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Edición 548
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En esta Edición
A 32 años de la nacionalización del cobre
El legado de Allende
ECUADOR
CRONICA NACIONAL
Los asesinos ya tienen nombres

13 de agosto

La caldera de la
protesta social
Valparaíso
Luis Corvalán
“Las FF.AA. y los
comunistas deben conocerse”
Chile de Mario Toral
Los “otros” héroes
de la historia nacional
El gran circo chileno
¿Puede un país convertirse en espectáculo circense?

En marcha la campaña solidaria

PF se llena de colores

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El gran circo chileno

¿Puede un país convertirse en espectáculo circense? Ha habido algunos casos en el mundo, más bien por responsabilidades personales que, en determinado momento, afectaron al entorno por un tiempo: una vez, en las Antillas, un general-presidente construyó un castillo erizado de cañones apuntando hacia el cielo, para contestarle a Dios en los días de tormenta eléctrica. En Perú, hubo un clérigo a fines del siglo XIX que acudió a un amigo coronel para proponerle que hiciera una revolución. ¿Para qué? preguntó el militar. Para ver si fusilamos al arzobispo, dijo el cura. En fin: más situaciones de circo que de un Estado circense.

Quizá sea Chile el primero, hasta ahora, que haya logrado esta otra hazaña.
Desde hace semanas, los principales canales de televisión y las portadas de todos los diarios masivos están centrados en el gran problema nacional de discutir si una bataclana, cuyo marido está en prisión por fraude al fisco en Japón, ha sido puta sólo ella o se ha dedicado, también, a prostituir bailarinas de categoría dudosa. Es el tema nacional. De esto se habla, se comenta, se analiza, se pontifica. Todo lo demás ha pasado a segundo plano.

Coincidentemente hay una locura desatada en torno a ganar sintonía en los canales televisivos. Y quien logra mayor rating es el canal de la Universidad Católica, mediante la entrega de basura de todo tipo: la noble desnudez del cuerpo humano queda al nivel de mercancía, los valores éticos son superados por la mera búsqueda de ganancia económica, la propuesta de entretención, formación e información cede terreno a la bagatela frívola. Y se trata de toda una universidad. Por añadidura católica, cuyo Gran Canciller es el cardenal-arzobispo que dice tener las manos atadas.
En otra esquina del escenario aparecen, también en estos días, los hasta ayer generales de la República dando un tristísimo espectáculo: los mismos que negaron los asesinatos cometidos y jamás reconocieron la detención y desaparición de personas, buscan ahora una salida. Al ver que la justicia ha declarado los casos como “secuestro permanente”, impidiendo con ello certificar los crímenes, acuden a un silogismo brutal: “hay muertos, fueron enterrados clandestinamente, después removidos, dinamitados, pulverizados, lanzados al mar. Lo sentimos harto. Señores jueces ésa es la verdad; ahora, apliquen la ley de amnistía inventada por el gobierno militar, y aquí no ha pasado nada”.
¡Una ley de amnistía! Y el país, que está distraído en mirar los mentirosos reality show de la pantalla, ni se da por enterado de este verdadero, trágico, inmoral y espeluznante show de nuestra realidad.
Es el Gran Circo Chileno. En la pista hay también saltimbanquis, prestidigitadores, payasos, animales tan domesticados que los han declarado fuera de servicio. En el Senado, el gobierno presenta proyectos que no son aprobados por los votos en contra de sus propios partidarios; muchos políticos que aplaudieron cuando el presidente Allende nacionalizó el cobre, hoy se ponen tartamudos cuando se les pregunta si existe siquiera un tímido impuesto a las empresas extranjeras que se llevan los minerales y nos dejan los agujeros; en la principal avenida de la ciudad capital, unos empresarios de corazón cristiano han levantado un modelo de habitación para las familias marginales: unos veinte metros cuadrados de madera delgada y techo de fonolita llamada “mediaguas”. Un espacio mayor, mucho mayor, tienen las perreras de las casas de los que promueven esta solución para el drama habitacional de las familias sin recursos. Y por toda la pista circense, se pasean a costa del erario nacional, unos mastines guardaespaldas cuidando a un viejo zorro declarado inservible.
Frente a todo esto, el público está “en otra”. No se escuchan silbatinas ni aplausos. Es el momento propicio para que a todos los ciudadanos que comemos pan y asistimos al espectáculo, nos pasen gato por liebre

AGUSTIN CABRE RUFATT

 


Lagos y la Tercera Vía

La Tercera Vía -reactivada en estos días en Londres con asistencia de los presidentes Lagos, Lula y Kirchner (ver pág. 25)- rectificando la tradición socialdemócrata pretende, desde una posición crítica, alimentar a la corriente de centroizquierda más moderada. Esta posición supone el abandono de las anteriores posiciones de la Izquierda -que ponían una excesiva confianza en la acción del Estado- y de la derecha, que dejaba todo entregado al “libre mercado”. Esta concepción política ha sido defendida no sólo por algunos gobiernos de países desarrollados, sino también por teóricos como Anthony Giddens. Por el contrario, el socialista Perry Anderson apunta que “...adaptando la máxima de Lenin según la cual ‘la república democrática es la armazón ideal del capitalismo’, podríamos decir que la Tercera Vía es hoy el mejor armazón ideológico del neoliberalismo”. En este sentido, Tony Blair trató de convencer en 1999 a la Internacional Socialista de que cambiara de nombre, por el de Internacional de Centroizquierda, para conseguir la incorporación del Partido Demócrata de Estados Unidos. Este mismo dirigente del “nuevo laborismo” sostuvo también que la Tercera Vía debe “reafirmarse como un partido de valores... la creencia en la comunidad, la oportunidad y la responsabilidad”.
Por lo tanto, si la idea del socialismo sobrevive en la ideología de la Tercera Vía, como alude Alex Callinicos, sólo lo hace como un socialismo ético, que confiere prioridad a la comunidad, agregando que de hecho “parece que hay tres líneas principales en la ética de la Tercera Vía: primero, la comunidad, el concepto que lo engloba todo; segundo, la igualdad, y en tercer lugar la extensión de la idea de comunidad a la esfera internacional, a través de una política exterior ‘ética’ y de la doctrina humanitaria”. La invasión de Iraq confirma este principio. En este marco, se da prioridad al deber por encima de los derechos y se pasa a las políticas represivas sobre la base del afianzamiento institucional, tanto de la economía neoliberal como del autoritarismo “moral”, así como de la justificación del desempleo por fallas morales individuales y por la “cultura de la pobreza”. La Tercera Vía, por último, rechaza la crítica socialista del capitalismo y acepta plenamente el mercado. “No se nos tiene que ver nunca más -dijo en 1999 el ministro de Hacienda laborista de Inglaterra, Gordon Brown- como contrarios al éxito, a la competitividad, al lucro o a los mercados”.
De acuerdo al neoliberalismo, sostenido por la Tercera Vía, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial presionan a los gobiernos para que cambien la carga fiscal de impuestos directos a indirectos. Esta política se combina con la sucesiva restricción de los gastos públicos, determinando la crisis de los servicios de seguridad social. Por eso, las aspiraciones igualitarias no se podrán obtener en economías neoliberales y la armonía “empresa y justicia” constituye un espejismo como también lo es la mantención de presupuestos de superávit, que fatalmente se convierten en deficitarios. Se trata en este caso de la negación artificial de la inestabilidad constitutiva de las economías capitalistas, sostenida por Marx y Keynes, Schumpeter y Hayek, como lo señala Callinicos en su obra Contra la Tercera Vía.
El gobierno de Chile, presidido por Ricardo Lagos, es la más perfecta imagen de la Tercera Vía

BELARMINO ELGUETA B.

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