La
ciudad
SIN LIMITES
Autor: Patricia Bravo Sonia
Tschorne Berestesky,
biministra de Vivienda y Urbanismo
y Bienes Nacionales.
Quien le cambió la cara al largo
reinado de la democracia cristiana en los ministerios de la
Vivienda y Urbanismo y Bienes Nacionales, la actual ministra
Sonia Tschorne Berestesky, es arquitecta de la Universidad
de Chile con estudios de magister en desarrollo urbano y militante
del Partido Socialista desde los 16 años. Más
sintéticamente, es planificadora urbana. Está
casada con el abogado Pablo Lagos -ex director de Conace y
dirigente del PS- y son padres de dos hijos.
La ministra tiene una vasta trayectoria en tareas técnicas
de gobierno, desde 1990. Fue directora nacional de Arquitectura
del Ministerio de Obras Públicas, en el período
en que Ricardo Lagos encabezaba esa secretaría de Estado.
A partir del año 2000 se desempeñó como
subsecretaria de Vivienda y Urbanismo. Uno de sus últimos
trabajos fue la elaboración del Plan Maestro de Edificación
de Santiago Centro.
La sucesora de Jaime Ravinet es una mujer afable y abierta
al diálogo, que aborda directamente algunos de los
aspectos más críticos de la gestión del
Ministerio de Vivienda en el período reciente, como
el proyecto de ley que modifica la Ley General de Urbanismo
y Construcciones, muy cuestionado por sectores de la propia
Concertación que lo interpretan como un intento de
liberar el suelo a los arbitrios del mercado y en beneficio
de las empresas inmobiliarias. (Punto Final N° 574). Expuso
ampliamente esta visión luego de asistir, a mediados
de este año, al seminario “El suelo en Chile:
¿entre el desarrollo y el mercado?”, organizado
para analizar este proyecto de ley por el presidente de la
Comisión de Recursos Naturales, Bienes Nacionales y
Medio Ambiente de la Cámara de Diputados, junto a parlamentarios
del PS y organizaciones preocupadas del desarrollo urbano.
Para la ministra Sonia Tschorne, en el rechazo a esa iniciativa
hay más prejuicio que conocimiento. “Se produjo
una estigmatización, porque el ministro era Jaime Ravinet
y a él se le considera ‘neoliberal total’,
pero no es así”. Enseguida afirma que esta iniciativa
es lo contrario de lo que se dice que es. Argumenta sus ideas
con pasión y convencimiento, aportando elementos para
un debate que, pese a su importancia, aún no llega
a amplios sectores de la sociedad.
UN SELLO PARTICULAR
Usted tiene un año y medio por delante
como ministra. ¿Cuáles son sus prioridades?
“Es poco tiempo, aunque siento que es suficiente para
concretar lo que nos comprometimos a realizar durante el gobierno
del presidente Lagos. El Ministerio tiene ya una agenda, incluso
con un presupuesto amarrado para el próximo año.
Lo que logre proyectar para 2006 no me corresponderá
ejecutarlo. Sin embargo, creo que igualmente es posible dar
un sello distinto a lo que hacemos”.
¿Cuál sería ese sello?
“Me interesa darle un carácter más urbanístico
a este ministerio. Durante mucho tiempo, en el nombre Ministerio
de Vivienda y Urbanismo este último término
quedó como apellido, y a menudo ni siquiera se mencionaba.
Pienso que hay que recuperar el nombre completo y hacer una
gestión mucho más integral sobre la ciudad y
el territorio. Los megaproyectos ya están definidos,
dentro del proyecto bicentenario. Además, tenemos el
compromiso de construir 600 mil viviendas durante el período
-en realidad, entregar 600 mil subsidios, ya que quien construye
es el sector privado- y erradicar 972 campamentos que comprenden
105 mil familias. ¡Y van a estar erradicadas en 2006!
También hay otros proyectos que, para mí como
socialista, son profundamente sensibles...”.
(…)
(Lea esta entrevista completa en la edición impresa
de “Punto Final” Nº 581, 26 de noviembre,
2004)
Quincenalmente, los viernes,
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