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CUBA ALTIVA
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El gobierno chileno, imperturbable,
volvió a votar contra Cuba en la Comisión
de Derechos Humanos de la ONU. Un “ritual” -según
palabras del presidente Lagos, el año pasado- que
se viene perpetrando en medio de una impresionante campaña
de propaganda y presiones orientadas desde Washington. A
nadie convence que la super potencia mundial tenga hoy,
en especial después de la invasión a Iraq,
ni un milígramo de autoridad moral para acusar a
Cuba -o a cualquier otro país- de violar derechos
humanos. Por eso, los pobres resultados de sus maniobras
están a la vista.La resolución que “invita”
a Cuba a aceptar la visita de una representante del Alto
Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos apenas logró
cuatro votos de ventaja. 24 países votaron a favor,
20 lo hicieron en contra y 9 se abstuvieron. Entre los que
votaron en contra se cuentan China, India, Rusia, Sudáfrica,
Vietnam y Venezuela, en América Latina. |
Otros países del continente, como Brasil y Argentina,
se abstuvieron, rechazando todas las presiones para sumarse a
la penosa corte de gobiernos serviles del Imperio.
Este año la cuestión cubana se trató en medio
de un ensordecedor batifondo -a raíz de las condenas a
un grupo de opositores acusados de mercenarios de EE.UU., y de
la pena de muerte a tres secuestradores de una lancha de pasajeros-.
Aun así, resultó imposible para Washington obtener
la condena que pretendía. El conciliador proyecto de resolución
de Perú, Costa Rica y Uruguay fue, finalmente, aprobado
al fracasar una operación de último momento de EE.UU.
a través de Costa Rica, para hacer aprobar una resolución
mucho más dura que exigía a Cuba “liberar
de inmediato” a los opositores encarcelados. Esta última
fue rechazada por 31 votos contra 15 y 7 abstenciones, volviéndose
al proyecto original que sólo insta al gobierno cubano
a recibir a la señora Christine Chanet, representante personal
del Alto Comisionado para los DD.HH., agregando que el próximo
año la Comisión seguirá examinando la cuestión
cubana.
Vale la pena destacar que Cuba fue el primer país de América
Latina en recibir al Alto Comisionado para los DD.HH., invitado
a La Habana en 1994 poco después de crearse ese cargo en
la ONU. El Comisionado ha visitado sólo otros tres países:
Colombia, Panamá y Costa Rica. Con razón el canciller
Felipe Pérez Roque ha preguntado: “¿Por qué
hay que pedir a Cuba que otra vez el Alto Comisionado venga y
convertir eso en el centro de enormes presiones y manipulaciones
si, habiendo más de 30 países en América
Latina y el Caribe, ha estado nada más que en cuatro?”.
Cabe añadir que la ex Comisionada, Mary Robinson, esperó
cinco años, sin lograrlo, una invitación para visitar
EE.UU., que se niega a exponer su propia situación de derechos
humanos ante la ONU.
Las presiones norteamericanas para condenar a Cuba son grotescas,
si se considera que el Departamento de Estado, en su informe sobre
derechos humanos, señala a Perú -uno de los países
que se prestaron para la maniobra anticubana- como una nación
donde hay “asesinatos ilegales y sin motivo por parte de
la policía; torturas y abusos con los detenidos; la impunidad
sigue siendo un problema; y el 65% de la población penal
continúa en prisión esperando sentencia”.
El mismo informe norteamericano, en cambio, no pudo indicar en
Cuba ninguna ejecución extrajudicial, tortura ni abuso
policial.
La operación anticubana en Ginebra coincidió este
año con dos hechos: la condena a prisión de los
llamados “disidentes” (comprobadamente financiados
y orientados por la Oficina de Intereses de EE.UU. en Cuba) y
la pena de fusilamiento que tribunales cubanos impusieron a tres
individuos -con antecedentes penales- que secuestraron una lancha
con cincuenta pasajeros, amenazándoles de muerte con armas
de fuego y cuchillos.
La pena de muerte debería ser derogada en todo el mundo.
Lamentablemente, aún existe en más de 80 países.
El que la aplica con mayor frecuencia es EE.UU., el acusador de
Cuba. El propio presidente George W. Bush declaró hace
un año: “Yo apoyo la pena de muerte, creo que es
una medida que ayuda a salvar vidas”. Mientras fue gobernador
de Texas, autorizó la ejecución de 152 personas,
incluyendo algunos que cometieron delitos siendo menores de edad.
Los tres delincuentes fusilados en Cuba han sido presentados como
“disidentes” políticos, provocando así
la protesta de personalidades sorprendidas en la buena fe de su
rechazo a la pena de muerte.
El canciller cubano ha dicho que su país no quisiera tener
la pena de muerte en su legislación, porque “no es
consustancial a nuestra filosofía de la vida. Es para nosotros
un recurso excepcional, al que sólo acudimos por razones
de fuerza mayor”. Es de desear que este propósito
se pueda cumplir.
Cuba viene preparándose para una nueva ofensiva norteamericana.
El secretario de Defensa de EE.UU., Donald Rumsfeld, ha declarado
que “por ahora” Cuba no figura en sus planes de “guerras
preventivas”, pero no lo descarta. Entretanto, la Oficina
de Intereses norteamericanos en La Habana financia y dirige los
esfuerzos para crear una oposición al interior de Cuba.
Al mismo tiempo, EE.UU. busca generar una nueva crisis migratoria.
Aunque existe un acuerdo entre ambos gobiernos para otorgar 20
mil visas anuales a cubanos que quieran a visitar familiares en
EE.UU. o vivir en ese país, sólo se están
otorgando poco más de mil visados. El propósito
es provocar hechos como el secuestro de la lancha Baraguá
que servía a turistas. En los últimos seis meses
han ocurrido siete secuestros exitosos de aviones y naves cubanas.
Pero mientras EE.UU. alienta una crisis migratoria a la vez advierte
que no tolerará una situación como la de los balseros,
en 1994. Bush también anuncia que impondrá nuevas
restricciones, como la suspensión de las remesas en dinero
y los vuelos charter a la isla, que junto con la venta de alimentos
-por más de 300 millones de dólares- estaban normalizando,
en cierto modo, las difíciles relaciones cubano-norteamericanas.
Una vez más, para PF es un deber de conciencia expresar
una firme y resuelta solidaridad con Cuba. La campaña anticubana
ha sido particularmente odiosa y virulenta en nuestro país.
En el Senado, por ejemplo, se han unido partidos de derecha y
gobierno para atacar a Cuba. El gobierno, a su vez, ha cedido
a presiones que hicieron repicar el cascabel del TLC. Se ha cumplido,
una vez más, con el “ritual” de Ginebra. Este
parto de los montes debería hacer meditar a sus promotores.
La comunidad internacional no parece dispuesta a secundar las
agresiones a Cuba ni a tragarse la montaña de propaganda
contra su revolución
PF
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BENEDETTI
“Una hipocresía asquerosa”
El escritor uruguayo Mario Benedetti discrepó con
su colega portugués José Saramago, y explicó
que a pesar de no compartir la aplicación de la pena
de muerte en ningún país, incluido Cuba, no
es hora de “borrarse” del apoyo a la revolución
cubana.
Además, calificó de “hipocresía
asquerosa” la actitud de gobernantes que habiendo
apoyado a Estados Unidos en una invasión “asesina”
a Iraq, se indignan ahora por la ejecución de los
tres principales secuestradores de una lancha de pasajeros
en Cuba, el pasado 11 de abril.
En entrevista publicada por el diario montevideano La República,
el escritor habló también sobre los procesamientos
a más de 70 disidentes cubanos, a principios de este
mes.
Sobre estos episodios señaló que “hay
dos opiniones de gente respetable y progresista, uno es
Saramago y otro Eduardo Galeano”, estimó Benedetti.
“Me encuentro mucho más cerca de la posición
de Galeano que de la de Saramago. Este es un hombre progresista
pero europeo y desde Europa las cosas se ven diferentes
a como las percibimos los latinoamericanos”, indicó.
El escritor portugués, Premio Nobel de Literatura,
“puede tener razón en algunas cosas, sin embargo,
me parece que el problema no es como para borrarse totalmente
del apoyo a Cuba”, dijo.
Saramago, en un artículo publicado en el diario español
El País bajo el título “Hasta aquí
he llegado”, se desmarcó de la revolución
cubana después de las ejecuciones. Galeano, por su
parte, sostuvo que la pena de muerte no puede tener justificación,
“se aplique donde se aplique”, y que las condenas
a disidentes son “malas noticias, noticias tristes,
que mucho duelen para quienes creemos que (...) la libertad
y la justicia marchan juntas o no marchan”. Benedetti
precisó que “siempre he estado contra la pena
de muerte, en cualquier país del mundo; por tanto,
estoy contra la pena de muerte en Cuba”.
“En alguna ocasión que pude hablar con Fidel
Castro le dije mi opinión sobre el tema y agregué:
si ustedes dejan de utilizar la pena de muerte como castigo
posible, dejarían a Estados Unidos completamente
solo en el continente en cuanto a la pena de muerte, y sería
una cosa de mucho efecto que beneficiaría a la revolución
cubana. Evidentemente no me llevaron de apunte. Creo que
ha sido un error, también los gobernantes progresistas
se equivocan. Lo veo como una equivocación de Fidel
Castro, no tanto en lo que respecta a los que metieron presos,
pues aparentemente estaban conspirando en conexión
con el encargado de la Oficina de Intereses estadounidense”.
Sobre las reacciones de indignación por las ejecuciones
en Cuba, Benedetti recordó que en Estados Unidos
“hay ejecuciones casi todas las semanas, a veces de
menores, por supuesto de hispanos y negros, que siempre
tienen la preferencia. Los gobernantes que han apoyado a
EE.UU. en su invasión asesina a Iraq, y ahora se
golpean el pecho democrático indignados porque en
Cuba se ejecutó a tres secuestradores, resultan ser
de una hipocresía asquerosa”.
Explicó que “se puede estar contra los fusilamientos
en Cuba, yo lo estoy, pero tengo la conciencia tranquila
porque estuve absolutamente en contra de la invasión
a Iraq”.
Añadió además que no hay correspondencia
entre el “escandalete” armado cuando se produjo
el “tan condenable” atentado a las Torres Gemelas
el 11 de septiembre de 2001, que dejó tres mil víctimas,
y silenciar que en Hiroshima y Nagasaki el lanzamiento de
la bomba atómica por parte de EE.UU. dejó
casi 400 mil muertos.
“De modo que hay una hipocresía generalizada
que va junto con la famosa globalización, y eso es
lo que me indigna”, insistió. Pero también
reiteró que “en el caso de los 75 procesados
puede haber documentados motivos como para que se los condene,
pero lo que no puedo tragar son las tres ejecuciones. Pienso
que por tantos años en el poder, le debe ser difícil
al propio Fidel Castro mantener la serenidad. Es difícil,
porque son más de 40 años de aguantar los
ataques, las invasiones (...) Lamento que en este caso el
gobierno cubano no haya tenido la suficiente serenidad para
aguantar este otro agravio”, comentó.
Además, el escritor criticó al presidente
uruguayo Jorge Batlle, cuyo gobierno impulsó el proyecto
de resolución contra Cuba de la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU en Ginebra junto a Perú,
Costa Rica y Nicaragua. “En medio de toda esta situación,
va nuestro presidente a hablar con (George W.) Bush. Es
tremendo, pues va a darle un apretón de manos a un
asesino”, lamentó Benedetti, al comentar el
viaje de Batlle a Estados Unidos
(Del diario mexicano “La jornada”) |
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