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Chile de Mario Toral

Los “otros” héroes de la historia nacional

Ojos. Cientos de ojos. Tal vez miles de ojos observan el paso del silencioso Metro y el bullicio contaminante de la gente que camina-pasea por el andén.
Son ojos chilenos, al fin y al cabo, que desde las altas murallas tipo fortaleza de la estación subterránea miran hacia arriba, abajo, a los costados, al interior del alma, al exterior de la vida, de soslayo, fijamente o con párpados entornados y que, a veces, también se miran entre sí.

Pero no son ojos solitarios que andan sueltos por la vida. Están férreamente asentados en cuerpos humanos y rituales, en una multitud de seres que también hablan con sus manos extendidas en plegaria, engarfiadas, implorantes, empuñadas, rabiosas, laxas o vitales. Siempre acompañados de una fauna del cielo y del infierno, de la tierra y el aire. Vegetal, animal y mineral. Arquitectura de la vida y de la muerte, flores, llamas, raíces, alas, armas, con la iluminación tácita del sol y de la luna.
Son los ojos y las miradas que proyectan la chispa que conmueve en el mural Memoria visual de una nación. Incrustados en la inmensa escena plástica de Mario Toral miran, desde la estación Universidad de Chile del Metro, el pasado y el presente de nuestro país, aunque no el futuro de Chile, al menos de manera expresa.

AL AIRE LIBRE

El proceso de construcción de este verdadero monumento plástico “al aire libre” está registrado en un hermoso libro a todo color. El texto tiene dos grandes partes: El pasado (Antiguos pobladores, El encuentro y La conquista) y El presente (Homenaje a la poesía, Tributo a nuestro océano y Los conflictos).
Toral también intervino en un video que dirigió Sebastián Domínguez en que, a medida que recorre el territorio nacional, repasa su relación con el mural del Metro. El documental, ganador del Premio Unión Latinoamericana de París (noviembre 2002), es también una visión de nuestro acontecer nacional desde el mundo artístico. Y, en este sentido -aunque el pintor no comparta plenamente esta afirmación-, equivale a un aporte para terminar con las interpretaciones militaristas de la historia de nuestro país.
La geografía chilena es hostil, fragmentada, diversa, muy semejante a la historia de Chile. En lo personal, ¿qué imagen le provocó lo abrupto del territorio que recorrió?
“Como no soy un pintor de paisajes, en mi obra está más bien el carácter que el paisaje puede imprimir en las personas. No el paisaje en sí mismo, aunque hay insinuaciones como cactus, piedras, volcanes, etc. La presencia humana es lo histórico. Chile es un país aislado en su geografía y eso da un carácter único. En general, hay una cierta tristeza o melancolía en el chileno. Cuando volví de Francia (1964), donde viví muchos años, subí a una micro y vi en los rostros de la gente que estaba sentada una especie de tragedia, una expresión adusta. No sé si es herencia indígena. Y eso influenció mucho los ‘totems’ que hice en París. Puse estos rostros como entre piedras. Neruda dijo una vez que la mezcla del español con el mapuche plasmó un elemento trágico que ambos tenían. Chile es un país mestizo y eso hay que decirlo con orgullo”.
Nuestra historia está construida con un enfoque militarista y de allí han salido los “héroes”. ¿Quiénes son los héroes de Chile en su mural?
“Desgraciadamente, la historia de la humanidad es la historia de las guerras. Las guerras púnicas, las de Napoleón, la asiria, la conquista de regiones por Occidente. Las guerras dan cronología a la historia. Nunca se habla de la historia de la Humanidad a través de la cultura, de la poesía o el arte en general. Es triste. En el ser humano hay un germen destructivo, de violencia, conflictivo que, siendo realistas, alejándose de las utopías, es lo que da forma a la Humanidad.
El año pasado hice una serie de cuadros en contra del mundo moderno: Aleluya.com. Una crítica a los instrumentos electrónicos como internet, computadoras, etc., que se decía que nos iban a comunicar mejor. Lo hice cuando se entró al tercer milenio, cuando había 26 guerras o conflictos armados en el mundo. No me extrañaría que hoy hubiera más. Parece que es imposible evitarlas.
Sin embargo, cuando traté de hacer esta historia cronológica de Chile puse en la guerra con los mapuche sus símbolos y también, poemas: epigramas que nos llegaron por tradición oral; tratando de balancear un poco lo bélico con epigramas que tratan de perpetuar una memoria que no es sólo conflictiva. Aunque un poema impactante tiene que ver con la guerra. Dice ‘la guerra es un arcoiris negro que avanza’, es una imagen muy impactante. Hay otros que se refieren a la naturaleza.
Lo mismo después, en la Conquista y en la República, que nace con sangre. También es guerra este continuo caer de las instituciones. Donde puse un énfasis tremendo para mostrar mi opinión y la inutilidad de la guerra es en el panel de homenaje a la poesía. Pongo como ejemplo del mundo del futuro no a las fábricas ni a la electrónica, sino esos momentos para pensar en sí mismo y elevarse de las cosas terrenales”.
¿Cree que el documental y el mural son un esfuerzo para incorporar el punto de vista cultural y artístico, como vertiente de investigación para una historia más completa?
“Yo más bien diría que son una advertencia en contra de la violencia. No sólo la guerra es violencia. Hay muchas actitudes humanas que son similares a la guerra, aunque no se usen cohetes ni fusiles. El mural es en contra de la violencia y un homenaje a la cultura y a las artes. Y a la poesía”.

NADA DESAPARECE

¿Por qué incorporó a los pueblos patagónicos en este recorrido, si al estar extinguidos se habla de su fracaso como nación?
“Así como hay pájaros y lagartos extinguidos, también hay razas en el mundo que por el mestizaje o por no poder adaptarse a la civilización moderna se acaban. De algún modo subsisten, en el recuerdo, en algún museo, siempre hay una huella, nada desaparece totalmente. Es así”.
¿Qué nos dicen los “extinguidos” desde el museo, un mural, un libro?
“Yo quedé muy impactado por los arcos que hay en el museo de los salesianos, en Punta Arenas. Son de una pureza, prolijidad y efectividad tremenda. Ellos dependían de esos arcos para su subsistencia. También es un modo de hacer ver que estos seres humanos tuvieron la inteligencia de subsistir dentro de un sistema ecológico... hasta que llegó el hombre blanco y acabó con las focas, su alimentación; o subsistieron con el mestizaje o empezaron a desaparecer. Además llegaron las enfermedades. Quise dejar un testimonio sobre las matanzas del capitán Popper, cazador de onas”.
Esos hechos están registrados en la historia, pero ¿cree que hay conciencia sobre la gravedad de lo ocurrido?
“La historia la escriben los vencedores, esa es la realidad. Los vencidos tienen que esperar un nuevo ciclo, dentro de una historia pendular. Un imperio nunca dura mil años. Las cosas cambian y espero que para mejor, cada uno poniendo su grano de arena. No parece un hecho capital, de gran estruendo, pero nunca un esfuerzo es totalmente perdido”.
Al bosquejar la sección del mural dedicada al pueblo mapuche, ¿le influyó su dura lucha por recuperar la tierra usurpada?
“Uno busca algo más profundo, no propagandístico, equilibrado, poner las cosas que, a mi parecer, han cambiado la historia de Chile”.
¿Quiénes son los héroes modernos?
“Hay héroes anónimos, en la matanza del Seguro Obrero, los mil quinientos que murieron en la escuela Santa María de Iquique. No sólo el que recibió una corona de laurel o está en un pedestal en una plaza”.
¿La memoria es importante para una nación?
“Absolutamente. Los pueblos que han llegado a algo es porque continúan una tradición, lo que heredamos de nuestros abuelos, de nuestra tierra. Sin tradición, sin escrudriñar el pasado, no creo que haya porvenir y estamos condenados a repetir la historia. Usted ve que Alemania se opuso a la guerra contra Iraq. Porque es un país que causó el sufrimiento de los judíos y de los pueblos que bombardearon en la Segunda Guerra Mundial y ellos mismos, también sufrieron. Allí hay una lección”

LEOPOLDO PULGAR I.


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