Terrorismo
norteamericano
Fallujah,
CIUDAD MARTIR
Autor: Stella Calloni
Cada amanecer, me pregunto si en el mundo los seres humanos,
verdaderamente humanos, pueden dormir en paz con su conciencia
mientras un pueblo entero está siendo sometido a un
genocidio que se relata por TV. Es el gran show donde se filma
a los atacantes, las bombas que caen, el resplandor de los
misiles, pero los muertos no se ven, aunque todos sabemos
que hay miles sepultados bajo los escombros en Fallujah.
La ciudad mártir somos todos. Es el espejo donde debemos
mirarnos si dejamos avanzar el revivido monstruo del fascismo.
El criminal bombardeo de las tropas estadounidenses -que desde
principios de 2003 invadieron y ocupan ilegalmente Iraq- contra
la ciudad de Fallujah, está produciendo miles de víctimas,
en una acción de terrorismo de Estado que el mundo
debería detener ahora.
El plan de exterminio masivo se llama “Furia fantasma”
y está destinado a eliminar el mínimo vestigio
de resistencia popular, porque es la resistencia de un pueblo
lo que está sucediendo en Fallujah y en todo Iraq,
país bombardeado durante doce años antes de
la invasión y ocupación de Estados Unidos y
sus aliados.
Esos socios, Gran Bretaña, Israel y otros menores -que
ni cuentan, pero eligieron ser cómplices de un crimen
de lesa humanidad- actuaron también en la Guerra del
Golfo en 1991, y fueron parte del siniestro bloqueo contra
Iraq que produjo en diez años la muerte de medio millón
de niños.
En nombre de la supuesta lucha contra el terrorismo y de la
democracia instaurada a sangre y fuego, el poder terrorista
mundial, que supera ya con creces las “hazañas”
bélicas del nazismo, ha provocado en pocos días
miles de muertos en Fallujah, y más de cien mil en
el país desde la invasión “salvadora”.
Si un pueblo está luchando con enormes diferencias
de armamentos, en la situación en que lo hace, contra
la mayor potencia mundial de todos los tiempos, ¿por
qué no pudo librarse de un dictador tan temible, como
dicen que era Saddam Hussein? ¿No es al menos muy extraño?
HEROICA RESISTENCIA
Ese pueblo iraquí invadido, masacrado y humillado
no ha dejado de resistir ni un día ni una hora. Y lo
hace solo, ante el silencio cómplice de una comunidad
internacional que no hace sino convalidar con su indiferencia
su propia tragedia del futuro. Porque el proyecto de guerra
y muerte que está desarrollando Estados Unidos sobre
Iraq es el que han trazado en su mesiánico esplendor
para el mundo entero.
El sector del periodismo canalla que ellos mismos han instaurado
en el mundo, muestra imágenes de niños y hombres
cazados, maniatados, encapuchados y vendados, bajo titulares
tales como “capturan a terroristas” en Fallujah.
Ellos saben muy bien que cada uno de esos civiles detenidos
sufrirá el camino del calvario, porque la tortura no
era una decisión individual de tal o cual sargento
en uno u otro campo de concentración en Iraq. Es lo
que consideran un arma de guerra válida, lo que aprendieron
y enseñaron en sus escuelas militares.
Si lo sabrá bien América Latina en tantos años
de dictaduras seguidoras de la doctrina de seguridad nacional
de EE.UU.
Por cada minuto que transcurre en el mundo, un ciudadano de
Iraq muere por defender su país ocupado ilegalmente.
Mientras llueven bombas y misiles y los tanques pasan aplastando
a vivos y muertos, el pueblo iraquí está ejerciendo
su derecho de legítima defensa. ¿Cuántos
muertos más necesita el mundo para parar la ofensiva
criminal del imperio?
MILES DE MUERTOS
El 5 de noviembre pasado las bombas destruyeron el hospital
general, un depósito de medicamentos y decenas de casas,
cuando comenzaban los bombardeos masivos. Y después,
el horror se extendió a todos los barrios. Nadie puede
contar los miles de muertos: aunque existe un desastre humanitario,
no dejan entrar ninguna ayuda, ni agua, ni comida, ni electricidad,
ni remedios, ni médico. En realidad, Iraq todo es un
campo de concentración para una población cautiva.
Mientras cada uno de nosotros realiza sus pequeñas
tareas cotidianas, hay allí miles de niños muriendo
de cara a un cielo gris por el humo de las bombas, sin ningún
socorro. A eso le llaman “instauración de la
democracia”, a eso le llaman “la liberación
de Iraq”. ¿Dónde están los millones
que salieron a las calles a protestar contra la guerra cuando
(…)
(Lea este arículo completo en la edición impresa
de “Punto Final” Nº 581. 26 de noviembre,
2004)
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