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Ley del gasto electoral
El matrimonio del dinero y la política
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Amenos que el Tribunal
Constitucional diga otra cosa, pronto habrá ley sobre
límites, transparencia y control de los gastos electorales.
Fue aprobada, por amplia mayoría, dentro de la llamada
“agenda corta” de modernización del Estado,
luego de haber sido negociada entre el gobierno y la derecha.
Ministros y parlamentarios rivalizaron por destacar su importancia.
Sin embargo, quedó por debajo de las expectativas
y no califica para ser considerada un hito democrático. |
JORGE
Navarrete, presidente de la Corporación Tiempo 2000,
y ex director ejecutivo de TVN. |
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Con todo, tiene importancia. Permitirá transparentar,
aunque sea parcialmente, el gasto electoral. Sobre todo quebrará
la hipocresía imperante en torno al dinero y su relación
con la política, que alcanzó su culminación
con la escandalera levantada por el ministro Carlos Aránguiz
en contra del diputado socialista Juan Pablo Letelier. Este recibió
de empresarios amigos un aporte de menos de veinte millones de
pesos y se encuentra desaforado, preso y encargado reo. Diputados
y senadores de derecha, en cambio, recibieron y gastaron miles
de millones de pesos en sus campañas -a razón de
varias decenas y hasta cientos de millones per cápita-
sin que hayan sido enjuiciados y ni siquiera denunciados por sus
actuaciones, en que mezclan sin tapujos política y negocios.
El ministro del Interior, José Miguel Insulza, destacó
la “austeridad” y transparencia que, según
él, se impondrá a las campañas electorales.
Fueron exageraciones ministeriales. De común acuerdo, el
gobierno y la derecha buscaron como referencia el año 2000,
en que se produjo un altísimo gasto electoral. Se llegó,
por lo tanto, a cifras muy elevadas que beneficiarán en
especial a la derecha. Más que reducir el gasto, se legitimará
lo que ha sido una práctica aberrante.
En cuanto a la transparencia, la cosa no anduvo mejor. Se acogieron
planteamientos de la derecha para compatibilizar la transparencia
con el derecho a la “intimidad de las personas”, como
dijo el senador UDI Juan Antonio Coloma, lo que permitirá
mantener amplias áreas de secreto sobre aportes, donaciones
o contribuciones, según el nombre que se les quiera dar.
De acuerdo a estimaciones de Flacso-Chile, el gasto máximo
por campaña electoral irá desde unos 90 millones
de pesos -en el caso de los diputados con distritos con menos
de 200 mil habitantes- a más de 1.350 millones de pesos
-o sea unos dos millones de dólares- para una campaña
a la presidencia de la República.
En el caso de diputados y senadores, el máximo se estableció
en una cifra fija: 1.500 UF en el caso de diputados y 3.000 UF
para los senadores, incrementada según el número
de electores inscritos en el distrito o región correspondiente.
En los diputados ese incremento corresponde a 0,03 UF por ciudadano
inscrito. En el caso de los senadores, las 3.000 UF de base se
incrementarán en una escala descendente: 0,04 UF por cada
inscrito dentro de los primeros 200 mil electores; 0,03 UF por
los siguientes 200 mil y 0,02 UF por los restantes inscritos.
En el caso de la elección presidencial el límite
será de 0,01 UF por el total de inscritos en los registros
electorales, cifra que bordea los ocho millones de ciudadanos.
UN DC CON LARGA VISTA
Para examinar la ley sobre gasto electoral y otras materias,
PF conversó con Jorge Navarrete Martínez, presidente
la Corporación Tiempo 2000 que se dedica al estudio de
temas político-sociales. De orientación concertacionista
pero no partidista, Tiempo 2000 promueve el debate al interior
de la Concertación con propuestas progresistas.
El ingeniero comercial democratacristiano Jorge Navarrete, fue
director ejecutivo de Televisión Nacional entre 1990 y
1994 y presidente del directorio de Televisión Nacional
entre 1998 y 2002. En la actualidad es director de Codelco.
La ley sobre gasto electoral ha sido presentada por algunos como
un “hito” en el desarrollo democrático de Chile.
¿Cuál es su opinión?
“Sin duda, constituye un avance, limitado, pero un avance.
Sobre todo hace visible un tema que era tabú. Pero no representa
-todavía- un paso significativo hacia una democratización
plena, que sigue pendiente y tiene obstáculos formidables,
entre otros el sistema binominal. La Corporación Tiempo
2000 hizo un estudio sobre gasto electoral partiendo de las últimas
elecciones. No intentamos hacer algo para todo el país,
elegimos ocho distritos de Santiago: recorrimos todas las calles,
viendo las gigantografías, letreros, afiches, lienzos,
fotografiando todo para meterlo después en un mapa digital,
valorizando cada pieza de propaganda a precio de mercado. Llegamos
a tres conclusiones:
- que el gasto era excesivo, uno de los más altos del mundo,
proporcionalmente. Si el gasto electoral en Chile lo cotejamos
con el ingreso per cápita, es uno de los países
en que se gasta más en el mundo.
- la segunda conclusión es que este gasto excesivo es excepcionalmente
disparejo. Concluimos que dos tercios, al menos, del gasto era
de la Alianza por Chile. Dentro de esos dos tercios, más
del 40% del gasto correspondía a la UDI.
- el tercer elemento es el más importante: una absoluta
opacidad -por no decir completa falta de transparencia- respecto
del origen del gasto. No hablo en términos generales, ya
que todos sabemos de dónde proviene la plata, hablo de
origen y destino específico: quién, cuánto,
a quién, para qué”.
¿Para usted lo fundamental es la transparencia?
“La transparencia en el gasto electoral vale por sí
misma, en cuanto afecta a otros aspectos. En la medida en que
exista absoluta transparencia -teóricamente- en cuanto
a las fuentes y a los montos, se pueden medir los efectos antidemocráticos
de la distribución. El efecto se produce por el simple
hecho de que se sepa. Es muy distinto saber que un candidato gasta
X y otro gasta un cuarto de X, y que se está financiando
de tal o cual manera, a no saber nada. Eso tiene influencia política
no sólo en el resultado de la elección sino en la
vigilancia ciudadana de la conducta parlamentaria. Obviamente,
el Congreso discute con frecuencia leyes cuyos efectos sobre la
gente que aporta a las campañas son enormes. La gente -aún
la mejor pensada- tiene derecho a preguntarse en qué medida
influye el financiamiento en el comportamiento de los parlamentarios.
Sobre todo, porque hemos llegado a niveles de costos tales que
quedan muchas cosas en el misterio. Un periodista me decía:
si sacamos la cuenta de lo que ganan los parlamentarios durante
su mandato, resulta que ganan más de lo que gastan para
ser elegidos, en muchos casos. Claro, le dije, porque usted piensa
que se trata de un negocio privado. Pero ningún candidato
paga sus campañas, aunque pudiera hacerlo. Ni siquiera
los que tienen mucho dinero dejan de pedir plata. Además,
no sólo es importante saber con qué plata se ha
sido elegido sino también con qué plata te reelegirán.
Por lo mismo pienso que la transparencia es tan importante”.
COMO SE FINANCIAN
LAS CAMPAÑAS
Con todo, para mucha gente no queda claro cómo se opera
-concretamente- en el financiamiento de las campañas...
“Cuando digo que no hay transparencia -y con la nueva ley
quedan todavía muchas zonas oscuras- no es que ignoremos
cómo se financian las campañas. Cualquiera sabe
que lo menos importante son los aportes individuales. Teóricamente,
las campañas se financian con los recursos de personas,
instituciones, empresas y desde el extranjero. Esto último
-que alguna vez tuvo bastante importancia- ahora prácticamente
no existe. Los aportes de las personas disminuyen verticalmente,
mientras suben, también verticalmente, los aportes de las
empresas. Por instituciones entendemos sindicatos, asociaciones
gremiales, iglesias, etc., que también tienen poca significación.
Lo concreto, es que son las empresas las que hacen los aportes
significativos, pero no son sus dueños o controladores
los que se meten la mano al bolsillo. Lo que hacen, casi invariablemente,
es pasar la contribución electoral como gasto de la empresa.
Esto tiene dos efectos. Si el propietario o controlador no es
dueño del ciento por ciento de la empresa, al hacer un
aporte electoral está actuando sin consultar la opinión
de los otros accionistas, que terminan contribuyendo a algo que
ni siquiera saben. Por otro lado, al convertir la contribución
en gasto, los costos son mayores y las utilidades disminuyen y
con ello, disminuye el impuesto a la renta. De manera que indirectamente
también el Fisco contribuye a las candidaturas.
El ciento por ciento del beneficio posterior es del que hace el
aporte. ‘Yo fui el que te dio la plata’, es lo que
se dice habitualmente. En la práctica, lo que se hace es
pedir facturas: en vez de facturar los gastos en imprenta a nombre
del candidato, se hace a nombre de la empresa zeta, por ejemplo.
También se desvían platas mediante contratos fuleros
de asesorías. Con estos recursos, el donante puede decir
que nunca ha dado dinero para una campaña. Todo lo que
ha gastado es deducible como ‘gasto para producir la renta’,
que son los términos que usa la ley. Puede descubrirse,
claro, pero habría que hacer investigaciones que pueden
enredarse mucho si se usan intermediarios”.
MOTIVOS DEL
APOYO DERECHISTA
Se ha criticado que se establezcan exenciones tributarias para
los que hagan donaciones electorales. El senador Nelson Avila
lo calificó como una “impudicia”.
“Hay algo inquietante a ese respecto, como política
democrática. Es la forma en que públicamente se
plantea o resuelve el problema. A mí me parece raro que
todos -hasta los que somos más partidarios de la transparencia-
hablemos de una ley de financiamiento a las elecciones o de financiamiento
de la actividad política electoral, en circunstancias que
en derecho, y desde el punto de vista de la verdad, es una ley
para regularizar aportes ilegales que realizan las empresas a
la política. Esta ley puede ser presentada como que se
está financiando la política de manera irregular.
Pero al no pagar impuesto por los aportes, se oficializa lo que
hacen ahora. No más. Aunque sin duda es mejor que las cosas
se sepan, aunque sea en parte”.
¿Qué razones tuvo la derecha para apoyar la ley,
en circunstancias que es a ella a la que más favorece el
silencio y la oscuridad?
“Hay diversas razones. Es una necesidad que más temprano
que tarde iba a surgir. Si la derecha quiere partidos de cuadros,
que se ajusten a la idea de partidos modernos con bases, activistas,
dirigentes de base, intermedios y superiores, debe buscar formas
de financiamiento más moderno que la simple entrega de
plata por grandes potentados que terminan teniendo influencia
desmedida en el partido. La propia UDI sabe esto, porque el dinero
ha sido determinante para que pueda imponer su voluntad a RN.
Pero también se da cuenta que los ‘poderes fácticos’
pueden ser peligrosos, y los ‘dadores de sangre’ pueden
adquirir indeseada importancia. Los dirigentes de los partidos
sienten que no son ellos los que tienen el poder sino que está
en manos de quienes están detrás de ellos.
Además, se está produciendo otra situación,
alimentada por la atmósfera de escándalos imperante.
En cualquier momento alguien, hasta por venganza, puede informar
desde dentro de las empresas sobre la forma y montos en que se
han hecho aportes electorales.
Creo que algunos sectores de derecha empezaron a asustarse. Es
verdad que la derecha es ahora la más beneficiada, pero
es algo relativo; es más beneficiada que la Concertación,
que a su vez es mucho más beneficiada, digamos, que el
PC.
Finalmente, la derecha sabe bien que con esta ley no se termina
con la influencia del dinero en las elecciones, ni tampoco se
sanea el sistema electoral que la favorece, el binominalismo sigue
vivo y coleando”
HERNAN SOTO
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El perverso sistema binominal
Usted califica al sistema binominal como “perverso”,
pero hace pocos días, el ex ministro Edmundo Pérez
Yoma sostuvo que el sistema binominal mantenía unida
a la Concertación.
“No hay contradicción, se trata de opiniones
de carácter distinto. El sistema es perverso por
muchas razones: básicamente iguala a la minoría,
que representa un punto o algo más del tercio, con
la mayoría: algo esencialmente antidemocrático.
Obliga, por lo tanto, a alianzas que se esclerosan y deben
seguir juntas a pesar de las diferencias. Margina, además,
a sectores importantes, como la Izquierda extraparlamentaria,
lo que crea situaciones de injusticia y eventual inestabilidad
democrática. En el hecho, termina beneficiando a
la derecha que es siempre minoritaria frente al centro y
la Izquierda sumados. Eso es lo que sabemos, lo conocido,
pero hay más.
Casi en todos los casos, en las elecciones el competidor
es el compañero de lista, lo que provoca fisuras
crecientes. ¿Quién fue el verdadero adversario
de Ominami en la V Región interior? Walker, mientras
Romero, de RN, salía solo. Eso pasa en todas partes.
Puede verse claramente en la raíz de las dificultades
internas de la derecha. En el caso de la Concertación,
estamos llegando a un proceso muy peligroso. Nunca había
habido un sistema que entregara tanto poder a las denostadas
cúpulas partidistas, que son las que resuelven las
candidaturas. Es mucho más importante el problema
interno para llegar a ser candidato que lo que ocurre después,
y ese ‘después’ es nada menos que la
elección formal, el comicio democrático. En
la V Región costa el tema era Avila u Ominami, despejado
el punto había un senador seguro. Eso lleva a la
derecha a candidaturas que en el hecho son únicas.
En el sistema proporcional esta situación de inamovilidad
no se producía: era posible que en las distintas
listas los candidatos compitieran entre sí. Volviendo
a la pregunta, el binominalismo obliga a mantener las coaliciones,
pero hace cada vez más tensa la relación y
la vida política al interior de las mismas. Se produce
un creciente alejamiento de los ciudadanos y una marginación
de sectores que se dan cuenta que sus opiniones no pesan
frente a las decisiones de las cúpulas.
Por otro lado, el sistema favorece de tal modo a los parlamentarios
en ejercicio que son muy pocos los que han perdido elecciones
una vez definidas en su favor las internas. Eso mismo hace
que los propios parlamentarios -que se sienten asegurados
con el sistema- tengan poco interés en cambiarlo.
El presidente Lagos tuvo la intuición correcta al
ligar las reformas constitucionales al cambio del sistema
binominal. Ahora no se sabe qué pasará. Es
posible que, como no hay acuerdo con la derecha, se desglose
la ley electoral. Incluso se habla de una modificación
al binominalismo y/o de un aumento del número de
parlamentarios que, previsiblemente, sería una especie
de traje a la medida para algunos”.
Se habla de dos almas de la Concertación -una cercana
a los planteamientos de la derecha liberal y otra progresista-
para explicar el inmovilismo de la coalición de gobierno.
Pero la pregunta es ¿por qué la Concertación
no define un perfil que signifique optar por el progresismo
que está en sus orígenes y en el perfil histórico
de los partidos que la integran?
“No sé si las almas de la Concertación
son sólo dos. En cuanto al inmovilismo y a la orientación
cercana a posiciones de derecha en muchos aspectos, pienso
que hay razones profundas. Al principio fue por temor al
populismo y a la falta de mayoría parlamentaria,
que obligó a negociar leyes claves. Pero no hubo
desbordes de populismo ni de presiones sociales. Después
influyeron otros factores: la falta de debate político
interno fue muy importante. Pero tal vez el factor más
significativo es la hegemonía cultural -en el sentido
amplio- de la derecha, que va produciendo grados significativos
de penetración ideológica en sectores insospechados
del centro y hasta de la Izquierda. Gente que partió
haciendo ciertas cosas por realismo político, termina
asumiéndolas como deseables y después, como
naturales.
Ese ‘naturalismo’ es propio del pensamiento
de la derecha: las cosas son como deben ser y lo mejor es
intervenir lo menos posible en su desarrollo y curso. No
deja de ser sorprendente que un sector de la Concertación
apoye esta idea de la sociedad como fenómeno de la
naturaleza que contradice la historia de sus partidos, el
ethos político que debería inspirarla y hasta
los datos de la ciencia moderna”.
¿En qué medida influyen los intereses materiales,
las expectativas de lucro, las vinculaciones con grandes
negocios, el ansia de ascenso social?
“Claro que pesan. Hay muchos ejemplos; como el tema
de los reguladores y las empresas reguladas, la eventual
cercanía de lo que se ha llamado la ‘ceremonia
del adiós’, el papel de los lobbistas que provienen
del gobierno, etc. Mucho de eso hemos visto en estos meses.
Como las relaciones que establecieron con Inverlink personas
que habían tenido altas responsabilidades en el gobierno.
Creo que se han ido corriendo los límites de la tolerancia.
Un teólogo dice que muy pocas veces uno se encuentra
en esas situaciones en que es clarísima la opción
entre el pecado y la virtud. Generalmente, nos movemos en
el mundo de los grises y pienso que no pocos han dejado
que la frontera se vaya corriendo en temas de moralidad
privada y pública, por debilidad, por falta de consistencia
ideológica, por ambición y hasta por venalidad,
en algunos casos”
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