Las glorias
del Ejército
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Lo más probable es que haya sido una coincidencia,
pero más parecía una burla. El mismo día
en que Pinochet llegaba a las asoleadas playas de Iquique
para capear los fríos del invierno, más
rechoncho y sonrosado que nunca, diez militares de alta
graduación y otros tres uniformados engrosaban
la lista de procesados por delitos criminales cometidos
bajo su mandato.
Pinochet viajó en un avión del ejército
con un séquito integrado por su mujer, un médico
personal y una escolta militar de quince personas -gastos
que pagamos todos los chilenos-.
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JORGE
Yañez Olave, dirigente regional del MIR en Linares,
asesinado por militares. |
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Mientras el ex dictador, declarado “persona non grata”
por los estudiantes y la Coordinadora “Fuera Pinochet”,
disfruta de su departamento en un exclusivo condominio iquiqueño
y sale a pasear en un Mercedes Benz blindado que el ejército
pone a su disposición, sus cercanos colaboradores desfilan
desde los tribunales a recintos... militares, donde comienzan
a cumplir prisión preventiva por sus crímenes de
hace treinta años.
Si bien todo es relativo en este país donde oposición
y Concertación compiten por encontrar la mejor “solución”
al “problema de los derechos humanos”, los últimos
fallos judiciales dan un respiro a familiares de detenidos desaparecidos
que llevan décadas clamando justicia.
El 9 y el 10 de junio, el juez especial Alejandro Solís
procesó a trece personas en dos casos diferentes. En uno
se trata de la ex plana mayor de la Dina: una vez más Manuel
Contreras, seguido por el ex brigadier Miguel Krasnoff, el coronel
Marcelo Moren Brito, el suboficial Basclay Zapata y el torturador
Osvaldo Romo. Los cinco están enjuiciados por el desaparecimiento
de Fernando Silva Camus, decorador de 60 años detenido
por agentes de la Dina el 27 de noviembre de 1974, un día
después de la detención de su hijo Claudio Silva
Peralta, militante del MIR, de 23 años. Ambos fueron conducidos
al centro de torturas Villa Grimaldi, donde se les vio por última
vez. Sus nombres aparecieron en 1975 en la lista de 119 personas
publicada por la Dina como supuestos fallecidos en Argentina.
El testimonio de la ex presa política Sonia Bascuñán
es muy claro: “El 28 ó 29 de noviembre fui trasladada
de Villa Grimaldi. Se me colocó en la parte trasera de
una camioneta, junto con María Antonieta Castro y varios
hombres. Al final, más cerca de la salida, venía
el papá del ‘Condoro’ (apodo de Claudio Silva).
Uno de los agentes que nos conducía dijo que había
que parar en el camino, ‘para botar al viejo’. Efectivamente,
la camioneta se detuvo en el camino e hicieron bajar a una sola
persona, a quien no alcancé a distinguir. Los demás
detenidos llegamos a otro lugar que, después supe, era
el Campamento Cuatro Alamos. Allí me di cuenta que el detenido
de edad no había llegado con el resto”.
PROCESADOS DE LINARES
El mismo juez Alejandro Solís procesó el 10 de
junio al ex vicecomandante en jefe del ejército, Jorge
Zincke Quiroz, a los generales Carlos Morales y Humberto Julio,
ex subsecretario de Relaciones Exteriores, y a los coroneles Félix
Cabezas y Juan Morales. La nómina se completa con Claudio
Lecaros, Antonio Aguilar Barrientos y Héctor Torres Guajardo.
Se les acusa de participar como autores del secuestro y desaparición
de seis presos en Linares y de otros tres en Constitución,
entre septiembre de 1973 y octubre de 1974. A ese delito se agregan
los cargos de exhumación ilegal, obstrucción a la
justicia y asociación ilícita.
Todos los procesados cumplían funciones en la Escuela de
Artillería de Linares, donde, según versiones de
testigos, se le perdió el rastro a decenas de presos políticos.
Entre ellos, Rubén Bravo, agricultor de 55 años,
socialista; Waldo Villalobos Moraga, de 48 años, sin militancia
política; y los militantes del MIR María Isabel
Beltrán Sánchez, estudiante de 21 años; Alejandro
Mella Flores, estudiante de 19 años; Anselmo Cancino Aravena,
obrero agrícola de 25 años, y Hernán Contreras
Cabrera, de 21 años, funcionario de la CORA. El Codepu
interpuso el 27 de diciembre de 2001 una querella, que investiga
el juez Solís, por estas seis personas.
Durante el proceso, un ex conscripto atestiguó que en la
Escuela de Artillería se habrían sepultado alrededor
de 80 presos políticos. Por esa razón, el 16 de
abril de este año el ministro en visita dirigió
una inspección en el campo de tiro en busca de restos.
Las excavaciones no dieron resultado, aunque se encontraron muestras
de que el terreno había sido removido.
Este caso tuvo repercusiones inesperadas para el director general
de Investigaciones, Nelson Mery. Al día siguiente de conocerse
los procesamientos, el presidente de la Agrupación de ex
Presos Políticos de Linares, Teobaldo Peña, aseguró
que el jefe de la policía civil está involucrado
en la desaparición de personas en esa ciudad, donde se
habría desempeñado desde el 11 de septiembre de
1973 hasta febrero o marzo de 1974. Según Peña,
Nelson Mery formó parte de los grupos encargados de detener
y torturar personas. La misma denuncia fue formulada el 16 de
abril pasado por Viviana Díaz, secretaria de la Agrupación
de Familiares de Detenidos Desaparecidos.
El coronel Juan Hernán Morales Salgado, cuando era capitán
a cargo de la gobernación de Constitución después
del golpe militar, es el principal procesado por la detención
y desaparecimiento de Arturo Enrique Riveros Blanco, militante
de la Izquierda Cristiana y gobernador de Constitución;
de Jorge Yáñez Olave, periodista de 28 años,
y de Jaime Bernardo Torres Salazar, obrero de 21. Los dos últimos
eran miembros del comité regional del MIR.
Morales Salgado hizo carrera dentro de la institución castrense.
Fue jefe del equipo de seguridad de Manuel Contreras, cuando era
director de la Dina, y está involucrado en el asesinato
del ex comandante en jefe del ejército, Carlos Prats y
de su esposa Sofía Cuthbert. Uno de los exhortos enviados
por la jueza argentina María Servini de Cubría,
lo tuvo por destinatario. Son parte de los “méritos”
que le permitieron retirarse del ejército con el grado
de coronel.
MORALES Y LOS CORVOS
“Según los datos que hemos podido recoger, Juan
Morales (ex coronel actualmente procesado) participó directamente
en la muerte de mi marido”, dice Juana María Soto,
esposa de Jorge Bernabé Yáñez Olave e integrante
de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos
de Linares. Paso a paso, ha ido reconstituyendo una historia que
a pesar de los años transcurridos aún la estremece.
Ella y el hijo de ambos, Cristián -entonces de 6 años-
vieron por última vez a Jorge pocos días antes del
“11”. “Se notaba preocupado, porque se veía
venir lo peor”, recuerda Juana. Debido a su trabajo político,
él se había ido a vivir a Constitución, donde
compartía una pieza de pensión con Jaime Torres.
Ambos participaron el día del golpe militar en una marcha
de protesta de los trabajadores de Celulosa Arauco junto con el
gobernador Arturo Riveros Blanco. Al día siguiente, la
ciudad fue copada por militares de la Escuela de Artillería
de Linares, al mando del capitán Juan Hernán Morales
Salgado, quien asumió como gobernador y jefe de plaza.
Entre sus hombres de confianza estaban el teniente Leonardo Marchant
Rocha, y los subtenientes Marcelo Salas Coccolo y Alejandro Herrera
López, quienes no figuran como inculpados en el proceso.
El 14 de septiembre detuvieron a Arturo Riveros y a los dirigentes
sindicales José y Jorge Saavedra. Dos días después,
Jorge Yáñez y Jaime Torres fueron reconocidos en
un camino rural, cuando se dirigían a Chanco, y también
fueron apresados. Los llevaron al cuartel de Investigaciones de
Cauquenes, pero el 17 los reclamó el nuevo gobernador de
Constitución y envió una patrulla a buscarlos. Hay
testigos que los vieron ingresar a la Gobernación ensangrentados.
Otros compartieron con ellos la tortura y el horror. Gustavo Salazar,
técnico dental y militante socialista, fue careado con
Jorge el 14 ó 15 de septiembre. Lo sostenían dos
uniformados porque no se podía el cuerpo, tenía
la cara hinchada y deformada por los golpes, casi no podía
hablar. Fue el último en verlo con vida.
En su búsqueda, Juana y el padre de Jorge, José
Yáñez -ex carabinero ya fallecido-, llegaron hasta
la casa del entonces capitán Juan Morales el 21 de septiembre.
“Le rogué por mi hijo que nos dijera dónde
estaba Jorge -recuerda ella-. Me contestó muy suelto de
cuerpo que no me preocupara, porque lo había dejado en
libertad el día 19 y que seguramente yo iba a ser la primera
en verlo. Como él también tenía un hijo pequeño,
le pedí que me jurara por su hijo que me estaba diciendo
la verdad. Y lo hizo”.
Otro detenido declaró que quien dirigía los interrogatorios
era el capitán Morales y que lo escuchó comentar
con detectives que José y Jorge Saavedra y Jorge Yáñez
estaban muertos. A fines de septiembre, el mismo Morales Salgado
reconoció en una recepción social haber ordenado
la ejecución de cinco personas, cuyos cuerpos “quedaron
tirados en un sector de la playa llamado Potrerillos”. Mencionó
a Jorge Yáñez, Jaime Torres y Arturo Riveros.
En el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación,
donde Jorge y Jaime figuran como detenidos desaparecidos, se inculpa
al coronel Juan Hernán Morales Salgado (en esa época
en servicio activo), a integrantes de la sección “N”,
promoción 1973, de la Escuela de Artillería de Linares
y a personal no identificado de la Comisaría de Carabineros
de Constitución.
En agosto de 1974 se inició la causa rol 40150 “por
presunta desgracia” en el Juzgado de Letras de Linares.
El juez cerró el sumario y sobreseyó el proceso
“por no encontrarse acreditado el delito”. La Corte
de Apelaciones de Talca ordenó reabrirlo. Nuevo cierre
y sobreseimiento temporal determinado por el juez. Y esta vez
fue aprobado por la Corte.
En 1995, Juana Soto presentó una querella criminal por
los delitos de detención ilegal, secuestro, tortura y violación
de los derechos humanos. Y en diciembre de 2001 suscribió
otra querella, esta vez contra Pinochet. Según los antecedentes
que ella y los abogados han recopilado, “a los cinco los
mataron de la peor manera, usaron corvos y les abrieron la guatita...
Después, hay dos versiones: una, que metieron los cuerpos
en un hoyo y les prendieron fuego. Y la otra... que los tiraron
al mar”
PATRICIA BRAVO
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