Lo que viene el 13 de agosto
Paro nacional y protesta social
El miércoles 13 de agosto el movimiento social en su conjunto
se jugará una “carta brava” contra el modelo
económico que instauró la dictadura y que los gobiernos
de la Concertación mantienen intocado. Para ese día,
la Central Unitaria de Trabajadores ha convocado a un paro nacional.
La apuesta la aumentaron otras organizaciones sindicales, poblacionales
y estudiantiles que llamarán a una protesta social, evocando
las que se hacían bajo la dictadura.
La convocatoria a paro nacional la formuló el pasado 1º
de mayo el presidente de la CUT, Arturo Martínez, y la
Central trabaja para implementarla.
El llamado a una protesta social se materializará el 11
de julio -fecha que recuerda la nacionalización del cobre
por el presidente Salvador Allende en 1971-. La harán en
conferencia de prensa los promotores de la iniciativa, entre ellos
René Tabilo, presidente del Sindicato Nacional Telefónico;
Saúl Vargas, presidente de la Confederación de Sindicatos
de Maipú-Cerrillos; Osvaldo Herbach, de la Central Autónoma
de Trabajadores (CAT); Domingo Vargas, de la Coordinadora de Sindicatos
del Sector Privado (Consiep); Manuel Ahumada, de la Confederación
Gastronómica y Hotelera (Cotiach); etc. Varias organizaciones
sindicales que preparan la protesta social están afiliadas
a la CUT, pero tienen diferencias con su actual conducción.
Señalan que la convocatoria a paro nacional no fue consultada
por Arturo Martínez con las organizaciones de base. El
análisis acerca de las posibilidades de éxito del
paro apunta a que éste es dudoso, por el debilitamiento
del movimiento sindical, sobre todo en el área privada.
Por eso, ven más factible una “protesta social”,
que permita expresar el descontento en las poblaciones, donde
los trabajadores no están sujetos a represalias de sus
empleadores. En las poblaciones también abundan los desempleados
que no pueden expresar su descontento a través del paro
nacional. Los organizadores de la protesta social han tomado contacto
con federaciones estudiantiles y centros poblacionales, y estiman
que así se potenciarán el paro nacional y la protesta.
INTENSA DISCUSION
Las expectativas del paro y protesta social se vienen robusteciendo
por la decisión de otros gremios de llevar a cabo el mismo
día 13 de agosto sus propias movilizaciones. Es el caso
de la Confederación Nacional Unitaria de Trabajadores del
Transporte (Conutt). Sus dirigentes, luego de analizar los costos
sociales del Plan Transantiago del gobierno, anunciaron un paro
de la locomoción colectiva para esa misma fecha.
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La Fuerza Social y Democrática
ha expresado también su apoyo, tanto al paro nacional
como a la protesta social. La FSD entiende que, en conjunto,
el paro-protesta expresará el descontento popular
con la actual situación. La FSD estima que la injusticia
social -contra la que apuntan el paro y la protesta social-
es fruto del modelo económico neoliberal. El descontento
se manifestará también por la falta de democracia
real que establece la Constitución de 1980. |
JORGE
Pavez: la Fuerza Social y Democrática acordó
apoyar el paro nacional convocado por la CUT y la protesta
social a la que llaman organizaciones sindicales, poblacionales
y estudiantiles para el 13 de agosto. Será otro paso
en la construcción de una alternativa desde el movimiento
social. |
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La FSD orienta contra esos dos objetivos su propósito
de levantar una alternativa política desde el mundo social.
En ese sentido, concluye que el paro-protesta del 13 de agosto
será otro paso hacia la alternativa político-social
que se levantará en un congreso de las organizaciones sociales,
a fines de este año.
La preparación del paro nacional se hace en medio de discusiones
y críticas. Un sector de dirigentes de la CUT ha criticado
con dureza al segundo vicepresidente, Diego Olivares Aravena (DC)
y al encargado de Cultura, Alfonso Lathrop Tejos (PS). Ambos viajaron
a Miami, invitados por la Cancillería, a la firma del Tratado
de Libre Comercio con Estados Unidos.
El rechazo al TLC fue acordado por amplia mayoría por el
consejo de federaciones (Confasin). Pero esta decisión
no se materializó en una posición clara de la instancia
ejecutiva de la CUT. Asimismo, aunque ésta rechazó
el viaje a Miami de Olivares y Lathrop, no los desautorizó.
De ese modo, la posición oficial frente al TLC no ha logrado
representar el rechazo aprobado por el Confasin.
Se sostiene, además, que algunos dirigentes sindicales
concertacionistas no están impulsando el paro convocado
por la CUT y que quisieran cancelarlo.
Otros dirigentes buscan hacer converger las iniciativas de paro
y protesta social. Es el caso del secretario general de la CUT,
José Ortiz, quien ha acudido a asambleas de la coordinadora
de la protesta social representando a la Corriente Sindical Clasista,
en que participan dirigentes comunistas, entre ellos el presidente
del Colegio Metropolitano de Profesores, Jaime Gajardo.
PANORAMA
SINDICAL
En la perspectiva del paro y protesta social, hay que tener presente
la realidad del movimiento sindical. El Programa de Economía
del Trabajo (PET) señala que en el año 2001 la población
afiliada a sindicatos en el sector privado era de 599.610 personas,
o sea el 10,1% de la fuerza de trabajo total. En el sector público
-señala el estudio- se aprecia “una importante actividad
sindical y capacidad de negociación”. En el año
2001 los trabajadores organizados del sector público eran
157.580.
El año 1990 la afiliación sindical en el área
privada era del 12,8%, en relación a la fuerza de trabajo
total. Para el 2001 había bajado a 10,1%. El tamaño
promedio de los sindicatos era de 39 socios. Sólo una parte
de esos sindicatos está afiliada a la CUT.
Los organizadores de la protesta social sostienen que la participación
de pobladores, estudiantes, organizaciones diversas (derechos
humanos, ecologistas, etc.), manifestando su rechazo al modelo
y a la Constitución del 80, permitirá hacer efectivo
el paro, tanto en el sector público como en importantes
empresas privadas. El anuncio de la protesta se acompañará
con un instructivo sobre las diversas formas de protestar el 13
de agosto.
Hay sectores sindicales, como los que se organizan en la Coordinadora
de sindicatos bases del grupo Luksic (ver págs. 10, 11
y 14), que aun cuando discrepan de la actual conducción
de la CUT, trabajan porque tanto el paro como la protesta social
resulten un éxito. Los sectores más avanzados del
movimiento social coinciden en otorgar significación al
paro y movilizaciones de 13 de agosto. No se hacen falsas expectativas,
dada la fragmentación y despolitización de las organizaciones
sociales, pero creen maduras las condiciones para que el paro-protesta
alcance relevancia en muchas comunas de las grandes ciudades y
en servicios públicos importantes
PEDRO FERNANDEZ
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Llamado a la protesta social
POR JUSTICIA SOCIAL Y MAS DEMOCRACIA,
A PROTESTAR COMO HACIAMOS EN DICTADURA
Bajo la dictadura, el pueblo venció el miedo y salió
a las calles a expresar su rechazo a la tiranía. Lo hizo
a través de la protesta social que unió a pobladores,
estudiantes y trabajadores. Mediante mil formas de lucha el pueblo
reveló su inmensa creatividad y valentía. La protesta
notificó a quienes se sostenían en el poder por
la fuerza, que el pueblo lucharía sin pausa por recuperar
la democracia.
La protesta social obligó a replegarse a la dictadura.
Sin embargo, luego de trece años de caminar vacilante,
millones de ciudadanos constatamos que fuimos engañados
por quienes prometieron restaurar nuestros derechos políticos,
sociales y económicos. Las fraudulentas privatizaciones
de las empresas públicas no fueron revocadas y hoy, casi
todas están en manos de las transnacionales. La industria
nacional ha sido liquidada y la mediana y pequeña empresa
están en vías de desaparecer, multiplicando el desempleo.
Chile entero se ha convertido en un mercado funcional a los intereses
de EE.UU. y pronto toda América Latina será anexionada
al imperio. La “deuda social” no se ha pagado y, por
el contrario, la explotación de la fuerza de trabajo alcanza
extremos aberrantes. La represión, incluyendo la ley antiterrorista,
sigue aplicándose al pueblo mapuche que lucha por sus tierras.
También se reprime en las calles a los estudiantes que
demandan más recursos para la educación pública
carcomida por los mercaderes de la enseñanza.
A los pobladores que exigían viviendas dignas se les somete
a la vergüenza de “soluciones habitacionales”
que parecen cárceles, sin espacio para el descanso de los
adultos y la recreación de los niños, y donde las
mafias de la droga y la prostitución imponen sus propias
leyes.
Los ricos cada vez tienen más y los pobres han perdido
la esperanza de que se les haga justicia y se reconozca su derecho
a trabajo seguro, salario justo, salud, educación y viviendas
dignas de seres humanos. Los que ofrecieron traer la alegría
se limitan a administrar lo que dejó la dictadura: la Constitución
y el modelo económico, gastando su tiempo en luchas internas
que no ponen en el centro las necesidades del pueblo. La democracia
ha ido perdiendo credibilidad y los reaccionarios de ayer y de
hoy se preparan para copar los últimos espacios que aún
les falta controlar.
Porque luchamos en dictadura exigiendo libertad y democracia,
creemos que ha llegado el momento de llamar a poner fin a la injusticia
social instalada en nuestra patria.
No podemos seguir esperando. Aunque el temor, la desconfianza
y la desesperanza hacen difícil la tarea, debemos intentarlo.
Nuestra lucha recién comienza pero hay que dar el primer
paso.
El desafío es que los grandes ignorados, los ausentes de
toda participación en las decisiones públicas nos
demos los instrumentos orgánicos para levantar la demanda
nacional que nos represente. Esto será posible una vez
que nos reconozcamos y respetemos en la diversidad y confiemos
en nuestras propias fuerzas para construir nuestro destino como
país.
Tenemos muchas razones para protestar. Lo haremos juntos el 13
de agosto. Protestemos con esperanza, como hacíamos en
dictadura. Confiemos en la capacidad que da la unidad de los que
soñamos con un mundo más digno y justo.
Protestemos desde nuestros hogares, en las calles y plazas de
nuestro país, paralizando el trabajo, gritando nuestro
descontento, haciendo retumbar nuestro reclamo para que se escuche
en las alturas del poder. Reivindiquemos el derecho ciudadano
a decir ¡basta!
Unámonos en la protesta social del 13 de agosto y comencemos
a construir nuestro propio futuro de hombres y mujeres dignos
y libres
COORDINADORA NACIONAL POR LA PROTESTA SOCIAL
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El espíritu capitalista
El sistema capitalista, que extiende sus raíces desde la
caída de la sociedad feudal y la llegada de la manufactura,
se desarrolló con la revolución industrial, en el
siglo XIX. Se expandió y aceleró la investigación
científica y el progreso técnico. Aumentó
la producción y se agravó la desigualdad en la distribución.
De su seno contradictorio surgió el socialismo, que priorizó
la distribución sin conseguir aumentar la producción.
La onda neoliberal derribó el socialismo europeo como un
castillo de naipes.
Hoy, el capitalismo se pasea victorioso por las naciones de la
Unión Europea y de América del Norte (excluyendo
a México). En el resto del mundo deja un lastre de miseria
y pobreza, conflictos y muerte, salvándose las élites
que, en sus respectivos países, manejan los negocios según
el viejo recetario colonial, prescrito de nuevo por el FMI: todo
para beneficio de la metrópolis.
En plena globocolonización el capitalismo está siendo
victorioso también en mentes y corazones. Aunque no en
todos. Hay ricos y pobres que no tienen espíritu capitalista.
Son personas generosas, altruistas, capaces de inclinarse ante
el sufrimiento ajeno y de tender la mano solidaria a causas colectivas.
Sin embargo, la tendencia del espíritu capitalista es a
agudizar nuestro egoísmo, dilatar nuestras ambiciones de
consumo, potenciar nuestras energías narcisistas, volvernos
competitivos y sedientos de lucro: crear personas menos solidarias,
más insensibles a las cuestiones sociales, indiferentes
a la miseria, ajenas al drama de indígenas y negros, alejadas
de las iniciativas que intentan defender los derechos de los pobres.
Moldear ese extraño ser que acepta sin dolor la desigualdad
social, que asume la cultura exhuberante de lo fútil, que
se divierte con entretenimientos en que se ridiculiza a las minorías,
a los pobres y a la mujer, como sucede en los programas de “humor”
de la televisión.
El capitalismo promueve en nuestra conciencia una tal inversión
de valores, que defectos calificados por el cristianismo como
“pecados capitales” son tenidos como virtudes: la
avaricia, el orgullo, la lujuria, la envidia y la ambición.
El capitalismo es hermano gemelo del individualismo. Al exaltar
como valores la competitividad, la riqueza personal, la acumulación
de bienes, interioriza en muchas personas ambiciones que los alejan
del esfuerzo colectivo de la conquista de derechos, para sumergirlos
en la ilusión personal de que algún día también
ellas, como alpinistas sociales, se subirán al carro de
la fortuna y del éxito.
La magia capitalista disuelve, por el calor de su seducción,
todo concepto gregario, como nación o pueblo. Lo que hay
son individuos atomizados, premiados por la lotería biológica
por no haber nacido entre los pobres, o por la rueda de la fortuna
que los hizo ascender milagrosamente hacia el universo en el que
los sufrimientos morales son camuflados bajo el brillo de la opulencia.
El espíritu capitalista no hace distinción de clase:
se inocula tanto en el poblador de favela como en la empleada
doméstica, en el campesino sin tierra y en el conductor
de taxi. E induce a ricos y pobres a la apropiación privada,
no sólo de bienes materiales sino también de bienes
simbólicos.
Ese espectro de seres humanos no conoce la cooperación
ni la gratuidad; considera la generosidad como una humillación;
encara la pobreza rebelde como caso de policía; hace de
la función de mando una segunda piel; trata a los subalternos
con desdén. El mundo se centra en su ombligo. Aunque no
llegue a taparse las orejas cuando oye hablar de “amor al
prójimo”, sólo llega a hacerse próximo
cuando están en juego sus intereses y ambiciones. Pero
prefiere guardar distancia si el otro sufre, decae socialmente
o se hunde en el fracaso. Su espejo es el de la bruja que pregunta:
“¿Hay alguien tan exitoso como yo?” Si la respuesta
es positiva, entonces desea conocerlo, adularlo, idolatrarlo,
tocarlo, como a una imagen religiosa de la que se esperan gracias
y beneficios.
Capitalista no es sólo el banquero. Es también el
que envidia y se somete a sus caprichos. El mundo es para él
un juego de espejos, en los que se ve proyectado en las más
variadas dimensiones. Envidia a los que están por encima
de él y odia a quien le amenaza como competidor. Cuando
se vuelve religioso es para ganar el cielo, ya que la tierra le
pertenece. Da limosnas, nunca derechos; enciende velas, nunca
esperanzas; predica el cambio de corazón, no de sociedad;
es capaz de reconocer a Cristo en la eucaristía, nunca
en el rostro de quien padece hambre, carece de tierra o de vivienda.
Nos horroriza pensar que, antes, la sociedad practicó el
canibalismo. Pero quien sabe si alimentarse con la carne de un
semejante, en lugar de dársela como pasto a los gusanos,
no sea más saludable y ético que excluirlo del derecho
a ser simplemente un ser humano
FREI BETTO
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