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El largo camino
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Mientras Lagos navega contra la corriente

Fidel, Chávez, Lula, Allende y el Quijote, contra el Alca
Ley del gasto electoral
Parlamento por reforma de la Salud
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Los derechos humanos
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Juicio en Miami

La derecha saqueó el patrimonio de Chile al amparo de las FF.AA.

EL GRAN ROBO
DE LA HERENCIA
NACIONAL
Roger Garaudy y su nuevo libro
Jesús, Mahoma y Marx,
trinidad filosófica
Liam Holohan
La calle del cura Liam

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ley del gasto electoral

El matrimonio del dinero y la política

Amenos que el Tribunal Constitucional diga otra cosa, pronto habrá ley sobre límites, transparencia y control de los gastos electorales. Fue aprobada, por amplia mayoría, dentro de la llamada “agenda corta” de modernización del Estado, luego de haber sido negociada entre el gobierno y la derecha. Ministros y parlamentarios rivalizaron por destacar su importancia. Sin embargo, quedó por debajo de las expectativas y no califica para ser considerada un hito democrático.
JORGE Navarrete, presidente de la Corporación Tiempo 2000, y ex director ejecutivo de TVN.  

Con todo, tiene importancia. Permitirá transparentar, aunque sea parcialmente, el gasto electoral. Sobre todo quebrará la hipocresía imperante en torno al dinero y su relación con la política, que alcanzó su culminación con la escandalera levantada por el ministro Carlos Aránguiz en contra del diputado socialista Juan Pablo Letelier. Este recibió de empresarios amigos un aporte de menos de veinte millones de pesos y se encuentra desaforado, preso y encargado reo. Diputados y senadores de derecha, en cambio, recibieron y gastaron miles de millones de pesos en sus campañas -a razón de varias decenas y hasta cientos de millones per cápita- sin que hayan sido enjuiciados y ni siquiera denunciados por sus actuaciones, en que mezclan sin tapujos política y negocios.
El ministro del Interior, José Miguel Insulza, destacó la “austeridad” y transparencia que, según él, se impondrá a las campañas electorales. Fueron exageraciones ministeriales. De común acuerdo, el gobierno y la derecha buscaron como referencia el año 2000, en que se produjo un altísimo gasto electoral. Se llegó, por lo tanto, a cifras muy elevadas que beneficiarán en especial a la derecha. Más que reducir el gasto, se legitimará lo que ha sido una práctica aberrante.
En cuanto a la transparencia, la cosa no anduvo mejor. Se acogieron planteamientos de la derecha para compatibilizar la transparencia con el derecho a la “intimidad de las personas”, como dijo el senador UDI Juan Antonio Coloma, lo que permitirá mantener amplias áreas de secreto sobre aportes, donaciones o contribuciones, según el nombre que se les quiera dar.
De acuerdo a estimaciones de Flacso-Chile, el gasto máximo por campaña electoral irá desde unos 90 millones de pesos -en el caso de los diputados con distritos con menos de 200 mil habitantes- a más de 1.350 millones de pesos -o sea unos dos millones de dólares- para una campaña a la presidencia de la República.
En el caso de diputados y senadores, el máximo se estableció en una cifra fija: 1.500 UF en el caso de diputados y 3.000 UF para los senadores, incrementada según el número de electores inscritos en el distrito o región correspondiente. En los diputados ese incremento corresponde a 0,03 UF por ciudadano inscrito. En el caso de los senadores, las 3.000 UF de base se incrementarán en una escala descendente: 0,04 UF por cada inscrito dentro de los primeros 200 mil electores; 0,03 UF por los siguientes 200 mil y 0,02 UF por los restantes inscritos. En el caso de la elección presidencial el límite será de 0,01 UF por el total de inscritos en los registros electorales, cifra que bordea los ocho millones de ciudadanos.

UN DC CON LARGA VISTA

Para examinar la ley sobre gasto electoral y otras materias, PF conversó con Jorge Navarrete Martínez, presidente la Corporación Tiempo 2000 que se dedica al estudio de temas político-sociales. De orientación concertacionista pero no partidista, Tiempo 2000 promueve el debate al interior de la Concertación con propuestas progresistas.
El ingeniero comercial democratacristiano Jorge Navarrete, fue director ejecutivo de Televisión Nacional entre 1990 y 1994 y presidente del directorio de Televisión Nacional entre 1998 y 2002. En la actualidad es director de Codelco.
La ley sobre gasto electoral ha sido presentada por algunos como un “hito” en el desarrollo democrático de Chile. ¿Cuál es su opinión?
“Sin duda, constituye un avance, limitado, pero un avance. Sobre todo hace visible un tema que era tabú. Pero no representa -todavía- un paso significativo hacia una democratización plena, que sigue pendiente y tiene obstáculos formidables, entre otros el sistema binominal. La Corporación Tiempo 2000 hizo un estudio sobre gasto electoral partiendo de las últimas elecciones. No intentamos hacer algo para todo el país, elegimos ocho distritos de Santiago: recorrimos todas las calles, viendo las gigantografías, letreros, afiches, lienzos, fotografiando todo para meterlo después en un mapa digital, valorizando cada pieza de propaganda a precio de mercado. Llegamos a tres conclusiones:
- que el gasto era excesivo, uno de los más altos del mundo, proporcionalmente. Si el gasto electoral en Chile lo cotejamos con el ingreso per cápita, es uno de los países en que se gasta más en el mundo.
- la segunda conclusión es que este gasto excesivo es excepcionalmente disparejo. Concluimos que dos tercios, al menos, del gasto era de la Alianza por Chile. Dentro de esos dos tercios, más del 40% del gasto correspondía a la UDI.
- el tercer elemento es el más importante: una absoluta opacidad -por no decir completa falta de transparencia- respecto del origen del gasto. No hablo en términos generales, ya que todos sabemos de dónde proviene la plata, hablo de origen y destino específico: quién, cuánto, a quién, para qué”.
¿Para usted lo fundamental es la transparencia?
“La transparencia en el gasto electoral vale por sí misma, en cuanto afecta a otros aspectos. En la medida en que exista absoluta transparencia -teóricamente- en cuanto a las fuentes y a los montos, se pueden medir los efectos antidemocráticos de la distribución. El efecto se produce por el simple hecho de que se sepa. Es muy distinto saber que un candidato gasta X y otro gasta un cuarto de X, y que se está financiando de tal o cual manera, a no saber nada. Eso tiene influencia política no sólo en el resultado de la elección sino en la vigilancia ciudadana de la conducta parlamentaria. Obviamente, el Congreso discute con frecuencia leyes cuyos efectos sobre la gente que aporta a las campañas son enormes. La gente -aún la mejor pensada- tiene derecho a preguntarse en qué medida influye el financiamiento en el comportamiento de los parlamentarios. Sobre todo, porque hemos llegado a niveles de costos tales que quedan muchas cosas en el misterio. Un periodista me decía: si sacamos la cuenta de lo que ganan los parlamentarios durante su mandato, resulta que ganan más de lo que gastan para ser elegidos, en muchos casos. Claro, le dije, porque usted piensa que se trata de un negocio privado. Pero ningún candidato paga sus campañas, aunque pudiera hacerlo. Ni siquiera los que tienen mucho dinero dejan de pedir plata. Además, no sólo es importante saber con qué plata se ha sido elegido sino también con qué plata te reelegirán. Por lo mismo pienso que la transparencia es tan importante”.

COMO SE FINANCIAN
LAS CAMPAÑAS

Con todo, para mucha gente no queda claro cómo se opera -concretamente- en el financiamiento de las campañas...
“Cuando digo que no hay transparencia -y con la nueva ley quedan todavía muchas zonas oscuras- no es que ignoremos cómo se financian las campañas. Cualquiera sabe que lo menos importante son los aportes individuales. Teóricamente, las campañas se financian con los recursos de personas, instituciones, empresas y desde el extranjero. Esto último -que alguna vez tuvo bastante importancia- ahora prácticamente no existe. Los aportes de las personas disminuyen verticalmente, mientras suben, también verticalmente, los aportes de las empresas. Por instituciones entendemos sindicatos, asociaciones gremiales, iglesias, etc., que también tienen poca significación. Lo concreto, es que son las empresas las que hacen los aportes significativos, pero no son sus dueños o controladores los que se meten la mano al bolsillo. Lo que hacen, casi invariablemente, es pasar la contribución electoral como gasto de la empresa.
Esto tiene dos efectos. Si el propietario o controlador no es dueño del ciento por ciento de la empresa, al hacer un aporte electoral está actuando sin consultar la opinión de los otros accionistas, que terminan contribuyendo a algo que ni siquiera saben. Por otro lado, al convertir la contribución en gasto, los costos son mayores y las utilidades disminuyen y con ello, disminuye el impuesto a la renta. De manera que indirectamente también el Fisco contribuye a las candidaturas.
El ciento por ciento del beneficio posterior es del que hace el aporte. ‘Yo fui el que te dio la plata’, es lo que se dice habitualmente. En la práctica, lo que se hace es pedir facturas: en vez de facturar los gastos en imprenta a nombre del candidato, se hace a nombre de la empresa zeta, por ejemplo. También se desvían platas mediante contratos fuleros de asesorías. Con estos recursos, el donante puede decir que nunca ha dado dinero para una campaña. Todo lo que ha gastado es deducible como ‘gasto para producir la renta’, que son los términos que usa la ley. Puede descubrirse, claro, pero habría que hacer investigaciones que pueden enredarse mucho si se usan intermediarios”.

MOTIVOS DEL
APOYO DERECHISTA

Se ha criticado que se establezcan exenciones tributarias para los que hagan donaciones electorales. El senador Nelson Avila lo calificó como una “impudicia”.
“Hay algo inquietante a ese respecto, como política democrática. Es la forma en que públicamente se plantea o resuelve el problema. A mí me parece raro que todos -hasta los que somos más partidarios de la transparencia- hablemos de una ley de financiamiento a las elecciones o de financiamiento de la actividad política electoral, en circunstancias que en derecho, y desde el punto de vista de la verdad, es una ley para regularizar aportes ilegales que realizan las empresas a la política. Esta ley puede ser presentada como que se está financiando la política de manera irregular. Pero al no pagar impuesto por los aportes, se oficializa lo que hacen ahora. No más. Aunque sin duda es mejor que las cosas se sepan, aunque sea en parte”.
¿Qué razones tuvo la derecha para apoyar la ley, en circunstancias que es a ella a la que más favorece el silencio y la oscuridad?
“Hay diversas razones. Es una necesidad que más temprano que tarde iba a surgir. Si la derecha quiere partidos de cuadros, que se ajusten a la idea de partidos modernos con bases, activistas, dirigentes de base, intermedios y superiores, debe buscar formas de financiamiento más moderno que la simple entrega de plata por grandes potentados que terminan teniendo influencia desmedida en el partido. La propia UDI sabe esto, porque el dinero ha sido determinante para que pueda imponer su voluntad a RN. Pero también se da cuenta que los ‘poderes fácticos’ pueden ser peligrosos, y los ‘dadores de sangre’ pueden adquirir indeseada importancia. Los dirigentes de los partidos sienten que no son ellos los que tienen el poder sino que está en manos de quienes están detrás de ellos.
Además, se está produciendo otra situación, alimentada por la atmósfera de escándalos imperante. En cualquier momento alguien, hasta por venganza, puede informar desde dentro de las empresas sobre la forma y montos en que se han hecho aportes electorales.
Creo que algunos sectores de derecha empezaron a asustarse. Es verdad que la derecha es ahora la más beneficiada, pero es algo relativo; es más beneficiada que la Concertación, que a su vez es mucho más beneficiada, digamos, que el PC.
Finalmente, la derecha sabe bien que con esta ley no se termina con la influencia del dinero en las elecciones, ni tampoco se sanea el sistema electoral que la favorece, el binominalismo sigue vivo y coleando”

HERNAN SOTO

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El perverso sistema binominal

Usted califica al sistema binominal como “perverso”, pero hace pocos días, el ex ministro Edmundo Pérez Yoma sostuvo que el sistema binominal mantenía unida a la Concertación.
“No hay contradicción, se trata de opiniones de carácter distinto. El sistema es perverso por muchas razones: básicamente iguala a la minoría, que representa un punto o algo más del tercio, con la mayoría: algo esencialmente antidemocrático. Obliga, por lo tanto, a alianzas que se esclerosan y deben seguir juntas a pesar de las diferencias. Margina, además, a sectores importantes, como la Izquierda extraparlamentaria, lo que crea situaciones de injusticia y eventual inestabilidad democrática. En el hecho, termina beneficiando a la derecha que es siempre minoritaria frente al centro y la Izquierda sumados. Eso es lo que sabemos, lo conocido, pero hay más.
Casi en todos los casos, en las elecciones el competidor es el compañero de lista, lo que provoca fisuras crecientes. ¿Quién fue el verdadero adversario de Ominami en la V Región interior? Walker, mientras Romero, de RN, salía solo. Eso pasa en todas partes. Puede verse claramente en la raíz de las dificultades internas de la derecha. En el caso de la Concertación, estamos llegando a un proceso muy peligroso. Nunca había habido un sistema que entregara tanto poder a las denostadas cúpulas partidistas, que son las que resuelven las candidaturas. Es mucho más importante el problema interno para llegar a ser candidato que lo que ocurre después, y ese ‘después’ es nada menos que la elección formal, el comicio democrático. En la V Región costa el tema era Avila u Ominami, despejado el punto había un senador seguro. Eso lleva a la derecha a candidaturas que en el hecho son únicas. En el sistema proporcional esta situación de inamovilidad no se producía: era posible que en las distintas listas los candidatos compitieran entre sí. Volviendo a la pregunta, el binominalismo obliga a mantener las coaliciones, pero hace cada vez más tensa la relación y la vida política al interior de las mismas. Se produce un creciente alejamiento de los ciudadanos y una marginación de sectores que se dan cuenta que sus opiniones no pesan frente a las decisiones de las cúpulas.
Por otro lado, el sistema favorece de tal modo a los parlamentarios en ejercicio que son muy pocos los que han perdido elecciones una vez definidas en su favor las internas. Eso mismo hace que los propios parlamentarios -que se sienten asegurados con el sistema- tengan poco interés en cambiarlo.
El presidente Lagos tuvo la intuición correcta al ligar las reformas constitucionales al cambio del sistema binominal. Ahora no se sabe qué pasará. Es posible que, como no hay acuerdo con la derecha, se desglose la ley electoral. Incluso se habla de una modificación al binominalismo y/o de un aumento del número de parlamentarios que, previsiblemente, sería una especie de traje a la medida para algunos”.
Se habla de dos almas de la Concertación -una cercana a los planteamientos de la derecha liberal y otra progresista- para explicar el inmovilismo de la coalición de gobierno. Pero la pregunta es ¿por qué la Concertación no define un perfil que signifique optar por el progresismo que está en sus orígenes y en el perfil histórico de los partidos que la integran?
“No sé si las almas de la Concertación son sólo dos. En cuanto al inmovilismo y a la orientación cercana a posiciones de derecha en muchos aspectos, pienso que hay razones profundas. Al principio fue por temor al populismo y a la falta de mayoría parlamentaria, que obligó a negociar leyes claves. Pero no hubo desbordes de populismo ni de presiones sociales. Después influyeron otros factores: la falta de debate político interno fue muy importante. Pero tal vez el factor más significativo es la hegemonía cultural -en el sentido amplio- de la derecha, que va produciendo grados significativos de penetración ideológica en sectores insospechados del centro y hasta de la Izquierda. Gente que partió haciendo ciertas cosas por realismo político, termina asumiéndolas como deseables y después, como naturales.
Ese ‘naturalismo’ es propio del pensamiento de la derecha: las cosas son como deben ser y lo mejor es intervenir lo menos posible en su desarrollo y curso. No deja de ser sorprendente que un sector de la Concertación apoye esta idea de la sociedad como fenómeno de la naturaleza que contradice la historia de sus partidos, el ethos político que debería inspirarla y hasta los datos de la ciencia moderna”.
¿En qué medida influyen los intereses materiales, las expectativas de lucro, las vinculaciones con grandes negocios, el ansia de ascenso social?
“Claro que pesan. Hay muchos ejemplos; como el tema de los reguladores y las empresas reguladas, la eventual cercanía de lo que se ha llamado la ‘ceremonia del adiós’, el papel de los lobbistas que provienen del gobierno, etc. Mucho de eso hemos visto en estos meses. Como las relaciones que establecieron con Inverlink personas que habían tenido altas responsabilidades en el gobierno. Creo que se han ido corriendo los límites de la tolerancia.
Un teólogo dice que muy pocas veces uno se encuentra en esas situaciones en que es clarísima la opción entre el pecado y la virtud. Generalmente, nos movemos en el mundo de los grises y pienso que no pocos han dejado que la frontera se vaya corriendo en temas de moralidad privada y pública, por debilidad, por falta de consistencia ideológica, por ambición y hasta por venalidad, en algunos casos”

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