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Edición 542
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Facultad de Economía recupera la memoria

Un memorial con los nombres de 16 profesionales, funcionarios y estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile -desaparecidos o ejecutados por la dictadura- fue emplazado en el patio de esa casa de estudios. Junto a las suaves formas de una escultura de granito rojo diseñada por Livia Marcos se instalaron fotografías de los ausentes.

Se dejó espacio para nuevos nombres, porque no se ha agotado la investigación que permitirá conocer el número exacto de caídos de esa Facultad, que en septiembre de 1973 funcionaba en Avenida República 517.


Esta iniciativa fue obra de un grupo de ex alumnos, integrado entre otros por Marisol Bravo, Gilda Zerega Ponce, Teresa Fuentes y Gina Cristi, quienes estimaron imprescindible dejar un testimonio para las nuevas generaciones de estudiantes, académicos y funcionarios. La escultura que se inauguró simboliza un compromiso con el derecho a la vida, a la verdad y la justicia para todos los chilenos.
Estudiantes, académicos, funcionarios, familiares y amigos de los desaparecidos repletaron el auditorium de la Facultad. A nombre de los estudiantes habló el presidente del Centro de Alumnos de Ingeniería Comercial, Víctor Mercado. Entre los estudiantes ejecutados o desaparecidos están Dignaldo Araneda, Juan José Boncompte, Martín Elgueta, Néstor Gallardo, María Isabel Joui, Enrique Ropert, Walter Schneuer, Gerardo Silva, Frank Teruggi. Otros ya eran ingenieros comerciales, como Winston Cabello, jefe de Orplan de Atacama; Sergio Reyes, funcionario de Corfo; Pedro Ríos, profesor de la Universidad de Concepción; Ignacio Valenzuela, ayudante de cátedra, y Víctor Zerega, bachiller en Economía. Sócrates Ponce, de nacionalidad ecuatoriana, era académico de la Escuela de Economía e interventor de la industria Indumet, en tanto que Sergio Cienfuegos era empleado y estudiante de la Escuela de Técnicos Estadísticos. Los nombres de María Isabel Joui, Gerardo Silva, Martín Elgueta y Néstor Gallardo fueron incluidos, en 1975, en el montaje realizado por la Dina en connivencia con los servicios de inteligencia de Argentina y Brasil conocido como “la lis-ta de los 119”. La maniobra buscaba hacer figurar como muertos en el exterior a miembros de la resistencia desaparecidos a manos de la dictadura.

LA MENTIRA CONTINÚA

Abrió el acto el decano de Economía, Josep Ramos, quien recordó que en los años 60 el país y la Escuela eran un hervidero de ideas. Existía una cultura de confrontación de ideas que se fue perdiendo para imponerse, finalmente, la cultura de la fuerza. Sostuvo que hoy impera el virus de la indiferencia y la chatura, que expresan la “cultura de la sinrazón”. Llamó a que la Facultad vuelva a ser “un hervidero de ideas y de idealistas”, porque sería “el mejor memorial para estos jóvenes que, precisamente, murieron por sus ideas”.
Entre las intervenciones, destacan las palabras de Roberto Garretón (representante para América Latina de Acnur) y el emocionado testimonio de la madre de Víctor Zerega. Garretón destacó que “todos vimos lo que pasó” y estos 16 casos representan toda la gama de la represión: desde los que fueron fusilados el 11 de septiembre, a los que cayeron en manos de la Caravana de la Muerte, desde los que fueron víctima del montaje de los 119, a los que cayeron en la matanza de Corpus Christi, de 1987. El abogado Garretón llamó a multiplicar actos como este en todas las facultades universitarias y servicios públicos del país.
Agregó que la mentira de los tiempos de dictadura se mantiene hoy como política de Estado, porque el tema incomoda a los políticos. Resaltó las 200 encargatorias de reo que pesan sobre militares inculpados y los 150 que están procesados, pero sostuvo que faltan otros, los civiles que los dirigían o solapaban.
También se leyeron párrafos de una carta de la hermana de Frank Teruggi, alumno norteamericano de la Escuela de Economía que fue ejecutado. En California, la universidad en la que su hermano se graduó antes de venir a Chile, confiere todos los años el premio Frank Teruggi a un estudiante que sea activista destacado de los mismos valores que tuvo Frank.
Por su parte, Roberto Pizarro, ex ministro de Mideplan, al inaugurar la placa dijo sentirse orgulloso de ser parte de esa generación y de esa historia, vivida en una universidad en la cual se formaba a los economistas en el compromiso con los trabajadores y los humildes.
La vicerrectora de Asuntos Académicos, Cecilia Sepúlveda, felicitó a los organizadores del acto por “permitirnos recuperar la memoria de esta Facultad y conocer uno a uno los nombres de los caídos. Porque esta fue y seguirá siendo su universidad, la Universidad de Chile”.

INFIERNO EN LA TORRE

María Isabel Joui Petersen, de 19 años, estudiante de economía en la Universidad de Chile, casada, militante del MIR, fue detenida el 20 de diciembre de 1974, en un departamento de calle Brasil, en Santiago. Por su desaparición están procesados los ex oficiales Marcelo Moren Brito y Fernando Laureani, miembros de la plana mayor de Villa Grimaldi. Testimonios de varios presos dan cuenta que fue torturada en la llamada “Venda Sexy” (recinto clandestino de calle Irán con Los Plátanos) y luego en Villa Grimaldi, junto a su marido, Renato Sepúlveda (de 21 años) en el sector llamado “La Torre”, desde donde ambos desaparecieron.
Marisa -como la llamaban sus amigos- se crió en un barrio de Ñuñoa, en el seno de un hogar tradicional. Era la única mujer entre tres hermanos, uno de los cuales era cadete y el otro oficial de la Escuela Naval, al momento de su detención.
Marisa descubrió su vocación revolucionaria cuando ingresó a la Juventud de Estudiantes Católicos (JEC). Ella entendió el cristianismo como lo explicaba la Teología de la Liberación, como un compromiso con la lucha por liberar a los oprimidos y construir un mundo más justo. “Se nos abrió el mundo. La acción-reflexión-acción se hizo norma de vida. Cada pequeño acto tenía un sentido de fe y de transformación de un mundo injusto, para construir el Reino de Dios en la tierra”, recuerda su amiga y compañera María Eugenia Letelier.
El año 70, Marisa ganó, por amplia mayoría, la presidencia del Centro de Alumnas del Liceo de Niñas Nº 3. Cada lunes la directiva se reunía con las delegadas de curso y buscaba formas de generar espacios de participación. En el liceo fue una alumna destacada.

FESES, FER Y LAS MARCHAS

Fue el tiempo de las primeras lecturas de Marx y del Evangelio interpretado en el contexto de la efervescencia social de esos años. La directiva que integraba Marisa comenzó a participar en la Federación de Estudiantes Secundarios, Feses, y allí conoció el FER, Frente de Estudiantes Revolucionarios, brazo estudiantil del MIR.
Marisa participó en las protestas contra el imperialismo, frente a la embajada de Estados Unidos en el Parque Forestal, y conoció los efectos de las bombas lacrimógenas. Pero también vivió la alegría del triunfo de Salvador Allende. Ella y sus amigos de la JEC estuvieron esa noche del 4 de septiembre de 1970 hasta muy tarde en la fiesta de la Alameda, donde todo era carnaval.
Comenzó a participar en los trabajos voluntarios en poblaciones donde, como muchas jóvenes de su generación, conoció la pobreza, la solidaridad y el amor. Se enamoró de Renato Sepúlveda, también mirista, estudiante de medicina.
Cuando el mundo en que habían creído se derrumbaba, en diciembre del 73, decidieron casarse y continuar militando en forma clandestina. Marisa estudiaba economía en la Universidad de Chile cuando la Facultad fue cerrada. A él lo detuvieron en la Escuela de Medicina.
Marisa debió comenzar la búsqueda frenética de un lugar seguro. Allanaron la casa de los Joui, y tocó a su hermano Hernán, oficial de Marina, recibir a la Dina y explicar que ella no estaba. Pero el cerco se cerró cuatro días antes de la Navidad de 1974. El nuevo año comenzó, mientras ella y Renato eran trasladados de uno a otro centro de detención, hasta desaparecer un día de enero. Nunca más vio nadie a Marisa, que tenía 19 años.

LA CRUZ DE GRIMALDI

La sobreviviente María Stella Dabancens, detenida en Villa Grimaldi entre el 2 y el 6 de enero de 1975, compartió pieza con María Isabel Joui. Cuando María Stella fue trasladada, Marisa le regaló una cruz, confeccionada por ella con hilos de frazada y astillas.
Patricia Guzmán Pardo declaró que estuvo cuatro días en la misma pieza con María Isabel. Ella le contó que la torturaban para tener información sobre Andrés Pascal Allende, entonces secretario general del MIR. Los interrogatorios a Marisa y su marido los dirigía Marcelo Moren Brito, secundado por el teniente Pablo Fernando Laureani Maturana.
Olga Cortés Bruna, otra detenida sobreviviente, declaró que vio a María Isabel Joui en Villa Grimaldi, y la describe como “una joven muy buenamoza, inteligente y de gran valor”. Relata que vio como ella y tres personas más fueron sacadas de Villa Grimaldi con destino desconocido. Por su parte la sobreviviente María Alicia Salinas Farfán sostiene que en la mañana del 8 de enero de 1975, María Isabel Joui y María Teresa Eltit fueron sacadas de la pieza donde estaban detenidas y nunca más las volvió a ver


LUCIA SEPULVEDA R.

 

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