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Jorge Schaulsohn:
“La Concertación necesita un milagro”
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Y él mismo, con sus 52 años,
su exitosa oficina interestelar de asesorías legales,
su señora norteamericana, sus hijos Camila y Nicolás,
su afición a la plástica, la buena mesa, las
casas hermosas, los puros cubanos y los autos antiguos -el
inefable Jorge Jaime Schaulsohn Brodsky- podría ser
ese regalo del cielo que salve a la coalición de
gobierno. Tal vez por eso, está tan activo en el
último rato.
El presidente Lagos le produce cierta compasión,
los dirigentes de los partidos gobernantes más bien
repudio; teme que la Concertación se pueda ir en
puros saltos y peos (la imagen intestinal le pertenece)
y aconseja prepararse para un gobierno de la derecha.
Esto fue lo que me dijo Schaulsohn:
¿Cómo ve al presidente Lagos por estos
días? ¿Encuentra que está solo, como
dice Guido Girardi? |
“No creo que el presidente Lagos sea la persona más
feliz de la Tierra, en estos momentos. Las cosas están
pasando de un modo que ni él ni nadie imaginó cuando
asumió el poder. La sensación es la misma que cuando
se camina por sobre agua congelada: donde hay hielo delgado, que
de pronto se rompe bajo los pies y uno se hunde”.
¿Le ha comunicado personalmente esta sensación
húmeda, fría y de cuesta abajo, mirando al presidente
directamente a los ojos?
“Hemos conversado. Me atrevo a decir que tenemos un diagnóstico
compartido”.
¿Usted cree en él y en su capacidad para remontar
esta crisis?
“No se trata de creer. Le tengo mucho cariño al presidente
y... a ratos compasión. Sé que es un hombre total
y absolutamente honesto y bien intencionado. Muy inteligente,
pero no tan buen político”.
¿Cuándo fue la última vez que hablaron
usted y el primer mandatario, y qué se dijeron?
“Estuve almorzando con él hace más o menos
un mes. Nos dimos ánimo... ¡¡mutuamente!!”
¿Todavía lo recibe y lo escucha, a pesar de
sus críticas al gobierno?
“Siempre es gentil y deferente conmigo”.
¿Encuentra que el presidente está solo?
“Lo que pasa es que hoy, los partidos no son interlocutores
válidos y entonces, no se puede hablar en serio con sus
dirigentes sobre los problemas y dificultades del gobierno. Las
conversaciones posibles son puntuales y tienen que ver con temas
específicos, por ejemplo tal o cual proyecto de ley. Pero
una conversación seria sobre el futuro no hay con quién
hacerla. Esa es la ‘soledad’ que veo. No es falta
de apoyo ciudadano, sino de sustento político”.
¿De qué forma se produjo, a su juicio, lo que
usted ha llamado la decadencia de los partidos de la Concertación?
“Los partidos de la Concertación entraron en decadencia
por culpa de su doble discurso. Hacia adentro hablan en contra
del mercado y la globalización. Hacia afuera la promueven
(por suerte). La gente se dio cuenta de esto y los catalogó
como irrelevantes. Para qué militar en un partido si en
la asamblea los dirigentes dicen A, pero desde el gobierno hacen
B. Como consecuencia de ello, la toma de decisiones salió
del ámbito de los partidos y se trasladó a grupos
fácticos (en los que participo). Las comisiones políticas,
juntas directivas, etc., se llenaron de dirigentes sin peso y,
por no ser tomados en cuenta, con mucho resentimiento. Esto tiene
que ver con un fenómeno más profundo. En el PS su
renovación se estancó tras la unidad del socialismo
(Arrate y Lagos tienen culpa en esto). El PPD nunca se definió
políticamente con suficiente claridad. La DC es un partido
atormentado por dos culturas que conviven sólo por amor
a la tradición. El PR vive su decadencia como una auténtica
Pyme y está a punto de quebrar”.
Usted ha sostenido que el gobierno de Lagos está más
o menos parecido al de Saddam…
“Pero Saddam is no more. Lagos, en cambio, es y será
presidente hasta el 2005”.
¿Le parece que puede haber momentos más lamentables
para la Concertación, o esta crisis ya tocó fondo?
¿Para qué debemos prepararnos?
“Técnicamente, la Concertación no funciona.
Por lo tanto, no puede haber un momento peor. Cada vez que participo
en reuniones con dirigentes de la Concertación, me deprimo.
Hay demasiadas diferencias políticas entre sus máximos
exponentes. Unos son contrarios al mercado, otros no. Unos evalúan
bien la obra de sus gobiernos, otros no. Yo creo que hay que prepararse
para un gobierno de la derecha, salvo error u omisión,
como se dice... ¡O un milagro!”
¿Cómo llegó la Concertación al
punto de necesitar un milagro, cuando tuvo todo en sus manos para
ser feliz? ¿Qué ocurrió? ¿En qué
se equivocó? Bájenos la línea, ilumínenos
a este respecto.
“La Concertación era una alianza entre el centro
y la Izquierda en proceso de renovación, pero con una clara
hegemonía del centro. A partir del 97 la renovación
de la Izquierda se detuvo y la hegemonía del centro se
perdió. Dicho de otro modo, el ‘alma’ liberal
gobernó a la Concertación hasta el 97 y después,
se produjo un empate con la otra alma, la conservadora. El resultado
es la confusión y la parálisis que vemos hoy”.
¿Qué cuota de responsabilidad en este cuadro
deprimente asigna usted a la corrupción?
“Es curioso, pero sólo hace unos días estuve
en una cena con conspicuos concertacionistas. Hubo más
de veinte discursos sobre la Concertación y su actual situación.
Pero nadie, absolutamente nadie, mencionó siquiera la palabra
corrupción. Eso demuestra que no hay mucho cable a tierra
y explica también las dificultades”.
El ministro Insulza, cual Chapulín Colorado, nos recuerda
que a pesar de las dificultades, Lagos no está tan solo,
puesto que lo acompaña el 53 por ciento del apoyo ciudadano...
“No se puede sino estar de acuerdo con un hecho estadístico.
Sólo cabe interpretarlo. Es cierto que Lagos tiene un apoyo
importante, superior a la mayoría de los gobernantes del
mundo, salvo el de Estados Unidos que está en guerra”.
Tanto así que si hoy hubiera elección presidencial,
Lagos ganaría, según las encuestas.
“La gente sabe que Lagos no puede ser candidato, de manera
que eso es un decir, nada más. Las masas perciben que no
hay liderazgos de verdad en la Concertación, absolutamente
ninguno”.
¿A su juicio, tiene salvación el gobierno de
Lagos?
“Para mí el futuro del gobierno está dado
por lo que pase afuera. Si hay reactivación en la economía
mundial, podemos terminar con una buena tasa de crecimiento y
bajo desempleo. Con eso basta. Si le agregamos TLC, mucho mejor.
Y si en el camino le metemos reforma a la salud, la cosa no estaría
tan mala”.
Está fácil, entonces, es cosa de sentarse a esperar
estos tres añitos que faltan.
“El gobierno puede avanzar, pero lo hará ‘a
saltos y peos’, como dicen”.
Pero, aunque crezcamos al ocho por ciento, que no creo, la gente
seguirá percibiendo que un país sobrio, honesto
y probo se convirtió en una cueva de bandidos, ¿no
cree?
“No veo a Chile como a una cueva de bandidos. Además,
nunca fue tan ‘probo’. Recordemos que hubo una dictadura
en que se mató y robó mucho, y que a pesar de todo
y para vergüenza de todos, terminó con un fuerte apoyo
popular”.
¿Será Lagos el sepulturero de la Concertación?
“La vida tiene muchas vueltas, pero podría ser que
a Lagos le corresponda enterrar a Pinochet y a la Concertación.
Yo no deseo que ocurra ninguna de las dos cosas”.
Dé un consejo a Lavín, otro a la canciller Alvear,
otro al Colorín Zaldívar y otro a su amigo Girardi.
“A Soledad Alvear, que no se haga muchas ilusiones. A mi
querido amigo Guido, relax. Lavín es el que menos consejos
míos necesita”.
¿Qué le parecería Fernando Flores en
la presidencia del PPD?
“El PPD necesita a Flores más que lo que Flores necesita
del PPD”.
¿Qué opina usted del rol de la Izquierda-Izquierda
o, como usted la llama, la Izquierda stalinista, en este baile
de la política nacional?
“Cagó, definitiva e irremisiblemente. Sólo
hace ruido. Es como la estética, se oye pero no se entiende...
Incluso las personas que concuerdan con sus críticas jamás
le confiarían el gobierno. Si Gladys Marín fuese
presidenta de Chile el desempleo sería de más del
70%. La pobreza subiría a niveles nunca vistos. Tendríamos
desnutrición infantil y la expectativa de vida de los chilenos
se reduciría en diez años”.
El paisaje general que describe usted es tan desolador que parece
el escenario ideal para que alguien carismático, noble,
visionario, exitoso y con vocación de servicio nos salve
del naufragio... Es un contexto tan terminal que a nadie le importaría
que el candidato fuera judío, incluso, ¿no le parece?
“Me parece que yo sería un muy buen candidato presidencial,
aun cuando la recomendación venga muy de cerca. No es por
nada que mi abuela Rebeca, que en paz descanse, me llamaba Einstein”.
Veo que lo tenemos de vuelta en el ruedo, con todo y apetitos
presidenciales al aire.
“El que nace chicharra, muere cantando”
PAMELA JILES
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