La
Torre
de
Papel
TVN y
su ceguera social
Autor: PAUL WALDER
La política espectáculo, aun cuando no es la
única política posible, es la que tenemos. Es
la política exterior que tuvimos durante el ceremonioso
ritual del Apec, que no ha sido otra cosa que una grandilocuente
representación de los deseos de nuestros gobernantes
y empresarios. Una liturgia tecnológica posmoderna,
que proyecta la digitalizada imagen-país desde los
salones de cinco estrellas hasta las pantallas de televisión.
Es un circuito cerrado ideológico por el que sólo
transita el discurso del poder y sus propias aspiraciones:
“Chile país modelo”, “Chile primer
socio de China”, “Chile, plataforma de ingreso
de Asia en Latinoamérica”, “Chile, a las
puertas del desarrollo”. Es la neolengua orwelliana
en su pleno apogeo, amplificada y modulada por periodistas
funcionarios afines al discurso oficial.
La política espectáculo no es la única
política. La marcha del viernes 19 de noviembre, una
representación de biopolítica (concepto que
nace en Foucault y reivindica el cuerpo como nuevo sujeto
político ante su destrucción como individuo
y colectivo) ha sido, Apec de por medio, un nuevo camino de
expresión que los medios nacionales fueron incapaces
de interpretar. Y en esta torpeza, en esta ignorancia social
y política, TVN ganó por kilómetros.
La cobertura del foro realizada por TVN nos recordó
los años de la dictadura, con periodistas sobreideologizados
y una pauteada y sesgada edición en la cual el mundo
se dividía en buenos -empresarios y gobierno- y malos,
que eran los manifestantes. Había que ver la CNN o
la televisión española para enterarse que la
expresión ciudadana en las calles era una señal
política bastante más potente que la cuajada
en los salones del foro.
Los periodistas de televisión permanecieron ciegos
ante lo que están ideológicamente adoctrinados
a no ver. La marcha, tratada como un acto pintoresco, circense,
violento y, por cierto, absolutamente testimonial -que es
una manera de barbarizar el evento- mostró la enorme
falencia -diría irresponsabilidad- de nuestra televisión
para interpretar la realidad (lo que ha de ser una función
básica de la prensa). Desde el reinicio de la democracia,
hace ya más de una década, la sociedad civil
jamás se había volcado con tal energía
y amplitud a las calles para expresar una idea, sentimiento
o lo que fuere. Más de 30 mil personas, según
La Tercera; 35 mil dijo El Mercurio, según fuentes
oficiales; 50 mil midió La Nación y más
de 60 mil los organizadores, todas cifras suficientes para
que el propio presidente Lagos reconociera y legitimara la
marcha como una contundente señal ciudadana. Un fenómeno
que nuestra televisión, muy ocupada en la farándula
y en mantener un alto rating, no fue capaz de entender.( …)
(Lea este artículo completo en la edición impresa
de “Punto Final” Nº 581, 26 de noviembre,
2004)
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