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Edición 548
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El legado de Allende
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Los asesinos ya tienen nombres

13 de agosto

La caldera de la
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Valparaíso
Luis Corvalán
“Las FF.AA. y los
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Chile de Mario Toral
Los “otros” héroes
de la historia nacional
El gran circo chileno
¿Puede un país convertirse en espectáculo circense?

En marcha la campaña solidaria

PF se llena de colores

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En marcha la campaña solidaria

PF se llena de colores

Comienza a materializarse lo prometido como aporte a la campaña solidaria con Punto Final. Destacados artistas han donado obras que, con seguridad, los lectores de PF sabrán apreciar.
Tenemos 18 serigrafías, firmadas y numeradas, que están llenando de colores esta cruzada por mantener nuestro espacio en el periodismo libre e independiente de los grandes poderes, que asegura el compromiso con las luchas por “otro mundo posible”.

 

Mostramos de José Balmes Zapato y barro, una serigrafía de 60 por 65 cm, sencilla y fuerte. El artista nos remite a una ausencia, a un hombre que sólo dejó sus huellas de barro y sangre y unos zapatos ajados. Forma parte de una serie de obras políticas en que el artista refleja el desgarro, la persecución y la muerte bajo la dictadura; una forma de recordarnos lo que no debemos olvidar.
La pintora Gracia Barrios nos regaló otra serigrafía, de igual tamaño y fuerza, que integra una serie titulada Hombre cerro, como homenaje al pintor francés Gustave Courbet.
Su hija, Concepción Balmes, nos donó una serigrafía sin título de su Serie Azul, (1 m x 54 cm).
A través de Gracia Barrios hemos recibido también una obra de colección, de Ediciones Grillo, que tiene el título P y P; en ella se recogen obras de quince pintores de renombre inspirados en poemas para crear serigrafías con sus particulares estilos. Así, Germán Arestizábal tradujo en imagen el poema A un niño en un árbol, de Jorge Teiller. Otro tanto hicieron la pintora Roser Bru con un poema de Enrique Lihn (Porque escribí) y Sammy Benmayor con Claudio Bertoni y su poema Instrucciones para ingresar a un monasterio. Automóvil es obra del poeta Gonzalo Millán, que inspiró a Andrés Gana. Concepción Balmes trabajó sobre El árbol de la vida de Manuel Silva Acevedo, y Gracia Barrios con los versos de Juvencio Valle Mañana me voy al sur. La edición de este singular libro se completa con el poema A las mujeres selknam de Marcela Muñoz Molina, graficado por Pamela Bozinovic; Unico arte, de Germán Carrasco, que llevó a la plástica Jorge González Lohse. El pintor Hugo Marín hizo dúo con la poeta Delia Domínguez (Cuestión de vida o muerte); Mario Murúa con Guillermo Valenzuela (Tajo); Guillermo Núñez con Gonzalo Rojas (Cuerdas inmóviles, dedicado a Carlos Droguett); Eugenio Téllez con Bruno Vidal (Esas instantáneas para ti, mi amor); Vicente Rioseco con Soledad Fariña (Donde el amarillo); Vivian Scheinhing con Waldo Rojas (El retorno) y Manuel Torres con el poeta y escritor Armando Uribe (Qué se hicieron).
Si bien pintores y poetas se emparentaron en esta obra, ninguno perdió su autonomía y cada serigrafía es una obra independiente. Todas las obras gráficas están firmadas por sus autores y debidamente seriadas.
En la próxima edición de Punto Final estaremos con los pintores Manuel Gómez-Hassan y Lenka Chelén, quienes con su arte le pondrán más colores a esta campaña


Donan una obra de Venturelli

A más de 14 años de su muerte, José Venturelli, importante figura de la plástica nacional, llega a sumarse a los esfuerzos por impedir que la falta de recursos termine por asfixiar a Punto Final. Eso, gracias al gesto generoso de su hija, la doctora Paz Venturelli, quien donará una xilografía del artista.
Como muralista, pintor y grabador, Venturelli mantuvo siempre la misma temática: las condiciones de vida de los pobres, las diferencias sociales y la situación de los oprimidos. Como una manera de expresar visualmente su compromiso político, fuertemente influido por la estética del muralismo mexicano que conocía de cerca gracias a su amistad con David Alfaro Siqueiros, desde sus comienzos se dedicó a crear un estilo cercano y accesible. Así, rescató los rasgos más típicos de los pueblos que habitan Latinoamérica, trabajó la monumentalidad en las formas y se concentró en el uso de los colores propios de nuestras culturas originarias: ocres, rojos y azules que remiten a la tierra. Su obra se mantuvo siempre en un ámbito figurativo. También creó escenografías y vestuario para el Teatro Experimental y el Ballet Nacional Chileno, ambos de la Universidad de Chile.
José Venturelli nació en Santiago el 25 de marzo de 1924. Estudió en el Instituto Nacional al mismo tiempo que asistía, desde los 14 años, a los cursos vespertinos de la Escuela de Bellas Artes. Egresó de la secundaria y se matriculó en la Universidad de Chile como alumno regular del curso de pintura mural que Laureano Guevara impartía en la Escuela de Bellas Artes. Comenzó a participar en la Federación de Estudiantes, ámbito que le permitió canalizar sus convicciones antifascistas heredadas de su padre, un exiliado italiano. En 1943 fue becado a Brasil, donde permaneció dos años conociendo a sus artistas más destacados. A partir de 1952 viajó por Latinoamérica, Europa y China. En todos esos lugares conoció y compartió distintas técnicas plásticas, incluida la acuarela que perfeccionó en Oriente. Durante los años 60 colaboró en el Consejo Cultural de Cuba, donde organizó un taller de gráfica experimental y asumió el proyecto de un mural para el Ministerio de Industrias. Allí se hizo amigo del Che.
Desde 1974 vivió el exilio en Ginebra (Suiza). Durante su permanencia en esa ciudad hizo un vitral para la Iglesia de La Madeleine. Recién en 1986 pudo volver a Chile y permaneció un corto tiempo en nuestro país. Murió en China, en 1988, mientras hacía los arreglos para instalarse definitivamente en Chile. Su trabajo artístico mereció muchos premios y distinciones. Entre otros, la Medalla de Oro en la Exposición de Gráfica Internacional, en Leipzig (1959). En Suiza se fundó una asociación que lleva su nombre y en 1989 se creó en Santiago la Fundación José Venturelli. Realizó numerosas exposiciones individuales en todo el mundo. Una de ellas, en 1973, en el Palacio de las Minorías Nacionales, de Pekín. Fue el primer artista no chino que realizó una muestra en ese lugar, luego de la revolución cultural

Un buen regalo

Un aporte muy especial hizo a PF el periodista Alejandro Cabrera: una partida de ejemplares de un libro suyo que evoca los primeros 16 años de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, fundada en 1953.
¿Pero qué tiene de especial? Dos cosas: recoge el testimonio de 132 profesionales de la prensa de diferentes épocas, edades, tendencias y experiencias, lo que no es poca cosa, ya que significó un gran trabajo de entrevistas y recopilación gráfica. Pero quizás lo más distintivo está en que, como los entrevistados son periodistas, en sus recuerdos se alude a la historia política, económica y social del país que a cada cual le tocó vivir (y escribir). En este sentido, se trata de una producción que puede interesar a todo lector.
Vendedores del Sol es el título de este volumen de 320 páginas. Y aunque fue escrito por “150 cómplices confesos”, como se dice al comienzo del libro -después se insistirá en que es una obra colectiva, lo que es cierto-, la iniciativa y la responsabilidad de la edición recae por entero en Alejandro Cabrera Ferrada, destacado periodista que ha sido profesor del plantel universitario, director de la agencia Inter Press en Colombia y, hasta hace poco, director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y presidente del Círculo de Periodistas. Desde la portada el libro llama la atención, ya que está ilustrada con el óleo Paisaje desértico con Sol, del gran Camilo Mori (1896-1973)


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