Radio experimental en hospital siquiátrico
Una antena que rompe el silencio
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Jueves, 11 de la mañana.
El día gris ha influido en el ánimo de los
asistentes al taller de radio. Hay silencio y ausencia en
los rostros de Alejandra, Igor, Rosa y los demás.
Sergio Olivares, el monitor, pone un caset con una cuña
grabada por una integrante del grupo. Es el inicio de las
trasmisiones de la Radio Experimental del Hospital Siquiátrico
de Valparaíso. |
ROSA y Carolina Cortés, en la locución. |
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Estamos en una radio que no es como las demás. Su trasmisión,
de cuatro horas semanales, sólo alcanza a las dependencias
del hospital, en un sistema de parlantes en circuito cerrado.
Eso, por ahora. Los sueños son grandes. Se pretende, en
un plan patrocinado por la dirección del hospital, montar
una radio con todas las de la ley: una emisora comunitaria donde
la voz de los “loquitos” y “drogadictos”
salga a conquistar las conciencias de los habitantes de Valparaíso.
Una antena que ayude a derribar los muros de silencio en torno
a ellos.
Jueves, 11 de la mañana. Están preparándose.
Taller radial de los pacientes sicóticos. Carolina Cortés
toma el micrófono, saluda y comenta algunas noticias. Minutos
después, Enrique hace un programa de reflexiones, con un
feeling de locutor que ya se lo quisieran algunos. Mientras suena
la pausa musical, Sergio Olivares intenta romper la modorra de
algunos llamándolos a evaluar el trabajo. Cuesta. Y no
sólo es por el día gris. Los sicóticos, esquizofrénicos
en su mayoría, tienden al silencio y al aplanamiento emocional.
Hilar frases se vuelve tan trabajoso como necesario. “La
habilidad comunicacional de los pacientes es uno de los objetivos
que se están trabajando, para crear un puente hacia la
sociedad en general”.
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Las palabras
son de Sergio Olivares, periodista y monitor del taller,
quien se acercó al hospital por primera vez hace
casi dos años. Tenía el recuerdo de un reportaje
televisivo sobre el hospital Borda, en Buenos Aires, que
posee una radio llamada La Colifata. Dicha experiencia tuvo
su símil hace algunos años en Santiago, con
La Nave de los Locos, una emisora comunitaria en FM hecha
por pacientes del hospital Barros Luco-El Peral. Pero en
Valparaíso faltaba algo así, para “gente
marginada y estigmatizada”, según el periodista: |
CARLOS
Pizarro, Nelson Catalán y Roberto Lagos, integrantes
del taller de radio para drogodependientes. |
“Me parece que los muchachos, al ejercer la comunicación
radial, de algún modo se están habilitando para
ejercer funciones mayores: ser autónomos e independientes,
en primer lugar”.
El desafío personal y social que trae aparejada esta experiencia,
alcanza igualmente los otros dos módulos del taller de
radio: el de enfermos duales y el de drogodependientes. “Si
la radio se instalara, nos daríamos a conocer a la gente
de fuera. Mostraríamos las costumbres y la forma de ser
de la gente de aquí. A veces, somos mal juzgados. Muchos
hablan de ‘los locos’. Yo siempre trato de hacer entender
que se trata de personas que sufren enfermedades diferentes a
otras, pero eso no significa que no seamos iguales”. Mientras
habla, Rosa tiene muy abiertos sus ojos claros y levemente tristes.
Es joven y bonita y padece esquizofrenia. Es una de las locutoras
habituales de los jueves, junto a Carolina Cortés y Alejandra
Cuevas. El resto aún se muestra tímido, sobre todo
los hombres.
Salvo Enrique y Alejandra, en radios comunitarias de Reñaca
Alto y Achupallas, ninguno tenía experiencias de este tipo.
Al igual que Rosa, muchos vienen durante el día, comparten
con los demás, consumen sus medicamentos y se tratan con
los especialistas. Algunos también han estado internados.
Los dos programas desarrollados por los sicóticos son de
comentario de noticias, lectura de poemas o cuentos y música
elegida por ellos. De acuerdo al taller, los roles se van rotando
semana a semana. Hoy a Alejandra le ha tocado radiocontrolar.
Edison, el DJ habitual, no está. “Se fugó”,
dice Sergio Olivares, evidenciando una de las dificultades con
las que tropiezan los talleres del hospital. Entre los asistentes
al taller de radio existe consenso en que el espacio les ha servido
para expresarse mejor, por ejemplo, con sus familiares. “Eso
levanta el ánimo”, dice Carolina.
RECONSTRUYÉNDOSE
La atmósfera del jueves cambia radicalmente el lunes por
la tarde. Desde las 14 horas, comienzan los programas preparados
por personas que han llegado al hospital a tratar su adicción
a las drogas. Y es revelador: muchos han llegado por problemas
con pasta base y cocaína. Durante la tarde del lunes a
un programa de conversación llamado “La Piedra Feliz”
se le suma “La voz de la calle”, “Solamente
fútbol” y otro literario, de reciente factura. Todos
los espacios son preparados en una reunión de producción,
los días viernes. Si los sicóticos tienden al silencio,
los hombres y mujeres de este taller se caracterizan por su locuacidad.
La mayoría son jóvenes y adultos jóvenes
y han llegado aquí por su propia voluntad, hechos polvo,
conscientes de estar jugándose la última carta contra
un placer transformado en enfermedad y que les reclama lo adeudado.
Los pasados son similares: trabajos perdidos, familias deshechas,
soledad... Es el caso de Nelson Catalán, 27 años,
cartero. Como muchos, ha iniciado el programa de rehabilitación
firmando un contrato donde se estipula el acatamiento a ciertas
normas, como la asistencia obligatoria a los talleres porque,
además del de radio, existen de artes, deportes y desarrollo
personal. El programa dura ocho meses, dividido en tres etapas
y con un sistema de ascensos y revisiones, motivado por la conducta
del paciente.
“Yo había tocado fondo. Era dependiente de las drogas
y hablé con mis padres. Ellos creían que yo sólo
consumía marihuana, pero mi problema era la cocaína.
Entré a fines de febrero (2003) y el taller de radio fue
el primer taller que tuve”, dice. En la radio experimental
es el encargado de la música de la mayoría de los
programas. Para ello aporta su reproductor portátil de
CD. Aún le cuesta la locución.
La historia de Carlos Pizarro es similar. La vida de este antiguo
ayudante de cocina, de 36 años, estuvo a punto de naufragar
producto de su adicción a la pasta base y la cocaína.
Para él, la radio del Siquiátrico es una iniciativa
que de concretarse, sería de provecho educativo para la
población: “Saldrían ejemplos para la juventud,
para que muchos no pasen por lo que uno está pasando. La
droga, a largo plazo, es muy desgastadora”.
ENFRENTANDO LA DROGA
¿Sirven los talleres para rehabilitar a los adictos?
“Cuando eres joven, tienes muchas posibilidades de rehabilitarte,
pero luego se hace difícil. Tengo 36 años, me mantuve
mucho tiempo en la droga, para mí es muy difícil
salir”.
“La radio sirve para que la gente nos mire de otra manera.
Yo antes también hablaba mal de los locos que se ponen
en la esquina a fumar un pito o un mono (cigarrillo de pasta base)
y no veía lo que hacía yo”, interviene en
la conversación, Roberto Lagos, conductor de “Solamente
fútbol”. Está entusiasmado pues hace poco
visitaron la radio Corporación, de Viña del Mar,
y hablaron de su nueva vida. Con casi 30 años, conoció
la adicción a la cocaína trabajando como aseador
de micros. Habla de su pasado y se molesta consigo mismo. Está
casado y tiene cuatro hijos. “Gracias al taller he descubierto
a alguien que no conocía. Yo no hablaba delante de nadie,
me cortaba por cualquier cosa. He aprendido a comunicarme”.
El caso de Lagos es especial ya que está en una etapa más
avanzada en el programa y ha cumplido lo estipulado.“Sabís,
yo no nací con drogas. Eso lo adquieres por las juntas
y amigos, pero podís sacártela. Uno recae porque
quiere. Y la verdad es que no volvería atrás, he
ganado mucho desde que dejé de consumir. Hice sufrir mucho”,
concluye.
Para estos tres hombres, la experiencia de la radio ha sido novedosa
y la han vivido con una mezcla de sorpresa y fe. Un rasgo de la
adicción es ser monotemático con la droga. Pero
el monitor Sergio Olivares ha llevado esto a otros terrenos. “Trabajo
con dos elementos del código radial: la palabra y la música.
Tengo que buscar temas que sean precisos y que los lleven a expresar
ideas y emociones, que se combinen con lo musical. No ha sido
fácil, he experimentado, no he tenido recetas, he cometido
errores. Pero puedo decir que los jóvenes en el taller
están motivados y eso tiene que ver con que yo dejo cierto
espacio donde ellos tiran el rollo que necesitan tirar. Muchas
veces he trabajado el método de cansar a la persona con
hablar de la droga. Sé que existen otros criterios. Yo
he utilizado éste y me ha resultado en parte”.
Pregunto a Sergio Olivares si la sociedad porteña está
preparada para recibir esta radio:
“No puedo predecir qué va a suceder. Si veo que hay
un feed back de parte de la audiencia, es porque sí, se
estaba esperando. Seguro, también, va a haber comentarios,
y capaz que salga en un medio de comunicación con tono
de burla. No me parecería raro. Sé que en la sociedad
existen sectores estigmatizadores. Creo que muchas personas van
a preferir una radio tradicional a una hecha por pacientes del
Siquiátrico. La radio hecha por los pacientes es un shock
en un medio donde todo está ordenado, normado y coherente.
Irrumpir con una radio de estas características hasta parece
revolucionario”
FELIPE MONTALVA
En Valparaíso
Nota: Sergio Olivares, periodista y (aún) preso político
de la dictadura, cumple condena con régimen de salida diaria
y de fin de semana. Le quedan dos meses.
Al terminar la redacción de esta nota, Alejandra Cuevas
fue dada de alta. Bien por ella.
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