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Mientras Lagos navega contra la corriente
Fidel, Chávez, Lula, Allende y el Quijote, contra el
Alca
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Seguramente el día
en que el presidente chileno Ricardo Lagos ponga su firma
en el TLC con Estados Unidos, no será su momento
más feliz. No sólo porque estará rubricando
el tratado de libre subordinación al imperio guerrerista
que ha quedado frente a la historia como un imperio genocida
comparable a la Alemania hitlerista; no sólo porque
lo hace cuando se cumplen los treinta años de aquel
nefasto día en que un socialista de verdad, Salvador
Allende, fuera asesinado por orden de ese mismo imperio.
Seguramente estas consideraciones no son de interés
para la real-polítik de los socialneoliberales hijos
de Felipillo -el mismo que abrió la puerta para que
creciera Aznar-. |
CHAVEZ obsequió
al presidente Kirchner una réplica de la espada de
Simón Bolívar. |
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El problema que tal vez arruine un poco su entusiasmo es que
avanzará en la complicidad con la política imperial,
precisamente en un momento en que algo empieza a moverse en otra
dirección en América Latina: cuando el fracaso estrepitoso
de los gobiernos neoliberales conduce a repensar las estrategias
de las burguesías locales, que empiezan a percibir que
el camino para sobrevivir como tales, es tomar cierta distancia
del Area de Libre Comercio de las Américas (Alca) y de
las políticas fondomonetaristas. Aunque sólo sea
la distancia necesaria para no negociar en calidad de esclavos.
Es que el río suena, y el Alca arrastra lodo y piedras
en su marcha por el continente. Este es uno de los temas que ha
rondado en los debates de los presidentes latinoamericanos que
se dieron cita para la asunción de Néstor Kirchner
en Argentina.
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Más allá
del clima de fervor latinoamericanista y bolivariano que
creó el marco del encuentro, lo cierto es que se
produjeron intercambios concretos dirigidos a generar nuevos
espacios para el trazado de políticas posneoliberales.
Tanto es así, que el destacado escriba y vocero de
la derecha conservadora argentina, Mariano Grondona, sangra
por la herida en su columna dominical del diario La Nación.
Vale la pena hacer el sacrificio de leer algunos párrafos
de su encíclica: |
EL presidente de Brasil, Lula da Silva,
viajó desde Buenos Aires a Evian, Francia, donde se
reunieron los mandatarios de las ocho grandes potencias industriales.
Lula planteó un impuesto a la venta de armas, para
luchar contra el hambre en el mundo. |
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“Si se pone a los países que enviaron sus delegados
en una escala según su grado de desarrollo económico,
la admiración de los argentinos que se manifestaban a su
paso siguió el orden inverso. Cuba, un país en el
que todos son pobres, encabezó la lista. Lo siguió
Venezuela, cuyo producto bruto está cayendo dramáticamente.
Sólo después vino Brasil, pese a la sabia conducción
de Lula, y aún más atrás Chile, el único
país sudamericano que está creciendo vigorosamente
desde hace veinte años y se agregará en pocos días
al mercado norteamericano. México también crece
impetuosamente debido a su acceso al mercado norteamericano desde
1994, pero Fox no estuvo. Con la excepción del príncipe
de Asturias, los países más desarrollados del planeta
no fueron notados ni enviaron delegaciones dignas de ser notadas
a la Argentina. ¿Cuál es entonces la escala económica
de nuestras preferencias? ¿Admiramos lo peor y despreciamos
o somos despreciados por lo mejor? En el campo político,
los presidentes democráticos que nos visitaron fueron eclipsados
por el único dictador totalitario que sobrevive en América.
Si el nivel de las delegaciones extranjeras en Buenos Aires y
el modo en que fueron recibidas apunta a algo, es a la degradación
de los ideales que alguna vez caracterizaron al pueblo argentino”.
Efectivamente, los ideales que alguna vez caracterizaron al pueblo
argentino ya no son tales. Y la idea de la supremacía absoluta
del mercado, del derecho a la propiedad privada por encima de
cualquier otra consideración, del valor de las privatizaciones,
de la suerte de unirse al destino norteamericano, entraron en
default como la deuda externa, después de las jornadas
del 19 y 20 de diciembre. La ausencia de alternativas populares,
no significa la anulación de los movimientos producidos
en la conciencia argentina en las jornadas de rebelión.
Así lo percibió con claridad, por ejemplo, el presidente
venezolano Hugo Chávez, quien en una entrevista realizada
por el periodista argentino Miguel Bonasso (publicada en Página
12), asegura: “Creo que está naciendo un proyecto
nuevo. Hay una gran expectativa, un gran entusiasmo, voluntades
desatadas. En las calles hemos visto mucha juventud y es posible
que una buena parte de esa gente movilizada sea la misma que protestó
violentamente en diciembre del 2001”.
El presidente venezolano aprovechó la entrevista también
para comentar la predisposición tanto de Lula como de Kirchner,
a que Venezuela ingrese al Mercosur. El gobierno de Néstor
Kirchner, en su primera semana, dio señales de cambio en
las prioridades en la política exterior argentina, jerarquizando
especialmente la relación con Brasil, apuntada a fortalecer
el Mercosur. La reactivación del Mercosur, como paso para
lograr una mejor negociación de cada uno de los países
frente a los Estados Unidos en momentos en que se acercan definiciones
en relación al Alca, es uno de los objetivos comunes que
vinculan a las diplomacias de Brasil y Argentina. El Mercosur,
después de su etapa más entusiasta -en la primera
mitad de los años 90- quedó aletargado debido al
desarrollo de la crisis en ambos países y a la decisión
de Menem (y de su ministro de Economía Domingo Cavallo),
de privilegiar el Alca. Actualmente tanto Lula como Kirchner han
hablado de fortalecer este espacio, y ampliarlo. Es parte también
de las posibilidades evaluadas por los presidentes promover la
integración entre el Mercosur y el Pacto Andino, como paso
previo a la negociación del Alca.
Intentando fortalecer las relaciones bilaterales, los cancilleres
Rafael Bielsa y Celso Amorim (de Argentina y Brasil respectivamente)
confirmaron en la reunión mantenida el 29 de mayo en el
palacio de Itamaraty que los presidentes de ambos países
tendrán “línea directa” las 24 horas,
para consultarse cualquier decisión en política
exterior. El viaje de Bielsa permitió trabajar sobre la
idea de un parlamento único del Mercosur, y sobre el proyecto
de usar pesos y reales en el comercio exterior y el turismo. Las
diplomacias quieren reforzar así las posibilidades políticas
de cada uno de los países, en un momento en que ambos presidentes
tienen por delante el viaje a Estados Unidos para reunirse -por
separado-, con George W. Bush.
Previo a este encuentro, Rafael Bielsa se encontrará en
Chile con el canciller norteamericano Colin Powell, durante la
reunión de la OEA. Consultado sobre el tema de la integración
hemisférica, Bielsa respondió que “nuestra
vocación de integración subregional está
lejos de excluir la integración continental, la que esperamos
construir sobre bases realistas y armónicas con sólidos
fundamentos en principios y valores comunes, que tenga en cuenta
la diversidad, así como las necesidades de cada país”.
Seguramente entre estos dos andariveles transcurrirán los
malabarismos de la diplomacia argentina: fortalecer el vínculo
con Brasil y el Mercosur, y tratar de no comprometer las relaciones
con el gobierno norteamericano, así como las negociaciones
con el FMI y el Banco Mundial, que atraviesan un momento de tensión.
La conciencia sobre la imposibilidad de conjugar las políticas
neoliberales que exige el FMI con la gobernabilidad, han puesto
en un dilema crucial a las élites políticas del
continente.
Por si faltaban certezas, la experiencia peruana vuelve a llamar
la atención sobre la creciente tendencia a perder la capacidad
de gobernar con consenso, y la necesidad de recurrir, cada vez
con mayor asiduidad, a la represión salvaje.
Frente a esto, algunos gobiernos latinoamericanos intentan ensayar
fórmulas posneoliberales, en que vuelve a hablarse de la
intervención del Estado en la economía, como camino
para fortalecer la capacidad de acción sobre las desigualdades
crecientes generadas por el capitalismo, así como para
recuperar porciones de soberanía que posibiliten respuestas
nacionales, e integraciones regionales, con relativa autonomía
de los dictados imperialistas. La capacidad y decisión
que tengan para constituir bloques político-sociales capaces
y dispuestos a una dura confrontación con el gobierno norteamericano
y sus agentes financieros, sus empresas trasnacionales, su Banco
Mundial, su Fondo Monetario, su Alca, es algo que está
por verse. Frente a una velada desconfianza en los rumbos que
asuman los gobernantes, se levantó la marea humana que
sirvió de marco y de escudo para un Fidel vuelto Quijote
y su fiel escudero, el Che Guevara, multiplicado en miles de jóvenes
argentinos que escucharon con devoción cada una de sus
palabras. Aplaudieron a rabiar palabras tan exóticas para
los oscuros escribas del poder como dignidad, justicia, soberanía,
independencia, revolución, e incluso socialismo.
Esa marea humana expresó, para Mariano Grondona, “la
degradación de los ideales que alguna vez caracterizaron
al pueblo argentino”.
Cuando terminó el acto en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires (ver recuadro), Fidel dijo a un grupo
de argentinos: “La explanada de la Facultad de Derecho me
hizo acordar del Palacio de la Revolución”. Los argentinos
lo escucharon con la necesaria dosis de devoción e incredulidad.
Pero en esas jornadas de degradación de los ideales de
la burguesía se afirmó la conciencia de que algo
se mueve en América Latina. Ya no anda solo el Quijote
por el continente con su mochila de verdades hechas realidades
en la Mancha. Andan otros más, empujando la historia. Anda
Bolívar, invitando a pelear de nuevo por la Segunda Independencia.
Anda Luis Carlos Prestes, el “Caballero de la Esperanza”,
combatiendo el hambre en las comarcas más lejanas del Brasil.
Anda también Salvador Allende, que aún sigue peleando
en cada barricada de Valparaíso, en cada grito de guerra
y de victoria del pueblo mapuche. Allende que el 6 de junio no
irá a firmar el TLC, porque desde la memoria disparará
ráfagas de fuego contra la entrega, la felonía y
la traición
CLAUDIA KOROL
En Buenos Aires
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Palabras que nombran actos
La presencia de Fidel Castro en la Argentina conmovió
a miles de personas, acaparando la atención de la
prensa nacional e internacional. Los canales de TV transmitieron
en directo su discurso de casi tres horas. Nadie quedó
indiferente. La memoria y el deseo, no faltaron a la cita.
¡Hasta la victoria siempre! terminó su discurso
Fidel, en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires. La ovación fue cerrada,
por parte de miles de personas allí agolpadas, que
no sintieron el frío ni el cansancio, sino la convicción
de que estaban en la encrucijada de muchos sueños.
Jóvenes, muchos jóvenes, algunos militantes
de partidos de Izquierda, veteranos y veteranas de la solidaridad
con Cuba, mucha gente sin militancia porque no encontró
dónde ni cuándo, o porque en alguna vuelta
del camino descreyó de sus antiguas convicciones.
Mujeres con sus hijos en los brazos, niños trepados
a los hombros de los padres, “para que lo vean, tal
vez por primera vez o por última vez en Buenos Aires”.
Estudiantes. Intelectuales que ayer lo criticaban y que
hoy lo miraban con indisimulado entusiasmo. Viejos luchadores
con lágrimas en los ojos. Mujeres con pañuelos
blancos en la cabeza, y con el corazón ardiendo de
emoción. Gente que llegó desde miles de kilómetros
para verlo “de cerca”. Peronistas con la “V”
en alto, comunistas, con el puño en alto. Mujeres
de las ollas populares, los piqueteros que cortan las rutas,
los trabajadores y trabajadoras que ocupan las fábricas,
los H.I.J.O.S. que inventaron el “escrache”,
los gays y lesbianas estrenando la “unión civil”,
los que pelean por la libertad de los presos políticos,
uno que otro preso político recientemente liberado,
uno que otro sacerdote, heredero de los curas del Tercer
Mundo, los cristianos que hicieron la opción por
los pobres, casi todos los que algún día fueron
guerrilleros y sobrevivieron a su propia historia. “¿Qué
tiene Fidel, que los imperialistas no pueden con él?”
cantaban y bailaban los más jóvenes.
La calle llena de banderas. El puente que atraviesa la avenida
Figueroa Alcorta lleno de banderas. La Facultad de Derecho,
tan históricamente conservadora, cubierta de rojo
y de estandartes con el rostro del Che. Ernesto Guevara,
con su mirada severa y tierna, con su querida presencia...
acompañando al Comandante, como en aquellos años
de la Sierra Maestra. El Che, multiplicándose en
millares de hombres y mujeres formando un escudo humano
para proteger a Fidel, para que se sintiera seguro en su
tierra, para que supiera que ninguna ausencia es definitiva,
y que ninguna de las tantas deserciones vividas en estos
años borra las huellas del hombre nuevo en la historia
americana. Ahí estaba el Che multiplicado en hombres
y mujeres, en cantos y gritos. Y en la otra procesión,
la que marcha por dentro. En ella andaban todos los que
leyeron alguna vez la carta de despedida del Che a Fidel,
en la que le confiesa “que si me llega la hora definitiva
bajo otros cielos, mi último pensamiento será
para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las
gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo, al que trataré
de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis
actos”. En la procesión íntima, caminaban
orgullosos los muchachos y muchachas de la generación
de los sueños. La procesión de los 30.000.
Esos muchachos y muchachas que alguna vez sintieron que
la única consecuencia posible con el Che, después
de su despedida, era seguir siendo como el Che... y que
encontraron la hora definitiva, con su pensamiento puesto
en el Che, en Fidel, y en esa frase... ¡hasta la victoria
siempre!
Adentro la procesión, y afuera la marcha.
Mucho más allá, quienes no pudieron llegar
hasta el centro porteño. En millares de casas en
todo el país se escuchaba con mucha emoción,
por distintos canales que transmitieron en directo, el mensaje
de la Revolución Cubana. La salud, la educación,
los derechos de los cubanos y cubanas fueron repasados uno
a uno en la clase pública. La decisión del
pueblo cubano de enfrentar con dignidad la amenaza guerrerista
del gobierno norteamericano. La batalla cultural en el mundo
actual. El significado para el continente de la derrota
de Menem, a quien Fidel no nombró más que
elípticamente, cuando señaló: “ustedes
han derrotado a un símbolo del neoliberalismo”.
Las palabras de Fidel fueron escuchadas una a una. Fueron
bebidas como si fueran una poción mágica de
sueños que permitirían seguir soñando.
“Soy un hombre soñador”, subrayó
e invitó a pensar que el día en que “el
otro mundo mejor sea posible”, los soñadores
deberán decir “que otro mundo mejor es posible”.
La revolución permanente. La poción mágica
contra el posibilismo y la resignación. Fidel habló
a los sueños dormidos y a los latentes. Fidel habló
con palabras que nombran actos. Las palabras llegaron a
oídos “receptivos” que esperaban ese
enamoramiento de los decires con los haceres. Fidel se fue.
Pero los actos que él nombró, y los sueños
que despertaron del letargo o del olvido, tienen la palabra
C.K.
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