Pesca artesanal en las redes del poder
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“La Confederación Nacional de Pescadores
Artesanales no quiere -y no puede- quedar ajena a lo que ocurre
en este momento en Iraq. Cuando estuvo reunida la dirección
nacional de la Conapach, el primer punto fue expresar nuestro
más enérgico rechazo a la intervención
norteamericana en el Medio Oriente y condenar la masacre en
Iraq. No se puede hablar de una guerra, es una agresión
sangrienta a un pueblo indefenso. No podemos conversar sobre
nuestra problemática pesquera sin tener en cuenta el
trasfondo internacional. Como pescadores sabemos que la lógica
de lo que ocurre lejos de nuestras fronteras es la misma del
sistema económico-político implantado por el
imperialismo y ejecutado por las empresas llamadas multinacionales,
que se adueñan de los recursos y condenan a la población
al hambre y la miseria. |
El último eslabón en esta cadena es el desenlace
bélico, cuando al imperio ya no le quedan otros medios
para controlar bienes que pertenecen al pueblo. Eso es lo que
ocurre hoy en Iraq.
Lo dicho -siempre guardando las proporciones- vale también
cuando hablamos del ámbito nacional. La Conapach ha dejado
de ser sólo una organización reivindicativa del
sector. Participamos activamente en la Fuerza Social y Democrática,
que se constituyó para construir una democracia efectiva.
Como pescadores, algo tenemos que aportar ahí”.
Con palabras precisas, bajo la impresión y la indignación
que causan las imágenes que llegan de Iraq, Cosme Caracciolo,
presidente de la Conapach, inicia la conversación con PF
sobre la situación de la pesca artesanal.
En diciembre del año pasado se promulgó la “ley
corta”, que entrega la mayoría de los recursos pesqueros
a las empresas industriales por un lapso de diez años.
Después de la promulgación de esta “ley corta”
surgieron reacciones y comentarios, incluso de científicos,
que indicaron que no era aplicable ni siquiera desde el punto
de vista técnico.
Los pescadores, entretanto, están abordando el trabajo
de formular los aspectos que deben discutirse antes que se promulgue
la definitiva ley de pesca, en este caso llamada “ley larga”.
Cosme Caracciolo confía en que en algunos puntos, al menos,
se pueda llegar a acuerdo con el gobierno, para que la ley contenga
elementos a los que los pescadores no pueden renunciar. Ya no
se trata de la visión economicista -cómo explotar
y comercializar mejor los recursos- sino de enfocar el tema desde
ángulos esenciales para la pesca artesanal, que se refieren
al sistema laboral y a la preocupación por un desarrollo
sustentable en el mar.
PESCA ARTESANAL
VS. INDUSTRIAL
¿Cuál es, en resumen, la situación de la
pesca artesanal y dónde se ven posibilidades que pudieran
beneficiar al sector?
“La ley vigente acotó el tema de la propiedad. Mediante
el sistema de cuotas individuales transferibles, ahora llamado
límites máximos de captura, se entregó los
recursos pesqueros, en propiedad privada, a los empresarios de
la pesca industrial, y un porcentaje menor a la pesca artesanal.
El tema de la propiedad ya no se puede discutir, ahora es ley.
Incluso se pretende prolongar su vigencia por quince años.
Frente a esta situación, estamos empeñados en procurar
que el porcentaje que corresponda a la pesca artesanal -en el
caso de la merluza común, por ejemplo- quede efectivamente
en manos del sector artesanal. Como las cuotas son transferibles,
o sea, se pueden vender, existe la posibilidad que algunos pescadores
vendan su cuota a la industria y, paulatinamente, puedan perderse
los recursos que pertenecen al sector. También hemos detectado
que existen situaciones de “blanqueo”: parte de la
pesca artesanal pasa a la industrial, lo cual nos perjudica”.
Los pescadores han rechazado la promulgación de la “ley
corta” advirtiendo las graves consecuencias que tendrá.
¿Aparecieron ya estos efectos negativos?
“Recordemos que la actual ley está vigente desde
mucho antes de diciembre pasado. Ya son como tres años,
contando la fase transitoria que precedía a su promulgación.
Después de tres años de aplicar el sistema de cuotas,
nos vemos ante una realidad en que nos aumentaron las cuotas de
captura, pero ahora nos sobran cuotas. ¿Cómo explicar
esa paradoja? Hemos insistido, con argumentos bien fundados, aportando
las experiencias en otras países, que el sistema de cuotas
no puede funcionar. Tarde o temprano lleva a un colapso. Nuestra
cuota -para seguir con el ejemplo de la merluza común-,
es de 48.611,5 toneladas, frente a 138.890 toneladas para el sector
industrial. O sea, nuestro porcentaje es del 35%. Pero en todas
partes donde este sistema fue aplicado, después de un período,
colapsaron los recursos. Ahora estamos frente a esta realidad.
Es sabido que la industria pesca mucho más que el porcentaje
que le corresponde, pero jamás llega a registrarse, porque
descartan las capturas antes de llegar a puerto. Si en el mercado
se paga un mejor precio por un filete de merluza que pesa 350
gramos, el resto, los peces que tienen menos o más del
peso requerido por el mercado, se bota. Esta práctica aberrante
daña el recurso, hasta llegar a la extinción de
la especie. Desde luego, hay también factores climáticos
que hacen desaparecer, temporalmente, una especie que migra en
el mar, otra razón más, que indica que a un ser
vivo no se le puede someter a la regulación del mercado.
Pero no nos engañemos, la causa de la situación
actual es la propiedad sobre los peces”.
LA “LEY LARGA”
Ahora se entra a discutir el texto de la ley de pesca definitiva,
la “ley larga”. ¿Puede mencionar algunos aspectos
que los pescadores artesanales aportarán a esta discusión?
“Después de la discusión sobre la propiedad
de los peces viene el tema de los derechos de pesca. La ley planteaba
dividir el sector artesanal en armadores y pescadores. Según
la ley es el armador, el dueño de la embarcación,
propietario de la cuota que le corresponde pescar. Nosotros insistimos
que los pescadores en su totalidad tengan derechos sobre la pesca.
Un segundo aspecto es el reconocimiento a la distribución
del ingreso dentro del sector de la pesca artesanal. Queremos
que se nos reconozca el derecho de seguir trabajando en sociedad.
Eso se refiere a que queremos el derecho de pesca para todos los
pescadores y asegurar que el ingreso sea distribuido mediante
el sistema que conocemos, históricamente, como ‘sociedad
a la parte’. No puede haber para el pescador una dependencia
del armador o patrón. El sistema capitalista no contempla
otra forma de relación laboral. Pero lo nuestro es más
que una relación laboral, es una sociedad. No hay ninguna
empresa que comparta las utilidades al 50% con sus trabajadores.
Un tercer aspecto se refiere a la declaración de los embarques.
Queremos que el mismo pescador haga la declaración de las
capturas. Existen inversionistas que no trabajan en la mar, que
desde sus oficinas operan como agentes de pesca y eso no corresponde.
Queremos reforzar la importancia de quien hace el esfuerzo: el
pescador propiamente tal. Es más lógico que el pescador
declare las capturas y, además, es una medida para prevenir
e impedir el ‘blanqueo’ de capturas”.
Aparte de estos elementos que muestran algún grado de acercamiento
con las autoridades pesqueras, ¿hay otras inquietudes que
requieren redefinición de las condiciones para la pesca
artesanal?
“Está el gran tema de las áreas de manejo,
que se refiere a los recursos bentónicos -las especies
que pueblan el fondo del mar- un tema muy complejo que requiere
tiempo para discutirse.
Arbitrariamente, la ley actual pone como único criterio
distintivo para la pesca artesanal la eslora de la embarcación,
que no puede exceder los 15 metros. Es un criterio que no tiene
sentido. Preguntamos, ¿por qué no pueden ser 15.10
metros? La eslora no tiene ninguna injerencia en este tema. El
criterio tiene que ser a partir de las herramientas de trabajo
y el destino de las capturas. Un pescador artesanal es el que
trabaja con artes de pesca selectivas, que no daña ni el
recurso ni el ambiente, y cuya pesca está destinada al
consumo humano, sin importar el tamaño de la embarcación
que usa. En cambio, quien trabaja con artes de pesca masivas,
con cercos grandes y redes de arrastre, dañando el recurso
y el ambiente y, además, destinando sus capturas a la fabricación
de harina de pescado, es un pescador industrial, aunque tenga
una embarcación pequeña.
Detrás de esta discusión se esconde otro propósito.
El gobierno quiere dividir al sector artesanal y debilitarlo.
Introduciendo criterios tan irrisorios como la eslora, se piensa
crear divisiones en nuestro sector que corresponden a otros intereses.
Ya existen algunos indicios de que eso está dando resultados.
Aparecen organizaciones ‘nuevas’ de armadores que
operan en el sector artesanal pero que hacen el juego a la industria
pesquera.
Podemos afirmar que, aún con el revés que sufrimos
el año pasado, la Conapach sigue en la defensa de la pesca
artesanal. Sabemos que estos problemas no sólo nos afectan
a nosotros sino a toda la población que tiene derecho a
la alimentación, la salud y, en general, a un ecosistema
sano que los pescadores sabemos proteger”
LEO WETLI
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