elección a elección y de año a año, el rostro de la economista Marta Lagos Cruz-Coke se ha venido haciendo familiar en el país. La Corporación Latinobarómetro, de la cual es fundadora y directora ejecutiva, tiene una reconocida trayectoria en estudios de opinión pública en Chile y en otros 18 países de América Latina. No en vano ha pronosticado con acierto los resultados de las elecciones presidenciales en Chile desde el plebiscito de 1988. Y cada fin de año da a conocer un informe anual que refleja la marcha de los procesos democráticos en la región, dejando en evidencia estancamientos y vacíos.
Marta Lagos proviene de una familia de tradición liberal y democratacristiana; está casada con Carlos Huneeus -director del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC) y ex embajador en Alemania- y tiene dos hijos. Todos militantes DC. “Yo entré al PDC en 1970. Me fui de Chile dos meses antes del golpe militar y volví en 1983. Me inscribí para el plebiscito en la Democracia Cristiana y dejé de militar en 1995, porque la DC no es un partido de cuadros -explica-. Es un partido de amigos, de grupos, no existe un mecanismo de participación profesional. Uno tiene dos maneras de influir: a través de cuotas de poder y…¡a través de cuotas de poder!”. Desde entonces se ha identificado con la Concertación “y también con lo que no es la derecha autoritaria”. Eso sí, aclara, “lo más lejos posible de los partidos”

 

El Informe 2007 de Latinobarómetro mostró una baja considerable de la confianza de los chilenos en la democracia. De 2006 a 2007 descendió de 56% a 46%, mientras en Venezuela y Bolivia subió a 67%. ¿Cómo interpreta esto?
“El promedio de la región se ha mantenido entre 50% y 60% en los últimos doce años. Es decir, el proceso de consolidación de la democracia en América Latina se quedó en la situación inicial y no ha pasado a un estado superior. En Chile se instaló una democracia normativa de alto nivel, con un Estado que funciona con reglas rígidas, con la llegada de inversiones extranjeras y una economía con crecimiento del 7%. Pero desde el punto de vista de la cultura democrática no se ha cumplido la expectativa social de un proceso de democratización con mayor libertad y acceso, y menor discriminación y desigualdad. El ex presidente Ricardo Lagos me diría: ‘¡Cómo. Si siete de cada diez chilenos que entran a la universidad vienen de hogares sin educación universitaria!’. Mi respuesta es que si no fuera así, habría habido una revolución. El tiraje de la chimenea, en términos de movilidad social, es apenas suficiente para que no haya revolución. Ha permitido la conformación de una nueva clase media-baja que se mantiene en la línea de flotación, con un ingreso familiar de alrededor de 400 mil pesos. Esa clase media incipiente critica a la democracia en forma brutal, porque aumenta la mala distribución del ingreso, no desmantela las discriminaciones ni las desigualdades y los jóvenes no tienen acceso a las oportunidades. De ahí surgen la “revolución pingüina” y las guerras estudiantiles. Mientras el país ha pasado al grupo de países intermedios, esos sectores no pasan a consolidarse como clase media. ¡Están haciendo la bicicleta con las tarjetas de crédito!”.
Y no ven posibilidades de cambio...
“En los próximos cinco años no se visualiza un aumento de 100 mil pesos en el ingreso promedio, que es lo que se necesitaría para darle empuje a la clase media. Sacamos de la pobreza a un 20% de la gente y la transformamos en clase media-baja. Pero no hay políticas sociales que la beneficien, porque lo que preocupa es sacar de la pobreza al 17% restante. En esta sociedad las disparidades se han consolidado, incluso la movilidad social -a la cual se accede a través de la educación- es también dispar. Para que un joven del estrato más bajo que logra acceder a mayor educación que la de sus padres consiga saltar al primer estrato, tienen que pasar por lo menos dos generaciones.
La frustración que existe en Chile se debe a esa democratización limitada. En las encuestas, la gente reconoce mejoramientos en salud, en el acceso a educación y a salas cuna. Ha mejorado su situación objetiva -tiene máquina lavadora, celular, máquina fotográfica-, pero su posición relativa en la sociedad sigue siendo la misma. En esta sociedad dispar, terriblemente discriminadora, prejuiciada y desconfiada, no es que la gente no sea demócrata… ¡El ‘no demócrata’ es el sistema!”.

Democracia de “baja calidad”

El descontento tendría que ser mucho mayor entre los más pobres -con un ingreso familiar de 200 mil pesos o menos- o los desempleados.
“El descontento con el sistema democrático no tiene una equivalencia monetaria. Los más descontentos no son los que tienen menos, sino los que no logran tener más. Generalmente el que está menos bien en la sociedad expresa más descontento con el gobierno y menos descontento con el sistema. Son cosas distintas”.
¿Dónde se sitúan los más decepcionados del sistema democrático?
“En la Izquierda del espectro político. Sienten que la democracia no les ha entregado los elementos para sentirse pares. Incluso el Transantiago ha puesto de manifiesto esta disparidad, en la medida en que ha tenido un impacto democratizador muy fuerte -y que hasta ahora no se ha mencionado como un hecho positivo-. El Transantiago hizo que el Metro, que antes era de unos pocos porque costaba más que la micro, sea de todos. Ahora vale lo mismo y hay igualdad de acceso: se suben ricos y pobres.
Aparte de los malls, son pocos los luga-res en Chile donde se juntan ricos y pobres, porque nuestra sociedad está muy segmentada. Todo es diferente para unos y otros. Por eso la vestimenta se convierte en un elemento tan importante, igualador. Si el pobre logra comprarse zapatillas, parka y jeans de marca, tiene la posibilidad de pasar inadvertido. Al menos en la calle es muy difícil distinguir a un joven rico de uno pobre. En un estudio que hicimos con Unicef se demostró que los niños dejan el colegio para trabajar en el supermercado y comprarse el pantalón taquillero, el celular, ir a la disco y ‘parecer’ igual. La falta de un mínimo piso de paridad es lo que tiene a la democracia en el suelo”.
A su juicio, ¿hay conciencia de esto en la llamada clase política?
“No. Lo he planteado muchas veces y generalmente la respuesta es: ‘Chile es un país democrático’. Nadie niega eso, pero es una democracia de baja calidad, poco ‘democrática’”.

Fiesta para todos

En las encuestas también se ha revela-do un cuestionamiento creciente al mo-delo económico.
“Es evidente que después de cinco años de boom económico -de 2002 a 2007-, hay más plata. Pero la riqueza no se reparte. El ciudadano común ve en el mercado un mecanismo de distribución dispar. El mercado no le sirve, en la medida en que él no participa en ese mercado. No se trata de un cuestionamiento ideológico como el de los años 60. No es que la gente no quiera mercado, lo que quiere es entrar al mercado. Y le pide al Estado que regule, porque está fuera de la fiesta, mirando cómo los otros festejan. Presiona al Estado para que regule y dé compensaciones. La gente no paga su pasaje en el Transantiago porque es una manera de compensar su falta de acceso a esta fiesta. La clase media ‘emergente’ es la que más transgrede las reglas, el pobre-pobre está más dispuesto a pagar, por orgullo”.
Usted critica a los políticos y sus partidos porque se guían por las encuestas para construir liderazgos, en vez de hacerlo sobre la base de propuestas...
“La clase política ha perdido calidad. Ricardo Lagos dijo que no hay motivo para perder la próxima elección presidencial. Sin embargo, un motivo es la ausencia de líderes en la Concertación. Cuando los partidos políticos usan encuestas para elegir a sus candidatos en vez de seleccionarlos por su idoneidad, la política se pragmatiza al punto que el ser humano deja de ser relevante. ¿Qué funciones cumple un partido político si la agenda y los candidatos los fijan las encuestas y los medios? Cuando eso sucede, los partidos políticos dejan de existir como tales y la gente deja de votar por ellos. Esto, que es una especie de degradación de la política, está pasando en toda América Latina”.
¿Es influencia estadounidense?
“No, es un invento latinoamericano que muestra la pobreza de pensamiento de la clase política. A lo largo de su historia, Chile se ha distinguido por tener líderes intelectuales que pensaban el país del futuro. Hoy tenemos una ‘encuestocracia’ que está destruyendo el sistema de partidos. Creo que en las próximas elecciones municipales votará menos gente. En 2004 votó el 54% de los electores, o sea uno de cada dos inscritos. Es la cifra más baja que se ha registrado desde 1990. Y ahora será más baja aún. Pero los partidos no miran el tamaño de la torta, sólo les interesa el pedazo que les toca. Ricardo Lagos dijo que a la Concertación le va a ir muy bien en las municipales… ¡Pero el número de votantes ha caído estrepitosamente desde el año 90!”.

Piñera presidente

Al final, ¿quiénes saldrán favorecidos?
“A río revuelto, ganancia de pescadores. Todo esto favorece una alternancia en el poder. Si no la hay, será porque la derecha no supo hacer su tarea”.
¿El próximo presidente será Piñera?
“Sí. Creo que habrá alternancia en el gobierno. Si todo sigue igual, la Concertación perderá. Sin siquiera considerar la ingeniería que permite el sistema binominal, no veo un líder en la Concertación que sea capaz de mantener unidos a los partidos. No veo a Ricardo Lagos convenciendo a los democratacristianos para que no voten por Piñera. No veo a Camilo Escalona convenciendo a los socialistas para que no voten por el candidato de la Izquierda fuera de la lista de la Concertación. Los partidos han perdido mucho peso, ya no son capaces de conducir a su gente. ¡Mal pueden negociar con un tercero! Tampoco veo a los electores dispuestos a entregar un cheque en blanco a una Concertación que no tiene claro qué quiere. Es evidente que en su interior quieren cosas muy distintas en temas tan diversos como la píldora del día después, el Transantiago, la educación... No veo metas comunes”.
¿Qué le parecen las dos listas de la Concertación en las municipales?
“¡Deleznable! Cuando la política llega a privilegiar lo individual de un partido con un propósito electorero por sobre los intereses de la colectividad, comienza su degradación. Se acaba la política y empieza la politiquería. Esto muestra lo perverso de este sistema que está forzando a los partidos a hacer cosas que los llevan a la autodestrucción. Siempre existe la posibilidad de cambiar, pero hoy se ve paso a paso el desmembramiento de la Concertación”.
¿La derecha lo está haciendo bien?
“En este momento está pasando piola. A los políticos de derecha les conviene seguir así hasta que empiece la campaña, porque cada vez que abren la boca pueden perder puntos. Ahora la derecha está en la cúspide, lo difícil es mantenerse arriba un año. Pueden suceder todo tipo cosas -desde una recesión hasta una catástrofe natural- que hagan cambiar al electorado en el último minuto. Pero si todo sigue igual, gana la derecha”.
Si fuera así, ¿hará cambios? Muchos piensan que no habría diferencias de fondo entre un gobierno de derecha y un gobierno de la Concertación.
“¿Sabemos lo que piensa la derecha? No sabemos mucho. No me cabe la menor duda que la derecha va a hacer muchas cosas que uno nunca haría y que a la Concertación no se le habrían ocurrido jamás. ¿Harán lo que los chilenos esperan que haga? ¿Quiénes se beneficiarán con ese gobierno? Voy a decir una brutalidad: creo que nosotros no tenemos idea de lo que es la derecha hoy, ni podemos sospechar lo que es un gobierno de derecha en el tercer milenio. Conocemos dos tipos de derecha en la historia de Chile: la autoritaria y la liberal. Esta última gobernó por última vez hace setenta años, con Jorge Alessandri. No podemos comparar ese gobierno con un futuro gobierno de Sebastián Piñera”.
¿Y la dictadura militar con Pinochet?
“La derecha autoritaria, violadora de derechos humanos, que acompañó a Pinochet, está ahí, pero no en la vanguardia. Toda la derecha de hoy trata de alejarse lo más posible de esa imagen, porque sabe que no es lo que quieren los chilenos”.
¿Pero es tan distinta?
“Yo creo que ésta no es una derecha autoritaria. Es democrática. Y no ha dicho cómo sería su gobierno. A lo mejor nos vamos a llevar la gran sorpresa. Chile empezará a descubrir la derecha en el gobierno de Piñera.
¿Por qué cree que la derecha no ha dado a conocer su pensamiento?
“Porque nadie se lo ha pedido. Chile es un país muy poco demandante. Me resultaría tremendamente decepcionante que la derecha fuera una matriz de políticas públicas, porque eso sólo conduce a una administración eficientista. Es lo que ha hecho la Concertación. Pienso que la derecha de hoy tiene una ideología que se manifestará en mucho más que eso. Lo que uno ve es una matriz valórica subyacente de corte asistencialista, paternalista, que enfatiza la familia, ignora enfermedades y problemas sociales -como la violencia intrafamiliar y las madres solteras-, una matriz valórica que no hace suya una parte de la realidad. Eso es lo que uno piensa que es la derecha. La gran pregunta que hay que hacerse es si a la derecha le interesa democratizar este país”.
¿Qué pasará con la Concertación?
“¡La Concertación se va a las trincheras! Cuando se acaba el poder es mucho más fácil encontrar ideas. En las trincheras de la oposición la Concertación puede reagruparse rápidamente, porque no hay torta que repartir. Es muy fácil ser de oposición. Una de las deficiencias de la democracia es que la Concertación ha tenido una oposición muy poco articulada. Más que ideas de país lo que la oposición ha transmitido son las equivocaciones de las políticas públicas, al estilo de ‘por qué el bus pasa más tarde”.

Izquierda conservadora

¿Cómo ve a la Izquierda que no está en la Concertación?
“Con bastante poder. Pero poder estático, congelado. Me resulta complejo hablar de un Partido Comunista veinte años después de la caída del muro. Yo martillé el muro, porque en esa época vivía en Alemania. Por tanto, la palabra ‘comunista’ me resulta extemporánea. No se ha producido una actualización del pensamiento y de los valores. A lo mejor, la alternancia en el poder ayudará a que se produzca ese proceso de actualización postmuro. En este país hasta la Izquierda más revolucionaria es conservadora y el comunismo se sigue llamando comunismo. ¡Es el congelamiento del pensamiento! ¡No se ha dado ni un paso adelante!”.
¿Tampoco en el panorama latinoamericano? Cada vez hay más gobiernos progresistas que están promoviendo cambios. Fernando Lugo, en Paraguay…
“En Paraguay habrá un desmembramiento, como en Bolivia. Creo que lo que está pasando en América Latina es el único camino para construir sociedades democráticas. También creo que estas sociedades, por ilógico que parezca, seguirán teniendo muchos motivos para ser ingobernables hasta que sean democráticas. En el presente pueden parecer procesos negativos, pero son necesarios para democratizar. En Chile los jóvenes están produciendo pequeños quiebres inevitables. No cabe duda que la revolución de los jóvenes ha puesto de manifiesto la insatisfacción con la democracia, algo que muchos no quieren admitir ni asumir. Esto no va a parar. La demanda se mantiene intacta, no ha sido respondida”

PATRICIA BRAVO

 

(Publicado en “Punto Final” Nº 670, 5 de septiembre, 2008)