El pronóstico de Olga Ulianova:
“El que sigue es Irán”
Los insectos metálicos del imperio sobrevuelan, a gran
altura, el cielo de Iraq y esparcen sus bombas inteligentes, que
caen una y otra vez, como una pesada ola de fuego, sobre Bagdad,
Basora, Mosul, Basra o cualquier otro lugar elegido por el dedo
“quirúrgico” del secretario de Defensa de Estados
Unidos, Donald Rumsfeld. Abajo, el infierno se hace realidad y
la luz de miles de rostros se apaga para siempre, mientras el
mundo se estremece de espanto e impotencia. Es la guerra contra
el “terrorismo”, impulsada por Estados Unidos, Gran
Bretaña y España. Lejos, pero a la vez cerca de
allí, los mercaderes que lucran con la maquinaria de muerte,
los especuladores y aves de rapiña, que nunca llaman a
la guerra por su verdadero nombre, hacen planes para el Iraq de
posguerra. Pronto arribarán para remover escombros y tomar
posesión de lo que verdaderamente buscaron.
Para Olga Ulianova, doctora en historia contemporánea
universal y experta en relaciones internacionales, profesora de
la Usach, Arabia Saudita dejó de ser un socio confiable
de Estados Unidos. Por ello, necesitaban tomar el control de otro
país que tuviera recursos petroleros similares. “Ese
país es Iraq y los norteamericanos esperan crear las bases,
desde allí, para extraer no sólo petróleo
sino controlar el recurso a nivel de Asia Central”, asegura
la académica rusa a Punto Final.
Sin embargo, no todo está perdido. Esta vez, la humanidad
inundó las calles para rechazar la guerra y exigir la paz.
“La opinión pública mundial se ha convertido
en un factor de gran relevancia, y si bien este gran movimiento
no pudo evitar la guerra, sí impidió que muchos
gobiernos se involucraran en ella, cediendo a las presiones norteamericanas”,
dice Olga Ulianova.
LAS VERDADERAS RAZONES
Se han planteado diversas motivaciones de Estados Unidos para
invadir Iraq. El petróleo, el agua, potenciar a Israel
y el intento por mantener en el tiempo su preeminencia sobre su
más cercano competidor: China. En su opinión, ¿cuáles
son las razones verdaderas que tuvo EE.UU. para invadir Iraq?
¿Cuál es la apuesta estratégica?
“Lo que hace posible esta intervención es la unipolaridad
a partir del fin de la guerra fría y de la Unión
Soviética. En la década de los 90, se produce una
especie de transición hacia la situación actual,
a medida que Estados Unidos toma conciencia que su poder no tiene
contrapeso. Esto se acentuó con los atentados del 11 de
septiembre. Hasta ese momento, la política exterior norteamericana
siempre obedeció a los intereses de la política
interna. Los ataques, le permiten desarrollar una acción
para fortalecer su dominio, que contó en una primera etapa
con gran apoyo interno y externo. A partir de ese escenario actúan,
y uno de los objetivos fundamentales de la campaña es el
petróleo.
El principal proveedor de petróleo de Estados Unidos en
la zona es Arabia Saudita, su mejor aliado durante la guerra fría.
Su condición de monarquía semi-feudal fue, por muchos
años, la mejor garantía contra el comunismo. Sin
embargo, con el fin de ese período los objetivos cambiaron.
Nueve de los once pilotos suicidas que participaron en los atentados
en Estados Unidos, eran sauditas. Además, Al Qaeda recibe
financiamiento de las familias reales hachemita y saudí.
En este contexto, el régimen saudí está tambaleando
y existe el peligro que el poder caiga en manos de quienes apoyan
a Al Qaeda. Por ello, Arabia Saudita se ha transformado en un
socio poco confiable para Bush.
Esto originó la denominada teoría del ‘cambio
de pie’. Consiste en que el imperio tiene que apoyar el
otro pie en un país con recursos similares. Esa nación,
que les permitirá no depender del petróleo de Arabia
Saudita, es Iraq. El objetivo norteamericano es realizar, desde
ese país, los cambios políticos que le permitan
instaurar en la región regímenes afines y crear
las bases para extraer no sólo petróleo sino controlar
el recurso a nivel de Asia Central. El próximo país
en la mira estadounidense es Irán”.
¿Qué papel juega Israel en el contexto de esa apuesta
estratégica?
“Creo que la situación es un poco más fina
que la simple rivalidad entre árabes e israelíes.
Hay sectores en Israel que han visto en los nacionalismos árabes
su peor enemigo y como el régimen de Hussein es fuerte
y ha financiado a la OLP, en ciertos momentos de crisis apoyan
que Estados Unidos termine con Saddam. Sin embargo, también
hay otras voces que plantean que los norteamericanos han subestimado
el poder de los iraquíes y quienes tendrán que enfrentar
las represalias del mundo árabe serán los israelíes.
No hay un apoyo cerrado en Israel a la intervención en
Iraq”.
¿Usted no ve como uno de los objetivos de la guerra, el
potenciar a Israel en la región o transitar hacia la conformación
de un gran estado de Israel y desplazar a los palestinos definitivamente?
“Con toda la simpatía por la causa palestina, ahora
que están invadidos, creo que no hay que caer en el antisemitismo.
No debemos caer en el extremo de creer que detrás de todo
está la gran corporación del sionismo, por el hecho
que tal o cual funcionario del Departamento de Estado norteamericano
sea judío. Para mí, eso no sirve como argumento
de análisis.
Concretamente, si analizamos cuáles serían los intereses
de Israel si Estados Unidos gana la guerra en Iraq, podríamos
concluir que resolverían el tema del agua. Sin embargo,
los israelíes tienen otras fuentes de donde sacarla y cuentan
con recursos para comprarla. Ahora, solucionar el conflicto con
los palestinos, a través de la presencia norteamericana
en la zona para facilitar un eventual desplazamiento de palestinos,
sería difícil, porque Jordania estaría llena
de refugiados iraquíes, sin posibilidades de recibir a
nadie más. Además, existiría el peligro de
fortalecer movimientos islamitas. A Israel tampoco le conviene
este escenario, porque con Arafat al menos pueden hablar, lo que
no sucede con Hamas. A Estados Unidos tampoco le beneficia que
Israel entre en el conflicto, porque eso aglutinaría al
mundo árabe en contra de la intervención norteamericana.
En consecuencia, la posición de Israel en el conflicto
es bastante ambigua. Incluso, leí un excelente informe
militar ruso, donde se referían al fracaso de la estrategia
inicial de la guerra relámpago de los norteamericanos en
Iraq. Sostienen que hubo graves errores de inteligencia estadounidense,
que subestimaron la cohesión del régimen, la adhesión
del pueblo y el grado de preparación militar de Iraq. Según
plantea, se equivocó la CIA. Si actuaron en el Medio Oriente,
no podían hacerlo sin el Mossad, su principal aliado en
la zona. Entonces, las alternativas son dos: o el Mossad se desprofesionalizó
o está desarrollando su propio juego. Los militares rusos
se inclinan por la última alternativa, sin embargo aún
no está claro cuál es ese juego”.
¿Qué otros factores influyeron en que Iraq fuera
el blanco elegido por Estados Unidos?
“Iraq era la presa ideal para una intervención militar
porque, además de contar con grandes reservas de petróleo,
el régimen de Saddam Hussein tenía mala imagen internacional;
el país había quedado debilitado por la guerra de
1991; como Hussein no es islamita, se pensó que no recibiría
apoyo islámico y, finalmente, como Iraq es un país
lo suficientemente desarrollado, se previó que las transformaciones
de posguerra no serían tan difíciles”.
DESPUÉS DE LA GUERRA
¿Qué consecuencias políticas y económicas
de corto y mediano plazo tendrá, para el mundo, esta incursión
bélica de Estados Unidos y Gran Bretaña?
“Las consecuencias dependerán de cómo se desarrolle
la guerra. Existen tres escenarios posibles: el primero, que era
ideal para la administración Bush, la guerra relámpago,
pocas bajas norteamericanas y civiles iraquíes y desmoronamiento
del régimen de Hussein. Eso ya está descartado.
Otro, contempla el alargue del conflicto por un par de meses,
con un número moderado de víctimas. El tercer escenario
considera el empantanamiento de las fuerzas aliadas, muchas víctimas,
levantamiento del mundo árabe o musulmán. Lo que
definirá cuál de las últimas dos alternativas
prevalecerá, será la batalla de Bagdad. Los iraquíes
han prometido un ‘Bagdadogrado’, en clara referencia
a la batalla de Stalingrado, donde los soviéticos vencieron
a los nazis. Según análisis militares, los iraquíes
no han volado los puentes que permiten el ingreso a Bagdad, porque
esperan hacerlo una vez que los aliados hayan entrado a la ciudad,
con el fin de dificultarles una eventual retirada.
Si nos planteamos el segundo escenario, la situación tenderá
a restablecerse a mediano plazo, entrando a una etapa de posguerra
en que los norteamericanos tendrán que enfrentar una guerra
de guerrillas por años. Esta alternativa, no tendrá
gran impacto para el resto del mundo en lo económico, al
menos no provocará una recesión mundial. Por el
contrario, si la alternativa es la tercera, claramente existirá
recesión mundial. En lo político, los dos escenarios
también presentan distintas opciones. La variante intermedia,
puede traer como consecuencia, una rápida recomposición
de los vínculos transatlánticos: Tony Blair puede
jugar el doble rol de europeo en América y de norteamericano
en Europa. La Otan se mantiene y prevalece el liderazgo de Estados
Unidos, con lo cual podríamos esperar un próximo
ataque de esa potencia a alguno de los países del llamado
‘eje del mal’. En mi opinión, ese próximo
país sería Irán y no Corea del Norte, porque
el primero no tiene armas nucleares. Finalmente, si el escenario
es el peor para Estados Unidos, puede tener graves efectos políticos
para la Otan y Europa. Se generaría un fuerte distanciamiento
entre los países europeos que apoyaron la guerra y los
que la rechazaron. Se produciría un gran fortalecimiento
de la posición antinorteamericana en Alemania y Francia,
que potenciaría una alianza entre estos países y
Rusia. Esto provocaría un reordenamiento internacional
importante, porque la Otan respondió a la lógica
de la guerra fría. Si bien existen intereses comunes entre
europeos y norteamericanos, también hay grandes divergencias”.
DERROTA POLÍTICA DEL IMPERIO Y EL ROL DE LA ONU
Más allá de que Estados Unidos gane la guerra en
Iraq, ¿cree que esa potencia saldrá fortalecida
tras la incursión, en momentos en que el fantasma del imperialismo
norteamericano vuelve a recorrer la conciencia mundial?
“Estados Unidos comenzó perdiendo, políticamente,
antes de comenzar la guerra, debido al rechazo mundial que ha
provocado. Sin embargo, si logran terminar la guerra luego, podrían
revertir a mediano plazo esta situación, a través
del control que tienen sobre los medios de comunicación.
Un aspecto importante a tomar en cuenta es que si la potencia
sale muy debilitada políticamente, puede ser aún
más peligrosa, porque puede aumentar su agresividad”.
¿Qué opinión le merece el papel jugado por
la ONU?
“Las Naciones Unidas fueron creadas al final de la Segunda
Guerra Mundial y reflejaron muy bien la situación de la
guerra fría, cuando existían contrapesos en el mundo.
En ese contexto, había algo que negociar, a diferencia
de hoy, en que Estados Unidos es la única super potencia
sin contrapeso alguno”.
En ese marco, ¿cuál es el futuro de la ONU?
“El unipolarismo que enfrenta el mundo es una situación
más bien transitoria en el tiempo histórico. No
sabemos todavía qué tipo de alianzas se van a formar
y mientras ello ocurra, debe haber una instancia para la solución
de controversias. La hegemonía absoluta de Estados Unidos,
ha provocado que dicha potencia aplique la violencia en forma
indiscriminada, cada vez que siente sus intereses afectados (Panamá,
Haití, Iraq, Yugoslavia, Afganistán y nuevamente
Iraq)”.
REPERCUSIONES
EN AMERICA LATINA
¿Cuál será la política norteamericana
hacia América Latina, en los próximos años?
¿Continuará impulsando con la misma fuerza el Alca?
“Pienso que el grado de intensidad será menor, porque
América Latina, comparada con otras regiones tiene poca
importancia en lo comercial. La excepción es México,
pero ya está integrado con Estados Unidos. En la medida
que la potencia involucre mayores esfuerzos en otras regiones,
Latinoamérica recibirá menos atención y aunque
se mantengan las mismas orientaciones hacia la conformación
del Alca u otros acuerdos, ello será con otros ritmos.
No obstante, hay que considerar cuáles serán los
resultados electorales el próximo año en Estados
Unidos. Si Bush no obtiene el triunfo que esperaba en Iraq, lo
más probable es que no sea reelegido. En este caso, los
demócratas impugnarán las políticas de los
republicanos y podrían impulsar una reactivación
de las relaciones con América Latina”.
En un escenario caracterizado por el unilateralismo norteamericano,
¿qué amenazas se ciernen hacia países como
Cuba, Venezuela y Colombia?
“Estados Unidos está empantanado en el Medio Oriente
y no podrá mantener guerras en varios frentes. Esto implica
que bajará el nivel de actividad en América Latina.
En relación a Cuba, la política del imperio hacia
ese país es más bien nostálgica. Claramente
la isla no es una amenaza. Creo que los norteamericanos apuestan
a que muera Fidel. Colombia sí les interesa sobremanera
y de hecho están involucrados con el presidente Alvaro
Uribe en el Plan Colombia. Sin embargo, no aumentarán su
presencia y actividad en ese país, mientras no salgan del
Medio Oriente”.
¿El TLC con Estados Unidos no se verá afectado por
la posición chilena en el conflicto?
“El TLC Chile-Estados Unidos siempre fue vulnerable, porque
la política externa norteamericana siempre prioriza objetivos
internos. Con o sin TLC, si las exportaciones chilenas chocan
con intereses estadounidenses, tendremos casos como el del salmón
o la uva. En cuanto a la posición de Chile frente a la
guerra en Iraq, no creo que tenga un efecto negativo a largo plazo.
El TLC se puede postergar o demorar un poco. Pero pienso que Chile
hizo lo correcto, es importante hacerse respetar. Hay un periódico
inglés que publicó lo siguiente: ‘Estados
Unidos formó la coalición de 35 países, entre
ciegos, comprados y amedrentados’. Hubiese sido lamentable
que Chile estuviera dentro de ese grupo de naciones”
MANUEL HOLZAPFEL GOTTSCHALK
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Intelectuales contra la Guerra
El mundo vive horas de espanto. Desde la Casa Blanca, el
Pentágono y otros centros de poder en los Estados
Unidos, se organiza una guerra que está resultando
un genocidio basado en intereses petroleros y de la industria
armamentista, y en la necesidad de ocultar negocios sucios
(Enron y otros). No sólo se arrogan el derecho de
masacrar pueblos enteros en nombre de la democracia, sino
que quieren convertir la sangre iraquí en petróleo
y en nuevos negocios de la supuesta “reconstrucción”.
Para ello han iniciado una guerra que es ilegal, ilegítima
y profundamente inmoral.
Con el pretexto de derrocar a Saddam Hussein (quien es sin
duda un dictador condenado por la comunidad internacional,
aunque fue sostenido durante años por la Casa Blanca
hasta que dejó de serle útil), decenas de
miles de soldados han invadido Iraq, ocupando parte de su
territorio a sangre y fuego, enviados y conducidos por personas
de dudosa honorabilidad y decencia, como George W. Bush,
Richard Cheney y Donald Rumsfeld, y con la complicidad de
dos jefes de estado europeos: Tony Blair y José María
Aznar.
Mientras esto sucede, dentro mismo de los Estados Unidos
se vive una histeria patriotera que menosprecia la libertad
y la privacidad de sus propios ciudadanos. Cientos de extranjeros
han sido arrestados y otros miles son vigilados de continuo.
El golpe de Estado mundial que ha significado el ataque
unilateral a Iraq, pasando por sobre el derecho internacional
y anulando en la práctica a las Naciones Unidas,
en los hechos también representa un severo menoscabo
de las libertades en el propio territorio de la Unión
Americana.
Las manifestaciones de ciudadanos que reclaman la paz y
se oponen a esta guerra obscena han sido reprimidas en ciudades
como Chicago, Nueva York, Filadelfia y San Francisco. Muchos
pacifistas han sido arrestados y, en consecuencia, pueden
quedar fichados como criminales. Los discursos chovinistas
se multiplican y en buena parte de la población crece
el desprecio hacia los árabes, los franceses, los
eslavos, los latinoamericanos y los asiáticos. Algunos
diarios ya empiezan a reclamar acciones contra el “peligro”
de Corea del Norte, en un contexto en el que los grandes
medios de comunicación norteamericanos censuran incluso
la información doméstica, presionan a sus
trabajadores y manipulan a la opinión pública.
Pero son muchos los intelectuales, artistas y académicos
norteamericanos que denuncian en el exterior lo que apenas
pueden denunciar en su propio país. Ellos, opositores
a esta guerra inmoral, comprueban a diario que la disidencia
cada día es más riesgosa y que dentro mismo
de los Estados Unidos ha pasado a ser motivo de exclusión
y condena. Ya se ha informado de la existencia de “listas
negras” en la industria del cine y en ámbitos
académicos, y se denuncian escuchas telefónicas
permanentes. Hay famosos periodistas que han sido echados
de sus trabajos por informar verazmente de lo que acontece
en la guerra. Muchas personas reconocen en privado que sienten
temor y se ven forzadas a autocensurarse para no perder
sus empleos o no ser discriminadas y perseguidas. Las denuncias
de quienes proclaman la verdad en Estados Unidos están
condenadas a resonar en campana de palo.
Ante esta gravísima situación, los abajo firmantes
consideramos que es nuestro deber no solamente manifestarnos
en contra de esta guerra infame -cuya principal víctima
es el pueblo de Iraq, y por supuesto también la intelectualidad
de ese país- y de sus responsables, sino también
brindar nuestro apoyo y solidaridad a la intelectualidad
norteamericana, sometida a un oscuro régimen de censuras
y persecuciones políticas e ideológicas, con
el pretexto de practicar “actividades antiamericanas”.
Por ello decidimos constituir un Comité de Solidaridad
con los colegas censurados o perseguidos por luchar contra
la guerra. Este comité dedicará sus esfuerzos
a dar información veraz sobre lo que de verdad acontece
en el seno de la sociedad norteamericana, así como
sobre las continuas incursiones bélicas de sus ejércitos
por todo el planeta.
Invitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad
a unirse a nuestra lucha pacífica por la libertad.
Sin otra bandera que la dignidad humana, la paz y la hermandad
entre todos los pueblos de la Tierra.
NO A LA GUERRA
SI A LA PAZ Y A LA LIBERTAD DE EXPRESION
COMITÉ INTERNACIONAL DE INTELECTUALES CONTRA LA
GUERRA
Eduardo Galeano (Uruguay), Juan Gelman (Argentina), Mario
Benedetti (Uruguay), Luis Sepúlveda (Chile), Antonio
Cisneros (Perú), Mempo Giardinelli (Argentina), Fernando
Butazzoni (Uruguay), Héctor Timerman (Argentina),
Angélica Gorodischer (Argentina), Pía Barros
(Chile), Mario Delgado Aparaín (Uruguay), Luisa Valenzuela
(Argentina), José Manuel Fajardo (España),
Jaime Barba (El Salvador), Adriana Malvido (México),
José Vicente Peiró Barco (España),
Mauricio Rosencof (Uruguay), Abdón Ubidia (Ecuador),
Raúl Vallejo (Ecuador), Guido Rodríguez-Alcalá
(Paraguay), Sonia González-Valdenegro (Chile), Ramón
Díaz Eterovic (Chile), Tomás de Mattos (Uruguay),
Jorge Franco (Colombia), Tabajara Ruas (Brasil) y Diego
Muñoz Valenzuela (Chile).
Para contactos: comitesolidarusa@yahoo.com.ar
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