Facultad de Economía recupera la memoria
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Un memorial con los nombres
de 16 profesionales, funcionarios y estudiantes de la Facultad
de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad
de Chile -desaparecidos o ejecutados por la dictadura- fue
emplazado en el patio de esa casa de estudios. Junto a las
suaves formas de una escultura de granito rojo diseñada
por Livia Marcos se instalaron fotografías de los
ausentes. |
Se dejó espacio para nuevos nombres, porque no se ha agotado
la investigación que permitirá conocer el número
exacto de caídos de esa Facultad, que en septiembre de
1973 funcionaba en Avenida República 517.
Esta iniciativa fue obra de un grupo de ex alumnos, integrado
entre otros por Marisol Bravo, Gilda Zerega Ponce, Teresa Fuentes
y Gina Cristi, quienes estimaron imprescindible dejar un testimonio
para las nuevas generaciones de estudiantes, académicos
y funcionarios. La escultura que se inauguró simboliza
un compromiso con el derecho a la vida, a la verdad y la justicia
para todos los chilenos.
Estudiantes, académicos, funcionarios, familiares y amigos
de los desaparecidos repletaron el auditorium de la Facultad.
A nombre de los estudiantes habló el presidente del Centro
de Alumnos de Ingeniería Comercial, Víctor Mercado.
Entre los estudiantes ejecutados o desaparecidos están
Dignaldo Araneda, Juan José Boncompte, Martín Elgueta,
Néstor Gallardo, María Isabel Joui, Enrique Ropert,
Walter Schneuer, Gerardo Silva, Frank Teruggi. Otros ya eran ingenieros
comerciales, como Winston Cabello, jefe de Orplan de Atacama;
Sergio Reyes, funcionario de Corfo; Pedro Ríos, profesor
de la Universidad de Concepción; Ignacio Valenzuela, ayudante
de cátedra, y Víctor Zerega, bachiller en Economía.
Sócrates Ponce, de nacionalidad ecuatoriana, era académico
de la Escuela de Economía e interventor de la industria
Indumet, en tanto que Sergio Cienfuegos era empleado y estudiante
de la Escuela de Técnicos Estadísticos. Los nombres
de María Isabel Joui, Gerardo Silva, Martín Elgueta
y Néstor Gallardo fueron incluidos, en 1975, en el montaje
realizado por la Dina en connivencia con los servicios de inteligencia
de Argentina y Brasil conocido como “la lis-ta de los 119”.
La maniobra buscaba hacer figurar como muertos en el exterior
a miembros de la resistencia desaparecidos a manos de la dictadura.
LA MENTIRA CONTINÚA
Abrió el acto el decano de Economía, Josep Ramos,
quien recordó que en los años 60 el país
y la Escuela eran un hervidero de ideas. Existía una cultura
de confrontación de ideas que se fue perdiendo para imponerse,
finalmente, la cultura de la fuerza. Sostuvo que hoy impera el
virus de la indiferencia y la chatura, que expresan la “cultura
de la sinrazón”. Llamó a que la Facultad vuelva
a ser “un hervidero de ideas y de idealistas”, porque
sería “el mejor memorial para estos jóvenes
que, precisamente, murieron por sus ideas”.
Entre las intervenciones, destacan las palabras de Roberto Garretón
(representante para América Latina de Acnur) y el emocionado
testimonio de la madre de Víctor Zerega. Garretón
destacó que “todos vimos lo que pasó”
y estos 16 casos representan toda la gama de la represión:
desde los que fueron fusilados el 11 de septiembre, a los que
cayeron en manos de la Caravana de la Muerte, desde los que fueron
víctima del montaje de los 119, a los que cayeron en la
matanza de Corpus Christi, de 1987. El abogado Garretón
llamó a multiplicar actos como este en todas las facultades
universitarias y servicios públicos del país.
Agregó que la mentira de los tiempos de dictadura se mantiene
hoy como política de Estado, porque el tema incomoda a
los políticos. Resaltó las 200 encargatorias de
reo que pesan sobre militares inculpados y los 150 que están
procesados, pero sostuvo que faltan otros, los civiles que los
dirigían o solapaban.
También se leyeron párrafos de una carta de la hermana
de Frank Teruggi, alumno norteamericano de la Escuela de Economía
que fue ejecutado. En California, la universidad en la que su
hermano se graduó antes de venir a Chile, confiere todos
los años el premio Frank Teruggi a un estudiante que sea
activista destacado de los mismos valores que tuvo Frank.
Por su parte, Roberto Pizarro, ex ministro de Mideplan, al inaugurar
la placa dijo sentirse orgulloso de ser parte de esa generación
y de esa historia, vivida en una universidad en la cual se formaba
a los economistas en el compromiso con los trabajadores y los
humildes.
La vicerrectora de Asuntos Académicos, Cecilia Sepúlveda,
felicitó a los organizadores del acto por “permitirnos
recuperar la memoria de esta Facultad y conocer uno a uno los
nombres de los caídos. Porque esta fue y seguirá
siendo su universidad, la Universidad de Chile”.
INFIERNO EN LA TORRE
María Isabel Joui Petersen, de 19 años, estudiante
de economía en la Universidad de Chile, casada, militante
del MIR, fue detenida el 20 de diciembre de 1974, en un departamento
de calle Brasil, en Santiago. Por su desaparición están
procesados los ex oficiales Marcelo Moren Brito y Fernando Laureani,
miembros de la plana mayor de Villa Grimaldi. Testimonios de varios
presos dan cuenta que fue torturada en la llamada “Venda
Sexy” (recinto clandestino de calle Irán con Los
Plátanos) y luego en Villa Grimaldi, junto a su marido,
Renato Sepúlveda (de 21 años) en el sector llamado
“La Torre”, desde donde ambos desaparecieron.
Marisa -como la llamaban sus amigos- se crió en un barrio
de Ñuñoa, en el seno de un hogar tradicional. Era
la única mujer entre tres hermanos, uno de los cuales era
cadete y el otro oficial de la Escuela Naval, al momento de su
detención.
Marisa descubrió su vocación revolucionaria cuando
ingresó a la Juventud de Estudiantes Católicos (JEC).
Ella entendió el cristianismo como lo explicaba la Teología
de la Liberación, como un compromiso con la lucha por liberar
a los oprimidos y construir un mundo más justo. “Se
nos abrió el mundo. La acción-reflexión-acción
se hizo norma de vida. Cada pequeño acto tenía un
sentido de fe y de transformación de un mundo injusto,
para construir el Reino de Dios en la tierra”, recuerda
su amiga y compañera María Eugenia Letelier.
El año 70, Marisa ganó, por amplia mayoría,
la presidencia del Centro de Alumnas del Liceo de Niñas
Nº 3. Cada lunes la directiva se reunía con las delegadas
de curso y buscaba formas de generar espacios de participación.
En el liceo fue una alumna destacada.
FESES, FER Y LAS MARCHAS
Fue el tiempo de las primeras lecturas de Marx y del Evangelio
interpretado en el contexto de la efervescencia social de esos
años. La directiva que integraba Marisa comenzó
a participar en la Federación de Estudiantes Secundarios,
Feses, y allí conoció el FER, Frente de Estudiantes
Revolucionarios, brazo estudiantil del MIR.
Marisa participó en las protestas contra el imperialismo,
frente a la embajada de Estados Unidos en el Parque Forestal,
y conoció los efectos de las bombas lacrimógenas.
Pero también vivió la alegría del triunfo
de Salvador Allende. Ella y sus amigos de la JEC estuvieron esa
noche del 4 de septiembre de 1970 hasta muy tarde en la fiesta
de la Alameda, donde todo era carnaval.
Comenzó a participar en los trabajos voluntarios en poblaciones
donde, como muchas jóvenes de su generación, conoció
la pobreza, la solidaridad y el amor. Se enamoró de Renato
Sepúlveda, también mirista, estudiante de medicina.
Cuando el mundo en que habían creído se derrumbaba,
en diciembre del 73, decidieron casarse y continuar militando
en forma clandestina. Marisa estudiaba economía en la Universidad
de Chile cuando la Facultad fue cerrada. A él lo detuvieron
en la Escuela de Medicina.
Marisa debió comenzar la búsqueda frenética
de un lugar seguro. Allanaron la casa de los Joui, y tocó
a su hermano Hernán, oficial de Marina, recibir a la Dina
y explicar que ella no estaba. Pero el cerco se cerró cuatro
días antes de la Navidad de 1974. El nuevo año comenzó,
mientras ella y Renato eran trasladados de uno a otro centro de
detención, hasta desaparecer un día de enero. Nunca
más vio nadie a Marisa, que tenía 19 años.
LA CRUZ DE GRIMALDI
La sobreviviente María Stella Dabancens, detenida en Villa
Grimaldi entre el 2 y el 6 de enero de 1975, compartió
pieza con María Isabel Joui. Cuando María Stella
fue trasladada, Marisa le regaló una cruz, confeccionada
por ella con hilos de frazada y astillas.
Patricia Guzmán Pardo declaró que estuvo cuatro
días en la misma pieza con María Isabel. Ella le
contó que la torturaban para tener información sobre
Andrés Pascal Allende, entonces secretario general del
MIR. Los interrogatorios a Marisa y su marido los dirigía
Marcelo Moren Brito, secundado por el teniente Pablo Fernando
Laureani Maturana.
Olga Cortés Bruna, otra detenida sobreviviente, declaró
que vio a María Isabel Joui en Villa Grimaldi, y la describe
como “una joven muy buenamoza, inteligente y de gran valor”.
Relata que vio como ella y tres personas más fueron sacadas
de Villa Grimaldi con destino desconocido. Por su parte la sobreviviente
María Alicia Salinas Farfán sostiene que en la mañana
del 8 de enero de 1975, María Isabel Joui y María
Teresa Eltit fueron sacadas de la pieza donde estaban detenidas
y nunca más las volvió a ver
LUCIA SEPULVEDA R.