CRONICA NACIONAL
Los asesinos ya tienen nombres
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Fue a Francisco Javier Cuadra a quien se le escuchó
anunciar por radio, el domingo 16 de diciembre de 1984,
la muerte de Fernando Vergara Vargas, (“Jesús”),
militante del MIR y encargado de Radio Liberación.
De ese modo, al reproducir un mentiroso parte de la CNI,
el ex ministro secretario general de gobierno se hacía
cómplice de un crimen brutal, cometido la noche
anterior. En ese falso enfrentamiento, en realidad una
emboscada en calle Santa Elvira de Santiago, Fernando
Vergara fue acribillado por catorce impactos de bala mientras
caminaba solo e indefenso.
No era primera vez que un ministro civil daba como información
verdadera las mentiras de la CNI. Esas prácticas
también las tuvo Sergio Fernández, actual
senador de la UDI, quien fuera ministro del Interior.
Estos funcionarios no se manchaban las manos con sangre.
Pero son tan responsables de los crímenes y desapariciones
como quienes dispararon y torturaron amparados por el
gobierno, los tribunales y las FF.AA.
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LA
Ñatita Rebelde, personaje creado por Fernando Vergara
para “El Rebelde”, periódico clandestino
del MIR. |
En el caso de la muerte de Fernando Vergara es clara la complicidad
del ex ministro Cuadra y ya es hora que la jueza del Noveno Juzgado
del Crimen de Santiago, Raquel Lermanda, lo someta a juicio, tal
como ha hecho con los asesinos: tres funcionarios en retiro del
ejército (el coronel Aquiles González Cortez, el
capitán Luis Arturo Sanhueza Ross y el suboficial Jorge
Ramírez), y dos suboficiales en servicio activo: Luis Gálvez
Navarro y Francisco Orellana Seguel, miembros de la Dirección
Nacional de Inteligencia del Ejército (Dine).
Desde su regreso clandestino a Chile, en 1982, y hasta su muerte,
a fines de 1984, “Jesús” cumplía sus
tareas en la resistencia. En ese lapso organizó y echó
a andar Radio Liberación, una emisora móvil que
transmitía microprogramas en forma clandestina por el 107.5
del dial FM. Como tenía muchas habilidades artísticas,
dedicó tiempo también a la cerámica, al dibujo
y la pintura. De su creatividad salieron imágenes como
La Ñatita Rebelde, el personaje adolescente de una historieta
que aparecía en la contratapa del periódico El Rebelde,
órgano clandestino del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR). La Ñatita alentaba a los jóvenes a armar
barricadas y desarrollar formas de autodefensa.
Como diseñador gráfico y publicista Fernando Vergara,
de 36 años, había trabajado en las agencias Walter
Thompson y Veritas Publicidad, en la Universidad Nacional Autónoma
de México y la Editorial Siglo XXI. Exiliado en México,
“Jesús” regresó a Chile manteniendo
constante relación con su hija de 7 años, quien
permaneció en el exterior, a través de entretenidas
cartas que dibujaba con lápices de colores. Hoy, como en
el caso de muchos otros chilenos, se lucha por la mínima
justicia: castigo ejemplar para sus asesinos
Agustín Edwards, inocente paloma
Al cierre de esta edición el Tribunal Regional de Etica
del Colegio de Periodistas -que preside Oriana Zorrilla Novajas-
notificó al director de Punto Final, Manuel Cabieses Donoso,
que resolvió rechazar su denuncia contra Agustín
Edwards Eastman, dueño de la empresa El Mercurio.
Cabieses había solicitado la expulsión de Edwards
del Colegio de Periodistas, acusándolo de violar el Código
de Etica de la institución. La petición de sumario
contra Edwards fue presentada el 9 de enero del año 2001
y señala que ese periodista y empresario tomó parte
activa en la conspiración golpista de 1973, gestionando
personalmente la intervención del gobierno norteamericano.
(Ver PF 544).
Después de dos años y medio, la resolución
del Tribunal Regional de Etica señala en su fallo -que
publicaremos en el próximo número de PF- que no
puede juzgar “las opciones ideológicas y políticas
del propietario de un medio de comunicación para oponerse
o defender un régimen político”, ya que éstas
“entran en el campo de la libertad de conciencia”.
Además de Oriana Zorrilla, integran el Tribunal Margarita
Pastene Valladares (secretaria), Víctor Abudaye Soto, Alfredo
Taborga Molina y Humberto Zumarán Araya.
El director de PF apelará de este fallo a la instancia
superior: el Tribunal Nacional de Etica del Colegio de Periodistas
de Chile
El torturador en su lugar
Aludida por el torturador Miguel Krassnoff en la entrevista a
El Mercurio, el 6 de julio, Carmen Castillo Echeverría,
que sobrevivió al operativo en que cayó su pareja,
Miguel Enríquez, secretario general del MIR, se dirige
a quienes lucharon y al pueblo de Chile:
Hoy me encontraba escribiendo sobre el acto que vivimos el 27
de abril en Villa Grimaldi. Las palabras de Gladys Díaz,
los poemas de Gonzalo Rojas, la voz de Pilar y José Saramago
recordando que los muertos no están muertos, que el pasado
no pasa, que allí estamos juntos buscando siempre cómo
convertir la memoria en algo vivo, presente, cómo libremente
decidir que hemos vencido y venceremos cada día a la lógica
del torturador.
Son las tres de la tarde en París. Mi madre me llama desde
Santiago. Por teléfono me lee las declaraciones de Krassnoff
Martchenko. La arrogancia y la imbecilidad obtusa del torturador
siguen en ese individuo, treinta años después, intactas.
Pobre hombre, marioneta de la máquina de matar que fue
la dictadura de Pinochet.
Uno de los jefes de la Dina, responsable de tortura, muerte y
desaparición, jefe de Halcón 1 y Halcón 2,
persiste en declararse un “no-torturador”. A partir
de allí, de esa “declaración”, el resto
de sus palabras son lo que son: nada frente a la nada, no se siente
ni emoción ni rabia.
La agenda personal del torturador, su objetivo de resurgir limpio
de sangre y excrementos, obedece a un sistema totalitario, encerrado
en sí mismo. El otro, en este caso yo, no existo en ese
juego. No respondo, entonces, ni a sus declaraciones, ni a El
Mercurio, ni a aquellos que siempre han hecho suya la versión
de la dictadura.
Me dirijo, con humildad, a los sobrevivientes, a mis compañeros,
al pueblo de Chile. Nuestra vivencia de lucha y resistencia se
encuentra cada día viva en mí, aunque les escriba
desde lejos.
He escrito tres libros, dos pueden leerse en Chile: Un día
de octubre en Santiago y Santiago/París, el vuelo de la
memoria, co-escrito con Mónica Echeverría, mi madre.
Con sinceridad y rigor he intentado en ambos trasmitir la versión
de los vencidos. En esos textos, el señor Krassnoff aparece
como lo que es: un torturador, un tornillo más de la máquina
de matar. Todos los torturadores se confunden finalmente bajo
los rasgos idénticos de una misma marioneta en uniforme,
con botas y ametralladora. El señor Krassnoff Martchenko
no presenta en sí mismo ningún interés, es
simplemente -repito- un torturador más. Testimonios entregados
constituyen pruebas irrefutables que pueden ser consultadas por
quien lo desee.
En cambio hay algo que no se conoce y de lo cual no hemos hablado
suficientemente. Si alguien salvó mi vida, no fue ninguno
de los peones del aparato represivo. Fueron seres humanos que
sí me maravillan, que realizaron un gesto gratuito, porque
sí, para salvarle la vida a alguien que no conocían;
fueron la suma de lo que se llama “una buena acción”,
lo que logró extraerme de la prisión, de la tortura:
la vecina Gladys frente a nuestra casa en calle Santa Fe, que
viéndome tirada en la vereda y desangrándome llama
al hospital Barros Luco; el joven médico de guardia que
se encontraba en la ambulancia, que se enfrenta a la Dina y me
traslada a Urgencias del hospital; la vieja enfermera de ese mismo
servicio que me pregunta “¿qué puedo hacer
por usted?” y que le avisa a mi tío Jaime Castillo
que estoy herida, pero viva; el médico que me opera en
el Hospital Militar, que por casualidad se encontraba allí,
y que decidirá unas semanas después que sí
puedo viajar, el enfermero del mismo hospital que me susurraba
algunas noticias de mi familia... y sí, todo el movimiento
de solidaridad en Chile y en el extranjero que exigía mi
liberación, horrorizado por el asesinato de Miguel Enríquez,
del cual responsabilizo a Pinochet, Contreras y, por supuesto,
a Krassnoff Martchenko.
En aquel cuarto del Hospital Militar, pequeño, custodiada
por tres hombres armados, penetraban los oficiales, venían
a interrogar. Una prisionera no se encuentra nunca en una situación
de “conversación” con su torturador, aunque
en el juego de roles la marioneta se ponga la máscara del
“bueno” de la historia. Al respecto no hay ambigüedad
en mis textos.
En agosto de 1993 se filmó en Santiago el documental La
Flaca Alejandra. Durante esas dos semanas intentamos obtener una
entrevista de Krassnoff Martchenko, confrontarlo a la memoria
de sus víctimas y frente a mi cámara. No respondió,
pero ese silencio emite ruido y significancia. Ese filme que intenta
desmontar el espacio del miedo, del dolor y del horror, ha sido
una de mis respuestas a la política de la amnesia y el
olvido del poder en Chile. ¿Por qué ese documental
aún no es transmitido en nuestro país? Una aproximación
a ese trabajo audiovisual puede consultarse, mientras tanto, en
el capítulo 11, “La Memoria no se rinde”, de
Santiago/Paris, el vuelo de la memoria.
En la trinchera de la lucha somos muchos, no se nos escucha pero
existimos. Resistimos y creamos a partir de nuestra memoria, sin
nostalgia y con un inmenso deseo de vivir. Vale la pena continuar,
a pesar de todo
CARMEN CASTILLO
París
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