Batiendo el cobre
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Luego de trece
años de indiferencia, parece increíble que
el Senado acordara estudiar la situación tributaria
de la gran minería del cobre, las eventuales irregularidades
que se han producido por parte de las transnacionales y
la posibilidad de establecer un royalty sobre su producción.
No hay recuerdos de algo parecido en la historia de la Cámara
alta. En caso de situaciones oscuras que puedan implicar
responsabilidad de funcionarios públicos, lo normal
es que se designe una comisión investigadora de la
Cámara de Diputados, que tiene funciones fiscalizadoras
de acuerdo a la Constitución. |
SENADOR
Jorge Lavandero Illanes: su tenacidad en las denuncias logró
frutos. |
Ahora se prefirió al Senado, que delegó en la
Comisión de Minería que preside el demócratacristiano
Jorge Lavandero Illanes la realización de la tarea, para
luego entregar sus conclusiones a la Comisión de Hacienda.
Casi dos semanas más tarde, la Cámara de Diputados
acordó realizar un estudio similar. Seguramente el estudio
del Senado aparecerá como de mayor peso ante la opinión
pública, avalado por los expertos que han sido invitados
a opinar.
La decisión del Senado no fue ajena a la perseverancia
del senador Jorge Lavandero, convertido desde hace tiempo en abanderado
de la causa del cobre chileno. Consciente de la magnitud del desafío
que asumía y del poder de las transnacionales, Lavandero
no se desanimó por el escaso eco a que parecían
condenadas sus denuncias. Desde la nacionalización, en
1971, hasta cerca del fin de la dictadura, Codelco controlaba
casi el 90% de la producción de la gran minería.
Hoy sólo maneja el 32% de la principal riqueza del país.
Los dos tercios restantes están en manos de multinacionales
que, en su mayoría, no pagan impuestos. Utilizan diversos
recursos: depreciación acelerada, transferencias entre
filiales, servicio de créditos a la casa matriz, operaciones
a futuros y otros arbitrios.
Por otra parte, la sobreproducción generada por las transnacionales
en Chile hace bajar el precio del cobre en el mercado internacional
produciéndose enormes pérdidas para nuestro país.
Cada vez pesan más en la producción chilena los
concentrados -etapa inmediatamente superior a la materia prima
bruta- con escaso valor agregado, en circunstancias que la mayor
parte de la producción de Codelco es de cobre refinado.
Codelco ha sido la empresa más afectada por la drástica
disminución de precios provocada por la producción
privada chilena. En seis años, entre 1995 y 2001, aumentó
sus exportaciones en 52% y el valor de las mismas bajó
en 23.8%. El 2001 exportó mucho más cobre, y el
valor de sus exportaciones disminuyó en 731 millones de
dólares.
El llamado “crecimiento empobrecedor” ha adquirido
tales dimensiones que con exportaciones de cobre que llegan a
4 millones 650 mil toneladas, Chile recibe menos que cuando exportaba
2 millones 410 mil toneladas.
Todo esto se sabía. Había sido denunciado no solamente
por el senador Lavandero. Centros de estudios alternativos como
Cetes, Cenda, Terram y otros, destacados economistas, partidos
y movimientos de Izquierda han hecho, en estos años, considerables
aportes.
De improviso el cobre saltó al escenario político.
Se había producido un cambio de calidad: de asunto negado
se transformó en foco de atracción. Contribuyeron
diversos factores. El más importante, sin duda, fue la
búsqueda de recursos para financiar la agenda social del
gobierno, pero una vez más se recurrió al alza del
IVA y de determinados impuestos al consumo, que tienen un más
fácil y alto rendimiento.
Muchos sectores, incluyendo la derecha, empezaron a mirar a las
transnacionales que no pagan impuestos. Sólo dos o tres
consorcios -de un total de 47- lo hacen. Los demás aparecen
año a año con pérdidas, lo que es una burla
ya que se trata de una de las actividades de mayor rentabilidad.
Influyó, sin duda, la persistencia de la campaña
de denuncias y también, el revuelo que produjo el caso
Disputada, controlada por Exxon vendida en mil 300 millones de
dólares a Anglo American luego de haber operado más
de veinte años en Chile; habiendo producido 3 millones
de toneladas de cobre, por un precio estimado de más de
6 mil millones de dólares, no pagó un centavo de
impuestos. Junto con vender la empresa, Exxon transfirió
a Anglo American un crédito por casi 600 millones de dólares
contra el Fisco chileno al cual deberán imputarse futuros
impuestos. Anglo American ha sido acusada, por su parte, de manejos
especulativos en su empresa Mantos Blancos, que le permitió
hacer desaparecer, en 1995, 48 millones de dólares de utilidades
al transformarlos en pérdidas operacionales por 49 millones
de dólares, mientras la utilidad real la traspasó
a una filial.
PARAISO DE LAS TRANSNACIONALES
Desde la época de la dictadura Chile ha sido un paraíso
tributario para las transnacionales. Este “status”
fue denunciado muchas veces, entre otros por Radomiro Tomic. No
alterar los privilegios concedidos a las transnacionales fue una
de las decisiones medulares que adoptó la Concertación
en los comienzos del primer gobierno democrático. “Ni
nuevas privatizaciones ni nacionalización” fue una
frase acuñada por Juan Hamilton. Como ministro de Minería
en ese entonces, se preocupó de dar todavía mayores
facilidades a los consorcios extranjeros, abriendo las reservas
de Codelco para que pudieran ser privatizadas. Oficiosamente se
explica que esa política fue adoptada teniendo en cuenta
la debilidad de la transición -a causa del poder que conservaban
los militares y la derecha- y la conveniencia de mantener las
mejores relaciones con las transnacionales y los gobiernos de
sus países de origen.
Esta situación no ha cambiado. El régimen tributario
de privilegio de las transnacionales es un secreto a voces que
inquieta poco al gobierno. De acuerdo a la información
de Cochilco, de los productores de cobre, Chile es el que cobra
menos impuestos (y seguramente el único al que no le pagan).
Es también uno de los tres países que no cobra royalties.
La tributación chilena en Primera Categoría es sólo
de un 16%, -un 30% inferior a la de Perú, también
empeñado en una política de apertura irrestricta
a la inversión extanjera-. Los otros países mineros
cobran desde un 28% (Polonia) hasta 38.6% (Canadá). Estados
Unidos, Zambia y México cobran 35% y el 30% Australia,
Sudáfrica y los demás países considerados.
Todos -salvo Perú y México- cobran royalties. De
acuerdo a Cepal, Chile es el país cuya tributación
pesa menos en la rentabilidad de los proyectos mineros.
En sordina, y debido a las denuncias, en algún momento
los gobiernos de la Concertación han vacilado, mostrando
-incluso- interés en el tema. En 1998, en el gobierno del
presidente Frei Ruiz-Tagle el ministro de Hacienda, Eduardo Aninat,
presionado para que considerara la posibilidad de un royalty,
encargó un estudio a la Universidad de Harvard, la cual
comisionó al economista Theodore Panayotou, experto en
minería. El informe fue lapidario, según se desprende
del texto publicado hace poco por la revista Siete+7. Titulado
“Eficiente valoración de los recursos mineros y captación
de su renta en Chile”, el estudio propuso una combinación
de royalty ad valorem (sobre el valor bruto del producto final)
y otro basado en las utilidades. El ministro Aninat decidió
no darlo a conocer. Simplemente lo archivó.
¿ROYALTY A LA VISTA?
Importantes en el debate han sido las opiniones de Juan Villarzú,
vicepresidente ejecutivo de Codelco. Ha hablado a título
personal, pero sus opiniones producen impacto. Aclarando que estima
que las empresas privadas se han ajustado a la ley excesivamente
permisiva, sostiene que hay “espacio” para que las
compañías aporten más al país, sin
afectar su competitividad.
El elemento central es que las empresas del cobre tienen una alta
rentabilidad, que se calcula entre 40% y 50%.
Entre las posibles medidas, el vicepresidente de Codelco considera
la aplicación de una regalía o royalty por el derecho
a explotar yacimientos que son los mejores del mundo y que están
cerca del mar. El gravamen podría ir del 3% a 5%, sin frenar
ningún gran proyecto, salvo aquéllos de costos altos
lo que podría ayudar a disminuir la sobreoferta de cobre.
Villarzú ha sostenido que una regalía o royalty
por derecho de extracción del 5%, dejaría dividendos
importantes al Estado. A un precio de 90 centavos y en un universo
de explotación de tres millones de toneladas anuales, que
es aproximadamente lo que producen las mineras privadas, Chile
podría percibir cerca de 300 millones de dólares
anuales.
El economista Orlando Caputo sostiene: “Chile puede y debe
cobrar la renta minera. Su no cobro es lo que distorsiona el mercado.
El cobro de la renta minera puede ir acompañado o no de
modificaciones tributarias”. Caputo es menos cauteloso respecto
de los montos. “Ahora, todos empiezan a hablar del royalty,
pero están señalando uno insignificante de 1% ó
2% de las ventas. En las condiciones actuales se captarían
de las empresas privadas sólo 80 millones de dólares.
Debe ser más alto”.
TRANSNACIONALES,
ALERTA AMARILLA
La reacción de las transnacionales aparece algo débil.
Prefieren recurrir al lobby entre bambalinas. Pero están
conscientes, como escribió El Mercurio, que el aumento
de impuestos a la minería “ha agarrado más
vuelo que en otras ocasiones”.
Aunque no tienen la conciencia tranquila, las mineras miran las
cosas con calma. Toda modificación tributaria es materia
de ley, de iniciativa exclusiva del presidente de la República.
Apuestan a que el presidente Lagos tendrá cuidado de incomodarlas,
porque una de sus preocupaciones es el bienestar de los inversionistas
extranjeros y con mayor razón ahora, con el TLC. Entienden
como muestra de buena disposición que el gobierno haya
preferido elevar el IVA y los impuestos específicos antes
que imponer alguna forma de gravamen a las mineras. Recuerdan,
además, que cuando se amenazó con cobrar 300 millones
de dólares como impuesto por la venta de Disputada, un
oportuno viaje de los ejecutivos de Exxon rebajó el monto
a sólo 27 millones de dólares
HERNAN SOTO
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