Luis Corvalán:
“Las FF.AA. y los comunistas deben conocerse”
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Luis Corvalán es uno de los personajes relevantes
de la historia reciente de nuestro país. Por estos
días no está con ganas de hablar de política
contingente. Toda su concentración está
puesta en revivir el pasado, los días de la Unidad
Popular, lo que ese gobierno hizo en tres años
y lo que no pudo hacer. Es el tema de un libro que está
terminando. Aún no tiene título, sólo
uno tentativo: El gobierno de Allende, tal como fue.
¿Cuál es la tesis central de su libro,
don Lucho?
“En el libro se demuestra, en primer lugar, que
el acceso de la Izquierda chilena al gobierno fue con
una relevante participación de comunistas y socialistas,
a diferencia de lo que ocurrió durante la época
del Frente Popular en la cual el radicalismo era la fuerza
política más poderosa e influyente.
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Hubo un largo proceso histórico de formación y
desarrollo de una conciencia nacional a favor de cambios de fondo,
principalmente en la estructura económica nacional. Se
destacan también las condiciones internacionales de esos
años, durante los cuales los bonos del socialismo estaban
muy altos, la lucha del pueblo vietnamita contra el invasor yanqui
despertaba la admiración y solidaridad de todo el mundo
y la revolución cubana demostraba la posibilidad de que
cualquier país del continente, aunque esté a escasas
millas de los Estados Unidos, puede liberarse de la dominación
imperialista y crear una sociedad en la cual los frutos del trabajo
de todos se reparten equitativamente y el pueblo tiene acceso
a la salud, la educación y la cultura”.
¿Quiénes son, a su juicio, los tres personajes más
importantes del período de la Unidad Popular?
“Como personaje, como individualidad, el más importante
fue, claramente, Salvador Allende, quien estaba absolutamente
convencido de la necesidad de emprender en Chile una revolución
para hacer posible que las principales riquezas mineras, el cobre
en primer lugar, estuvieran en manos de los chilenos para beneficio
de todos ellos; que igual cosa sucediera con las grandes empresas
monopólicas de la electricidad, la radiotelefonía,
la metalurgia, la industria textil y otras, con los bancos, el
comercio de importación y exportación, y que se
llevara adelante la reforma agraria, hasta terminar con el latifundio
improductivo y retrógrado. Todo lo que se hizo en este
terreno fue producto de la unidad y lucha del pueblo, fue gracias
a su largo batallar, pero también gracias al papel jugado
personalmente por Allende, que recorrió tantas veces el
país haciendo conciencia acerca de la necesidad de los
cambios de fondo y que, desde el puesto de presidente de la República,
se jugó entero en tal sentido. Demostró una consecuencia
política inconmensurable”.
¿Qué otros se destacan, en su visión?
“Además de Allende, todos los dirigentes de los partidos
de la Unidad Popular; cual más, cual menos, dieron un valioso
aporte a la victoria y a las tareas de gobierno durante el primer
tiempo, aproximadamente hasta fines de 1971. Después, algunos
asumieron posiciones crecientemente críticas, que debilitaron
y no favorecieron el cumplimiento de esas tareas. Por ello, no
me hallo en condiciones de opinar qué o cuáles ‘personajes’
de esos partidos, además de Allende, puedo mencionar como
‘los más importantes en el período de la Unidad
Popular’. Tampoco puedo mencionar alguien del Partido Comunista,
pues este consideró, desde el comienzo hasta el fin, que
lo más revolucionario y patriótico era trabajar
por el éxito del gobierno del presidente Allende, por ponerle
un dique a la sedición, y todos sus dirigentes y militantes
se emplearon a fondo en dicha dirección”.
¿Qué sueños que aún tengan vigencia
se lograron construir durante la Unidad Popular?
“Entre otros, la posibilidad de que miles y miles de hijos
de obreros y muchos obreros con enseñanza media completa,
pudieran seguir carreras universitarias, y la valoración
que tuvo el papel de los trabajadores en la sociedad, reconocido
entonces mediante las responsabilidades de gobierno, en la administración
pública y en las empresas estatizadas, que asumieron numerosos
de sus dirigentes”.
¿Cuáles fueron los principales logros de ese período
que hayan perdurado en el tiempo?
“Como logros concretos de ese período que hayan perdurado,
aunque no enteramente, puedo mencionar la nacionalización
del cobre y la reforma agraria. No obstante que la mayor parte
del cobre ha vuelto a manos privadas extranjeras, Codelco se mantiene,
y aunque ya no están en poder de los campesinos la mayor
parte de los 5 millones 223 mil hectáreas expropiadas por
el gobierno de Allende y los tres millones y medio de hectáreas
expropiadas por el gobierno de Frei, no hay duda que la reforma
agraria puso fin al latifundio y dio paso a una agricultura más
moderna y productiva. Se mantiene, también, el medio litro
de leche para todos los niños de Chile, aunque como todos
saben ha habido fallas en la distribución y también
escasez. Acerca del por qué de esta última el ministro
de Salud, Pedro García, le ha dicho a los periodistas que
deben preguntárselo a las vacas. Extraña respuesta,
por decir lo menos.
Lo más importante es que todos los logros se mantienen
en la memoria de los que vivieron y recuerdan aquel tiempo y de
quienes los han conocido con posterioridad”.
ALLENDE POETA
¿Qué puede usted contar de Salvador Allende, que
no se haya dicho o que no se sepa hasta hoy?
“En mi libro hay un capítulo que se llama ‘El
aporte de Salvador Allende’. El presidente Allende es una
personalidad tan conocida y tanto se ha escrito y dicho de él,
que en verdad no hay nada nuevo que contar. Pero en la valoración
de su aporte a la lucha del pueblo cada persona que lo conoció
puede, naturalmente, destacar una u otra faceta y hablar de uno
u otro de sus rasgos con mayor o menor aprecio por él y
por el papel que jugó en la política chilena. Y
en mi libro yo lo hago, o trato de hacerlo en la mejor forma.
Como novedad le puedo añadir que en el capítulo
mencionado se inserta un poema de su autoría. Fue publicado
en 1929 por una revista muy modesta de Viña del Mar. Yo
lo conservé hasta hoy y me parece de mucho interés”.
¿Cómo, exactamente, conoció usted al general
Pinochet?
“Que yo recuerde lo vi y me vio, lo saludé y me saludó,
sólo el 9 de septiembre de 1973, cuando nos topamos luego
de salir de una entrevista que tuvimos con el presidente Allende
en su casa de Tomás Moro, y en la cual participaron el
subsecretario general del Partido Comunista, Víctor Díaz,
Orlando Millas y yo. Después de esa entrevista, Pinochet,
acompañado del general Urbina, fue recibido por el presidente,
ocasión en que se impuso de la idea que tenía Allende
de llamar a plebiscito, decisión que anunciaría
en un discurso el día 11 de septiembre, a raíz de
lo cual se adelantó el golpe que estaba fijado para el
día 14”.
Los partidos de gobierno -entre ellos el que usted comandaba-
¿no fueron capaces de hacer un perfil de los miembros del
alto mando del Ejército?
“No teníamos aparato de inteligencia y no hicimos
ningún perfil”.
¿Quiere decir que usted no manejaba información
sobre Pinochet, en ese período?
“Ninguna”.
¿Qué recuerdo tiene del general Prats?
“Muy buen recuerdo. Era un hombre muy inteligente y correcto.
Estaba ciento por ciento convencido de la necesidad y el deber
de las Fuerzas Armadas de respetar la Constitución y de
subordinarse al poder democráticamente constituido. Era
un demócrata que tenía un gran cariño por
su institución, al extremo de renunciar a la comandancia
en jefe del ejército para no arriesgar su unidad. A la
vez, era una persona que tenía una gran estimación
por el pueblo y un criterio muy amplio para apreciar los fenómenos
sociales de su tiempo. Estas cualidades lo llevaron a tener una
gran simpatía por las transformaciones que se llevaban
a cabo y un gran aprecio por el presidente Allende, con el cual
colaboró lealmente”.
EL PC NO TENIA
POLITICA MILITAR
¿Cuál era la política militar del Partido
Comunista, antes del golpe?
“Desafortunadamente, sólo tuvimos esbozos, principios
de política militar, pero no una política militar
propiamente tal”.
¿No le parece gravísimo no haber tenido política
militar, ni información de inteligencia, ni aparatos armados
en esa confrontación?
“En el período de Allende y para defender su gobierno,
no era posible formar una organización paramilitar como
el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. En la Unidad
Popular no habría habido acuerdo para formarlo. Y no cabía
actuar en este terreno al margen de la Unidad Popular y sin la
venia del presidente, que tampoco habría estado de acuerdo.
Creo que la principal falencia en este terreno fue una despreocupación
y un desinterés por las FF.AA. de parte de toda la Izquierda
y en especial, de los comunistas. Los partidos de derecha siempre
se preocuparon de las instituciones militares y las influenciaron
en un sentido reaccionario. La Izquierda no hizo lo suyo, salvo
en algún modo el Partido Socialista en tiempos de Raúl
Ampuero. Estoy convencido que habría sido y es necesario,
democrático y patriótico que las FF.AA. puedan conocer
el pensamiento y los propósitos de todas las colectividades
políticas, comprendidos los comunistas. Y que de su parte
todas las colectividades hagan lo que puedan por hacerse conocer
en el mundo militar”.
¿Cómo recuerda la nacionalización del cobre
y la repartición del medio litro de leche, que hoy se echan
de menos?
“Fueron dos medidas valiosas, importantísimas y emblemáticas,
como se dice hoy. La primera demostró el patriotismo, la
valentía y la consecuencia de Salvador Allende y de la
Unidad Popular y ha significado para el país un ingreso
de miles y miles de millones dólares, más de los
que habrían entrado de haber seguido el cobre en manos
de las compañías norteamericanas. La segunda dio
cuenta de la sensibilidad social, del humanismo y del aprecio
por los niños de parte del presidente Allende, su gobierno
y las fuerzas de Izquierda y, de paso, demostró la infamia
de aquellos reaccionarios largo tiempo empeñados en hacer
creer a los ingenuos que de triunfar Allende se mandarían
los niños a Rusia”.
Me gustaría que me hablara del edecán Araya, al
que la Armada no le ha hecho ningún reconocimiento hasta
hoy.
“El edecán naval Arturo Araya fue un eficiente y
leal colaborador del presidente Allende. Fue uno de los oficiales
de la Armada que se identificó con los patrióticos
propósitos del gobierno de la Unidad Popular. Era además
un hombre culto, cordial, de buen humor, comunicativo y de agradable
trato. Cayó en la noche del 26 de julio de 1973 asesinado
por un comando de la derecha, ya entonces lanzada por el camino
de la sedición”.
¿Cómo recuerda las acusaciones constitucionales
a los ministros de la Unidad Popular?
“Nunca ningún otro gobierno fue blanco de tantas
acusaciones contra sus ministros de Estado. Todas ellas respondieron
a un plan reaccionario dirigido a descalificar al gobierno, acusándolo
reiteradamente de actuar al margen de la Constitución y
de la ley”.
MOMENTOS DIFICILES
¿Y el paro de octubre?
“El llamado paro de octubre fue, en verdad, el paro del
transporte, un paro patronal. Lo apoyaron la Confederación
de la Producción y el Comercio, la Sociedad de Fomento
Fabril y la Confederación del Comercio Detallista. El comando
de la sedición que trató de paralizar el país.
Pero los trabajadores siguieron laborando en las industrias, en
los hospitales, en los puertos, en los ferrocarriles, en las plantas
eléctricas y otros servicios. Los molineros trabajaron
extraordinariamente sábados y domingos, y los funcionarios
de la Corfo organizaron decenas de convoyes para el traslado de
las mercaderías, utilizando camiones del área social
fuera de las horas de servicio. El Sindicato de Dueños
de Camiones de Barrancas y varios centenares de transportistas
de todo el país rechazaron el paro y colaboraron con el
gobierno. Los ferroviarios, por su parte, trabajaron horas extraordinarias
para asegurar el abastecimiento de la población. Miles
de jóvenes, principalmente estudiantes, cumplieron agotadoras
jornadas de carga y descarga en las estaciones ferroviarias y
en los terminales de los camiones manejados por los miembros del
Mopare. Ello atenuó las consecuencias del desabastecimiento,
aunque éste no dejó de afectar al pueblo, a la gente
más necesitada, pues los ricos, apenas comenzó el
paro del transporte, llenaron sus frizers y despensas con las
mercancías de consumo diario, y en alguna medida lo hacían
también los sectores populares de mayores ingresos”.
En ese período ingresaron las Fuerzas Armadas al gobierno
de la UP. ¿No es así?
“En vista de la obcecación de los confabulados, el
1º de noviembre de 1972 el presidente Allende formó
un nuevo gabinete con participación de militares. El nuevo
ministro del Interior, general Carlos Prats, se dirigió
al país el día 3 de noviembre de 1972 y tres días
después el paro terminó. Fue el primer intento serio,
dirigido a echar abajo el gobierno popular”.
¿Cuál fue para usted el momento más complicado
y por qué?
“El momento más complicado se presentó en
vísperas del golpe militar, cuando la única posibilidad
-sólo posibilidad- de remontar el peligro de golpe estaba
en respaldar al presidente que quería convocar a un plebiscito.
Y en la Unidad Popular no hubo acuerdo de apoyar esta iniciativa”.
¿Cuál es su juicio histórico respecto del
papel de Patricio Aylwin y Eduardo Frei en ese período.
¿Le parece que fueron auténticos demócratas
o resueltos golpistas?
“Ni una ni otra cosa. No se jugaron a favor del golpe ni
en defensa del gobierno constitucional. Pienso que ambos esperaban
que tras la caída de Allende se convocaría pronto
a elecciones presidenciales y que la DC retomaría el mando
del país. No fue así y, después de algún
tiempo, los dos desempeñaron un papel positivo en la lucha
contra la dictadura”.
Más allá de la anécdota: ¿por qué
cree que en cada capital del mundo, en oriente y occidente, hay
una calle o una plaza que se llama Salvador Allende? ¿Por
qué, después de treinta años, todos los pueblos
lo reconocen y admiran?
“Como usted dice, en oriente y occidente hay muchas ciudades
que llevan en sus calles y plazas el nombre de Salvador Allende.
También lo tienen hospitales, escuelas, barcos, centros
culturales, auditóriums de universidades, consultorios
médicos, institutos. Todo ello es testimonio del aprecio
internacional que hay por el presidente Allende y por la original
y audaz empresa revolucionaria que él encabezara. Por lo
visto, en muchos países se preparan diversos actos recordatorios
del presidente que prefirió permanecer en su puesto en
el palacio de gobierno y morir allí, antes que entregarse
y ceder el mando del país a quienes -estaba seguro y los
hechos comprobaron que tenía razón- desencadenarían
el terror y la persecución contra el pueblo”.
Se ha dicho de usted que en el momento de su detención
estaba debajo de una cama, ¿es efectivo? ¿Cómo
fue ese momento?
“Ese infundio es de Pinochet y ya no merece respuesta”.
LECCIONES DE LA UP
¿Cuál es su conclusión luego de revisar
el gobierno de la Unidad Popular?
“En primer lugar, creo que fue una gran tentativa revolucionaria
por hacer de Chile un país verdaderamente independiente
y soberano, por crear una sociedad más justa y construir
una democracia que fuera, como la definía Abraham Lincoln
‘un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’.
En segundo lugar, pienso que si en definitiva no prosperó
y fue derrocado, ello se debió, fundamentalmente, a la
confabulación de la reacción chilena con el imperialismo
norteamericano, esto es, al hecho de que los oligarcas y los magnates
de la burguesía, en defensa de sus privilegios, se conciertan
hasta con los enemigos de la independencia y soberanía
de la patria.
Y en tercer lugar, tengo la convicción que como Unidad
Popular pecamos de sectarismo y así se favoreció
nuestra derrota. Los partidos de la UP, cual más cual menos,
acentuaron su izquierdismo. En su congreso nacional realizado
en agosto de 1971, el Partido Radical se declaró marxista
y anunció que su objetivo era la liquidación de
la propiedad privada en todas sus formas, empujando fuera de sus
filas a Luis Bossay, Alberto Baltra, Manuel Sanhueza y otros de
sus dirigentes, quienes formaron el PIR, estuvieron cierto tiempo
con el gobierno y después se pasaron a la oposición.
Con ello, el gobierno salió perdiendo. El Mapu también
se dividió y el sector encabezado por Oscar Guillermo Garretón
asumió posiciones ultra izquierdistas. La Izquierda Cristiana
pasó, igualmente, a posiciones extremas, en tanto el Partido
Socialista proclamaba la necesidad de disolver el Congreso y formar
un Parlamento Unicameral, como si tal cosa fuera posible alcanzar
así no más. Y el Partido Comunista, aunque tuvo
una línea más amplia, no fue suficientemente explícito
y tenaz en la lucha por una política todavía más
abierta por parte de la Unidad Popular.
Para vencer todas las dificultades y derrotar la sedición
desde el comienzo, había que tener una firme mayoría
nacional. En otras palabras, el éxito dependía esencialmente
de una correlación favorable de fuerzas sociales y políticas
que abarcara, por lo menos, el 60% de la población. Tuvimos
este respaldo inmediatamente después de la elección.
Pero no se concretó en un acuerdo político que fuera
más allá del Estatuto de Garantías que se
convino con la DC sólo para el efecto de refrendar la elección
de Allende en el Congreso Pleno y luego, para nacionalizar el
cobre. En los primeros meses que siguieron a la victoria, en la
democracia cristiana había ambiente para un entendimiento
mayor. En tal sentido abogó varias veces Radomiro Tomic.
Pero en la Unidad Popular este asunto no se planteó ni
se consideró. En el Partido Socialista y algunos otros
partidos de la UP predominaron entonces las posiciones contrarias
a entendernos con la DC. El presidente Allende, el Partido Comunista,
el Mapu Obrero Campesino, el Partido Radical y la Acción
Popular Independiente, API, se distinguieron por tener una posición
más amplia en materia de unidad. Pero no se jugaron suficientemente
en tal dirección”.
¿A cuál de todos los cientos de muertos por la dictadura
ha extrañado más en todos estos años y por
qué?
“Naturalmente, se echa de menos, en primer lugar a Salvador
Allende por ser el líder principal de la Izquierda y se
siente también la falta de los compañeros más
conocidos y cercanos, empezando por Víctor Díaz,
Mario Zamorano, Uldarico Donaire y demás miembros del comité
central del PC. Pero sentimos la pérdida de todos los caídos”.
Usted perdió a su único hijo varón después
del golpe. ¿Podría contar sobre él?
“Luis Alberto fue nuestro único hijo varón
y primogénito. Trabajó en la empresa avícola
que formó la Corfo durante el gobierno de Allende, con
el entusiasmo y la entrega propios de la juventud, de sus convicciones
políticas y de su capacidad profesional. Era ingeniero
agrónomo. Estudió y se tituló en la Universidad
de Chile cuando los hijos de obreros y jóvenes de familias
modestas podían ingresar a la universidad. Fue detenido
el 14 de septiembre, tres días después del golpe,
junto a su esposa Ruth Vuskovic. Estuvo preso en el Estadio Nacional
y en Chacabuco. Luego de salir en libertad, con su esposa y Diego,
su hijo de dos años, se fueron a Bulgaria donde falleció
-dice el Informe Rettig- ‘como consecuencia de las torturas
recibidas en el Estadio’”
PAMELA JILES
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