Edición 581 - Desde el 26 de noviembre al 9 de diciembre de 2004
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Terrorismo norteamericano
Fallujah,
CIUDAD MARTIR

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Terrorismo norteamericano
Fallujah,
CIUDAD MARTIR


Autor: Stella Calloni

Cada amanecer, me pregunto si en el mundo los seres humanos, verdaderamente humanos, pueden dormir en paz con su conciencia mientras un pueblo entero está siendo sometido a un genocidio que se relata por TV. Es el gran show donde se filma a los atacantes, las bombas que caen, el resplandor de los misiles, pero los muertos no se ven, aunque todos sabemos que hay miles sepultados bajo los escombros en Fallujah.
La ciudad mártir somos todos. Es el espejo donde debemos mirarnos si dejamos avanzar el revivido monstruo del fascismo. El criminal bombardeo de las tropas estadounidenses -que desde principios de 2003 invadieron y ocupan ilegalmente Iraq- contra la ciudad de Fallujah, está produciendo miles de víctimas, en una acción de terrorismo de Estado que el mundo debería detener ahora.
El plan de exterminio masivo se llama “Furia fantasma” y está destinado a eliminar el mínimo vestigio de resistencia popular, porque es la resistencia de un pueblo lo que está sucediendo en Fallujah y en todo Iraq, país bombardeado durante doce años antes de la invasión y ocupación de Estados Unidos y sus aliados.
Esos socios, Gran Bretaña, Israel y otros menores -que ni cuentan, pero eligieron ser cómplices de un crimen de lesa humanidad- actuaron también en la Guerra del Golfo en 1991, y fueron parte del siniestro bloqueo contra Iraq que produjo en diez años la muerte de medio millón de niños.
En nombre de la supuesta lucha contra el terrorismo y de la democracia instaurada a sangre y fuego, el poder terrorista mundial, que supera ya con creces las “hazañas” bélicas del nazismo, ha provocado en pocos días miles de muertos en Fallujah, y más de cien mil en el país desde la invasión “salvadora”.
Si un pueblo está luchando con enormes diferencias de armamentos, en la situación en que lo hace, contra la mayor potencia mundial de todos los tiempos, ¿por qué no pudo librarse de un dictador tan temible, como dicen que era Saddam Hussein? ¿No es al menos muy extraño?

HEROICA RESISTENCIA

Ese pueblo iraquí invadido, masacrado y humillado no ha dejado de resistir ni un día ni una hora. Y lo hace solo, ante el silencio cómplice de una comunidad internacional que no hace sino convalidar con su indiferencia su propia tragedia del futuro. Porque el proyecto de guerra y muerte que está desarrollando Estados Unidos sobre Iraq es el que han trazado en su mesiánico esplendor para el mundo entero.
El sector del periodismo canalla que ellos mismos han instaurado en el mundo, muestra imágenes de niños y hombres cazados, maniatados, encapuchados y vendados, bajo titulares tales como “capturan a terroristas” en Fallujah. Ellos saben muy bien que cada uno de esos civiles detenidos sufrirá el camino del calvario, porque la tortura no era una decisión individual de tal o cual sargento en uno u otro campo de concentración en Iraq. Es lo que consideran un arma de guerra válida, lo que aprendieron y enseñaron en sus escuelas militares.
Si lo sabrá bien América Latina en tantos años de dictaduras seguidoras de la doctrina de seguridad nacional de EE.UU.
Por cada minuto que transcurre en el mundo, un ciudadano de Iraq muere por defender su país ocupado ilegalmente. Mientras llueven bombas y misiles y los tanques pasan aplastando a vivos y muertos, el pueblo iraquí está ejerciendo su derecho de legítima defensa. ¿Cuántos muertos más necesita el mundo para parar la ofensiva criminal del imperio?

MILES DE MUERTOS

El 5 de noviembre pasado las bombas destruyeron el hospital general, un depósito de medicamentos y decenas de casas, cuando comenzaban los bombardeos masivos. Y después, el horror se extendió a todos los barrios. Nadie puede contar los miles de muertos: aunque existe un desastre humanitario, no dejan entrar ninguna ayuda, ni agua, ni comida, ni electricidad, ni remedios, ni médico. En realidad, Iraq todo es un campo de concentración para una población cautiva.
Mientras cada uno de nosotros realiza sus pequeñas tareas cotidianas, hay allí miles de niños muriendo de cara a un cielo gris por el humo de las bombas, sin ningún socorro. A eso le llaman “instauración de la democracia”, a eso le llaman “la liberación de Iraq”. ¿Dónde están los millones que salieron a las calles a protestar contra la guerra cuando (…)

(Lea este arículo completo en la edición impresa de “Punto Final” Nº 581. 26 de noviembre, 2004)

 

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